La Transición a la Democracia
El 20 de noviembre de 1975, el general Francisco Franco falleció tras casi 40 años de dictadura. Dos días después, Juan Carlos I asumió la jefatura del Estado y encargó la formación de gobierno a Arias Navarro.
El tímido papel aperturista de Arias Navarro fue sustituido por Adolfo Suárez, verdadero impulsor de la Transición junto al monarca. Las agudas dificultades fueron superadas hasta fortalecer la frágil democracia, que se consolidó definitivamente con la victoria electoral del PSOE en 1982.
Así pues, la presidencia de Arias Navarro combinó una tímida apertura con la tradicional represión. Al unísono, las fuerzas de izquierda se movilizaron en torno a la Junta Democrática, organizada por el PCE y Santiago Carrillo, y la Plataforma de Convergencia Democrática, dirigida desde el PSOE por Felipe González.
Frente a ellos, las fuerzas de ultraderecha intentaron boicotear el proceso democrático, encontrándose con respuestas armadas del terrorismo vasco y de grupos antifascistas.
En julio de 1976, Arias Navarro presentó su dimisión al quedarse sin el apoyo del rey, siendo nombrado presidente Adolfo Suárez. El 15 de diciembre se aprobó mediante referéndum la Ley de Reforma Política con un 94% de votos afirmativos, lo que supuso el principio del fin de la dictadura: se legalizaron los sindicatos UGT y CCOO, el Partido Comunista y se celebraron las primeras elecciones democráticas.
Los diferentes grupos se plantearon un objetivo económico y otro político: por este se elaboró y sancionó el 6 de diciembre de 1978 la nueva Constitución Democrática; por el primero, el 25 de octubre de 1977, las organizaciones obreras y patronales y los partidos políticos firmaron los denominados Pactos de la Moncloa.
Entre 1979 y 1982, la todavía frágil democracia española ahondó en el desarrollo legislativo de la Constitución. Así pues, se aprobaron por la vía rápida constitucional los estatutos de Cataluña, País Vasco, Galicia y más tarde Andalucía, consumándose el resto en 1983.
El desgaste político y las divisiones internas provocaron la dimisión de Adolfo Suárez el 29 de enero de 1981. El 23 de febrero se votaría presidente a Leopoldo Calvo Sotelo. El teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero intentaría un golpe de Estado que fracasaría, iniciándose con normalidad la gestión del nuevo presidente.
En 1982, el PSOE de Felipe González ganó las elecciones por mayoría absoluta e inició una etapa de hegemonía socialista. Su triunfo y su obra legislativa consolidaron definitivamente la democracia española. Los sucesivos gobiernos del Partido Popular de José María Aznar y el regreso del PSOE de Rodríguez Zapatero han situado a España en la plena modernidad política en el contexto de la UE.
Bienio Conservador
Como consecuencia del intento de golpe de Estado monárquico del general Sanjurjo, de los sucesos de Casas Viejas, de la división interna de la coalición de gobierno, del absentismo de la izquierda, la reorganización de la derecha y el presumible voto conservador de las mujeres, las elecciones de noviembre de 1933 darían la victoria a la derecha, con lo que la obra reformista sería obstaculizada durante el bienio conservador.
El nuevo gobierno recayó en el Partido Republicano Radical de Lerroux, quien contó con el apoyo de la Confederación Española de Derechas Autónomas de Gil Robles, aunque sin formar parte del gabinete. Este partido pretendía conferirle un giro conservador, situándose en la extrema derecha los partidos fascistas de Falange Española de José Antonio Primo de Rivera y las Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas de Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo.
Atentos al ascenso al poder de Hitler y temerosos de que la entrada en gabinete de miembros de la CEDA provocase un golpe de Estado desde el gobierno, la UGT hizo un llamamiento a la huelga general y a la insurrección armada. El gobierno de Lerroux respondió con una violenta represión en Asturias capitaneada por Franco, el encarcelamiento de Campany, la suspensión del Estatuto Catalán y la paralización parlamentaria de los demás, la censura de la prensa obrera, etc.
En 1935, el escándalo del estraperlo obligó a dimitir a Lerroux y la escasa solidez de los sucesivos gobiernos provocaría la convocatoria de nuevas elecciones. Con la intención de acelerar las reformas, Alcalá-Zamora sería sustituido en la presidencia de la República por Azaña, mientras que Casares asumía la presidencia del gobierno, cuya labor se centró en cuatro ejes fundamentales: impulsar la reforma agraria, intensificar la política educativa, la aplicación de una amplia amnistía a todos los presos políticos y el restablecimiento del Estatuto Catalán.
A partir de entonces, la radicalización política se acentuó, pero lo hizo al unísono con el resto de la sociedad europea, de modo que el estallido de una guerra civil no era inevitable. Esta radicalización se manifestó de tres maneras: por un lado, a través de la ocupación violenta de tierras en Andalucía y Extremadura y en la conflictividad sociopolítica en las ciudades. En la derecha, Falange de la JONS incrementaba sus actividades y planteaba abiertamente un régimen similar al de Mussolini, respondiendo el gobierno con su persecución legal y el encarcelamiento de José Antonio.
En este contexto, la clase conservadora brindó el soporte ideológico para que una parte del ejército diera un golpe de Estado. En conclusión, el bienio conservador significó el intento por parte de la clase conservadora de obstaculizar el proyecto reformista republicano, al principio utilizando los mecanismos democráticos y finalmente apoyándose en un sector del ejército según la tradición decimonónica.