Literatura Española del Siglo XVI y XVII: Renacimiento y Barroco

Literatura Española del Siglo XVI y XVII

Renacimiento

Poetas Renacentistas

Garcilaso de la Vega

Su breve obra (treinta y ocho sonetos, cuatro canciones, una oda —Ad florem Gnidi—, dos elegías, una epístola y tres églogas), publicada póstumamente, supone una revolución en la lírica española. En algunos sonetos, el yo poético se identifica con personajes de la mitología, como Faetón o Ícaro; en la mayor parte, se exploran los matices del proceso de enamoramiento, el desengaño y el sufrimiento tras el abandono o la muerte de la amada (celos, dolor por la ausencia, recuerdo de la felicidad perdida…).

Las églogas son composiciones protagonizadas por pastores (Salicio y Nemoroso en la primera, Albanio en la segunda, Tirreno y Alcino en la tercera), los cuales, en el marco de una naturaleza idealizada, expresan sus quejas de amor. Los modelos de Garcilaso yacen en la literatura grecolatina, en el Bucolicum carmen de Petrarca, en la novela pastoril y en las églogas dramáticas de Juan del Enzina.

Fernando de Herrera

Pionero de la crítica literaria en castellano, con sus anotaciones a las obras de Garcilaso, y heredero de la tradición petrarquista. En su obra destaca la lírica amorosa. Herrera compone un cancionero de inspiración neoplatónica en el que la amada (Luz) es reflejo de la belleza divina. Se le considera iniciador del manierismo, estilo artístico que marca una tendencia artificiosa que desembocará en el Barroco.

Fray Luis de León

Ejemplo de humanista cristiano, combina su religiosidad con un profundo conocimiento de los clásicos griegos y latinos. En su obra, destacan veintitrés odas, compuestas en liras, cuyo tema central es la huida del mundo para alcanzar la armonía. Algunas presentan una marcada intención moral (I, A la vida retirada; V, A Felipe Ruiz; XI, Al licenciado Juan de Grial; XIV, Al apartamiento; XVII, En una esperanza que salió vana; XXIII, A la salida de la cárcel).

En otras, de carácter religioso, se poetiza un anhelo de unión con la divinidad (odas III, A Francisco de Salinas; VIII, Noche serena; X, también dedicada, A Felipe Ruiz, un músico; XIII, De la vida del cielo; XIX, A todos los Santos; XX, A Santiago…). Sus principales influencias filosóficas son el estoicismo, el pitagorismo y el neoplatonismo.

San Juan de la Cruz

Su obra poética constituye una de las cimas de la lírica universal y es el máximo representante de la poesía mística. El tema central de sus principales composiciones (Noche oscura del alma, Cántico Espiritual y Llama de amor viva) es la cercanía o unión del alma con la divinidad. En ellas se combinan diversas tradiciones: la literatura bíblica (el Cantar de los Cantares), la lírica tradicional y la poesía petrarquista.

Los recursos característicos que emplea San Juan en su poesía son los símbolos, que evocan realidades abstractas, y el oxímoron, que juega con los significados opuestos de las palabras.

El Barroco

Con el nombre de Barroco se designa tanto el movimiento ideológico y cultural como la corriente artística y literaria que se desarrolla en Europa en el siglo XVII. En España coincide con una crisis demográfica, económica y política. Triunfa la ideología contrarreformista, y la visión pesimista de la sociedad y la condición humana genera filosofías defensivas: la prudencia y la desconfianza como normas de comportamiento (Gracián) o el neoestoicismo (Quevedo). Esta imagen de la realidad se expresa por medio de tópicos literarios (tempus fugit, memento mori, quotidie morimur…) que subrayan la vanidad del mundo. El arte encarna los valores de la Corona, la nobleza y la Iglesia, y busca conmover mediante la exageración, la dificultad o el contraste.

Novela Picaresca

Lazarillo de Tormes

Es la obra fundamental de la prosa española del siglo XVI. Por su ambientación realista y por la creación de un antihéroe que evoluciona en el relato se considera la primera novela moderna.

  • Fuentes, fecha y autoría: La fuente más directa es El asno de oro, del autor latino Lucio Apuleyo. El Lazarillo fue escrito, probablemente, hacia 1550. Se conservan tres ediciones de 1554 y, hoy por hoy, se trata de una obra anónima (fue atribuida a autores como Juan de Ortega, Diego Hurtado de Mendoza o Alfonso de Valdés).
  • Difusión y trascendencia: La obra fue prohibida por la Inquisición en 1559. A pesar de ello, tuvo una notable repercusión, que favoreció la aparición de recreaciones posteriores. El Lazarillo inaugura una tradición de narrativa realista en la que se sitúan Mateo Alemán (autor del Guzmán de Alfarache, obra a partir de la cual puede ya hablarse de la existencia del subgénero narrativo de la novela picaresca), y Miguel de Cervantes en el siglo XVII, o Benito Pérez Galdós y Clarín en el siglo XIX. Su trascendencia se evidencia también en la novela de aprendizaje (Bildungsroman), cultivada por autores como Goethe o Dickens.
  • Estructura y argumento: La obra se compone de un prólogo y siete tratados, dirigidos a un tal Vuestra Merced, en los que Lázaro relata, en primera persona, sus servicios a varios amos (un ciego, un clérigo de Maqueda, un escudero arruinado, un fraile, un vendedor de bulas, un capellán, el arcipreste de San Salvador). El relato transcurre desde que el protagonista era un niño hasta que acaba de pregonero en Toledo y busca, a partir de las vicisitudes de su vida, justificar un caso o situación actual de deshonor. Finalmente, Lázaro acepta implícitamente el adulterio de su mujer con el arcipreste.
  • Rasgos: En El Lazarillo se fijan los rasgos de la novela picaresca:
    • el personaje del pícaro;
    • el autobiografismo (relato en primera persona en forma de carta, a modo de autobiografía ficticia);
    • la historia como proceso de aprendizaje que da cuenta de su degradación;
    • y el estado final de deshonor (en el caso de Lázaro, el consentimiento del adulterio de su mujer) que el personaje trata de justificar mediante el relato.
  • Originalidad de la obra: Reside, al menos, en tres factores:
    • La articulación coherente de motivos y de personajes folclóricos o de la realidad de la época (el ciego mendicante, el clérigo avaro, el predicador deshonesto, el hidalgo ocioso…);
    • El juego innovador entre realidad y ficción;
    • y el empleo de la ironía.
  • Temas e interpretación: Los temas principales son:
    • El hambre (denuncia las miserias de la España Imperial que condenaba a la población a una lucha por la supervivencia);
    • La honra (critica una sociedad inmovilista en la que la honra depende de las apariencias, el linaje y la limpieza de sangre, y que niega la posibilidad de ascender socialmente);
    • Y la religión (su anticlericalismo puede interpretarse en clave erasmista —reivindicación de una religiosidad más auténtica, caritativa, en la que se cumplan realmente los valores religiosos— o como expresión de escepticismo, que condena la corrupción eclesiástica, pero que no exige un cristianismo real).

La Lírica Barroca

En la poesía amorosa, los autores ensayan diversas estrategias de superación de la poesía petrarquista. El amor y la mitología son asuntos predominantes, aunque el tratamiento cambia con respecto al Renacimiento: se pretende el ocultamiento de la emoción, la confesionalidad y la trascendencia en el primer caso; mientras que, en el segundo, la mitología recibe un tratamiento paródico o bien sirve como excusa para un despliegue de virtuosismo verbal.

Se desarrolla también la poesía filosófico-moral, que manifiesta la visión desengañada de la existencia característica de la época a través de los motivos de la fugacidad de lo terrenal y la inexorabilidad de la muerte, así como de la poesía satírica y burlesca, que trata de corregir los vicios de su tiempo y producir un efecto cómico. La poesía se concibe como artificio (conceptismo), basado en el ingenio que pretende sorprender y deslumbrar al receptor. La lengua poética se sobrecarga de recursos estilísticos.

Luis de Góngora

Considerado el poeta más innovador del Barroco español, escribió sonetos, letrillas festivas o burlescas, romances (con elementos burlescos) y dos poemas mayores: Fábula de Polifemo y Galatea y Soledades. En su obra, construye un mundo de belleza verbal mediante la musicalidad y la utilización de un léxico exquisito. Su estilo, conocido como culteranismo, se caracteriza por la extrema dificultad en la expresión, la búsqueda de la belleza, la evasión de la realidad y la renuncia a expresar los sentimientos.

Francisco de Quevedo

Representante en poesía del conceptismo. En su amplia producción lírica se distinguen tres subconjuntos temáticos:

  • la poesía moral y religiosa, influida por el estoicismo y la moral cristiana;
  • la poesía amorosa, de tradición petrarquista, a la que añade un sentido trascendente del amor;
  • y la poesía satírica y burlesca, basada en juegos de palabras y metáforas caricaturescas en la que hallamos parodias de la poesía petrarquista y de la poesía culterana, versiones burlescas de fábulas mitológicas y sátiras a tipos sociales o vicios.
Sor Juana Inés de la Cruz

En su producción poética destacan las siguientes obras:

  • Primero sueño, ejemplo extremo de culteranismo;
  • poemas filosóficos-morales sobre temas habituales del Barroco (engaño de los sentidos, vanidad de las apariencias, fugacidad de la belleza y la existencia…);
  • y poemas satíricos, en los que censura la actitud hacia las mujeres (Hombres necios que acusáis…).
Lope de Vega

De estilo llano y accesible y marcado carácter confesional, la lírica lopesca se caracteriza por su autobiografismo:

  • las Rimas ofrecen testimonio de sus amores;
  • la elegía “A la muerte de Carlos Félix”, del dolor por la muerte de su hijo preferido;
  • y las Rimas sacras, de su crisis espiritual, de la que surgen versos de arrepentimiento y religiosidad auténtica.

La Prosa Barroca

En el siglo XVII culmina el proceso de superación de la narrativa idealista medieval y renacentista (novelas de caballerías, pastoril y bizantina). Las manifestaciones de la prosa de este periodo son la novela picaresca, en la que los pícaros sustituyen a los caballeros, pastores o peregrinos; la novela corta, en la que predomina la temática amorosa y la acción, así como la búsqueda del entretenimiento y la presencia de un marco narrativo que otorga unidad al conjunto de relatos, y la prosa de ideas, en la que impera la reflexión moral o política.

Guzmán de Alfarache

Escrita por Mateo Alemán, se trata de la confesión en primera persona de Guzmán, un condenado a galeras. El narrador recuerda su pasado para justificar la situación en la que se encuentra. Se diferencia del Lazarillo por sus extensas reflexiones de tipo moral o doctrinal, en las que se insta al lector a renunciar al pecado y los placeres engañosos del mundo para granjearse la salvación eterna. Refleja un pesimismo radical, que presenta al hombre siempre al acecho, inmerso en una lucha solitaria y sometido a un orden social que lo empuja al mal.

Baltasar Gracián

Es el principal cultivador de la prosa de ideas. Las obras de este jesuita se caracterizan por un profundo pesimismo que solo se puede sortear gracias a la prudencia. El Oráculo manual y arte de prudencia trata de ofrecer un compendio de sabiduría práctica para defenderse en una realidad hostil. Agudeza y arte de ingenio es un tratado de retórica para ilustrar los procedimientos estilísticos de la literatura de su tiempo. En El criticón cuenta la salvación del náufrago Critilo por el joven Andrenio, personajes simbólicos del ser humano en busca de la felicidad y la inmortalidad.