Industrias y Fábricas
Las nuevas fábricas significaron una concentración del capital y del trabajo, el aumento de la producción y del consumo, y la aparición de nuevas formas de producción y de nuevas relaciones económicas y sociales. Estos procesos se desarrollaron en principio en la industria textil; luego seguiría la producción industrial. La manufactura tradicional se centralizó en las fábricas.
Lana y Algodón
A los productores de lana no les interesaba la competencia de unos tejidos de algodón que venían de fuera. La prohibición de importar las preciadas telas de algodón de India precipitó el desarrollo de la industria británica del algodón. Se eliminó un enemigo exterior, pero se creó un adversario interior más peligroso, porque los tejidos prohibidos de algodón comenzaron a producirse en Gran Bretaña.
Las Máquinas de Hilar y de Tejer
La mecanización de la producción textil fue un proceso que se desarrolló a lo largo de casi un siglo. Representó, a pesar de su lentitud, novedades radicales en la técnica. En 1733, John Kay inventó el telar de lanzadera volante con el que se tejía, en menos tiempo, una pieza de un tamaño mayor que el que, hasta entonces, permitía las distancias entre los brazos del tejedor. Hacia 1779, Edmund Crompton inventó una máquina llamada mule que producía un hilo muy fino y resistente y contribuyó en la desaparición de la industria doméstica. Edmund Cartwright inventó el primer telar mecánico.
La Energía y la Máquina de Vapor
El uso de energías distintas de la humana es uno de los rasgos esenciales de la industria moderna; sin ellas, a pesar de la existencia de máquinas, la producción se habría mantenido en límites muy bajos. La máquina de vapor, que James Watt inventó y perfeccionó en 1781, fue la innovación más importante hasta esa época en el campo de la energía. Su origen se encuentra en las explotaciones mineras, donde se utilizaban bombas movidas por la combustión de carbón para extraer agua mediante un movimiento de abajo arriba.
El Hierro y la Hulla
La nueva energía del vapor exigía un mayor consumo de carbón, y las nuevas máquinas demandaban más hierro, más acero y nuevas técnicas siderúrgicas. La asociación entre el carbón y el hierro fue característica de los primeros procesos de industrialización. La industria siderúrgica desempeñó en la industrialización británica un papel de estímulo y difusión, suministrando a bajo precio las mercancías más necesarias para las industrias y los equipamientos básicos. La minería y la siderurgia británicas estaban en condiciones de responder a la masiva demanda del carbón y hierro que generó, desde 1830, la instalación del tendido del ferrocarril en las Islas Británicas.
Gran Bretaña: El Primer País Industrial del Mundo
La abundancia de recursos naturales, el elevado crecimiento demográfico, las transformaciones agrarias, el crecimiento de la demanda, su posición favorable en el comercio internacional, la disponibilidad del capital, las innovaciones tecnológicas… Cada uno de estos elementos es una variable que depende de las demás y, a la vez, influye en el conjunto. Gran Bretaña se convirtió en la primera potencia mundial, aunque las antiguas potencias europeas y los nuevos Estados Unidos intentaron emular las transformaciones económicas e industriales británicas, tuvieron que comenzar sus procesos de industrialización de modo más lento y en un escenario muy diferente, porque en la economía internacional ya existía un capitalismo industrial poderoso con el que habría que competir. Las doctrinas del liberalismo económico, elaboradas con anterioridad por el pensamiento ilustrado, fueron aplicadas en el estado y economía británica.
La Difusión de la Industria en la Europa Continental
La difusión de la industrialización y del crecimiento económico fue una “conquista pacífica”, lenta y gradual. El despegue industrial de Bélgica y del norte de Francia se produjo desde 1830. La región industrial del Ruhr se desarrolló más tarde. Otros focos destacados de industrialización textil o metalúrgica se encontraban en Cataluña, el norte de Italia, Alsacia, Silesia, Sajonia, Moravia, el País Vasco, etc. Si en Gran Bretaña la industrialización se había desplegado sobre la base de la iniciativa privada, en el continente tuvieron más influencia las decisiones de los estados. El desarrollo de la industrialización se mide al comparar sus principales indicadores económicos con el primer país industrial. Bélgica, Francia o Alemania han sido caracterizados como first comers, porque fueron los primeros en llegar. Otro grupo de países, entre los que se encuentran Rusia, Austria-Hungría, Italia y España, son los later comers, avanzados al siglo XIX y XX.
La Revolución de los Transportes
La Revolución Industrial no habría sido posible si no se hubiese producido, de forma paralela y unida a ella, una auténtica revolución de los transportes. La auténtica transformación se produjo con la llegada del ferrocarril. La aplicación de la fuerza del vapor al transporte sobre raíles de acero son los mejores símbolos del siglo XIX. El inglés Stephenson logró, en 1814, que una locomotora con 30 toneladas circulara a 7 km/h. La primera red de ferrocarriles fue la británica. La construcción de ferrocarriles se constituyó como un auténtico sector económico; el capitalismo del siglo XIX se apoyaba sobre la tríada: fábricas, bancos y ferrocarriles. El ferrocarril se había convertido en un instrumento de unión para los mercados y las naciones. La aplicación del vapor a la navegación permitió construir buques de mayor tonelaje y aumentar el comercio internacional y abaratar los precios del transporte. El telégrafo eléctrico supuso el primer paso para la transmisión rápida de la información. El teléfono sonó por primera vez en Estados Unidos en 1876.