La Existencia de Dios en la Filosofía de Santo Tomás de Aquino
Como filósofo cristiano, Santo Tomás de Aquino consideraba una tarea fundamental la demostración de la existencia de Dios. Tomás distingue entre verdades de razón y verdades de fe, refiriéndose razón y fe a ámbitos distintos: la razón al mundo natural, la fe a las verdades sobrenaturales. No obstante, hay verdades que son compartidas por la razón y por la fe. Y este es el caso de la existencia de Dios. La existencia y naturaleza de Dios es una verdad que viene adelantada por la fe, es un preámbulo de la fe, pero es también una verdad que se puede alcanzar mediante el razonamiento y la reflexión intelectual.
San Agustín había defendido que el alma humana puede encontrar, en sí misma, a Dios por medio de un proceso de interiorización. Más tarde, San Anselmo había mantenido que es posible alcanzar el conocimiento de la existencia de Dios a partir de la comprensión de la idea de Dios. Es el argumento ontológico. La idea de Dios es la idea de un ser perfectísimo, que posee todas las cualidades en grado máximo, todas las perfecciones. La inexistencia es una imperfección, porque es mejor existir que no existir. Por tanto, Dios, que es el ser perfecto, existe por definición. Tanto Agustín como Anselmo planteaban así que la existencia de Dios es algo evidente e indudable. Pero Tomás no está de acuerdo. La existencia de Dios es evidente en sí, pero no para nosotros. De hecho, hay ateos que la niegan. ¿Cómo hacer evidente para el común de los mortales la existencia de Dios? Partiendo del mundo que nos rodea y concluyendo en Dios como su causa necesaria. Son pruebas no a priori, sino a posteriori de la existencia de Dios, porque parten de la experiencia sensible.
Las Cinco Vías de Santo Tomás para Demostrar la Existencia de Dios
Tomás de Aquino propone cinco pruebas, cinco vías, que demuestran la existencia de Dios:
Primera Vía (del Movimiento): Es la más genuinamente aristotélica. Parte de un hecho: hay seres que se mueven. Todo lo que se mueve es movido por algo. Sin embargo, de no existir ningún motor primero (un motor inmóvil), este fenómeno sería inexplicable. Luego ha de existir ese primer motor inmóvil y este es Dios. (Nota: tras Galileo este argumento quedará obsoleto. Por el principio de inercia, todo objeto en movimiento se mueve indefinidamente mientras ninguna fuerza externa actúe sobre él. Lo que hay que explicar no es el movimiento o el reposo de los cuerpos, sino sus cambios: aceleración).
Segunda Vía (de la Causalidad Eficiente): Vemos a nuestro alrededor seres que son causados por otros y que a su vez causan otros. Los fenómenos naturales se suceden según cadenas causales: por ejemplo, un incendio es efecto de las altas temperaturas y un rayo, que incendió un árbol y este los de su alrededor y estos el bosque entero. El rayo a su vez fue causado por una tormenta que a su vez fue causada por la concentración de humedad en la atmósfera, etc. Todo es efecto de una causa anterior. Ahora bien, afirmar una regresión infinita de causas sería como no explicar nada. Tiene que haber una primera causa de todo, causa de todas las causas, y esa es Dios.
Tercera Vía (de la Contingencia): Todos los seres que nos rodean son contingentes. Existen, pero podrían no existir. Imaginemos que absolutamente todo fuese contingente, que no existe Dios, el ser necesario. Todo lo contingente, por definición, podría no existir y de hecho hubo un tiempo en el que no fue. Por tanto, si absolutamente todo es contingente, hubo un tiempo en el que no había nada. Pero si alguna vez hubo nada, entonces, nada pudo empezar a ser, pues de la nada, nada sale. Por lo que ahora mismo tampoco habría nada. Pero hay cosas: existimos nosotros y el mundo. Luego no todo puede ser contingente, tiene que haber un ser necesario, que exista y no pueda no existir: Dios.
Cuarta Vía (de los Grados de Perfección): Es evidente que a nuestro alrededor hay cosas más o menos perfectas, más o menos bellas, buenas, más o menos fuertes, santas, etc. En una palabra: en la naturaleza y en este mundo hay cosas mejores y peores, más o menos perfectas, hay gradación. Pero esto es así porque existe la perfección absoluta. De otro modo, no tendría sentido decir que una cosa es más perfecta que otra. Y ese ser perfectísimo, inmaculado, es Dios.
Quinta Vía (Teleológica): Observamos un orden y belleza en la naturaleza asombrosos. Los animales, el cuerpo humano, los ecosistemas, el Sol, la Luna y las estrellas, todo está ordenado armónicamente y en equilibrio. Piénsese en la complejidad del ojo humano, o en el ciclo del agua, en las estaciones, la belleza de la naturaleza y el equilibrio de los ecosistemas. Sin embargo, ni los bosques, ni los ríos, ni el Sol ni la Luna poseen inteligencia, piensan su actuación, sino que se desarrollan de forma natural. Todo apunta a que debe haber una inteligencia ordenadora, un ser inteligente que haya diseñado todo, pues tanta belleza y armonía no pueden ser producto de la casualidad. Y ese ser inteligente ordenador de todo es Dios.