Los Fascismos en Europa: Contexto y Características

1. Los fascismos y su contexto

1.1 Las derechas autoritarias

La sociedad europea sufrió, a comienzos del siglo XX, una serie de acontecimientos que se vieron como auténticas catástrofes: una larga y cruenta guerra, percibida como absurda e irracional, que había acabado con los grandes imperios tradicionales europeos; una revolución social (en Rusia) que parecía amenazar a los nuevos regímenes políticos europeos; y, finalmente, una depresión económica sin precedentes. Muchas personas, temerosas de los cambios, acusaban al viejo sistema liberal del siglo XIX de haber causado tales catástrofes. Los valores de la razón, el progreso, la educación y la ciencia no habían impedido la guerra. Instituciones como parlamentos, los gobiernos representativos y las constituciones que garantizaban los derechos y libertades fundamentales, en lugar de detener la revolución, animaban a las masas a exigir cada vez más derechos y más democracia. Además, las medidas económicas liberales perdieron vigencia tras la crisis del 29. Este momento permitió que surgieran, durante los años veinte y treinta, movimientos políticos y sociales de derechas; eran de carácter autoritario, con la desaparición del régimen liberal. En este último punto coincidían con los movimientos de izquierdas, pero, a diferencia de estos, las derechas no reivindicaban la participación de los trabajadores en la política, en la sociedad y en la economía, sino la imposición del Estado sobre las masas. En ocasiones, las derechas autoritarias organizaron un auténtico movimiento en la línea de los modernos partidos políticos y sindicatos: fueron apoyados por todas las clases sociales y utilizaron la propaganda política, los medios de comunicación y la violencia e intimidación callejeras. Estos movimientos de masas constituyeron, en sentido estricto, el fascismo; sus ejemplos más representativos se dieron en la Italia de Mussolini (1922-1945) y en la Alemania de Hitler (1933-1945).

1.2 Peculiaridades de los movimientos fascistas

Los movimientos fascistas tenían una característica que los diferenciaba del resto de las derechas autoritarias. Eran modernos y se definían a sí mismos como revolucionarios. Pretendían atraer a las masas para hacer una nueva sociedad que superase al capitalismo y al comunismo. Rasgos:

  • Movilizaban a las masas. Se adaptaban con facilidad a la sociedad democrática para atraer a las multitudes y organizarlas en partidos modernos que rivalizaban con los socialistas y comunistas.
  • Utilizaban la propaganda y la demagogia para atraer a las masas; para ello participaban en las elecciones y decían lo que cada persona quería oír. También usaban la cruz gamada como símbolo de pureza, que se trata de un emblema racista.
  • Eran dirigidos por un líder carismático ajeno a los grupos sociales conservadores (aristócratas, capitalistas…) que en realidad los usaban para lograr sus propios fines. Los fascistas solían ser indiferentes en materia de religión y régimen político. Se apoyaban en el ejército, pero sus líderes eran civiles; estaban en contra del libre mercado, pero aprovechaban el capitalismo para dirigir la economía. Más que un sistema ideológico, el fascismo combinaba ideas irracionales. Tenían mitos y creencias en los que depositaban una fe ciega y casi religiosa: el líder era como un mesías. El fascismo recogía una serie de prejuicios arraigados en el ser humano desde hacía siglos y los convertía en principios de gobierno.

1.3 Regímenes autoritarios y regímenes fascistas

Durante la época de entreguerras se vio en Europa una fiebre antidemocrática. Pocos países mantuvieron una constitución que permitiese elecciones, prensa y partidos políticos independientes. En 1939, solo Francia, Gran Bretaña, Países Bajos, Bélgica, Suiza y los países nórdicos conservaban sus antiguas instituciones liberales, excepto la URSS que imponía dictaduras o regímenes autoritarios en dos oleadas sucesivas.

Primera oleada

La primera oleada de dictaduras se produjo en los años 20 y afectó principalmente a los países del este y sur de Europa. Entre los motivos estaban: el temor a la revolución, el rechazo a los acuerdos de paz, la inestabilidad política de algunos países y el caos social y económico. En esta época destacaron Antonio de Oliveira en Portugal, la dictadura de Miguel Primo en España y el régimen fascista de Mussolini en Italia; este último fue el modelo para todos los movimientos fascistas.

Segunda oleada

Se produjo en los años 30 tras la crisis de 1929; el aumento del desempleo provocó el temor general y el apoyo social a las medidas represivas. En Alemania, el régimen de Hitler logró que el fascismo se difundiera en todo el mundo. La mayor parte de las dictaduras triunfaron con relativa facilidad y con escasa oposición. La única excepción fue España, que resistió en 1936 un intento de golpe de estado, lo que dio lugar a la guerra civil y a la dictadura de Franco.

2. La Italia de Mussolini

2.1 El ascenso del fascismo (1919-1922)

En Italia, la caída de las instituciones liberales se produjo en 1922. Entre los factores que proporcionaron la ascensión del fascismo, destacaron los deseos de revisar los acuerdos de paz, la crisis económica y el miedo a la revolución social y la fragmentación parlamentaria.

Los deseos de revisar los acuerdos de paz

A pesar de ser una de las potencias vencedoras en la Gran Guerra, Italia obtuvo escasas compensaciones. Para la opinión pública italiana, la paz de París era humillante y no había recompensado al país por el esfuerzo realizado. La aspiración de Italia a ocupar la costa opuesta del Adriático se había frustrado por la creación de Yugoslavia y Albania. Finalmente, los italianos no reivindicaron Fiume, que había sido invadido por un ejército de voluntarios italianos en 1929.

En este contexto, Mussolini, un exsocialista, abandonó el movimiento obrero debido a que este no apoyó la intervención de Italia en la I Guerra Mundial. En marzo de 1919 fundó los fasci di combattimento, combinando en su programa el nacionalismo furibundo con el sindicalismo revolucionario y anticlerical.

La crisis económica y el miedo a la revolución social

La débil economía italiana quedó muy dañada después de la contienda. A las pérdidas humanas se le añadió la inflación, las deudas por los elevados préstamos, la caída de la producción agraria y la reconversión de una industria de guerra. Por otra parte, los capitalistas querían conservar los beneficios obtenidos gracias al conflicto, mientras las clases medias perdían sus ahorros y disminuía el poder adquisitivo de los asalariados. En ese momento se produjo un movimiento obrero italiano que no fue lo suficientemente fuerte para desencadenar una revolución.

En estas circunstancias, empezó el ascenso del fascismo y sus escuadras atacaron violentamente a las organizaciones sindicales y obreras, sobre todo en el campo. La violencia y el antisocialismo fascista suscribieron el apoyo de terratenientes y capitalistas. Por otro lado, Mussolini pronto eliminó los aspectos revolucionarios de su programa y comenzó a obtener diputados en las elecciones, aunque siendo minoritario.

La fragmentación parlamentaria

El sistema electoral italiano favorecía la división del parlamento en numerosos partidos políticos. El rey Víctor Manuel III intervenía para encomendar el gobierno a los distintos líderes políticos. Estos gobiernos eran inestables y tenían poco margen de actuación; además, se mostraron impotentes ante los fascistas. Mussolini organizó la marcha sobre Roma; el rey se negó a conceder plenos poderes al gobierno y encargó a Mussolini la tarea de formar gobierno.

2.2 La consolidación del régimen fascista (1922-1929)

El primer gobierno de Mussolini contó únicamente con tres ministros fascistas; el parlamento pronto le otorgó todos los poderes y las milicias fascistas impusieron su ley en las calles. En 1924, con una ley electoral hecha a su medida y en un ambiente de violencia o coacción, los fascistas lograron eliminar la oposición política y social. Matteotti fue secuestrado y asesinado; esto acabó con la oposición. En 1925 se disolvieron las cámaras legislativas y comenzó una dictadura personal que duró hasta 1945.

Los partidos políticos y sindicatos fueron disueltos; había nacido el estado totalitario fascista. El estado italiano se reconcilió con la Santa Sede (Pacto de Letrán, 1929).

2.3 El estado corporativo-totalitario (1929-1940)

Los patronos y obreros fueron agrupados obligatoriamente en corporaciones. Así se suplía la lucha de clases y se encuadraba a todos los grupos de la sociedad según la actividad que ejercían. Se formaron corporaciones de artistas, de banca y seguros, de transportes… En economía, el fascismo empezó aplicando un estricto liberalismo y una política de deflacción; después fomentó el proteccionismo y las grandes concentraciones empresariales. Con estas medidas, el fascismo obtuvo el apoyo de los industriales y productores agrarios. En los años 30, el régimen se volvió más autárquico e intervencionista y aumentó su presencia social con un triple objetivo: proteger a Italia de los efectos de la Gran Depresión, imitar a la Alemania nazi y militarizar al país para intervenir en sucesivas guerras: la guerra civil española, Albania, Abisinia y la II Guerra Mundial.

3. El nazismo en Alemania

3.1 La República de Weimar y la ascensión del nazismo (1918-1933)

Alemania fue vencida en la I Guerra Mundial. El régimen surgido tras la derrota, en sustitución del desaparecido imperio alemán, era democrático y parlamentario, y fue conocido como la República de Weimar.

La República de Weimar tuvo, desde su nacimiento, numerosos problemas que permitieron el desarrollo del nazismo. Entre estos problemas cabe destacar la derrota en la Gran Guerra, el desorden económico de la posguerra, la debilidad del régimen, la división del parlamento y la crisis de 1929.

La derrota en la Gran Guerra

El nuevo estado alemán firmó el Tratado de Versalles con los vencedores, pero la mayoría de los alemanes consideró que el acuerdo era impuesto y humillante. El ejército y los conservadores acusaron al régimen de traidor por engañar a los soldados que estaban en el frente; incluso le responsabilizaron de la derrota, ya que muchos excombatientes pensaban que la guerra la habían perdido los políticos y revolucionarios de la retaguardia, no el ejército imperial alemán. Muchas fuerzas políticas alemanas pretendían revisar el acuerdo: los partidos nacionalistas, antiliberales y militaristas, que rechazaban el nuevo régimen y el Tratado de Versalles en la zona de Baviera. Hitler refundó el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán en Múnich en 1921.

El desorden económico de la posguerra

En Alemania hubo una catástrofe económica provocando la desvalorización del dinero y los más afectados fueron los ahorradores, pensionistas, viudas de guerra, funcionarios y asalariados. Era frecuente que se acusara a algunos grupos sociales de conspirar para enriquecerse a costa de los “buenos alemanes”.

La debilidad del régimen

La República de Weimar tuvo que hacer frente a los intentos revolucionarios promovidos por el Partido Comunista, a los intentos de separación de los estados y a los golpes de estado de grupos de extrema derecha. Con el tiempo, la República de Weimar se hizo golpista. La tolerancia hacia los golpistas llegó a ser escandalosa y se consintió la violencia callejera de las milicias paramilitares del partido nazi.

Las milicias del partido nazi

Entre ellas se encontraban las SA, tropas de asalto paramilitares creadas en 1920, conocidas por su uniforme de camisas pardas. Por otra parte, se encontraban las SS, política militarizada diseñada como guardia personal del propio Hitler. Sus miembros rivalizaron con las SA desde su fundación. Desde 1934, las SS aumentaron su poder y se encargaron de la seguridad en Alemania y de la administración de los territorios ocupados. Fueron los principales responsables de los campos de concentración y del exterminio judío.

La división del parlamento

El sistema electoral alemán impedía que los partidos obtuvieran mayorías suficientes para gobernar en solitario. Esto obligó a formar gobiernos de coalición inestables. El Partido Socialdemócrata (SPD) y el Zentrum, por encima del gobierno, se encontraban el presidente de la República. Durante los años veinte, los sucesivos gobiernos se inclinaron hacia la derecha y marginaron a la izquierda.

El partido nazi acabó participando de los acuerdos y coaliciones de los partidos de derechas; fue rechazado por radical, pero resultó útil debido a su antimarxismo y a que amedrentaba a comunistas y sindicalistas. Hitler recibió el apoyo de grupos sociales y la financiación del gran capital.

La crisis de 1929

Alemania fue uno de los países más afectados por la Gran Depresión, que incrementó el malestar social y el desempleo existente y amenazó con arruinar a la temerosa clase media alemana. De la situación se beneficiaron los comunistas y los nazis. En las elecciones de 1932, el partido nazi fue el más votado. Hindenburg, un militar conservador que presidía la República, invitó a Hitler a dirigir un gobierno de coalición derechista el 30 de enero de 1933.

3.2 Los nazis en el poder (1933-1945)

Hitler, a pesar de presidir un gobierno, construyó un régimen (III Reich) con el fin de suprimir la democracia. Para suprimir la democracia, Hitler disolvió el Reichstag y convocó elecciones de excepción. Otra medida adoptada por Hitler fue prohibir partidos políticos y asociaciones; además, solicitó al Reichstag poderes dictatoriales. Era el principio del estado nazi.

Por último, Hitler convocó elecciones con una sola lista que fue votada por el 90% del electorado, estableciendo un estado totalitario al poder en 1925.

Tras la muerte de Hindenburg, Hitler se nombró Führer de la República. Para exterminar toda oposición, Hitler se deshizo del ala más radical de su partido, las SA. Desde ese momento, fueron eliminados todos los que se oponían al partido nazi; desde ese momento, las SS y la Gestapo dirigieron la presidencia.

4. Las alternativas democráticas

Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos fueron obligados a realizar grandes cambios para adaptarse a los nuevos tiempos.

4.1 Gran Bretaña

Después de la Gran Guerra, sufrió graves problemas. Más tarde, el impacto de la crisis de 1929. Sin embargo, el sistema político británico contó para sobrevivir con las siguientes ventajas:

  • Una larga tradición parlamentaria, anterior incluso al siglo XIX. El sistema político británico no fue consecuencia de la guerra como había sido en otros países.
  • Un sistema electoral mayoritario que permitía mayorías absolutas en las cámaras y gobiernos fuertes a los que era difícil derribar.
  • Unos partidos políticos que aceptaban el sistema. Entre ellos sobresalía el Partido Laborista, que sustituyó en la oposición al Partido Liberal.
  • Un movimiento obrero formado por sindicatos maduros y experimentados que reivindicaban medidas concretas a través de huelgas bien organizadas; los sindicatos pretendían negociar, no hacer la revolución.

4.2 Francia

Francia atravesó momentos dramáticos hasta 1924 y, tras la crisis del 29, sufrió una grave depresión económica y social. Francia impidió que el autoritarismo se estableciera en ella gracias a los siguientes factores.