La filosofía de Guillermo de Ockham se basa en dos principios fundamentales: la omnipotencia divina y el principio de economía metafísica.
Omnipotencia Divina
Según el principio de omnipotencia divina, todas las cosas dependen de la voluntad absoluta de Dios. Por lo tanto, si la voluntad de Dios varía, también variarán las cosas del mundo. Curiosamente, este principio no es un presupuesto filosófico, sino que constituye una verdad de fe. Se trata de la primera verdad del credo cristiano: “Creo en Dios Padre Todopoderoso”. De acuerdo con ella, Ockham insiste en que “Dios puede hacer todo lo que, al ser hecho, no incluya contradicción”. De este modo, Ockham elaboró una filosofía negativa, es decir, que busca desmontar los contenidos de la filosofía elaborada por Tomás de Aquino.
La primera consecuencia es la afirmación de un contingentismo universal que implica que ni en el mundo ni fuera del mundo existe nada necesario. Todas las cosas derivan de la voluntad de Dios, una voluntad absolutamente libre y que no obedece a ninguna ley. Por lo tanto, no existen leyes eternas, ni naturales, ni esencias universales, etc., ya que son incompatibles con el principio de omnipotencia divina.
En cuanto a la ciencia, si el mundo es absolutamente contingente, cualquier tipo de conocimiento resultará provisional. Lo máximo que podemos llegar a descubrir son regularidades fácticas. Es decir, para Ockham las cosas ocurren como ocurren, de modo que nunca podremos estar seguros de nada, ya que si Dios lo desea las cosas pueden cambiar.
Economía Metafísica
El principio de economía metafísica formula que “no hay que multiplicar los entes sin necesidad”, es decir, el rechazo a todo lo innecesario y superfluo. A la hora de explicar un fenómeno, solo podemos recurrir a lo que tengamos constancia mediante nuestra experiencia. Este principio constituye una auténtica “navaja”, en virtud de la cual se rechaza toda realidad que no proceda de la experiencia o de la razón. Por ejemplo, el principio de causalidad, el primer motor inmóvil, etc.
Debido a estos dos principios, la metafísica tradicional va a quedar totalmente devaluada, llevando a cabo una crítica radical a la mayor parte de sus contenidos, reduciéndose su metafísica a la comprensión de la realidad como un conjunto de seres individuales, concretos y completos que no tienen nada en común unos con otros.
Crítica a la Analogía del Ser y las Categorías Aristotélicas
Por este motivo, critica la analogía del ser sostenida por Aristóteles y Tomás de Aquino. Según ellos, el ser era análogo (todos los seres coinciden en el hecho de ser, pero existen diversos niveles de participar en el mismo). Sin embargo, para Ockham este es un concepto equívoco, ya que según él se refiere a una multitud de entes que nada tienen que ver entre sí y, por tanto, en cada caso tendrán un significado completamente diferente. También pone en cuestión las categorías aristotélicas, reduciéndolas a dos: la sustancia y la cualidad. El resto son aspectos parciales que carecen de realidad distinta e independiente. Para Ockham, la categoría de relación (por ejemplo: padre-hijo, profesor-estudiante) no es ningún tipo de realidad observable.
Rechazo del Principio de Causalidad y Demostración de Dios
Ockham rechaza el principio de causalidad, base de la demostración tomista de Dios. Dado que lo único existente es lo fáctico y concreto, y la relación (también la de causa-efecto) no es real, este principio carece de vigencia. Por lo que Ockham rechaza esta vía para demostrar la existencia de Dios, al igual que considera imposible la demostración de la inmortalidad del alma o la creación del mundo, etc. Por lo que tales verdades pasan a ser verdades de fe y no demostraciones racionales. Aún así, elabora su propia prueba de la existencia de Dios, fundamentada en la conservación: los seres son contingentes, pero no todos los seres pueden ser contingentes, ya que no podrían conservarse. Por lo que debe existir un ser que sea necesario, y este ser es Dios.
Relación entre Razón y Fe
Mientras que para Santo Tomás la razón y la fe poseen su propio campo, pero con una estrecha relación entre ambas, Ockham considera que constituyen campos completamente diferentes, sin ninguna relación entre sí. Admite solamente la teología positiva, que es el conjunto de verdades reveladas por Dios.
Teoría del Conocimiento
Ockham no está de acuerdo con la manera de explicar el conocimiento por Aristóteles, negando la existencia de todo lo que no se puede observar por la experiencia (facultades sensibles internas o entendimiento agente), afirmando que el conocimiento tiene lugar de un modo directo e inmediato cuando un objeto se presenta ante nuestra sensación o entendimiento.
Conclusión: La Navaja de Ockham
En conclusión, la famosa “Navaja de Ockham” supone la eliminación de numerosos contenidos filosóficos. De tal manera que lo único que nos queda son las cosas singulares y concretas, nuestra experiencia y los signos (mental y escrito).