Las Cinco Vías de Santo Tomás de Aquino para Demostrar la Existencia de Dios

Las Cinco Vías de Santo Tomás de Aquino

La noción “movimiento”, punto de partida de la primera vía, hace referencia a la observación de que en el mundo hay movimiento y cambio. La noción de “Primer Motor”, conclusión de la primera vía, concluye con que tiene que existir una primera causa que mueve todo y ese Primer Motor es Dios.

Primera Vía: El Movimiento

La primera vía observa que existe el movimiento, tal como lo muestran los sentidos. Puesto que todo lo que se mueve es movido por otro motor y este a su vez por otro, pero es imposible remontarse indefinidamente hacia atrás, es necesario admitir la existencia de un motor primero, que es Dios.

Santo Tomás parte del hecho del movimiento y toma su concepción de Aristóteles. Para Aristóteles, las cosas materiales (sustancias) son la realidad sometida a cambio. Estas tienen materia y forma. El cambio en las sustancias consiste en el paso de la potencia al acto. Al tener la materia la posibilidad de recibir formas, el acto es la impresión en la materia de alguna de esas formas.

La segunda premisa dice que siempre hay una causa que produce el movimiento y así se da una cadena de motores intermedios. Aquí aplica Santo Tomás el principio metafísico de causalidad.

En la tercera premisa Santo Tomás observa que no se puede llevar la cadena hacia atrás al infinito. Por eso es necesario admitir un Primer Motor inmóvil, causa primera del mundo y que a su vez no sea movido por ningún otro. Este es Dios. El primer motor inmóvil es simple, no está compuesto de materia y forma. Es Acto Puro, inmaterial, como el Dios cristiano.

Segunda Vía: La Causa Eficiente

La noción «causa eficiente primera» hace referencia a la conclusión de la segunda vía tomista para demostrar la existencia de Dios.

La segunda vía parte de que en el mundo sensible hay un orden de causas eficientes. Todo tiene su causa porque nada puede ser causa de sí mismo. Pero no se puede llegar hasta el infinito hacia atrás la serie de causas, por lo que hay una primera causa incausada, que es Dios. Aquí Santo Tomás se apoya en la causa eficiente siguiendo la teoría aristotélica de las cuatro causas. Todos los seres que existen son como son por su causa formal, material, eficiente y final.

La segunda premisa dice que todo es efecto de una causa. La causa eficiente es distinta del ser producido y además inferior a él. Así se observa una sucesión de causas eficientes que se ordenan en el tiempo. Santo Tomás admite en la tercera premisa que no existe una serie infinita hacia atrás de causas eficientes. Por tanto, hay que admitir la existencia de una Primera Causa Incausada, Dios.

Tercera Vía: La Contingencia

La noción «ser necesario» remite a la conclusión de la tercera vía en la que se acepta que tiene que existir un ser necesario que sea causa de la existencia de los demás y que es Dios.

La tercera vía parte de la contingencia de todos los seres. Todo ser contingente tiene una razón de su existencia. No podemos extender la contingencia a la totalidad del ser. Por tanto, hay que admitir la existencia de un Ser absolutamente necesario, Dios.

La primera premisa constata que las cosas son contingentes, que existen, pero podrían no haber existido. La segunda establece que todo ser contingente necesita de otro para existir. Santo Tomás distingue entre “ser en sí”, las sustancias, y “ser en otro”, las cualidades de las sustancias. Pero las sustancias no existen “por sí misma”, sino que necesitan de una causa que las produzca, esto también necesita de una causa anterior, y así sucesivamente. En la tercera premisa se ve que no es posible llevar al infinito esta cadena, por tanto, hay que afirmar la existencia de un Ser Necesario, Dios. Este existe y no puede no existir, es el ser “por sí mism”, es causa eficiente de todo lo que existe.

Cuarta Vía: Los Grados de Perfección

La noción «Ser Perfectísimo» hace referencia a la conclusión de la cuarta vía tomista para demostrar la existencia de Dios.

La cuarta vía observa que hay diversos grados de todas las perfecciones que se aproximan a la perfección absoluta. La causa última de la perfección debe ser perfecta por sí misma y por eso hay un Ser Absolutamente Perfecto que existe en sí y es causa del ser y la existencia de todo lo real.

En el mundo hay una jerarquía de valores en las cosas. Para poder valorar algo tomamos de referencia lo absoluto. Por tanto, debe existir un “ser perfectísimo”, causa absoluta de todas las perfecciones. Este es Dios. Aquí se observa la filosofía platónica, aunque Santo Tomás va más allá y concluye que el Dios creador es causa de la esencia y de la existencia de las cosas creadas.

Quinta Vía: El Orden del Universo

La noción «Inteligencia ordenadora» remite a la conclusión de la quinta vía en la que se acepta que tiene que existir un autor inteligente que dirija todas las cosas naturales hacia su fin.

La quinta vía tomista parte de la finalidad del mundo. En el mundo los seres operan por un fin, pero muchos seres carecen de inteligencia para proponérselo, por lo que hay que admitir la existencia de una Inteligencia ordenadora del mundo. Se observa que el mundo no es un caos sino un cosmos en el que reina el orden. Hay muchos seres naturales que no tienen inteligencia, pero obran por su fin. Esto es porque una inteligencia los conduce. Todo lo natural tiene un empeño por perfeccionarse. Aquí es donde encontramos a Dios como “inteligencia ordenadora” de toda la naturaleza. Dios es el Autor inteligente, la causa final que actúa como modelo porque es “infinita perfección”.

La Existencia de Dios y el Problema del Mal

La noción «existencia de Dios» se refiere al problema primero de la teología, la realidad de Dios. La noción «existencia del mal» se refiere a la presencia de lo malo, que puede negar la existencia de Dios.

Respecto a la “existencia de Dios”, Santo Tomás parte de la creación del mundo por Dios a partir de la nada. Cuando él estudia el ser creado sigue a Aristóteles y dice que el mundo está constituido por sustancias compuestas de materia y forma, que cambian con el paso de la potencia al acto. Todos los seres están en una escala jerárquica: Las sustancias inorgánicas, los vegetales, los animales y los hombres, los ángeles, y Dios, que es Acto Puro.

Santo Tomás añade la distinción entre esencia y existencia: la existencia es el acto por el cual Dios hace real a una sustancia. Pero, en Dios no cabe hacer esa distinción, puesto que para Él esencia y existencia son lo mismo. Respecto al problema de la naturaleza de Dios, Santo Tomás dice que no es corpóreo ni contingente ni compuesto (aspecto negativo), y que es bueno, sabio, misericordioso, etc (aspecto positivo). La verdadera definición Dios es la que él dio a Moisés: “Yo soy el que soy”; porque su esencia consiste en existir.

Para responder a la existencia del mal, Santo Tomás cita a San Agustín. Este rechazaba el maniqueísmo, no hay un principio del mal y otro del bien, solo hay un Dios. Este es el creador del mundo, pero no del mal, porque el mal no existe, es sólo la carencia del bien. Por tanto, Dios no puede haber creado el mal, ya que no es creable, sólo existe como una privación en el ser, que en conjunto es bueno.

Además del mal natural se da el mal moral. Siguiendo también a San Agustín, Santo Tomás concibe el mal moral como pecado causado por la libertad humana, que prefiere amar lo inferior (lo terrenal) por encima de lo superior (Dios). Su causa no es Dios, sino la voluntad del hombre cuando se aparta del bien.