Música y Danza en la Antigua Grecia: Origen, Teoría e Instrumentos

1. Introducción: La Música en la Prehistoria y Antigüedad

Generalmente, el estudio de la Historia de la Música comienza en el período medieval, ya que es la época en la que aparecen por vez primera fuentes musicales escritas. Sin embargo, la música y la danza han sido un hecho cultural propio del hombre desde la Prehistoria: como transmisión de emociones, como herramienta de comunicación, como forma de imitar la naturaleza o como mero entretenimiento de las tareas cotidianas. Pocos son los restos arqueológicos que nos han llegado de la música de la Prehistoria: tan sólo silbatos, flautas construidas con huesos o cuernos de animales, que nos hacen presuponer la relación de la música con la hechicería.

También podemos documentar la presencia de la música en culturas antiguas como Egipto y Mesopotamia, fundamentalmente a través de los instrumentos musicales y escenas de danzas que observamos en los restos arqueológicos de estas civilizaciones: sistros, liras, arpas, laúdes acompañan escenas en las que músicos danzan.

Pero es en la cultura griega y romana donde más manifestaciones musicales encontramos, a pesar de que no ha quedado ningún resto de partitura o instrumento musical que aclare con exactitud cómo era la música. Son los textos de los filósofos griegos, junto a representaciones iconográficas de las vasijas, los que más información dan acerca de la música y la danza.

2. La Música en la Vida y el Pensamiento de la Antigua Grecia

La mitología griega atribuía un origen divino a la música y citaba como sus inventores y primeros practicantes a dioses y semidioses como Apolo, Anfión y Orfeo. De hecho, desde tiempos primitivos la música fue inseparable de las ceremonias religiosas, dada la creencia en su poder mágico. Existía además una estrecha relación entre la mitología y la música. Así, cada instrumento musical estaba directamente vinculado con un dios: el aulós, por ejemplo, se relacionaba con Dioniso y se utilizaba en sus ceremonias de culto, mientras que la lira se unía a Hermes, considerado como su inventor.

La palabra “música” tenía para los griegos un significado mucho mayor que en la actualidad. El vocablo proviene de mousiké, es decir, el arte de las musas. Se englobaba dentro de las artes prácticas, es decir, las que necesitan de un intérprete para su realización (a diferencia de las artes apotelécticas, acabadas, como la pintura, la arquitectura o la escultura). Música eran no sólo sonidos, sino también danza y poesía. Para Platón, la canción (melos) estaba compuesta de habla, ritmo y armonía. Aristóteles afirmaba que la poesía consta de melodía, ritmo y lengua.

Desde tiempos muy primitivos, la música tuvo mucha relación con los números y las matemáticas, según se desprende de las enseñanzas de Pitágoras. Este matemático pensaba que todo el universo se rige por los números: el sistema de sonidos y ritmos musicales, al estar ordenados matemáticamente, son un reflejo de la armonía cósmica. Esta es la conocida como “Teoría de las Esferas”, que Platón recogió en el Timeo y La República: los astros y las esferas celestes, en sus movimientos, emiten un sonido no perceptible para el oído humano.

Los filósofos griegos creyeron además que la música poseía cualidades morales y que ésta podía afectar al carácter y al comportamiento. La música penetraba en el alma y la transformaba, dependiendo del tipo de ritmo y melodía de que se trata. Aristóteles afirmaba que la música podía afectar directamente sobre la conducta humana, ya que nace de la imitación directa de las pasiones o estados de ánimo: dulzura, valor, templanza, ira… Por ello la música debía estar presente en la educación, junto a la gimnasia. A esta teoría se le conoce como “Doctrina del Ethos”.

La música estaba dividida en diversas variedades o nomoi, término que significa “ley”, y que podría interpretarse como melodías que se establecen de forma rigurosa para ocasiones determinadas. Hay nomos citaródicos (interpretados con cítara, dedicados al culto del dios Apolo), aulódicos (interpretados con aulós, y dedicados al dios Dionisos), píticos (de uso guerrero), o coródicos (para su uso acompañando la danza).

3. Sistema Musical Griego: Elementos Teóricos

La teoría musical griega está basada, fundamentalmente, en el estudio de la armonía, es decir, de las leyes que rigen las relaciones entre los diferentes sonidos. Comenzando por el estudio de los sonidos e intervalos, los teóricos llegaron a sistematizar un conjunto de tetracordos (conjuntos de cuatro sonidos) y las escalas, que denominaron de la siguiente manera:

El nombre de algunas de las notas de los tetracordos proviene de la posición de las manos y los dedos al tocar la lira.

De la unión de todos los tetracordos arriba explicados surgió el “sistema perfecto mayor”, una especie de escala de dos octavas similar a nuestras escalas:

Las notas extremas de los tetracordos eran fijas, mientras que las de los extremos eran variables, dependiendo del instrumento que se tocase, así como la finalidad de la música. Observa las diferencias en los siguientes tetracordos: mientras que las notas extremas son fijas, las intermedias varían originando tres géneros: diatónico (todas las notas separadas por tonos o semitonos), cromático (una tercera menor y dos semitonos o pyknon) y enarmónico (una tercera mayor e intervalos inferiores al semitono).

Si aplicamos la teoría de los tetracordos a todos los sonidos existentes, obtendremos la serie de modos o harmoniae, una especie de sistema de escalas que se diferencian entre ellas en dónde llevan situado el semitono. Cada una de estas escalas recibe un nombre, y provoca en el oyente un determinado estado de ánimo o ethos. Por tanto, cada pieza deberá estar escrita en determinado modo, en función del momento en el que vaya a ser tocada. Estos son los principales tonoi o escalas de la teoría musical griega:

En la teoría musical griega, al igual que se estudia la altura de los sonidos, también se discutía sobre la organización de las duraciones de los sonidos: la métrica. Dada la importantísima relación entre la música y la poesía, tenían una importancia vital la sucesión de sílabas fuertes y largas con otras débiles y cortas. Surgió así otra serie de ritmos, cada uno de los cuales se utilizaba para determinadas ocasiones:

  • Trocaico: Larga-Breve
  • Yámbico: Breve-Larga
  • Dáctilo: Larga-Breve-Breve
  • Anapesto: Breve-Breve-Larga
  • Espondeo: todas largas
  • Tribraco: todas breves

La música griega, según los testimonios de la época, era fundamentalmente de textura monódica.

4. Organología: Principales Instrumentos Musicales

De la observación de las vasijas griegas y otros restos arqueológicos, podemos afirmar que estos son los principales instrumentos musicales de la antigüedad:

4.1. Instrumentos de Cuerda

  • Arpa: de origen mesopotámico. Para Aristóteles, era un instrumento apto para la diversión más que para la educación.
  • Cítara: de origen etrusco. Posee caja de resonancia grande paralela a las cuerdas, con forma ovalada en su parte inferior.
  • Lira: es similar a la cítara, pero las cuerdas entran en perpendicular a la caja de resonancia. Una variante es el barbiton, tocado por las mujeres en las fiestas en honor a Dionisos.

4.2. Instrumentos de Viento

  • Aulós: instrumento de lengüeta de doble caña, originario de Asia Menor, usado en bacanales, marchas militares y ditirambos. Aparece asociado a los dioses Hermes, Marsias y Atenea.
  • Flauta de pan: consta de cinco a siete tubos de diferente longitud y altura unidos en hilera. Toma su nombre del dios Pan.
  • Órgano: llamado Hydraulis, ya que funcionaba con aire producido por fuerzas de agua. Era utilizado en los circos y otros festejos públicos.
  • Trompeta: llamada también cornu, era de forma circular, construida en bronce y utilizada como instrumento militar y en ceremonias civiles.

4.3. Instrumentos de Percusión

  • Campanas: empleadas por los etruscos en ritos funerarios.
  • Crótalos: origen egipcio; acompañaban los ritos a los dioses Dionisos y Pan.
  • Pandero: asociado a ritos funerarios.
  • Sistro: sonaja metálica de origen egipcio.

5. La Danza Griega

La civilización griega dio una gran importancia a la danza. Formaba parte, junto con la poesía y la música, de las artes prácticas, y junto a ellas aparecía en multitud de ocasiones, tales como ritos u obras teatrales. Por ejemplo, si miramos con atención las representaciones de las vasijas que nos han llegado, podremos ver en ellas cantidad de figuras danzantes. Además, son numerosas las alusiones a la danza en la mitología: por ejemplo, Terpsícore fue una de las nueve musas moradoras del Parnaso, protectora de la danza. También la mitología cuenta cómo Zeus fue preservado de ser engullido por Saturno gracias a la danza de los curetes. Hay que destacar las representaciones de danzas en los ritos dionisíacos, donde aparecen mujeres entregadas a un ritmo frenético, acompañándose de crótalos y aulos.

Homero, en el libro XVII de la Ilíada, hace referencia a cierto tipo de danza coral, cuando describe a unos jóvenes que, unidos por las manos, efectúan movimientos circulares. Quizá sea el ejemplo más primitivo que conocemos de danza, junto a las danzas guerreras que los espartanos interpretaban antes de entrar en combate.

Las danzas imitativas tuvieron el mismo significado que en el resto de las culturas: emular varios aspectos de la vida cotidiana.

La Política en Aristóteles

Ahora bien, en sentido estricto, la felicidad sólo puede alcanzarse dentro de la polis. Pues el ser humano, dice Aristóteles, es un animal político. El ser humano vive por naturaleza en sociedad, en la polis. No es un bruto, un animal, ni tampoco un dios autosuficiente, que se baste a sí mismo. Ambos viven solos. Pero el ser humano vive de forma natural en comunidad (la tesis contraria es la de que la sociedad es artificial, un contrato). Prueba de ello es el lenguaje, que le sirve para comunicarse con los demás. La unidad social básica es la familia, cuyo fin es la procreación. De la agrupación de varias familias surge la aldea. Por último, la agrupación humana perfecta es la polis, que resulta de la agrupación de varias aldeas o de muchas familias.

La polis es la unidad social más compleja (Aristóteles, como Platón, no concibe un Estado más grande en dimensiones que el de la ciudad-estado o polis). Y el fin de la polis es la felicidad y el bienestar de sus ciudadanos.

El ser humano, para ser feliz, necesita de la polis, de los demás. La ética desemboca así en la política, porque la felicidad sólo se alcanza en sociedad. La misión de la política es procurar los medios para que los ciudadanos puedan desarrollar una vida humana perfecta.

En este sentido, la constitución tiene un papel central en la reflexión política de Aristóteles. La constitución es la ley fundamental de una polis, en la que se establece la organización de la ciudad. Las leyes son la principal garantía de que el individuo alcance una vida feliz, y son también el eje fundamental de la vida social para que pueda haber justicia, la virtud central de la política.

Mientras Platón la definía como que cada uno cumpla su función virtuosamente, Aristóteles tiene dos maneras diferentes de entender la noción de justicia: justicia particular, por un lado, y justicia total por otro. La justicia particular es la justicia entendida como igualdad y se puede resumir en la idea de dar a cada uno lo suyo. Es la noción que se aplica cuando en una relación entre diferentes individuos se aspira a la equidad. Hay justicia cuando hay equidad y cada uno recibe lo que le corresponde; en caso contrario, se produce una injusticia. Aristóteles considera que existen dos modos de ser equitativo. Puede ser, en primer lugar, una justicia conmutativa. El reparto consiste en dar la misma parte a todos. Es un tipo de justicia que opera en los intercambios y en las relaciones comerciales. Se rige por el principio de la igualdad: los bienes intercambiados han de tener el mismo valor. Por ejemplo, si dos artesanos realizan juntos una mesa, es justo que se repartan a partes iguales el beneficio obtenido por su venta. O puede ser, en segundo lugar, justicia distributiva. La distribución o el reparto se realizan conforme al mérito. Es un tipo de justicia que se aplica, por ejemplo, a la hora de distribuir los cargos públicos, o para honrar a una persona por sus méritos. Es más justo que se rindan mayores honores a aquellos ciudadanos que han hecho un servicio más beneficioso para toda la comunidad. La otra gran noción de justicia según Aristóteles es la justicia total. La justicia total es la legalidad y se refiere al cumplimiento de las leyes.

Según esta noción, cumplir las leyes es justo e incumplirlas, injusto. Como las leyes regulan todas las actividades humanas, esta justicia engloba a la particular y por esa razón Aristóteles la califica como total. La justicia total está vinculada a la organización política de la polis y a su constitución.

La misión de la política es, en general, la de definir los medios para poder desarrollar una vida humana perfecta. Pero del mismo modo que el individuo ha de armonizar los diferentes deseos mediante la virtud, en la ciudad se han de regular los diferentes intereses particulares y se han de solucionar los conflictos mediante una buena organización.

La constitución de cada ciudad determina la manera en que los ciudadanos se distribuyen las magistraturas y se reparte el ejercicio de la autoridad. De este modo, aparecen las diferentes formas de gobierno. Aristóteles analizó las constituciones de más de cien ciudades y con tal estudio comparativo llegó a la conclusión de que todas las formas de gobierno eran modalidades diversas del gobierno de uno solo, de una minoría o de una mayoría. Las tres formas pueden estar justificadas si el poder se ejerce con vistas al bien común y de acuerdo con la justicia. En cambio, si el poder se pone al servicio de los que lo poseen, se tratará de una forma de gobierno corrupta. Aristóteles distinguió, así, seis formas de gobierno: tres justas y tres injustas.

El gobierno de un solo individuo es la monarquía, que trata de alcanzar el bien común. Pero cuando el monarca emplea despóticamente el poder y lo pone exclusivamente al servicio de sus propios intereses, este régimen degenera en tiranía. El gobierno de unos pocos es aristocracia, si se ejerce con vistas al bien común. Pero degenera en oligarquía, régimen en el que los ricos detentan el poder y se despreocupan del bien de la comunidad. El gobierno de muchos es la democracia, que Aristóteles entiende como limitada, ya que ni los esclavos ni los metecos ni las mujeres pueden participar de la vida pública. Pero esta forma de gobierno degenera y se corrompe convirtiéndose en una democracia demagógica. En principio, las tres primeras formas de gobierno son válidas, aunque desde el punto de vista teórico la mejor sería la monarquía. No obstante, como es muy difícil encontrar un hombre que pueda desempeñar con justicia tal función, mirando por el bien común, es la que más fácilmente degenera y se convierte en el peor de los gobiernos. También la aristocracia es difícil de mantener. Por esto, por ser el menor de los males, Aristóteles piensa que en la práctica es aconsejable una especie de república, la politeía, en que tenga el poder la clase media, que al no tener intereses extremos, podrá mantener un equilibrio que aleje a la ciudad tanto de los excesos oligárquicos como de los demagógicos.