La vida de Lázaro González Pérez
La obra, que trata de “Vuestra Merced”, está dividida en siete tratados y un prólogo, y cuenta en primera persona la historia de Lázaro González Pérez, un niño de origen muy humilde cuyo sobrenombre proviene del lugar donde nació, el río Tormes. Es hijo de Antona Pérez y Tomé González. Su padre es acusado de ladrón y obligado a luchar; muere durante una expedición contra los moros cuando Lázaro tiene ocho años. Con su madre se van a vivir a la ciudad, donde ella trabajaba para el comendador de la Magdalena.
Antona comienza una relación con un hombre negro llamado Zaide, con el que tiene otro hijo, y todos viven felices durante un tiempo hasta que Zaide es acusado de robar la comida y bienes con los que mantenía a la familia, y es capturado y azotado. En esta situación, su madre decide poner a Lázaro al servicio de un ciego que conoce en un mesón para que le enseñe a desenvolverse en la vida.
El ciego: astucia y crueldad
El ciego es un hombre astuto y cruel. La primera enseñanza que da a Lázaro es sugerirle que acerque la cabeza a una piedra donde “oirá un gran ruido”. Lázaro obedece y el ciego le golpea la cabeza contra la piedra, para enseñarle que no debe fiarse de nadie, ya que “el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo”. También es un hombre avaro y mata de hambre a Lázaro, que se ve obligado a aguzar el ingenio para conseguir comida, rivalizando en astucia con su amo en diversos episodios (el de las uvas, el del jarro de vino…).
El ciego le despierta a la maldad del mundo, y aunque le da muchas lecciones valiosas para la supervivencia, Lázaro, harto de golpes y malos tratos, finalmente decide abandonarle, no sin antes vengarse llevándole a darse de bruces contra un poste de piedra, momento que el muchacho aprovecha para huir corriendo.
El clérigo avaro
En el segundo tratado, Lázaro tiene un nuevo amo, un clérigo de Maqueda, que resulta ser muy avaro, aún más que el ciego. Harto de pasar hambre, comienza a sisar pan de un baúl donde el clérigo lo esconde. Para ello, se hace con una copia de la llave y la esconde en su boca mientras duerme. El clérigo nota que le falta pan del baúl y piensa que hay ratones. Un día, la llave silba en la boca de Lázaro mientras duerme y el clérigo confunde el sonido con el de una serpiente, golpeando en la cama a Lázaro pensando que está ahí la serpiente que le roba el pan. Lázaro queda malherido, y el clérigo, descubierto el engaño al ver la llave en su boca, le despide.
El escudero y la pobreza
El tratado tercero cuenta la historia del siguiente amo de Lázaro, un escudero que se encuentra en Toledo. Es un hombre de muy buena apariencia, por lo que el muchacho piensa que es rico. Sin embargo, al llegar a su casa, se da cuenta de que es una casa pobre, oscura y sin muebles. El escudero, aunque aparenta lo contrario, es muy pobre. Para poder comer, Lázaro tiene que mendigar, y es él el que alimenta a su amo con sus limosnas; pero la ley prohíbe mendigar por las calles, y Lázaro consigue comida de unas vecinas. Más tarde, el escudero decide abandonar la ciudad para no hacer frente al pago del alquiler de la casa, y Lázaro vuelve a quedarse solo.
El fraile y el buldero
En el tratado cuarto, Lázaro sirve a su siguiente amo, un fraile de la Merced, con el que está poco tiempo, ya que a este le gustaba mucho salir del convento y caminar, y pronto Lázaro se cansa de seguirle (también por cosas que no quiere contar). Dado que en ocho días Lázaro rompe sus zapatos de tanto caminar, el fraile fue su primer amo en regalarle un par de zapatos nuevos.
El siguiente amo de Lázaro es un vendedor de bulas o buldero, y en el tratado quinto describe los timos y estafas que lleva a cabo mediante la venta de indulgencias (una indulgencia o bula era un documento eclesiástico que certificaba, a cambio de una suma, la exención de años de purgatorio). El buldero estaba aliado a un alguacil, y ambos representaban un número donde fingían una posesión diabólica que se curaba con las bulas. Después de cuatro meses, Lázaro abandona al buldero.
El artista y el capellán
En el tratado sexto, Lázaro encuentra su siguiente amo, un artista pintor de panderos con el que permanece muy poco. Más tarde, en una iglesia, conoce al que será su séptimo amo, un capellán, que le da a Lázaro su primer trabajo remunerado, que consiste en vender agua en las ciudades. Tras cuatro años en ese oficio, Lázaro puede comprarse ropa y una espada, y abandona el oficio y al capellán.
El alguacil y el arcipreste
En el séptimo y último tratado, el siguiente amo de Lázaro es un alguacil, pero permanece muy poco con él, porque considera que su oficio es muy peligroso. Finalmente, consigue el cargo de pregonero de Toledo gracias al arcipreste de la Iglesia de San Salvador, el cual también le ofrece una casa y la posibilidad de casarse con una de sus criadas. Lázaro se casa con ella, pero hay rumores insistentes de que la criada es amante del arcipreste y que el matrimonio es una farsa para ocultar esa relación.
El motivo de contar la historia de su vida es que Lázaro escribe una carta donde se defiende de los rumores y de las burlas que recibe públicamente por la supuesta (y más que probable) condición de adúltera de su mujer. Lázaro, después de las penalidades que ha pasado en la vida para llegar a donde está, una situación acomodada y estable, decide ignorar los rumores y vivir feliz.