Movimiento Obrero: Anarquismo vs. Marxismo en España (S. XIX-XX)

El Movimiento Obrero y sus Corrientes: Marxismo y Anarquismo

Durante la Restauración, surge un movimiento obrero organizado y autónomo, que buscaba un cambio social total. En la década de 1860, se fundó en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores, donde se manifestaron dos corrientes: el anarquismo, representado por Mijaíl Bakunin, y el marxismo, con Karl Marx a la cabeza.

Con el objetivo de difundir sus ideas por Europa, la asociación envió representantes a distintos países. En España, llegaron dos figuras clave: Giuseppe Fanelli, del sector anarquista, quien creó los primeros núcleos en Cataluña; y Paul Lafargue, del sector marxista, fundador del primer núcleo en Madrid. A partir de entonces, el movimiento obrero español se dividió en estas dos tendencias.

Corriente Anarquista

Si bien los primeros núcleos anarquistas surgieron en Cataluña, su mayor implantación se dio en el campo, gracias a la idea del reparto igualitario de la tierra (“la tierra para quien la trabaja”). En el primer congreso anarquista, celebrado en Sevilla en 1882, se produjo la división entre anarcocomunistas (colectivización absoluta) y anarcocolectivistas (colectivización de la propiedad).

Se distinguen dos tipos de anarquismo: el urbano, con presencia en las grandes ciudades, y el rural, con gran eco en Andalucía. A partir de 1907, se fundó Solidaridad Obrera, la primera organización anarquista que planteó la huelga como instrumento de lucha. Esta organización sería el germen de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), fundada en 1911.

El anarcosindicalismo de la CNT aglutinó a numerosos obreros, buscando la huelga general revolucionaria para la desaparición del Estado y su sustitución por comunidades autogobernadas. En menos de 10 años, alcanzó los 700.000 afiliados, especialmente en Levante y Andalucía.

Corriente Marxista

Los inicios del marxismo en España se dieron con pequeños núcleos socialistas, agrupados en torno a la Asociación del Arte de Imprimir, liderados por Pablo Iglesias. Tras contactar con socialistas franceses, Iglesias impulsó la creación del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) el 2 de mayo de 1879.

Su programa, redactado por Jaime Vera, proponía la toma del poder político por la clase trabajadora “por cualquier medio a su alcance” para transformar la sociedad, eliminando la propiedad privada y la división de clases. A diferencia de los anarquistas, el PSOE planteó un programa a corto plazo con reivindicaciones inmediatas: jornada laboral de 8 horas, igualdad salarial entre hombres y mujeres, y derecho a la huelga.

Este programa de mínimos permitió la fundación en 1888 del sindicato Unión General de Trabajadores (UGT). Tanto el PSOE como la UGT tuvieron una difusión irregular, centrada en Madrid, Asturias y el País Vasco. Su mayor desarrollo e influencia se daría en las primeras décadas del siglo XX.

En ese periodo, Pablo Iglesias se convirtió en el primer diputado socialista, trabajando en estrecha colaboración con los sectores republicanos.