Luis de Góngora: El Adalid del Culteranismo
Aparte de dos comedias poco relevantes, la obra de Góngora es exclusivamente lírica. Escribe poesía religiosa y, sobre todo, profana, y emplea las estrofas de aquel momento, en versos cortos o largos: romances, romancillos, redondillas, sonetos (de gran perfección y complicada estructura, busca crear un lenguaje poético propio), tercetos, silvas, octavas, etc. Su inspiración se orienta hacia dos polos opuestos: humorístico o burlesco, por un lado, y de refinada idealización, por otro. Ambas direcciones se entremezclan en obras fundamentales como la Fábula de Píramo y Tisbe. Sus obras maestras son, además, los poemas Soledades y Fábula de Polifemo y Galatea, en que nuestra lengua alcanza un punto máximo de esplendor formal.
Lope de Vega: Un Genio Polifacético
Aunque su dedicación principal fue el teatro, Lope de Vega cultivó todos los géneros de su tiempo, con la única excepción importante de la novela picaresca. Y así escribió obras líricas, épicas y dramáticas.
La lírica de Lope es muy rica y variada. Aparece:
- Intercalada en obras dramáticas o novelescas.
- Constituyendo libros, como las Rimas, Rimas Sacras y Rimas Humanas.
Su inspiración es, por tanto, religiosa y profana. Los temas proceden de una fuerte motivación autobiográfica (amor, honor, ideales religiosos y monárquicos desde el apoyo de la sociedad rural). Sus versos, a veces, eran crónicas poco disimuladas de sus amoríos.
Maestro en todos los metros, son admirables sus romances, sus sonetos y sus poemillas de inspiración popular.
Francisco de Quevedo: Maestro del Conceptismo
La imagen que suele tenerse de Quevedo es la de un escritor chocarrero y procaz. Pero, aunque es cierto que escribió cosas de ese jaez, se le hace notoria injusticia al no reconocer que, además, es uno de los más grandes escritores españoles, como lírico, escritor político y severo moralista.
Obras Poéticas
- Amorosa: artificio y belleza del lenguaje, infunde sentimiento y emoción, supera cualquier tópico literario.
- Metafísica: temas como la angustia de vivir, la resignación, la fugacidad de la vida y la muerte.
- Moral: critica, satiriza y fustiga las debilidades humanas.
- Poesía satírica: crítica de personajes de la sociedad, históricos y héroes; mitos, escritores; también el dinero y el afán por tenerlo.
Como sabemos, Quevedo es ápice del conceptismo barroco. Este estilo procede a una gran condensación del pensamiento, y elabora conceptos (es decir, correspondencias y aproximaciones entre objetos muy diferentes) con un lenguaje aparentemente llano.
El Culteranismo: La Búsqueda de la Belleza Formal
El culteranismo persigue la belleza formal. Este movimiento rompe el equilibrio renacentista potenciando en las obras el valor de la expresión. Se centra en la elaboración pormenorizada del significante, en el cuidado minucioso del lenguaje, que imita a veces al latín. Esto explica el gran empleo de cultismos y de hipérbatos (alteraciones en el orden habitual de las palabras) o el gusto por la acentuación esdrújula. El culteranismo se distingue también por el uso de perífrasis, complejos tropos, encabalgamientos abruptos, etc. El léxico tiende a la expresión detallada de lo sensorial, abundan las referencias a los distintos sentidos y se presta una atención especial al color y a la luz. Este interés primordial por el lenguaje provoca, por ejemplo, que en ocasiones se traten temas que no son graves de una manera formalmente artificiosa; así, el culteranismo dota de categoría poética a nuevas realidades. El máximo representante de esta corriente es Luis de Góngora, iniciador de este movimiento, que contará con diversos seguidores. Por ello, el culteranismo se denomina también gongorismo. La tendencia exagerada hacia la complicación del lenguaje fue objeto de abundantes críticas en la época, entre las que destacan las de Quevedo y Lope.
El Conceptismo: Ingenio y Agudeza
El conceptismo se fija más en el contenido y prefiere emplear recursos de ingenio, como juegos de palabras, asociaciones de ideas y dobles sentidos. De esta forma, deshace la armonía clásica mediante la elaboración compleja del significado. El poeta conceptista utiliza a menudo recursos de carácter semántico, como la ironía, la paradoja, la antítesis, la hipérbole, el equívoco e incluso la caricatura. Esta tendencia a una expresión intelectual se observaba ya en el cancionero del siglo XV, pero aparece más acentuada en esta época. El representante más importante del conceptismo poético es Francisco de Quevedo.
Estas dos tendencias están estrechamente relacionadas y, a pesar de la enemistad entre Góngora y Quevedo, existen influencias literarias mutuas. Además, hay que tener en cuenta que el gongorismo y el conceptismo no son corrientes exclusivas de la lírica: hallamos huellas de ellas también en otros géneros.