NTRODUCCIÓN:
“La Restauración Borbónica se enmarca en un contexto europeo y nacional convulso. Así, mientras que en el horizonte internacional se desarrolla el Imperialismo, la unificación de Italia y la Alemania de Bismarck, el auge de EEUU como gran potencia y la conflictividad obrera, el panorama nacional recibe a Alfonso XII en el marco de la inestabilidad generada por el caótico Sexenio Democrático (1868-1874). Sin embargo, el retorno alfonsino conlleva la implantación del sistema político diseñado por Cánovas del Castillo, un sistema balsámico que devolverá a España la estabilidad deseada mediante el turnismo, pero a la vez un sistema instalado en la farsa democrática que consolida el fraude electoral y el caciquismo. En definitiva, un sistema de claroscuros que habrá de solventar los problemas que, como la muerte de Alfonso XII, el desastre del 98 y el auge de los nacionalismos periféricos y el movimiento obrero, golpearán las últimas décadas del Siglo XIX”.
DESARROLLO SEGÚN EL DOSSIER:
“La inestabilidad del Sexenio Democrático fue el caldo de cultivo de las causas del retorno de los Borbones: por un lado, el viraje burgués hacia posturas más conservadoras que defendían la monarquía como garante de estabilidad, y por otro, la labor diplomática de los monárquicos que, pese a su división según el candidato preferido (Alfonso, Isabel II, el duque de Montpensier o Carlos VII), atrajeron apoyos a su causa, especialmente, en el Vaticano. En este contexto favorable, emerge como factor fundamental Antonio Cánovas del Castillo, quien hizo de Alfonso, heredero desde 1870, el candidato perfecto para ocupar el trono español. No en vano, así presentó al joven pretendiente ante España mediante el Manifiesto de Sandhurst (1874), como el rey de una monarquía católica y abierta al liberalismo no excluyente de moderados y progresistas. Sin embargo, este régimen que se jactaba de representar la paz se impuso por vía militar con el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto (1874). Cánovas se situó al frente de un ministerio-regencia hasta que Alfonso XII entró en Madrid en 1875 y se convirtió en presidente del Gobierno. Echaba a andar entonces la Restauración, un nuevo sistema político que perduró en España hasta el primer tercio del Siglo XX y que fue diseñado por Cánovas del Castillo, con ínfulas de asemejarse al modelo inglés y aspiraciones de tornarse en un sistema sólido y estable mediante equilibrio de poderes entre la Corona y el Parlamento, y entre el partido gobernante y el partido en la oposición. La teoría de este sistema político se asentó sobre tres pilares:”
1) El rey y las Cortes: De esta manera, ambas formaban la columna vertebral del Estado y, por lo tanto, debían ejercer la soberanía y el poder legislativo conjuntamente. Cánovas retoma así los planteamientos del liberalismo doctrinario y su defensa de la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, creando así una fórmula
equidistante entre el absolutismo y la democracia.
2) Bipartidismo: Partido Conservador y Partido Liberal:Siguiendo el modelo bipartidista inglés Cánovas pretendía que la labor de gobierno recayera en dos partidos principales. Su propósito consistía en garantizar la estabilidad del sistema y de las libertades, erradicando los vaivenes políticos extremos y los violentos conflictos entre partidos.El nuevo sistema debía asentarse sobre la tolerancia ideológica, la convivencia pacífica entre las diferentes opciones partidistas, no sólo configuró el Partido Conservador, el suyo propio, sino que también organizó su oposición con la colaboración de otro político pragmático, Sagasta que creó el Partido Liberal. El partido conservador fue continuado del moderado, integraba a los moderados, la Uníón Católica de Pidal y por supuesto, a los alfonsinos de Cánovas. El Partido Liberal aglutina a la izquierda moderada burguesa, excluidos del proyecto político de Cánovas quedaron los carlistas, por la derecha y los republicanos.
“Fuera del sistema de la Restauración también quedaron los grandes movimientos sociales de la segunda mitad del Siglo XIX, los regionalismos y nacionalismos y el movimiento obrero, que conformaron también la oposición al sistema. Entre los primeros destacan el catalanismo, que desde su origen en las Bases de Manresa de Prat de la Riba se desarrolla con la Lliga Regionalista de Cambó reclamando la autonomía política, y el nacionalismo vasco que, representado por el Partido Nacionalista Vasco (PNV) de Sabino Arana, sí reclamaba la independencia de España. También, en menor medida, destacan los nacionalismos gallego y valenciano, esbozados, respectivamente, por Manuel Murguía y el doctor Barberá. Por su parte, el movimiento obrero se desarrolló tanto en su vertiente anarquista, violenta y opuesta a la acción política, con la creación de la Federación de Trabajadores de la Regíón Española (FTRE) y, posteriormente, del sindicato CNT (Confederación Nacional de Trabajadores), como en su versión socialista, dispuesta a participar en el juego político mediante la creación, por parte de Pablo Iglesias, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y la fundación del sindicato UGT (Uníón General de Trabajadores).