Coincide con la Protohistoria en la Península. En primer lugar, los Tartesos, primera civilización de la Península. Su
economía estaba basada en la agricultura, la ganadería y sobre todo la minería
de metales preciosos (Tesoro del Carambolo), convirtiéndose en un importante
enclave comercial. Su sistema de gobierno era la monarquía, destacando la aristocracia de tipo militar. Estos se
encontraban en el sudoeste. Posteriormente se produjo la llegada de pueblos
euroasiáticos, los celtas y celtíberos (astures, lusitanos y carpetanos galaicos y vascones). Se
dedicaban a la ganadería, pesca y recolección. Vivían en castros y se
organizaban en tribus. Estos pueblos estaban localizados en el interior y la
costa atlántica. Su manifestación artística más importante fue Los Toros de
Guisando. Los íberos se localizaban en el sur y en la costa mediterránea.
Recibieron influencia de otros pueblos, su economía se basa en agricultura y
comercio y su sociedad era aristocrática. Sus manifestaciones artísticas más
importantes fueron las Damas de Elche. Los fenicios procedían de Tiro y
establecieron sus colonias en Malaca y Gadir. Eran grandes comerciantes y buscaban riqueza minera. Trajeron aspectos religiosos y el torno alfarero, pero
lo más importante fue el alfabeto. Los
griegos procedían de Focea y se localizaban en Rhode y Emporion. Desde el punto
de vista económico buscaban lo mismo que los anteriores. Estos nos dejaron el
olivo, vid, la gallina, el asno y lo más importante, la moneda. Los
cartagineses ocuparon territorios fenicios y a través de fuerza militar
conquistaron las Islas Baleares, destacaron Cartago Nova y Ebusus. Aparecieron
en la primera Guerra Púnica en la que fueron derrotados por los romanos,
buscando riqueza y materias primas. Su
principal influencia fue religiosa (Tanit).
Los primeros núcleos de resistencia surgieron en
la Cordillera Cantábrica, que estaba poco romanizada y con escasa población,
donde vivían astures y cántabros sumándose la población visigoda huida, como
Pelayo un noble de origen visigodo, protagonizó la Batalla de Covadonga
en él 722. Es importante porque fue el primer símbolo de resistencia por parte
de los cristianos. Más tarde, Alfonso I se extendíó hacia el oeste y hacia el
este estableciendo su capital en Cangas de Onís. Después, Alfonso II
establecíó su capital en Oviedo y recuperó las instituciones visigodas, se
extendíó por Galicia y creó el condado de Castilla. Alfonso III establecíó la frontera en el
Valle del Duero y permitíó fijar la capital en León. En el núcleo Pirenaico,
que era la zona donde la presencia musulmana fue más fuerte y dificulta el
desarrollo de los territorios cristianos, hubo tres focos de resistencia siendo
disputados entre musulmanes y francos, estos últimos establecieron la Marca
Hispánica. El primero sería Navarra, que se convirtió en un reino independiente
con Iñigo Arista. En el siglo X hubo un cambio de dinastía y pasó a reinar la
familia Jimena. Su rey más importante fue Sancho III que controló también
Aragón y Castilla. El segundo foco de resistencia sería Aragón, territorio bajo
control Franco hasta que Aznar Galíndez creó el condado independiente con
capital en Jaca. Este condado se uníó a Navarra y Sancho III tras su muerte le
dejó Aragón a su hijo Ramiro convertido en reino. Por último, Los condados
Catalanes donde los francos fueron conquistando una serie de territorios como
Gerona o Barcelona. Cataluña estaba formado por diferentes condados que
dependían del rey de los francos y el más importante era Barcelona. En el siglo
IX el Conde de Barcelona Wifredo, uníó todos los Condados pero fue Borrell II
quien deje de depender de los francos. La reconquista es el avance
cristiano sobre los territorios musulmanes del S. VIII al S. XV (1492)
justificada como cruzada y herederos de los visigodos, constando de 4 fases. La
primera (S. VIII-X): los cristianos tenían que resistir a los musulmanes,
alcanzaron el valle del Duero y la Cataluña vieja. En la segunda parte (S. XI)
los reinos taifas permitieron el avance cristiano de Castilla y León hasta
Toledo, Aragón hasta Huesca y los condados catalanes, Tarragona, los
almorávides frenaron el avance. La tercera (S. XII), los segundos reinos de
taifas volvieron a permitir el avance cristiano, Aragón conquistó Zaragoza,
Portugal Lisboa, y Castilla Cuenca. Los almohades frenaron el avance. En la
última (S. XIII) la batalla de las Navas de Tolosa permitíó que conquistaron
numerosos territorios, Castilla por Andalucía y Murcia, mientras que Aragón por
Valencia y Baleares. En la repoblación hubo dos fases, el aprisio o presura
siglo VIII al Siglo X que ocupaban tierras sin dueño y las ponían en cultivo y
la segunda fase del Siglo XI al Siglo XIII en la que se produjo un crecimiento
económico y demográfico al ocuparse tierras más fértiles. Tres tipos de
poblamientos: Concejil: rey concebía a un concejo unos privilegios a través de
un fuero, y el concejo tenía un alfoz; las órdenes militares: por su labor en
las batallas recibieron latifundios dedicados a la ganadería y el
repartimiento: entrega de donadíos, especialmente, a los nobles por su ayuda.
economía estaba basada en la agricultura, la ganadería y sobre todo la minería
de metales preciosos (Tesoro del Carambolo), convirtiéndose en un importante
enclave comercial. Su sistema de gobierno era la monarquía, destacando la aristocracia de tipo militar. Estos se
encontraban en el sudoeste. Posteriormente se produjo la llegada de pueblos
euroasiáticos, los celtas y celtíberos (astures, lusitanos y carpetanos galaicos y vascones). Se
dedicaban a la ganadería, pesca y recolección. Vivían en castros y se
organizaban en tribus. Estos pueblos estaban localizados en el interior y la
costa atlántica. Su manifestación artística más importante fue Los Toros de
Guisando. Los íberos se localizaban en el sur y en la costa mediterránea.
Recibieron influencia de otros pueblos, su economía se basa en agricultura y
comercio y su sociedad era aristocrática. Sus manifestaciones artísticas más
importantes fueron las Damas de Elche. Los fenicios procedían de Tiro y
establecieron sus colonias en Malaca y Gadir. Eran grandes comerciantes y buscaban riqueza minera. Trajeron aspectos religiosos y el torno alfarero, pero
lo más importante fue el alfabeto. Los
griegos procedían de Focea y se localizaban en Rhode y Emporion. Desde el punto
de vista económico buscaban lo mismo que los anteriores. Estos nos dejaron el
olivo, vid, la gallina, el asno y lo más importante, la moneda. Los
cartagineses ocuparon territorios fenicios y a través de fuerza militar
conquistaron las Islas Baleares, destacaron Cartago Nova y Ebusus. Aparecieron
en la primera Guerra Púnica en la que fueron derrotados por los romanos,
buscando riqueza y materias primas. Su
principal influencia fue religiosa (Tanit).
Los primeros núcleos de resistencia surgieron en
la Cordillera Cantábrica, que estaba poco romanizada y con escasa población,
donde vivían astures y cántabros sumándose la población visigoda huida, como
Pelayo un noble de origen visigodo, protagonizó la Batalla de Covadonga
en él 722. Es importante porque fue el primer símbolo de resistencia por parte
de los cristianos. Más tarde, Alfonso I se extendíó hacia el oeste y hacia el
este estableciendo su capital en Cangas de Onís. Después, Alfonso II
establecíó su capital en Oviedo y recuperó las instituciones visigodas, se
extendíó por Galicia y creó el condado de Castilla. Alfonso III establecíó la frontera en el
Valle del Duero y permitíó fijar la capital en León. En el núcleo Pirenaico,
que era la zona donde la presencia musulmana fue más fuerte y dificulta el
desarrollo de los territorios cristianos, hubo tres focos de resistencia siendo
disputados entre musulmanes y francos, estos últimos establecieron la Marca
Hispánica. El primero sería Navarra, que se convirtió en un reino independiente
con Iñigo Arista. En el siglo X hubo un cambio de dinastía y pasó a reinar la
familia Jimena. Su rey más importante fue Sancho III que controló también
Aragón y Castilla. El segundo foco de resistencia sería Aragón, territorio bajo
control Franco hasta que Aznar Galíndez creó el condado independiente con
capital en Jaca. Este condado se uníó a Navarra y Sancho III tras su muerte le
dejó Aragón a su hijo Ramiro convertido en reino. Por último, Los condados
Catalanes donde los francos fueron conquistando una serie de territorios como
Gerona o Barcelona. Cataluña estaba formado por diferentes condados que
dependían del rey de los francos y el más importante era Barcelona. En el siglo
IX el Conde de Barcelona Wifredo, uníó todos los Condados pero fue Borrell II
quien deje de depender de los francos. La reconquista es el avance
cristiano sobre los territorios musulmanes del S. VIII al S. XV (1492)
justificada como cruzada y herederos de los visigodos, constando de 4 fases. La
primera (S. VIII-X): los cristianos tenían que resistir a los musulmanes,
alcanzaron el valle del Duero y la Cataluña vieja. En la segunda parte (S. XI)
los reinos taifas permitieron el avance cristiano de Castilla y León hasta
Toledo, Aragón hasta Huesca y los condados catalanes, Tarragona, los
almorávides frenaron el avance. La tercera (S. XII), los segundos reinos de
taifas volvieron a permitir el avance cristiano, Aragón conquistó Zaragoza,
Portugal Lisboa, y Castilla Cuenca. Los almohades frenaron el avance. En la
última (S. XIII) la batalla de las Navas de Tolosa permitíó que conquistaron
numerosos territorios, Castilla por Andalucía y Murcia, mientras que Aragón por
Valencia y Baleares. En la repoblación hubo dos fases, el aprisio o presura
siglo VIII al Siglo X que ocupaban tierras sin dueño y las ponían en cultivo y
la segunda fase del Siglo XI al Siglo XIII en la que se produjo un crecimiento
económico y demográfico al ocuparse tierras más fértiles. Tres tipos de
poblamientos: Concejil: rey concebía a un concejo unos privilegios a través de
un fuero, y el concejo tenía un alfoz; las órdenes militares: por su labor en
las batallas recibieron latifundios dedicados a la ganadería y el
repartimiento: entrega de donadíos, especialmente, a los nobles por su ayuda.