Luis Cernuda: Poesía Entre Realidad y Deseo

Tradición y originalidad en la obra de Luis Cernuda

Para Luis Cernuda, el respeto a la tradición literaria y la aportación de originalidad en su obra deben ir en perfecto equilibrio. No se debe dar mayor peso a una o a otra. Para él, el respeto a la tradición es algo fundamental, pero no entiende esa tradición solamente como el respeto a la obra de autores españoles, sino que abarca el conjunto de la literatura europea desde Homero. Entre las presencias de la tradición que más claramente se ven en sus poemas encontramos:

  • Garcilaso de la Vega: Tanto por su métrica (como se ve en el libro Égloga. Elegía. Oda), como por sus temas (el amor, la visión idealizada de la naturaleza y la presencia de la mitología clásica).
  • Gustavo Adolfo Bécquer y los poetas que inician el Simbolismo (Baudelaire, Verlaine, Valery, Mallarmé, Hölderlin): Le aportan el concepto del poeta como un ser sobrenatural que tiene la capacidad de percibir lo que otros no pueden.
  • Los poetas platónicos (Fray Luis de León, T.S. Eliot): Le aportan la visión de la naturaleza como un mundo de orden y paz, frente al caos humano.

Junto a todas estas presencias de la tradición cultural europea, Cernuda también tendrá en cuenta la obra de sus contemporáneos:

  • Juan Ramón Jiménez: Por la visión subjetiva de la realidad y por la idea de que la verdadera literatura es aquella que se dirige a la esencia de las cosas, eliminando la superficialidad.
  • Los poetas de la Generación del 27: Le enseñan a enfrentarse a la obra literaria desde la perspectiva del Surrealismo.

En la poesía de Cernuda, en fin, la presencia de la tradición se conjugará con la originalidad de su aportación, fruto de sus peculiaridades biográficas.

La función del poeta según Luis Cernuda

La función del poeta en la obra de Luis Cernuda entronca perfectamente con la tradición romántica, según la cual el artista aparece como un ser solitario dotado de un don sobrenatural que le permite ver y expresar lo que otros no pueden. En esta línea, Cernuda se nos presenta como un integrante de una tradición que arranca con los románticos, sobre todo con los alemanes como Hölderlin, Novalis o Heine y que en España representa la figura de otro sevillano, Gustavo Adolfo Bécquer. El poeta es, por tanto, un “elegido”, bien sea por Dios o por el Demonio. Es un ser maldito, marginado por la sociedad, hecho del que deriva su soledad total. En el caso de Cernuda, esa condición de maldito, de diferente, viene reforzada por su forma distinta de entender el amor. Su homosexualidad choca frontalmente con los usos y las normas propias de la sociedad burguesa a la que pertenece y en la que vive. Como consecuencia del sentimiento de la diferencia, la actitud del poeta sevillano frente al mundo se definirá por la rebeldía y por el sentimiento de frustración provocado por el choque constante entre la realidad que vive y el deseo de vivir, de amar, de forma diferente.

Evolución poética de Luis Cernuda

Desde 1936 Luis Cernuda reunió sus libros de poemas bajo el único título de La Realidad y el Deseo, título que como hemos visto resume temáticamente lo que es el núcleo central de su obra poética. La última edición de La Realidad y el Deseo que recoge la totalidad de su obra poética fue publicada un año después de su muerte en México, en 1964. La evolución poética del autor sigue un curso continuado, sin grandes altibajos, muy ceñido a su curso biográfico. Es la suya una poesía muy unitaria en la que no es fácil distinguir etapas. Pese a ello, Carlos Peregrín Otero establece dos etapas en su obra separadas por la línea divisoria temporal de 1936, año en el que, como hemos visto, aparece la primera edición de La Realidad y el Deseo.

Primera etapa (hasta 1936)

Para Carlos Peregrín, la primera etapa estaría articulada en tres fases:

  • Inicial: Incluiría los libros Perfil del aire y Égloga. Elegía. Oda.
  • Surrealista: Integrada por Un río, un amor y Los placeres prohibidos.
  • Neorromántica: Compuesta por el libro Donde habite el olvido.

Segunda etapa (desde 1936)

En la segunda etapa de la obra cernudiana, siempre según Carlos Peregrín, deberían establecerse dos fases diferentes:

  • La poesía de guerra: Escrita entre 1936 y 1939.
  • La poesía del exilio: Iniciada con Las nubes en 1940.

Temas recurrentes en la poesía de Luis Cernuda

El núcleo temático de la obra de Cernuda es la antítesis entre la realidad y el deseo, hecho que explica que a partir de 1936 titulara el conjunto de su poesía con esta oposición. Esta antítesis nace, sin duda, de las peculiares circunstancias vitales del poeta sevillano, pero entronca perfectamente con lo que en los poetas románticos y simbolistas era la colisión entre la libertad individual y la sociedad burguesa, además de ser un tema característico de la poesía del siglo XX, como lo demuestra su aparición en poemas de autores muy variados, desde Antonio Machado a Federico García Lorca, pasando por Rafael Alberti, por citar solamente a algunos contemporáneos de Cernuda. El tema de la realidad frente al deseo podemos concretarlo en la obra de Cernuda en una serie de motivos temáticos recurrentes:

  • Soledad, aislamiento, marginación y sentimiento de la diferencia.
  • Deseo de encontrar un mundo habitable que no reprima ni ataque al individuo que se siente y se sabe diferente. En el intento por encontrar ese mundo habitable deseado, a veces el poeta se dirige al pasado, a la niñez, con lo que enlazamos con el tema de los “paraísos perdidos”, tan característico de la literatura contemporánea.
  • Deseo de encontrar la belleza perfecta, que no esté ensuciada por la realidad, por la materialidad.
  • El amor, como el gran tema cernudiano.
  • El tiempo y su discurrir es otro de los grandes temas del poeta sevillano.
  • La naturaleza. Es clara la oposición que se produce en los poemas de Cernuda entre el mundo burgués, contra el que el poeta reacciona de maneras diversas, y el mundo natural, considerado como un paraíso en el que el artista puede vivir en perfecta armonía. Ese mundo social burgués viene marcado por el caos, es la realidad, y frente a él, el orden natural, el deseo. Esa naturaleza cernudiana viene dominada por la espontaneidad y por la proyección libre de los sentimientos y los instintos que en el ámbito burgués deben ser reprimidos.