Modernismo y Generación del 98: La Renovación Literaria Española

MODERNISMO

En España, el fin del siglo XIX está marcado por el desastre del 98 que, además de su repercusión económica y política, simbolizó la decadencia del país. En este contexto, la literatura española de principios del siglo XX experimentó un proceso de profunda renovación derivado del rechazo a la literatura anterior. A ese proceso responden las dos corrientes más importantes del momento: el modernismo y la generación del 98, que convivieron en España como dos aspectos de un mismo movimiento.

El modernismo es una corriente de ideas de signo antiburgués, que muestra el rechazo al materialismo y a la deshumanización del mundo capitalista imperante y supone un cierto retorno a actitudes románticas, poniendo de manifiesto su antipatía hacia la estética anterior. Surge en Hispanoamérica a finales de siglo XIX y tiene como representantes más destacados a los cubanos José Martí y Julián del Casal, el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera y el poeta nicaragüense Rubén Darío, cuya obra Azul (1888) se considera el punto de partida del movimiento.

La poesía modernista se inspira en dos corrientes francesas del siglo XIX: el parnasianismo y el simbolismo. Su temática es variada y en ella se expresa el subjetivismo, la rebeldía, y otras actitudes neorrománticas como la exaltación de las pasiones, el escapismo a espacios lejanos y exóticos, y también los personajes decadentes y malditos, ocultos y refinados. Es relevante, igualmente, el cosmopolitismo, el amor ideal, imposible, y el erotismo intenso.

También se dará bastante importancia a lo sensorial; se buscará la belleza ideal y la perfección formal a través de la renovación del lenguaje poético mediante una abundante adjetivación, el uso de los símbolos, un léxico exuberante plagado de arcaísmos y cultismos; el uso frecuente de la metáfora, la sinestesia, la aliteración y el hipérbaton; y la invención de nuevos metros y ritmos, con predominio del verso alejandrino.

Rubén Darío (1867-1916)

Es clave en la creación, difusión y el éxito del modernismo. A pesar de que los precursores en España fueron Manuel Reina y Salvador Rueda, su poesía lo situó como predecesor del movimiento.

Su obra comprende tres títulos fundamentales:

  • Azul, publicado en 1888, libro de cuentos y poemas, en el que el símbolo del color azul expresa la búsqueda del ideal.
  • Prosas Profanas, se consolida el estilo rubendariano, hedonista y exótico.
  • Cantos de vida y esperanza da entrada a temas novedosos como la reflexión existencial sobre la muerte o la falta de sentido de la vida.

Otros poetas modernistas

En la órbita del modernismo literario se sitúa la obra de diversos poetas españoles de la época: Salvador Rueda, Francisco Villaespesa, Manuel Machado o Ramón María del Valle-Inclán. A los que habría que añadir en su primera etapa a Juan Ramón Jiménez (Almas de violeta) y a Antonio Machado (Soledades, galerías y otros poemas).

Manuel Machado (1866-1936)

En la poesía de Manuel Machado encontramos un modernismo cosmopolita y decadentista (Alma), con cierto andalucismo (Cante hondo), donde aprovecha ritmos y estructuras del canto flamenco. Este poemario constituye un antecedente de García Lorca.

Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936)

En la poesía de Valle-Inclán, que agrupa en Claves Líricas, se reconocen elementos decadentistas, simbolistas y primitivistas, así como una anticipación del esperpento.

Narrativa y teatro modernistas

En la narrativa destacan los cuentos de Rubén Darío y Leopoldo Lugones, y las Sonatas de Valle-Inclán. Estos relatos están saturados de elementos decadentistas, como la complacencia en el mar, la perversión sexual o la expresión del erotismo.

En teatro destacan las primeras piezas de Valle-Inclán, de Eduardo Marquina (Las hijas del Cid) y de Francisco Villaespesa (El alcázar de las perlas)

Conclusión

En conclusión, el modernismo es un movimiento que se caracterizó por una ambigua rebeldía creativa, un marcado refinamiento y una profunda renovación estética del lenguaje y la métrica en busca de la perfección formal, o, como dijo Rubén Darío: “Es el arte el que vence el espacio y el tiempo”.

GENERACIÓN DEL 98

Tras la derrota de España frente a Estados Unidos en 1898, que supone la pérdida de las últimas colonias de su imperio, surge la necesidad de encontrar las causas de esta situación, dando lugar a una corriente llamada regeneracionismo, en la que se enmarca la generación del 98.

La denominación “generación del 98” la dio Azorín en 1913 para referirse a un grupo de escritores españoles, marcados por el desastre del 98: Ángel Ganivet (considerado precursor del grupo), Ramiro de Maeztu, Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Antonio Machado y Ramón María del Valle-Inclán. Todos ellos reflejarán en sus obras aspectos comunes como el problema de España, la angustia existencial y el tema de Dios, el subjetivismo, el primitivismo y una decidida voluntad de renovación formal.

El tema de España se convierte en el eje central de las obras. Las obras se centran en la búsqueda del alma española a través de: la descripción del paisaje castellano, la “intrahistoria” (término de Unamuno) y sus tradiciones, en obras como Castilla de Azorín y Paz en la guerra de Unamuno. También aparece una crítica de la sociedad española, donde se incide en aspectos que se deberían erradicar, como el cainismo, el caciquismo, el poder de la iglesia, o la brutalidad de las fuerzas del orden.

José Martínez Ruiz “Azorín”

Entre los autores más relevantes de esta generación encontramos a José Martínez Ruiz “Azorín”. Entre sus novelas destaca la creación de una novela ensayística donde se pierde la importancia del argumento y la cobra el lenguaje, la descripción de ambientes y su idea de España. Su obra se centra en el tema del paso del tiempo, el paisaje y la historia de Castilla, con un léxico preciso y rico: Destacan La voluntad, Antonio Azorín y Confesiones de un pequeño filósofo.

Miguel de Unamuno

Miguel de Unamuno fue uno de los grandes renovadores de la novela, la utilizó para expresar conflictos existenciales.

Los temas centrales de su narrativa son el ansia de inmortalidad y el conflicto entre el impulso religioso y la razón, como le ocurre al protagonista de San Manuel Bueno, mártir. El deseo de perdurar aparece en Niebla. Otra constante temática es la obsesión por la paternidad (Amor y pedagogía) y la maternidad (La tía Tula). Estas novelas responden al concepto “nivola”. Novelas en las que predominan el conflicto interior de los personajes a través de monólogos y diálogos de contenido filosófico y existencial.

Pío Baroja

Pío Baroja es el gran novelista de la generación del 98. Concibió la novela como un género abierto con abundancia de escenarios y personajes, con diálogos vivos y descripciones breves. De ahí que los personajes barojianos suelen ser muy activos, como Zalacaín el aventurero. En su larga producción destacan varias trilogías, como Tierra Vasca o La lucha por la vida.

Ramiro de Maeztu

A estos tres autores se suma Ramiro de Maeztu, que escribió casi exclusivamente ensayos como Defensa de la Hispanidad.

Antonio Machado

Por otra parte, Antonio Machado, comienza a alejarse del simbolismo modernista, para dar paso a una estética más realista e implicada con las circunstancias sociales y culturales en las que habita, como en Campos de Castilla, destacando el contraste entre su pasado glorioso y su decadencia actual. A pesar de su visión pesimista, Machado cree en el poder regenerador de las gentes sencillas del pueblo.

Ramón María del Valle-Inclán

Algo similar se puede decir de Valle-Inclán, autor vanguardista inclasificable (adelantado a su época), cuya obra teatral y novelista evoluciona desde el modernismo inicial hacia la estética del esperpento. Tirano Banderas es una de las mejores novelas del siglo XX, pero es en teatro, con la trilogía Comedias bárbaras donde rompe con el modelo realista convencional. Luces de bohemia es su primer esperpento y la obra más reconocida de su repertorio. Su finalidad es que el espectador tome conciencia de una realidad injusta y despreciable, tan grotesca como lo que contempla.

Conclusión

En conclusión, tal y como hemos podido comprobar, modernistas y noventayochistas intentaron dar respuestas a la crisis de principios del siglo XX a través de la renovación estética. Tales han sido sus logros literarios que la crítica ha abierto con ellos la Edad de Plata de nuestra literatura.

NOVECENTISMO Y VANGUARDIAS

A principios del siglo XX se producen profundas renovaciones estéticas relacionadas con nuevas corrientes de pensamiento y cambios sociales que suceden en Europa. Tiene lugar la Primera Guerra Mundial que provocó una crisis mundial y, el Desastre del 98, que provoca una crisis en nuestro país. Este momento de crisis provoca una etapa reflexiva, por un lado, se da un arte purista y deshumanizado, el novecentismo en España, y por otro lado, se da un arte revolucionario, que propone la ruptura con todo lo anterior, conocido como las vanguardias.

NOVECENTISMO

El término “novecentismo” fue propuesto por Eugenio D’Ors para referirse a la renovación que se inicia con el nuevo siglo. Es un grupo de intelectuales que llevan a cabo una reforma literaria con una nueva actitud, más intelectual y menos angustiada, además de elitista en busca del arte puro. También buscará el equilibrio y la serenidad.

Ensayo novecentista

El principal género desarrollado fue el ensayo en el que los novecentistas expresaban sus ideas sobre el tema de España y el tema de la literatura. Destaca el liderazgo de José Ortega y Gasset con su libro La deshumanización del arte en el que propone un alejamiento de los temas humanos. También cultivaron el género Gregorio Marañón y Eugenio d’Ors.

Novela novecentista

En cuanto al género novelístico, destaca la creación de novelas llenas de digresiones filosóficas e innovaciones formales de Ramón Pérez de Ayala, con Troteras y danzaderas donde hace un reflejo crítico de los intelectuales y artistas del Madrid de principio de siglo. Por otro lado, Gabriel Miró, con su obra El obispo leproso intenta despertar un mundo lleno de percepciones sensoriales.

Poesía novecentista

Es destacable el poeta Juan Ramón Jiménez que en esta etapa abre camino con su poesía pura en la que se aleja de ropajes modernistas para buscar un tipo de poesía sencilla con la que nombra la esencia de las cosas. Sobresale Diario de un poeta recién casado.

VANGUARDIAS

Las vanguardias son movimientos que surgen a principios del siglo XX para nombrar las inquietudes de los artistas europeos más innovadores y revolucionarios. Se trata de movimientos artísticos fugaces llamados “ismos”, los que más repercusión tuvieron en literatura fueron:

  • El manifiesto futurista (1909) fundado por Marinetti en el que defiende que el arte se debe al futuro y rechaza radicalmente el pasado.
  • El expresionismo que surgió en Alemania y pretendía ser lo opuesto al impresionismo.
  • El cubismo (1913) fue un movimiento pictórico creado por Picasso que intenta plasmar la realidad desde distintos puntos de vista.
  • El dadaísmo, que surge en Suiza por el rumano Tristán Tzara, rompe con toda la tradición anterior.
  • El surrealismo fue creado por André Breton en 1924 y es el que mayor riqueza aporta al lenguaje poético de los españoles.

Creacionismo y Ultraísmo

En España, las vanguardias generaron dos movimientos literarios:

  • El creacionismo, el movimiento que introdujo las vanguardias en España de la mano de Vicente Huidobro, en él se pretende dotar de importancia al poema en sí.
  • El ultraísmo, primer movimiento de vanguardia totalmente español surgido de la mano de Guillermo de la Torre, no se ajusta a un tema ni un mensaje determinado, emplea constantemente la metáfora con un sentido irracional.

Ramón Gómez de la Serna

Ramón Gómez de la Serna es el principal impulsor de las vanguardias en España. Son muy famosas sus Greguerías, poemas ingeniosos y muy breves en los que se ofrecen asociaciones sorprendentes para definir elementos cotidianos. Se crean partiendo de recursos literarios como metáforas (“Un tren de mercancías que pasa el etc. etc. etc. en movimiento”), personificaciones (“Los tornillos son clavos peinados con la raya en medio”), paranomasias (“La liebre es libre” o “Meteorología: mentirosa”).

Conclusión

Para concluir, cabe destacar que estos dos movimientos de principios del siglo XX suponen dos posturas rebeldes contra las circunstancias sociopolíticas y estéticas de final del siglo XIX que dejarán su huella en generaciones posteriores, principalmente en la generación del 27.

GENERACIÓN DEL 27

Los autores de la generación del 27 publicaron sus primeras obras entre la segunda y la tercera década del siglo XX coincidiendo, en España, con la Dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República. También vivieron la Guerra Civil española, lo que marcó las obras poéticas de esta época. Tras la Guerra Civil el grupo se dispersa, permaneciendo en España Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre.

Durante mucho tiempo se ha llamado la “generación del 27”, pues es en esta fecha cuando se reúnen para celebrar el tercer centenario de la muerte de Góngora en el Ateneo de Sevilla. De este modo, algunos de los rasgos que definen al grupo son: la homogeneidad de su formación, los estrechos lazos de amistad entre ellos, las dedicatorias de sus poemarios a las elegías que escriben tras la muerte de alguno de ellos.

Este movimiento recibe la influencia de la tradición literaria popular y la culta, se trata de una unión de tradición y vanguardia; en las obras se emplea el uso de una métrica moderna y tradicional. Su temática es el amor, la naturaleza, la realidad social y el compromiso político, la muerte junto a la angustia existencial y la nostalgia de España. La mayoría de los escritores del 27 tienen una evolución clasificada en tres etapas.

  1. La primera etapa es la etapa inicial y vanguardista (1918-1929) considerada la del “arte deshumanizado” que busca la estética y donde prima la forma sobre el contenido.
  2. En la segunda etapa (1929-Guerra Civil), denominada como “etapa de rehumanización”, la poesía se humaniza y se hace más apasionada, el contenido es más importante que la forma.
  3. Por último, tras la Guerra Civil, tiene lugar la tercera etapa, marcada por el asesinato de Lorca y el exilio de la mayoría del grupo; los autores abandonan las preocupaciones sociales y evolucionan hacia diversos estilos poéticos.

Federico García Lorca

La obra de Federico García Lorca gira en torno al tema de la frustración de la mujer, ya sea por la imposibilidad de ser madre (Yerma), por la muerte (Bodas de sangre) o por la ausencia de libertad (La casa de Bernarda Alba). Su primera etapa mezcla la tradición popular y la experimentación vanguardista: Romancero gitano; mientras que, su segunda y última etapa (dado que fue asesinado tras la guerra civil) es surrealista: Poeta en Nueva York.

Rafael Alberti

En la poesía de Rafael Alberti se distinguen cinco etapas:

  • Neopopularista (Marinero en tierra, que evoca el mar y el paisaje de su infancia en su tierra gaditana).
  • Gongorista (Cal y canto).
  • Surrealismo (derivado de una profunda crisis personal: Sobre los ángeles).
  • Compromiso social (Con los zapatos puestos me tengo que morir).
  • Nostalgia (tras la guerra civil, tiene que exiliarse: Entre el clavel y la rosa).

Luis Cernuda

Luis Cernuda tiene influencia surrealista y una temática amorosa y neorromántica. Recopiló sus poemas en la antología La realidad y el deseo, que alude al frustrante choque de sus anhelos íntimos con la realidad.

Vicente Aleixandre

En la poesía de Vicente Aleixandre se distinguen tres etapas:

  • Etapa surrealista y vanguardista (Espadas como labios).
  • Etapa de madurez (tras la guerra civil, el pesimismo invade su poesía que se vuelve desarraigada, Historia del corazón).
  • Etapa de vejez (añoranza de la juventud).

En 1977 recibió el Premio Nobel de Literatura.

Dámaso Alonso

La obra poética esencial de Dámaso Alonso es Hijos de la ira, poesía existencial que supuso el inicio de la poesía desarraigada.

Jorge Guillén

De Jorge Guillén destaca Cántico, que muestra una visión optimista del mundo; Clamor, que es una protesta contra el dolor, la guerra y la crueldad; Aire nuestro, donde reúne toda su poesía.

Gerardo Diego

Una de las obras más destacadas de Gerardo Diego es Alondra de verdad, la cual pertenece a su etapa de posguerra.

Miguel Hernández

Aunque tradicionalmente se le ha encuadrado en la generación del 36 debido a la proximidad generacional, Miguel Hernández mantuvo una mayor proximidad con la generación anterior, hasta el punto de ser considerado por Dámaso Alonso como «genial epígono de la generación del 27».

Conclusión

La influencia del grupo poético del 27 ha sido enorme, no solo en España sino en el mundo entero. Los poetas españoles del 27 han pasado a la historia de la literatura por su enorme repercusión, llevaron a la literatura española a una de las cimas de la literatura occidental del siglo XX. Destaca sobre todo Lorca que, junto a Cervantes, es hoy uno de los autores españoles más reconocidos y traducidos.

TEATRO ESPAÑOL 1936-1975

Al terminar la Guerra Civil, el teatro español había perdido a los autores más innovadores de la época anterior, como Valle-Inclán, Lorca o Unamuno. Otros muchos estaban en el exilio: Rafael Alberti y Alejandro Casona. La escena española estaba invadida por un teatro burgués convencional que entroncaba casi con el del siglo XIX. Por otra parte, la censura impedía estrenar obras que supusieran el mínimo atentado contra los valores sociales o morales establecidos. Así seguirá el panorama hasta 1949, año del estreno de Historia de una escalera, de Buero Vallejo, que inicia un camino hacia la renovación.

Teatro continuista

El teatro de la inmediata posguerra se caracteriza por ser un teatro que triunfa, continuista de la “alta comedia de salón” de Benavente, que acoge una larga nómina de dramaturgos como José María Pemán, Joaquín Calvo Sotelo, Juan Ignacio Luca de Tena, Edgar Neville o José López Rubio. Algunas de las obras más importantes de este teatro fueron: Celos del aire, de López Rubio, La visita que no llamó al timbre, de Calvo Sotelo, El baile, de Edgar Neville, ¿Dónde vas, Alfonso XII?, de Luca de Tena.

Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura

Al margen del teatro continuista, sobresalen dos figuras que practican una comedia de humor bastante innovadora.

  • Las obras de Enrique Jardiel Poncela (destacan entre ellas Eloísa está debajo de un almendro o Cuatro corazones con freno y marcha atrás) tienen como base la inverosimilitud y lo fantástico para presentar una caricatura de la sociedad.
  • Miguel Mihura escribió Tres sombreros de copa, que se estrenó en 1952. Mihura se burla de los tópicos, de la vida burguesa, la autoridad y las normas sociales mediante una comedia disparatada. Pero al no ser comprendido decidió dedicarse a un tipo de teatro de carácter burgués: Maribel y la extraña familia, Melocotón en almíbar o Ninette y un señor de Murcia.

Teatro en el exilio

Paralelamente, siguen escribiendo teatro los grandes dramaturgos españoles en el exilio: Max Aub, Rafael Alberti y Alejandro Casona. La tragedia San Juan (1943), de Max Aub; El adefesio, de Rafael Alberti y La dama del alba o Los árboles mueren de pie, de Alejandro Casona.

Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre

Entre 1950 y 1968 se sitúan dos autores que llevan al teatro las angustias de la condición humana, el compromiso, la denuncia ante la injusticia y la lucha por la libertad: Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre.

  • Las obras de Antonio Buero Vallejo indagan sobre la condición humana. Sus personajes viven en un eterno interrogante pero apoyados en la esperanza. Recupera para el teatro la “catarsis” de la tragedia clásica. Estas son algunas de sus principales obras: Historia de una escalera, En la ardiente oscuridad, El sueño de la razón o La fundación.
  • El teatro de Alfonso Sastre se caracteriza por una actitud de denuncia social, acompañada por intentos de renovación de técnicas dramáticas. Fundó el grupo de teatro experimental TAS (Teatro de Agitación Social). Entre sus dramas destacan Escuadra hacia la muerte (1953) (prohibida por la censura tras tres representaciones), La mordaza (1954) y La taberna fantástica, escrita en 1966 pero estrenada en 1985.

Teatro vanguardista

Poco a poco, las innovaciones europeas de la posguerra llegan a España. A mediados de la década de los sesenta, la censura comenzó a relajarse y ello permitió la tímida aparición de un teatro vanguardista. Sus cultivadores fueron:

  • Fernando Arrabal (El cementerio de automóviles, Pic-nic), fundador del llamado “teatro pánico”, tiene carácter simbólico o alegórico, y aspira a sobrecoger o escandalizar al espectador mediante la violencia, el sexo o la locura.
  • Francisco Nieva asistimos a la imposibilidad de realizarse de unos personajes acorralados por las normas sociales, la moral burguesa y los mandatos religiosos. De su “teatro furioso” destacan Pelo de tormenta o Nosferatu.

Teatro experimental

Hacia finales de los 60 aparece un movimiento de renovación caracterizado por su acercamiento al teatro de otras partes de Europa y la valoración del “teatro independiente” frente al teatro comercial. En los últimos años de la dictadura surgieron diversas compañías teatrales basadas en esas premisas que cambiaron el mundo del teatro en nuestro país, que se suelen englobar bajo la denominación de “teatro experimental”.

Conclusión

En definitiva, a partir de la guerra, la producción teatral ha llegado a alcanzar cotas de gran calidad, incluso durante la Dictadura. Al finalizar la misma, llegaron a España las obras que habían sido prohibidas y surgieron nuevos autores que pudieron crear sus textos con libertad sin miedo a ser censurados.