La Romanización de Hispania: Un Legado Duradero

La Romanización de Hispania

La Península Ibérica se incluyó en el entramado político y cultural romano entre los siglos III a.C., momento en el que se inicia la conquista, y V d.C., cuando la crisis final del Imperio romano facilitó la entrada de los pueblos germánicos en el territorio. La intervención romana en la Península se entiende dentro del contexto de sus rivalidades comerciales con los cartagineses, que desembocarían en las llamadas Guerras Púnicas.

Las Guerras Púnicas y la Llegada de Roma

Tras la 1ª Guerra Púnica, el cartaginés Amílcar Barca y su yerno Asdrúbal iniciaron un cambio en la relación con la Península, dando a ésta un carácter más dominador: la Península proporcionaría a Cartago un importante suministro de plata y tropas con las que enfrentarse a Roma. Se fundó una capital que sería la base del territorio cartaginés en la Península: Cartago Nova.

Los problemas con Roma surgirán de nuevo con la disputa por la ciudad de Sagunto, aliada de Roma pero situada en territorio de influencia cartaginesa. Aníbal puso sitio a Sagunto y se planteó la conquista de Roma por tierra desde territorio ibérico; la 2ª Guerra Púnica había comenzado y es entonces cuando se produce la entrada de Roma en la Península Ibérica para cortar los suministros que tanto daño estaba provocando en la Península Itálica. El resultado final será el dominio de Roma sobre el levante y el sur peninsular.

La Conquista de Hispania comenzará con el desembarco romano en Ampurias en el 218 a. C. y será concluida por César Augusto en el 19 a. C. Roma tardaría dos siglos en dominar por completo la Península Ibérica.

El Proceso de Romanización

¿Qué es la Romanización?

Llamamos proceso de romanización al proceso de asimilación, por parte de los pueblos peninsulares, de la cultura y organización de Roma. Es un proceso fundamental porque nos define como pueblo de raíz latina y sienta las bases de nuestra personalidad histórica. Supondrá también el paso de la diversidad de la Iberia prerromana, a la unidad de la Hispania romana. Y en él adoptaremos el desarrollo urbano, el Derecho, la lengua y el arte romanos.

Este proceso no es uniforme: Andalucía y Levante van a ser las más romanizadas. La romanización es, pues, más intensa de Sur a Norte y de Este a Oeste. La observamos a través de:

A) La Organización Administrativa

En el año 197 a.C., se procedió a la primera división administrativa del territorio, decisión que revela cómo Roma decide firmemente su dominio. Roma dividió Hispania en provincias. Al frente de cada una de ellas había un gobernador llamado rector y al lado suyo, un gobierno colegiado (la Asamblea provincial o Concilium). Así, las tierras incorporadas se dividen en dos provincias: la Citerior (valle del Ebro) y la Ulterior (en torno al Guadalquivir).

En el año 27 a.C., Augusto divide la Hispania Ulterior en dos: Bética y Lusitania y llama a la Citerior Tarraconense. Diferencia entre unas provincias llamadas “senatoriales” (aquellas pacíficas, ricas y prósperas que no necesitaban la presencia de tropas) y las “imperiales” (que dependían directamente del emperador, ubicadas en territorios poco seguros y en las que residían las legiones). Las provincias quedaron divididas en unidades más pequeñas para la administración de justicia llamadas conventos. Posteriormente irán apareciendo desgajadas de la Tarraconense, la Galaecia y la Cartaginense y también se añadirá en el norte de África, la Mauritania Tingitana. En el s. IV se hace la última rectificación y nace la provincia Baleárica.

B) La Ciudad

Las ciudades eran núcleos irradiadores de la nueva cultura. Se fundaron ciudades nuevas (Mérida, Hispalis, Itálica, León) y se revitalizaron ciudades antiguas. Existían dos grandes tipos de ciudades:

  • Las ciudades indígenas, pobladas por gente autóctona, estaban en condiciones que variaban dependiendo del grado de resistencia que habían ofrecido durante la conquista: las ciudades que no se enfrentaron con Roma serán respetadas y tendrán una consideración de iguales en unos pocos casos (como Sagunto) y en otros mantendrán su organización a cambio del pago de un tributo y una aportación militar; las ciudades que se opusieron a Roma firmemente, fueron tratadas con la máxima dureza (el destino de los vencidos es la esclavitud o la muerte. Fue el caso de Numancia).
  • Las ciudades romanas o colonias, núcleos generalmente de nueva creación habitadas por ciudadanos romanos en su mayoría y organizadas según el modelo romano.

Finalmente Vespasiano en el s. I estableció con el “Edicto de Latinidad” que todas las ciudades indígenas libres quedaran convertidas en ciudades romanas. Adoptaron un modelo de gobierno romano con magistraturas que duraban un año, y que eran ocupadas por dos magistrados. Había cuestores (encargados de la recaudación), ediles (encargados de la seguridad pública) y duunviros (dos alcaldes).

C) La Sociedad

La posición social de las personas estaba marcada por criterios legales y económicos. La primera gran división era la que marcaba la existencia de hombres libres y no libres.

  • Hombres libres. Pueden ser ciudadanos o no ciudadanos. La ciudadanía romana concedía privilegios políticos, militares y sociales. Los hombres libres pero no ciudadanos carecían de derechos políticos pero tenían derechos civiles como tener propiedades, heredar… En Hispania al principio, la inmensa mayoría de la población eran personas libres no ciudadanas, pero luego el número de ciudadanos creció, por concesiones a los que prestaban servicios a Roma, hasta que en el s. III Caracalla concede la ciudadanía con carácter universal a todos los hombres libres. A esta diferenciación legal se superpone una distinción de tipo económico: los ciudadanos que pertenecían a la élite se incluían en unos grupos llamados “órdenes” (senatorial, ecuestre y decurional: son altos cargos de la administración, dirigentes del ejército, gobernantes locales…grandes y medianos propietarios de tierras por tanto) y la masa de los ciudadanos constituía la plebe: pequeños artesanos y comerciantes, campesinos… Por debajo de estos dos grupos, estaban los hombres libres que no eran ciudadanos.
  • Hombres no libres: Los esclavos eran prisioneros de guerra o hijos de otros esclavos. Constituyen la mayor parte de la mano de obra que se dedica a la agricultura y a la minería. Los que tienen mejores condiciones de vida son los esclavos domésticos; los que peores, los que trabajan en las minas. Los esclavos que son manumitidos o liberados de su condición se convertían en libertos, que mantenían una situación de cierta dependencia hasta la tercera generación (ya definitivamente liberada).

D) La Economía

Anteriormente a la entrada de Roma, la práctica totalidad de la península vivía en una economía rural de subsistencia con muy escaso tráfico comercial, a excepción de los núcleos urbanos ubicados en la costa mediterránea. Con la romanización se impondrán los elementos económicos propios del esquema romano: desarrollo urbano, generalización del uso de la moneda, utilización de mano de obra esclava, propiedad privada… Y la economía hispana experimentaría una gran expansión.

Agricultura

Se producen avances técnicos notables (la introducción del barbecho, arado, regadío…) que se mantuvieron prácticamente hasta el siglo XVIII. La base de producción se fundamenta en la tríada mediterránea: olivo, cereales y vid. El cultivo del olivo se extendió de cara a la exportación de aceite. Los cereales eran la base de la alimentación. La vid, se enfocaba a la exportación a Roma, aunque en menor escala que el aceite.

Minería

La minería fue objeto de una explotación intensiva realizada por mano de obra esclava en unas condiciones terribles. El cobre de Riotinto, el plomo del Sur y Sureste, la plata de Cartagena, el hierro del Norte y el oro del Noroeste se aprovecharon al máximo.

Industria

La industria fundamental siguió siendo la de salazón y escabeches de pescados, destaca la de producción de”garu” (una salsa que se producía mediante un proceso de maceración de las vísceras del pescado). Ocupa un segundo lugar la industria del aceite y del vino, la industria textil (lino, lana), el trabajo de armas…

E) La Cultura y las Obras Públicas

La integración de Hispania en el mundo romano ofreció hombres excepcionales tanto desde el punto de vista cultural (Séneca) como político (emperadores como Trajano, Adriano o Teodosio). Y unido al desarrollo de las ciudades, corre paralelo el de las obras públicas. Entre ellas cabe mencionar las calzadas. Su existencia es vital en el sentido militar, y en el económico. En Hispania destacó la Vía de la Plata y la Augusta. Los puentes fueron complemento indispensable de las calzadas. Destacan los de Alcántara (Cáceres) y Mérida. Los acueductos abastecían de agua a las ciudades, destacando el de Segovia. También los lugares de esparcimiento surgen en torno a las ciudades importantes: los anfiteatros, de Mérida e Itálica; los teatros, de Sagunto o Mérida, y los circos, como el de Mérida. También los monumentos conmemorativos como los arcos de triunfo (el de Bará, en Tarragona).

Conclusión: Un Legado Duradero

La romanización significó que nuestra historia estuviera ya unida a la cultura romana. Por ello, nuestro futuro inmediato estuvo unido al que sufriría el Imperio Romano. En Hispania también pasaremos por una crisis económica a partir del s. III; muchas ciudades fueron reduciendo progresivamente su actividad y la falta de expectativas económicas y la inseguridad estimularon la emigración hacia el campo circundante. Esta ruralización acabó con los restos de la economía comercial, la autosuficiencia se generalizó y la moneda se hizo cada vez más escasa. Y desde luego, aquí llegarán invasiones de los pueblos bárbaros (suevos, vándalos, alanos) que propiciarán al final la entrada de los visigodos, primero como tropas aliadas de Roma para luchar contra ellos y tras la caída del último emperador romano, como pueblo que, empujado por los Francos, entra en la Península para quedarse constituyendo un Reino con capital en Toledo.

on capital en Toledo.