Literatura española: Autores clave del siglo XV al XVII

Jorge Manrique

La obra de Jorge Manrique es exclusivamente poética y está compuesta por cuarenta y nueve poemas. La mayoría de los cuales se ajusta a los planteamientos del cancionero y a su base trovadoresca de tema amoroso. Sin embargo, Manrique escribió también algunos poemas burlescos y, sobre todo, un gran poema de contenido moral: las Coplas a la muerte de su padre. Es su obra más importante y la que le hace digno de un lugar en la historia de la literatura. Se trata de un extenso poema de cuatrocientos ochenta versos, distribuidos en cuarenta coplas de doce versos cada una, escritos como elegía por la muerte de su padre, don Rodrigo Manrique, y como reflexión sobre la vida y la muerte.

Aspectos métricos

El esquema métrico utilizado en las Coplas es la estrofa de doce versos (por lo tanto), llamada copla de pie quebrado o manriqueña, con la siguiente distribución de rimas y versos: 8a 8b 4c 8a 8b 4c; 8d 8e 4f 8d 8e 4f. Estructuralmente, las Coplas se dividen en dos partes que van de lo general a lo particular.

El primer bloque, lo general, abarca las coplas I a XXIV y trata sobre la muerte y su significado desde el punto de vista cristiano y humano. Este apartado se divide, a su vez, en otras dos partes. La primera trata sobre generalidades (coplas I-XIII), y contiene una exhortación (I-III), una invocación a Cristo (IV-VI) y una reflexión sobre la vanidad de las cosas terrenales (VII-XIII). La segunda se centra en la revisión del tópico latino del ubi sunt? (¿dónde están?), una serie de preguntas acerca de qué fue de los grandes personajes de un tiempo aún cercano, de sus lujos y de sus vidas: la muerte lo ha borrado todo (coplas XIV-XXIV).

El segundo bloque, lo particular, ocupa las coplas XXV a XL y se centra en la vida y muerte del padre del poeta. También se podría dividir en diversas partes. En la primera, se elogian sus virtudes y se ensalzan sus hazañas bélicas. La segunda parte, que constituye un arte de buen morir o ars moriendi, nos presenta la llegada del último día de don Rodrigo (coplas XXXIII-XL).

La Celestina

Personajes

Uno de los aspectos más destacables de La Celestina es la mezcla de personajes de diferentes grupos sociales, que muestran, con su presencia, la complejidad de la sociedad. Sin duda, es uno de los rasgos más novedosos de la obra, pues no es común en la literatura medieval castellana que los seres marginales cobren protagonismo. A la vez, aporta un tono realista que convierte a la obra en el precedente principal tanto del género celestinesco, que emana de ella, como de la literatura picaresca que se desarrollará a partir del siglo XVI.

Podríamos establecer dos grupos de personajes en función de su procedencia social: los que forman el mundo de las clases altas, en torno a Calisto y Melibea, y los que forman el mundo de las clases bajas, en torno a la figura de Celestina.

El mundo de las clases altas

Lo componen Calisto, Melibea, Pleberio y Alisa.

  • Calisto es un caballero ocioso y egoísta que no se mueve nada más que por sus propios intereses, ligados, durante toda la obra, a sus deseos amorosos inspirados por Melibea. Su amor no es un amor idealizado, sino más bien físico, carnal, y lo llevará a anteponer su pasión a cualquier otro concepto moral o cívico. No le importan los medios para conseguir sus propósitos; por eso dilapida su fortuna y confía la consecución de su amor a Celestina, una vieja alcahueta con menos escrúpulos que él mismo.
  • Melibea se nos presenta en un principio como el prototipo de la dama del amor cortés, distante y esquiva, pero pronto caerá en las redes de la lujuria, tras la mediación de Celestina, y no habrá barreras que frenen su pasión. Al ver perdida la fuente del placer, tras la muerte de Calisto, siente que la vida no tiene interés y se suicida.
  • Pleberio y Alisa, los padres de Melibea, representan una autoridad paterna poco rigurosa, al tiempo que parecen vivir engañados respecto a su hija, a la que tratan como si fuera aún una niña. Dotado de un mayor protagonismo, Pleberio no es el padre autoritario del que dependen el honor y los movimientos de su hija, sino más bien un ser humano que se siente cercano a ella y que respeta su libertad. Sin duda, por eso su lamento final, cargado de retoricismo, lo muestra derrotado ante la fuerza arrolladora del amor y del mundo, a quienes culpa de la muerte de su hija.

El mundo de las clases bajas

Lo representan Celestina, Sempronio, Pármeno, Elicia y Areúsa.

  • Celestina es la figura central de la obra, en torno a la que se mueven todos los demás personajes: en su entorno cercano, sus criadas, Elicia y Areúsa; en el mundo exterior a ella, Calisto y Melibea, quienes dependen tanto de sus acciones que no pueden lograr sus objetivos sin su ayuda; y en el camino que une esos dos mundos distantes, los criados de Calisto, Sempronio y Pármeno, que sirven de nexo entre el burdel de Celestina y el palacio de Calisto. Celestina es un personaje egoísta, que no repara en ningún obstáculo a la hora de conseguir lo que se propone. Es la alcahueta falsa, hipócrita y astuta que se muestra humilde ante los poderosos, a quienes desprecia y de cuyas debilidades se aprovecha.
  • Sempronio y Pármeno, los criados de Calisto, comienzan militando en bandos opuestos. Sempronio, más codicioso y con menos escrúpulos, no duda en ponerse desde el principio del lado de Celestina para sacar provecho de los males de amor de su amo. Pármeno, sin embargo, tendrá que ser convencido por Celestina (quien le ofrece el amor de Areúsa) para que se una a ellos, pero luego demostrará una ambición sin límites.
  • Elicia y Areúsa, prostitutas del burdel de Celestina y amantes de Pármeno y Sempronio, contribuirán, con su odio hacia Melibea y su afán de venganza por la muerte de sus amigos, al trágico final.

El siglo XV: Lenguaje y estilo en *La Celestina*

Para reflejar las diferencias de los dos mundos que acabamos de comentar, Fernando de Rojas distingue a unos personajes de otros por su forma de hablar. Así, los parlamentos de los personajes nobles son más cultos y ampulosos, con referencias históricas y citas de autores clásicos, y con un predominio de la retórica, a la manera de la comedia humanística, que se hace más visible en las intervenciones de Calisto. Precisamente por esto, no es difícil encontrar en los diálogos de estos personajes de clase alta un buen número de cultismos, paralelismos, juegos de palabras, enumeraciones, antítesis, epítetos y todo un derroche de retoricismo que, en ocasiones, sirve de burla. Por su parte, los personajes que pertenecen al grupo social más bajo hablan de una forma más llana y producen unos diálogos más vivos, salpicados de chistes, insultos, coloquialismos y refranes. En estos últimos se condensa la sabiduría popular y con ellos se caracteriza la forma de expresarse de los más humildes.

Garcilaso de la Vega

Vida y obra

Es inevitable referirse a Garcilaso de la Vega como el prototipo de caballero renacentista definido por el italiano Baltasar de Castiglione en El cortesano: hábil tanto para las armas como para las letras —dicho con sus propias palabras, «tomando, ora la espada, ora la pluma» (verso 40 de la Égloga III)—. El poeta toledano siempre ha interesado tanto por la calidad de sus poemas como por la intensidad de su breve vida.

Garcilaso canta al amor de una mujer llamada Elisa, a la que se ha identificado con Isabel Freyre, una dama portuguesa que acompañaba a la emperatriz. Seguramente, el poeta la conoció al año siguiente de casarse con Elena de Zúñiga. Isabel contrajo matrimonio más tarde y murió de parto en 1533.

La obra poética de Garcilaso consta de tres églogas, dos elegías, una epístola a su amigo Boscán, la «Oda a la flor del Gnido», cuatro canciones y treinta y ocho sonetos. Casi todos sus poemas son de tema amoroso, siguiendo el modelo típico del petrarquismo: el amor es un dolorido sentir. El enamorado consagra su vida a una mujer que nunca le corresponde. En consonancia con la doctrina neoplatónica, el amor y la mujer se idealizan, pues son un camino para acercarse a la suprema belleza.

Además, como otros escritores renacentistas, Garcilaso utiliza la mitología clásica, buscando en ella una forma de representar las diferentes situaciones de los poemas. Apolo y Dafne son un ejemplo de amor no correspondido; el descenso de Orfeo al reino de los muertos para buscar a Eurídice representa el poder del amor frente a la muerte, etc.

Sonetos y canciones

Aunque domina en ellos la influencia de Petrarca, también se puede apreciar la huella del poeta valenciano Ausiàs March.

Églogas

Además de los modelos clásicos, para las Églogas Garcilaso se inspira en La Arcadia, del italiano Sannazaro. En un paisaje idílico, el llamado locus amoenus, varios pastores se lamentan de sus sufrimientos amorosos:

  • Égloga I. En ella, el pastor Salicio se lamenta del rechazo de Galatea, mientras que Nemoroso llora la muerte de su amada. Ambos pueden representar al propio Garcilaso, aunque en la edición que preparó el humanista Francisco Sánchez de las Brozas (llamado el Brocense) en 1574 relacionó a Nemoroso con Boscán, el poeta amigo de Garcilaso, pues en latín nemus significa ‘bosque’.
  • Égloga II. Albanio, desesperado por el desdén de Camila, intenta quitarse la vida. Hay una alabanza de la casa de Alba.
  • Égloga III. A orillas del Tajo, cuatro ninfas tejen escenas de amor. Tres de esas escenas son de tema mitológico (Apolo y Dafne, Orfeo y Eurídice, Venus y Adonis), y la cuarta es el amor entre Nemoroso y Elisa.

Estilo de Garcilaso

Una vez más, tenemos que referirnos al ideal renacentista de elegancia y sobriedad. El léxico que usa el poeta toledano es sencillo, de sobra conocido por el público del siglo XVI, y sus poemas consiguen una armonía en la que los recursos retóricos pasan casi inadvertidos. En sus descripciones de la belleza femenina y del locus amoenus aparecen epítetos y símiles, hipérbatos, repeticiones y simetrías, pero nunca son un estorbo para la comprensión. Los encabalgamientos dan la sensación de que el verso fluye sin detenerse. Quizás el principal mérito de Garcilaso sea la capacidad para expresar la intensidad de sus sentimientos sin romper el equilibrio del conjunto.

En los dos fragmentos de la Égloga I que tienes a continuación, los pastores Salicio y Nemoroso comparan su desdicha presente con la felicidad del pasado:

Miguel de Cervantes

Vida

Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) nació en Alcalá de Henares. Fue soldado desde su juventud, luchó en la batalla de Lepanto y recibió varias heridas, una de las cuales le dejó inutilizada la mano izquierda. De ahí procede el apodo de el manco de Lepanto. Continuó en el ejército, sin embargo, hasta que en 1575 fue apresado por corsarios y estuvo cautivo durante cinco años en Argel. Al regresar a España, sus hazañas como soldado no le reportaron reconocimiento. Durante una década se ganó la vida como recaudador de impuestos, y estuvo viviendo en diversas localidades andaluzas. Pero acabó encarcelado en Sevilla, cuando quebró el banco donde depositaba el dinero recaudado. Siguió después a la corte a Valladolid y a Madrid, sucesivamente. Pocos años más tarde, en 1610, aspiró a trasladarse a Nápoles como miembro del séquito literario del conde de Lemos, a quien acababan de nombrar virrey. No logró sus pretensiones, y permaneció en Madrid hasta su muerte.

Estructura del *Quijote*

Primera parte (1605): las dos primeras salidas de los protagonistas

Como acabamos de apuntar, es posible que Cervantes tuviese la intención inicial de escribir un relato corto para plantear un tema de crítica literaria. Esta posibilidad se deduce del contenido de los seis primeros capítulos de la novela, concretamente los que narran la primera salida de don Quijote. Estos capítulos, conocidos como «la novelita» entre algunos estudiosos de la obra, podrían configurarse como un relato independiente, con una estructura y un argumento cerrados: Alonso Quijano, enloquecido por la lectura de malas novelas, se pone el nombre de don Quijote de la Mancha y abandona su casa para convertirse en un caballero andante. Sin embargo, sus aventuras fracasan pronto estrepitosamente y regresa maltrecho a su hogar. Una vez allí, mientras se repone, sus amigos, el cura y el barbero, hacen una hoguera donde queman los libros que han provocado la locura del protagonista. Todos ellos son obras que existían en la vida real, novelas de éxito en la época. Uno a uno, van decidiendo cuál merece ser quemado y cuál debe ser salvado. Si el Quijote finalizase con este episodio, el autor terminaría su novela con una reflexión sobre la literatura de su época, que era el primer objetivo de su obra.

Sin embargo, Cervantes decidió continuar con su narración. En el capítulo VII, apenas un mes después del forzoso regreso a su hogar, don Quijote se dispone a salir de nuevo. Para ello, pide a Sancho Panza que se convierta en su escudero, y juntos emprenden la segunda salida. A partir de aquí, Cervantes comienza a desarrollar un recurso típico de las novelas de caballerías: inventa la figura de un historiador, Cide Hamete Benengeli, sabio cronista arábigo que ha recopilado todas las hazañas y aventuras del famoso don Quijote de la Mancha y cuyos textos el narrador dice limitarse a traducir.

Esas aventuras son muy numerosas: el famoso episodio de los molinos de viento a los que se enfrenta el protagonista al confundirlos con gigantes; el de los cueros de vino con los que se bate en sueños en la venta; el humorístico juicio para averiguar si la bacía de barbero que don Quijote cree yelmo de Mambrino es definitivamente yelmo o bacía; la misión que encomienda a Sancho de llevarle una carta de amor a Dulcinea y que Sancho no lleva a buen término, lo cual le obliga a mentir a su señor, etc. Son aventuras muy variadas, pero todas tienen un elemento común que las caracteriza: don Quijote siempre ve el mundo real a través del prisma de la literatura y tiene un empeño constante en que la vida sea como la ha conocido en los libros.

La primera parte, además, está llena de digresiones y de variados personajes, cuyas historias se van cruzando con la de don Quijote y Sancho. Hablaremos más detenidamente de ello más adelante.

Segunda parte (1615): la tercera salida

La segunda parte se caracteriza por la habilidad con que Cervantes se mueve de la reali dad a la ficción y viceversa. De hecho, el argumento arranca de un dato real: la primer¿ parte del Quijote ha tenido gran éxito y el autor quiere dejar constancia de ello en 1c

segunda. Cuando comienza la acción, encontramos a don Quijote y a Sancho conversandc con el bachiller Sansón Carrasco sobre lo famosos que les ha hecho la crónica de Hamete Benengeli.

Los protagonistas se preparan para salir de nuevo y dar al historiador más motivos para escribir sobre ellos. En su tercera salida, vivirán las aventuras del Palacio de los Du-ques, el gobierno de Sancho en la ínsula Barataria o los enfrentamientos con el Caballe-ro de los Espejos y el de la Blanca Luna (en realidad, el bachiller Sansón Carrasco disfra-zado). Pero también sufrirán una desagradable experiencia: «un embustero perverso» ha escrito una «falsa historia sobre don Quijote y Sancho» y existen unos impostores qu andan por ahí haciéndose pasar por ellos e intentando manchar su buena reputación.

Con este episodio, el autor alude de nuevo a la vida real: se refiere a la publicación de

Quijote de Avellaneda, obra que un enemigo suyo, oculto bajo seudónimo, escribe com

Pretexto para atacar la creación literaria de Cervantes e insultarlo. Cervantes, a travé de sus personajes, responde a Avellaneda y deja bien claro quiénes son los verdadero don Quijote y Sancho.

El desenlace de la novela viene dado por el desánimo que los últimos acontecimiento

Provocan en don Quijote: ha sido derrotado en las playas de Barcelona por el Caballer de la Blanca Luna y se ha malogrado su sueño de convertirse en un héroe legendari

Desencantado, decide regresar a casa, donde muere rodeado de su familia y sus amigo

El final de la novela adquiere una doble interpretación. La primera se relaciona con ficción novelesca: sin ideales, don Quijote no puede vivir, solo la vida literaria tiene r zón de ser para él. La segunda tiene que ver con la realidad: la muerte del protagonis es un recurso de Cervantes para evitar que vuelva a ocurrir lo sucedido con Avellaned

muerto el protagonista, ya no habrá otras continuaciones posibles para el relato.