Unión Dinástica: Integración de las Coronas de Castilla y Aragón
La Guerra Sucesoria en Castilla
Isabel I de Castilla asciende al poder tras una guerra civil. Durante el reinado de Enrique IV (1454-1474) se produce un levantamiento de la nobleza (“Farsa de Ávila”) y, para evitar la guerra, nombra heredero a Alfonso de Castilla, su hermanastro, en vez de a su hija Juana. Muerto Alfonso (1468), sus derechos pasaron a su hermana Isabel. Tras un nuevo enfrentamiento armado, se llega al acuerdo de los Toros de Guisando, en el que Enrique IV reconoce a Isabel como su heredera.
A la muerte de Enrique IV, estalla una guerra civil entre los partidarios de Isabel I y los partidarios de Juana “La Beltraneja”. A Isabel le apoyarán las ciudades, parte de la nobleza y la Corona de Aragón; a Juana le apoyarán la gran nobleza, temerosa de una monarquía fuerte, Portugal y Francia. En 1479, se pone fin a la guerra civil con el tratado de Alcaçobas. La reina Isabel dominó a la nobleza castellana que, a partir de ese momento, perderá todo su poder político y vivirá a la sombra de la monarquía.
Fernando II de Aragón hereda los dominios de su padre en 1479, uniéndose las Coronas de Castilla y Aragón. Según la Concordia de Segovia, firmada en 1475, ambos monarcas dispondrán de igual poder: “Tanto monta, monta tanto”.
Características de la Unión Dinástica
La unidad dinástica no supuso la unión política, ni la unidad de los pueblos. Fue un vínculo personal entre los soberanos, entre los representantes de dos dinastías. Cada reino conservó su organización institucional, sus antiguas leyes, sus propias formas de recaudar impuestos y sus monedas, pesos y medidas. Así también, cada reino continuó teniendo su particular estructura económica y social, dentro del ordenamiento feudal. Incluso, en el plano legal, los súbditos de una Corona eran considerados extranjeros en la otra. Las aduanas entre unos y otros territorios certificaban esta situación de independencia.
La Corona de Aragón
En la Corona de Aragón continuaron vigentes las Cortes de cada reino y sus instituciones. El nuevo reinado, no obstante, impuso dos instituciones nuevas de gran importancia:
- El virrey, verdadero delegado real con poderes ejecutivos y judiciales.
- El Consejo de Aragón (1494), que tenía funciones de carácter consultivo y de asesor de los monarcas en las cuestiones que se refirieran a la Corona catalana-aragonesa.
La Corona de Castilla
En Castilla también continuaron las Cortes, que estaban constituidas por los nobles, los eclesiásticos y los representantes de las principales ciudades castellanas. Pero su vida fue poco activa. De hecho, el fortalecimiento financiero de la propia Monarquía llevó a que las Cortes fueran convocadas en muy pocas ocasiones.
Expansión Territorial: Granada y Navarra
Lograda la unidad de los dos principales reinos, los Monarcas abordaron con prioridad el tema de la unidad política de la Península, con el intento de incorporar Granada, Navarra y Portugal.
La Conquista de Granada
La conquista de Granada se inició en 1483, finalizando con las Capitulaciones de Santa Fe (2 de enero de 1492). Estas garantizaban a los musulmanes granadinos el derecho a usar su lengua, vestidos y costumbres, a practicar su propio culto y a ser juzgados por sus propios jueces. Finalizaba así la conquista cristiana peninsular.
La Incorporación de Navarra
Navarra constituía un enclave estratégico entre la Monarquía hispánica y el reino de los francos. Su incorporación a Castilla se produjo en 1515, muerta ya Isabel I (1504), como consecuencia de los enfrentamientos con Francia por el tema italiano (1512). Esta anexión dejaba intacto el propio ordenamiento navarro, su autonomía y sus instituciones.
Política Internacional de los Reyes Católicos
Relaciones con Portugal
Respecto a Portugal, los Reyes Católicos trataron de conseguir la unión por vía matrimonial. Esta fracasó al fallar los enlaces matrimoniales que los monarcas habían concertado para sus hijas con los herederos de la Corona portuguesa. No obstante, esta política matrimonial tendrá su reconocimiento con Felipe II en 1580.
Política Europea e Italiana
En la política internacional en el resto de Europa, prevalecieron los intereses aragoneses: enemistad con Francia y expansión italiana. Así, el aislamiento de Francia constituyó el eje de su política internacional. Para ello, se siguió una complicada política matrimonial que buscó la amistad con el Imperio alemán y con Inglaterra.
En cuanto a Italia, era un país políticamente muy débil, dividido en diversos estados. Tanto el rey de Francia como Fernando el Católico querían intervenir en los asuntos italianos para conseguir ventajas territoriales, lo que condujo a varias guerras. En ellas, se empleó el ejército profesional que se había formado en la campaña de Granada, dirigido por Gonzalo Fernández de Córdoba, “el Gran Capitán”. Como consecuencia, se incorporaron a la Corona de Aragón Nápoles, Sicilia y Cerdeña (1503). De esa forma, la monarquía de los Reyes Católicos se convirtió en una potencia europea que dominaba el Mediterráneo.
Expansión en el Norte de África y el Atlántico
Se continúa la expansión por el litoral norteafricano, que respondía a los intereses de Castilla, que siempre había pretendido la conquista de Marruecos; pero, sobre todo, por la necesidad de asegurar las costas del sur de la Península ante posibles ataques musulmanes y de los piratas berberiscos (apoyados por los turcos). Este proyecto se vio retrasado por la política italiana y sólo se tomó Melilla (1497).
El Cardenal Cisneros, como regente de Castilla, prosiguió esta política y consiguió la toma de Orán en 1509 y de Bugía y Trípoli en 1510. Otro foco de la política internacional tradicional de Castilla lo constituía su rivalidad con Portugal en el Atlántico, patente en el tratado de Alcaçobas (1479), donde se lleva a cabo un reparto del océano y se reconoce el dominio castellano sobre las islas Canarias. En ese contexto, se produce la incorporación de las islas Canarias a la Corona de Castilla en 1476, trampolín necesario para la aventura americana.
Organización del Estado: Instituciones de Gobierno
La reciente unidad política, conseguida a base de anexiones realizadas por la nueva monarquía, obligó a esta a cambios en la organización institucional que debía gobernar a los súbditos de los diversos reinos. Y ello, tanto en el ámbito de la administración central como en la municipal. Los monarcas, a pesar de que mantuvieron las estructuras heredadas del pasado en cada uno de sus reinos, para centralizar la toma de decisiones, crearon una nueva estructura e instituciones que, con pocas variantes, se van a mantener hasta el siglo XVIII. La base de esa nueva estructura va a ser el Consejo (sistema polisinodial).