Movimientos Literarios Españoles: Del Modernismo a la Generación del 27

El Modernismo (1880-1914)

Este movimiento, que se inició en 1880 y se extendió hasta 1914, buscaba romper con la estética del realismo y se oponía al materialismo burgués. Surgido en Hispanoamérica, su principal figura es Rubén Darío. El modernismo, con influencias francesas como el parnasianismo y el simbolismo, busca la belleza y expresa la melancolía, el hastío y la tristeza. En su lenguaje abundan los arcaísmos y neologismos. Destacan figuras como Rubén Darío, con obras como Azul (1888) y Prosas profanas (1896), y Manuel Machado con su obra Alma.

La Generación del 98

Este nombre, propuesto por Azorín en 1913, agrupa a autores que protestaban contra la sociedad, el estado de la literatura, el problema de España y cuestiones filosóficas. Buscaban la esencia de España en la filosofía, la tradición, la literatura medieval y el paisaje castellano. Destacan autores como Antonio Machado, con obras como Soledades, galerías y otros poemas (1907) y Campos de Castilla (1912); Pío Baroja, con su visión pesimista y su actitud solitaria, autor de trilogías como La lucha por la vida (1904-1905) y El árbol de la ciencia (1911); Miguel de Unamuno, que exploraba su propio ser en novelas como Niebla (1914) y San Manuel Bueno, mártir (1931); Ramón del Valle-Inclán, con obras renovadoras y antirrealistas como Las Sonatas y La guerra carlista (1908-1909); y Azorín, con un estilo sencillo y claro en novelas como La voluntad (1902) y Castilla (1912).

El Novecentismo (1914-Guerra Civil)

Este movimiento, que surge entre 1914 y la Guerra Civil, se caracteriza por el intelectualismo, el rechazo del sentimentalismo, el europeísmo, el rechazo del catolicismo, la presencia en la vida cultural y política, la idea universalista y cosmopolita, la cultura urbana, el esteticismo y la preocupación formal. Se inclinan por la prosa poética, la poesía y el ensayo. Destacan autores como José Ortega y Gasset, con ensayos como La deshumanización del arte (1925) y La rebelión de las masas (1930); Eugenio d’Ors; Manuel Azaña; Ramón Pérez de Ayala, con novelas como Belarmino y Apolonio (1921); y Gabriel Miró, con Nuestro Padre San Daniel (1921). Juan Ramón Jiménez, impulsor del modernismo, destaca con obras como Arias tristes (1903), Elegías (1908), Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919) y La estación total (1946). Ramón Gómez de la Serna impulsó el espíritu vanguardista con obras como Greguerías.

Las Vanguardias

Este movimiento abarca diversas vanguardias literarias como el futurismo, el expresionismo, el cubismo, el dadaísmo y el surrealismo. Su primera aparición marca la deshumanización del arte, seguida por la rehumanización, marcada por el surrealismo. Surgieron el ultraísmo y el creacionismo en forma de tertulias y revistas. Guillermo de Torre, autor de Hélices (1923), fue uno de sus impulsores. Vicente Huidobro impulsó el creacionismo, influyendo en Gerardo Diego, quien introdujo el surrealismo. Ramón Gómez de la Serna, con su obra Ismos (1931), fue un gran impulsor de la vanguardia.

La Generación del 27

Iniciada por autores como Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, esta generación, principalmente poética, se caracteriza por los nacimientos distantes de sus miembros (desde Salinas en 1891 hasta Altolaguirre en 1905), su formación intelectual y relaciones personales (convivencia en la Residencia de Estudiantes), su participación en actos colectivos y la presencia de figuras como Juan Ramón Jiménez, José Ortega y Gasset y Ramón Gómez de la Serna. Estos poetas buscaban esquematizar las tendencias literarias, combinando la poesía vanguardista con la poesía pura, el neopopularismo, la poesía clasicista culta, la poesía neorromántica y la poesía simbólica. Buscaban renovar la poesía y la libertad métrica. Sus temas principales son la naturaleza, la ciudad, el amor, las inquietudes existenciales y el compromiso social. Destacan Federico García Lorca, con su fusión de tradición y vanguardia en obras como Romancero gitano (1928), Poeta en Nueva York (escrito en 1930, publicado póstumamente en 1940) y Sonetos del amor oscuro (escritos en 1936, publicados póstumamente en 1984); Rafael Alberti, con su poesía popular en obras como Marinero en tierra (1925), Cal y canto (1929) y Un fantasma recorre Europa (1933); Jorge Guillén, con su poesía pura en obras como Cántico (1928, ampliado hasta 1950); Pedro Salinas y Vicente Aleixandre.