La Segunda República Española: Reformas, Conflictos y Camino a la Guerra Civil (1931-1936)

II República Española (1931-1936)

En enero de 1930, dimite el dictador Primo de Rivera. Alfonso XIII intenta volver a la normalidad constitucional, pero el proceso es lento. Surge un descontento generalizado contra Berenguer (“el error Berenguer”). La oposición se organiza a través del Pacto de San Sebastián y, en diciembre, se produce un intento fallido de insurrección en Jaca para proclamar la República. El último gobierno de la monarquía, presidido por el almirante Aznar, convoca elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Estas elecciones se convierten en un plebiscito sobre la monarquía o la república. El triunfo de las candidaturas republicanas en las principales ciudades lleva a la proclamación de la República, primero en Éibar y luego en Valencia, Sevilla, Zaragoza, entre otras. La población sale a la calle y Alfonso XIII se exilia.

Gobierno Provisional y Constitución de 1931

Se forma un Gobierno provisional que abarca desde la derecha republicana (Maura, Alcalá Zamora) hasta los socialistas (Largo Caballero, Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos), con figuras republicanas como Azaña o Marcelino Domingo. Se convocan elecciones en junio para dotar a la República de una Constitución. Sin embargo, surgen los primeros conflictos sociales y la oposición de la jerarquía católica, culminando en mayo con la quema de conventos en varias ciudades. Las elecciones de junio otorgan una amplia mayoría a la conjunción republicano-socialista. Tras tres meses de debate y una crisis de gobierno, la derecha republicana y los radicales abandonan el ejecutivo. Azaña asume la presidencia del gobierno y se aprueba la Constitución en diciembre. Esta Constitución, de marcado carácter democrático y progresista, define la República como “de trabajadores de todas las clases”, resaltando su voluntad popular. El Estado se reserva la posibilidad de expropiación forzosa por utilidad social y se establece una amplia declaración de derechos, incluyendo el voto femenino, el matrimonio civil y el divorcio. Además, se decreta la separación total entre Iglesia y Estado.

El Bienio Reformista (1931-1933)

Entre 1931 y 1933, Manuel Azaña preside un gobierno de republicanos de izquierda y socialistas que impulsa un ambicioso programa de reformas:

Reforma Religiosa

La República busca limitar la influencia de la Iglesia y secularizar la vida social. Estas medidas se plasman en la Constitución, que establece la libertad de cultos, prohíbe la enseñanza a las órdenes religiosas y disuelve la Compañía de Jesús.

Reforma Agraria

Posiblemente el proyecto más ambicioso, busca mejorar la situación de los campesinos sin tierra y arrendatarios, así como modernizar la agricultura española, especialmente en regiones como Andalucía y Extremadura, donde la propiedad se concentra en pocas manos. La Ley se aprueba en septiembre de 1932, tras un considerable retraso. No se pretende colectivizar la tierra, sino expropiar latifundios y asentar campesinos. La aplicación de la ley, encomendada al IRA (Instituto de Reforma Agraria), tiene resultados limitados: se expropia menos de lo previsto y solo se asientan unas 12.000 familias. No obstante, tiene importantes consecuencias sociales, provocando la oposición de los grandes propietarios y la decepción de muchos jornaleros y arrendatarios.

Reforma de las Autonomías

Se abre la puerta a un sistema autonómico, concretándose en Cataluña con la aprobación del Estatuto de Nuria en 1932. Este Estatuto dota a Cataluña de un gobierno y parlamento propios y reconoce la cooficialidad del catalán. Las primeras elecciones al parlamento catalán dan la victoria a Esquerra Republicana de Catalunya. En el País Vasco, se elabora un proyecto de Estatuto con un enfoque más tradicional, pero no llega a promulgarse.

Reformas Sociales y Educativas

: con algunas leyes que mejoran las condiciones de los obreros, como la Ley de Contratos de Trabajo y la de Jurados Mixtos, también se promovió los seguros sociales y se reduce la jornada laboral en el campo. En el campo educativo se fomentó la educación gratuita y laica, se abrieron más de 10.000 escuelas de primaria. Para promover el desarrollo cultural de zonas desfavorecidas se crearon las Misiones Pedagógicas, como difusoras de las bibliotecas, el cine o el teatro.

La derecha se reorganizó en estos años. Los monárquicos (Maeztu, Pemán) crearon Acción Española, un núcleo ideológico para reforzar la derecha y Renovación Española de Calvo Sotelo. en 1933 los Falange Española de Primo de Rivera, antidemocrática, formaron un grupos paramilitares inspirados en el fascismo italiano. En todo caso, el gran grupo de la derecha fue la CEDA, con Gil Robles al frente. Se trataba de un partido de inspiración católica, accidentalista con las formas de gobierno y con grupos muy heterogéneos, desde la democracia cristiana de Jiménez Fernández a grupos autoritarios, como las JAP. En 1932, se dio el intento de golpe de estado de Sanjurjo en Sevilla.

Gran parte de la protesta obrera contra la República tuvo como protagonista a la CNT, en especial su ala más radical (FAI). Se incrementaron las huelgas, insurrecciones y ocupación de tierras en sucesos como los del Alto LLobregat, Arnedo, Castilblanco o Casas Viejas. Es precisamente en 1933 en un pueblecito de Cádiz, donde se declara el comunismo libertario. Esto llevó a la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones para noviembre de 1933.

Las elecciones de noviembre dan el triunfo a los partidos de centro-derecha, siendo el partido más votado la CEDA, que orientó su acción política al desmantelamiento de la obra reformista del anterior gobierno. Inicialmente el nuevo gobierno dejó fuera a la CEDA, y contrarrestó algunas reformas, se volvió a la dotación de culto y clero, se amnistió a los sublevados de 1932 y se frenó  la reforma agraria. Los gobiernos radicales estaban presionados en el Parlamento por la CEDA que reclamó acciones más contundentes contra la proliferación de huelgas y conflictos y exigió participar en el gobierno. Lerroux accedió a estas peticiones y otorgó en octubre tres carteras a la CEDA. En Asturias se convirtió en una revolución social. Columnas de mineros armados ocuparon los pueblos y sustituyeron a los ayuntamientos, con continuos enfrentamientos con la Guardia Civil, se crearon comités revolucionarios que asumieron múltiples competencias. El Gobierno mandó a la Legión que derrotó a los núcleos insurrectos. El balance del conflicto fue muy sangriento, con ejecuciones sumarias y una durísima represión. El otro foco del conflicto fue Cataluña (ya se había producido un enfrentamiento con el gobierno central por la cuestión de los Rabassaires). Companys decretó la República catalana dentro de la República Federal española, apoyado por UGT y el PSOE. En Cataluña la revuelta tuvo un carácter más político.

Como consecuencia aumentó la influencia de la CEDA, se suspendió el Estatuto de Cataluña, y se nombró a Gil Robles ministro de la Guerra. Incluso se da un anteproyecto de reforma de la Constitución. Sin embargo, no llegó a votarse por la crisis del gobierno. Los radicales se vieron envueltos en escándalos

como el caso Nombela. Alcalá Zamora retiró la confianza a Lerroux. Finalmente, después del gobierno Chapaprieta  se formó el gobierno Valladares que convocó nuevas elecciones para febrero de 1936. Se dio la unión de los partidos de izquierda en el Frente Popular (republicanos, socialistas y comunistas) con un programa común que volvía a las reformas anteriores, además de pedir la amnistía para los presos de octubre. Los partidos de derecha se unieron en el Bloque Nacional (CEDA, monárquicos y tradicionalistas). La CEDA realizó una campaña electoral muy agresiva, “Contra el comunismo y sus cómplices”. El resultado marcó una clara división, con el hundimiento del centro.

 El triunfo del Frente Popular no fue aceptado por la derecha, que desde el comienzo pensaba en un golpe militar. El triunfo electoral comportó la reorganización de la República, Manuel Azaña fue nombrado presidente de la misma. Se formó un gobierno de sólo republicanos (no participó el PSOE) presidido por Casares Quiroga,  y se puso en marcha toda una serie de reformas. Por otra parte, se reanudó el proyecto reformista, reanudándose el asentamiento de campesinos. Aumentó la tensión social. Por su parte la derecha pretendió adueñarse de la calle con patrullas  armadas de Falange que provocaron un clima de violencia. Para muchos sectores de la derecha el único recurso era el golpe de estado. Mola será el encargado de coordinar  una insurrección militar que debía triunfar en todas las ciudades. El golpe militar contaría con el apoyo civil de falangistas, tradicionalistas y buena parte de los militantes de la CEDA, que veían en Calvo Sotelo, y su autoritarismo antidemocrático, el dirigente más adecuado. El asesinato de éste dirigente derechista, como réplica al asesinato del teniente Castillo, fue determinante para la sublevación militar que comenzaba el 17 de julio de 1936 en Marruecos y un día después en el conjunto nacional.