La Restauración en España: Del Auge al Declive (1874-1898)

El Sistema Político de la Restauración (1874-1898)

El periodo de la Restauración en España se inició tras el golpe de estado del general Pavía en 1874, que puso fin a la Primera República. El gobierno del general Serrano, establecido tras el golpe, se enfrentó a numerosos desafíos: crisis económica, inestabilidad social y política, la Tercera Guerra Carlista y la Guerra de los Diez Años en Cuba. En este contexto, Antonio Cánovas del Castillo, político conservador, emergió como figura clave para articular la Restauración borbónica en la figura de Alfonso XII.

Cánovas del Castillo logró la abdicación de Isabel II y redactó el Manifiesto de Sandhurst, donde Alfonso XII exponía su proyecto político: una monarquía liberal y parlamentaria, la unidad de España con un poder centralizado y la defensa de la tradición católica. Aunque Cánovas buscaba una transición pacífica, el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto (29 de diciembre de 1873) precipitó la proclamación de Alfonso XII como rey, dando comienzo a la Restauración.

Consolidación del Sistema Canovista

Durante el reinado de Alfonso XII, el sistema ideado por Cánovas se consolidó con la aprobación de la Constitución de 1876. Esta Constitución, de carácter moderado, establecía la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, reforzando el papel del monarca. Se instauró un sistema bicameral y se mantuvo la confesionalidad católica del Estado. La centralización administrativa supuso la supresión de los fueros vascos.

El sistema político diseñado por Cánovas buscaba evitar los pronunciamientos militares mediante el turnismo pacífico en el poder de dos grandes partidos:

  • El Partido Conservador, liderado por Cánovas del Castillo, representaba a la alta burguesía y la aristocracia terrateniente.
  • El Partido Liberal, liderado por Práxedes Mateo Sagasta, aglutinaba a progresistas, demócratas y sectores de la clase media.

Ambos partidos, con escasas diferencias ideológicas, garantizaban la estabilidad del sistema. El proceso electoral estaba controlado por el gobierno, a través del Ministro de la Gobernación, que manipulaba los resultados para asegurar la alternancia entre conservadores y liberales. Esta práctica, conocida como caciquismo, impedia la representación real de otras fuerzas políticas como republicanos, carlistas o el incipiente movimiento obrero.

El turnismo se fortaleció con el Pacto del Pardo, un acuerdo no escrito entre Cánovas y Sagasta para mantener el sistema y respetar las leyes aprobadas por los gobiernos de ambos partidos.

Oposición al Sistema de la Restauración

A pesar de la aparente estabilidad, el sistema de la Restauración se enfrentó a la oposición de diversas fuerzas políticas y sociales:

  • El Carlismo: Debilitado tras la Tercera Guerra Carlista, seguía manteniendo un importante apoyo en algunas regiones.
  • Los Nacionalismos: El catalanismo, con partidos como la Unió Catalanista (1891) o la Lliga Regionalista (1901), y el nacionalismo vasco, con la fundación del PNV en 1894, reclamaban mayor autonomía e incluso la independencia.
  • El Movimiento Obrero: Dividido entre socialistas y anarquistas, comenzaba a organizarse y a luchar por mejorar las condiciones laborales de la clase trabajadora.
  • Los Republicanos: Aunque atravesaron crisis internas, ganaron fuerza a finales del siglo XIX debido al descrédito del turnismo y la crisis del 98.

El Desastre del 98 y la Pérdida de las Últimas Colonias

Tras la independencia de las colonias americanas a principios del siglo XIX, España conservaba Cuba y Puerto Rico en el Caribe, Filipinas en el Pacífico y algunos territorios en África. Estas colonias se caracterizaban por una economía basada en la agricultura de exportación (azúcar de caña, café, tabaco) y la explotación de mano de obra esclava.

Cuba y Puerto Rico, por su proximidad a Estados Unidos, tenían una importancia estratégica. Eran mercados cautivos obligados a comprar productos españoles a través de leyes arancelarias, pero carecían de autonomía política. En Filipinas, la presencia española era limitada, con escasa presencia militar y un gran poder de las órdenes religiosas.

Guerra de Cuba y Crisis del 98

La Guerra de los Diez Años (1868-1878) en Cuba, iniciada con el Grito de Yara liderado por Carlos Manuel de Céspedes, buscaba la abolición de la esclavitud y la independencia. A pesar de la Paz de Zanjón (1878) y la promesa de reformas, el incumplimiento de las mismas por parte del gobierno español provocó la Guerra Chiquita (1879-1880). La abolición de la esclavitud en Cuba se produjo finalmente en 1886.

Los sucesivos gobiernos españoles ignoraron las demandas de autonomía cubana, lo que radicalizó el movimiento independentista. En 1895, estalló la Guerra de Independencia cubana con el Grito de Baire. En 1896, se inició la Revolución Filipina contra España. La respuesta española fue la represión, pero la relación de los líderes independentistas con Estados Unidos llevó a la intervención de este país en la guerra.

En 1898, tras las derrotas en Cuba (Santiago de Cuba) y Filipinas (Cavite), España firmó el armisticio con Estados Unidos. La Paz de París, firmada en diciembre de 1898, supuso la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas a manos de Estados Unidos. Cuba obtuvo la independencia bajo la tutela estadounidense, mientras que Filipinas se convirtió en colonia de Estados Unidos. En 1899, España vendió sus últimas posesiones en el Pacífico (islas Carolinas, Marianas y Palaos) a Alemania.

Consecuencias del Desastre del 98

La pérdida de las últimas colonias tuvo un profundo impacto en España:

  • Consecuencias Demográficas y Sociales: Cerca de 120.000 muertos durante las guerras coloniales, la mayoría por enfermedades. Las clases bajas fueron las más afectadas por la guerra, al no poder pagar la redención en metálico para librarse del servicio militar.
  • Consecuencias Económicas: Subida de precios, pérdida del mercado colonial, repatriación de capitales, parón industrial en Cataluña.
  • Consecuencias Políticas: Desprestigio de los partidos dinásticos, descrédito del sistema de la Restauración, auge de los nacionalismos periféricos.
  • Consecuencias Ideológicas: Surgimiento del Regeneracionismo, un movimiento intelectual que criticaba la situación del país y abogaba por una regeneración moral y política. La Generación del 98, con autores como Unamuno, Baroja, Maeztu o Azorín, reflejó en sus obras la crisis de fin de siglo. También se desarrolló un sentimiento de antiamericanismo, culpando a Estados Unidos del desastre colonial.

Evolución Demográfica y Social en la España del Siglo XIX

A lo largo del siglo XIX, la población española experimentó un crecimiento significativo, pasando de 10,5 millones de habitantes a principios de siglo a 18,6 millones a finales. Este aumento se debió a una serie de factores, entre los que destacan las mejoras en la salud pública y la higiene, aunque el crecimiento demográfico español fue menor al de otros países europeos. La esperanza de vida al nacer seguía siendo baja, alrededor de 35 años en 1900.

A pesar de las mejoras, la población española se enfrentaba a crisis de subsistencias, epidemias y malas condiciones de vida, especialmente en las zonas rurales. Los desequilibrios regionales eran notables, con una mayor concentración de la población en la periferia peninsular y un éxodo rural hacia las ciudades en busca de mejores oportunidades.

Emigración y Crecimiento Urbano

La emigración a ultramar se intensificó a finales del siglo XIX, principalmente hacia América (Argentina, México, Cuba) y el norte de África (Argelia, Marruecos). Las regiones de procedencia de los emigrantes eran principalmente Asturias, Cantabria, Cataluña y Galicia.

Dentro de España, la población abandonaba la Meseta Central (excepto Madrid) para dirigirse a la costa mediterránea y atlántica, así como a las ciudades. Este éxodo rural se debía a la búsqueda de tierras más fértiles, el atraso de la agricultura tradicional, el desarrollo industrial en algunas zonas y la mejora de las comunicaciones.

El crecimiento urbano fue notable durante la segunda mitad del siglo XIX. En 1836, alrededor del 10% de la población vivía en centros urbanos, cifra que aumentó hasta el 17% en 1900. Las ciudades más importantes eran Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga y Zaragoza. A finales de siglo, solo Madrid y Barcelona superaban los 500.000 habitantes.

Transformación Social: de la Sociedad Estamental a la Sociedad de Clases

Durante el siglo XIX, la sociedad española experimentó una profunda transformación, pasando de una sociedad estamental a una sociedad de clases. La industrialización, el desarrollo del capitalismo y la abolición del régimen señorial contribuyeron a este cambio.

  • Clase Alta: Formada por la aristocracia terrateniente, la alta burguesía financiera e industrial, altos funcionarios y profesionales liberales. Controlaban la economía y la política.
  • Clase Media: Grupo reducido formado por pequeños empresarios, comerciantes, funcionarios de nivel medio, profesionales liberales y militares de rango medio. Aspiraban a mejorar su posición social.
  • Clases Populares: Constituían la mayoría de la población. Campesinos, jornaleros, obreros industriales y artesanos. Sus condiciones de vida eran precarias, con bajos salarios, largas jornadas laborales y escaso acceso a la educación.

Desamortizaciones, Industrialización y Comercio en la España del Siglo XIX

Desamortizaciones

Las desamortizaciones fueron un conjunto de medidas legislativas que se llevaron a cabo en España durante el siglo XIX con el objetivo de expropiar y vender bienes pertenecientes a la Iglesia Católica y a los municipios. Las dos desamortizaciones más importantes fueron la de Mendizábal (1836-1837) y la de Madoz (1855).

  • Desamortización de Mendizábal (1836-1837): Impulsada por el ministro Juan Álvarez Mendizábal durante la Regencia de María Cristina, afectó principalmente a los bienes del clero regular (órdenes religiosas). El objetivo era obtener recursos para financiar la guerra carlista, reducir la deuda pública y crear una clase de pequeños propietarios que apoyaran al liberalismo.
  • Desamortización de Madoz (1855): Promovida por el ministro Pascual Madoz durante el Bienio Progresista, afectó a los bienes del clero secular (catedrales, parroquias) y a los bienes comunales de los municipios. El objetivo era obtener recursos para financiar la construcción del ferrocarril y otras obras públicas.

Consecuencias de las Desamortizaciones

Las desamortizaciones tuvieron importantes consecuencias económicas, sociales y políticas:

  • Concentración de la Propiedad: Los principales beneficiarios fueron la burguesía y la aristocracia, que adquirieron grandes extensiones de tierra a precios bajos. Los campesinos pobres no pudieron acceder a la propiedad de la tierra, lo que agravó el problema del latifundismo en el sur de España.
  • Aumento de la Producción Agrícola: La puesta en cultivo de nuevas tierras y la introducción de mejoras técnicas incrementaron la producción agrícola a corto plazo.
  • Transformación del Paisaje Rural: La roturación de tierras, la deforestación y la creación de nuevos cultivos modificaron el paisaje rural español.
  • Pérdida del Patrimonio Artístico: Muchos conventos y monasterios fueron abandonados o derribados, lo que supuso la pérdida de un importante patrimonio artístico e histórico.

Industrialización

La industrialización en España fue un proceso tardío y desigual en comparación con otros países europeos. Los principales obstáculos fueron la inestabilidad política, la escasez de capitales, la falta de infraestructuras, la dependencia tecnológica del exterior y la competencia de los productos extranjeros.

A pesar de las dificultades, durante el siglo XIX se desarrollaron algunos núcleos industriales importantes:

  • Industria Textil: Cataluña se convirtió en el principal centro textil de España, especializado en la producción de tejidos de algodón. La industria catalana se benefició de la protección arancelaria, la disponibilidad de mano de obra y la introducción de maquinaria moderna.
  • Industria Siderúrgica: El País Vasco y Asturias desarrollaron una importante industria siderúrgica gracias a la abundancia de hierro y carbón. La construcción del ferrocarril impulsó la demanda de hierro y acero.
  • Minería: La demanda de carbón y minerales metálicos para la industria impulsó la actividad minera en Asturias, el País Vasco, Sierra Morena y otros puntos de España.

Comercio y Comunicaciones

A lo largo del s. XIX, se desarrolla una sociedad liberal-burguesa y capitalista, se produjo la desvinculación de bienes de la nobleza y la desamortización de bienes eclesiásticos y municipales. A. La desamortización, primero de los bienes eclesiásticos y luego de los pueblos, se produjo con gobiernos liberales, (s.XIX al s.XX). Las medidas desamortizadoras más importantes fueron las llevadas a cabo por Mendizábal (1836-1837) y Madoz (1855) Mendizábal aprobó un decreto desamortizador en 1836, en medio de la primera guerra carlista, que supuso la expropiación y venta de los bienes del clero regular. se pretendía ganar la guerra carlista; eliminar la deuda pública; atraerse a los sectores beneficiarios de la desamortización a la causa liberal; mejorar la Hacienda y disminuir la influencia de la Iglesia. Frailes y monjas. El Estado, solo subastó las tierras casas, monasterios, las bibliotecas. Se declararon extinguidos los conventos que no tuvieran un número mínimo de monjes. Al año siguiente, en 1837, otra ley sacó a subasta los bienes de clero secular catedrales, parroquias, cofradías, su ejecución se llevó durante la regencia de Espartero 1841. Madoz, en la desamortización en 1855, puso en venta todos los bienes de propiedad colectiva. (eclesiásticos que quedaban). Había dos tipos de bienes: los propios, que aportaban una renta a los municipios, y los llamados comunes que eran utilizados por los vecinos del lugar (pastos…). Diferencias a la de Mendizabal: El dinero iba para el desarrollo industrial del país y la construcción del ferrocarril. La propiedad del dinero, que sería de los Ayuntamientos y no del Estado; sin embargo, se transformaba en bonos del Estado (Deuda pública), Consecuencias negativas No sirvió para que las tierras se repartieran entre los más desfavorecidos, porque no hubo una reforma agraria, sino conseguir dinero para el Estado; sin embargo, si aumentó la producción agrícola. Hubo dos millones de campesinos sin tierra, (jornaleros) sometidos a duras condiciones de vida. Los burgueses se beneficiaron por la compra de tierras. La estructura siguió desequlibrada: latifundio en el centro y suR del país, y minifundio en el norte y el noroeste. Las actividades agrarias seguían siendo el principal sector productivo, (65% población). La inversión era escasa, así que había baja productividad. Las malas condiciones y la industrialización creó el éxodo rural. B. La industrialización llegó con retraso por: Inestabilidad política: Cambios de gobierno, guerras carlistas, pérdida de las colonias americanas… Lento crecimiento demográfico. Provocó falta de mano de obra industrial Escasez de materias primas y fuentes de energía: El algodón, el hierro, e, incluso, el carbón, tenían que importarse del exterior, lo que encarecía mucho los precios. Y agricultura estancada. Producción escasa, de baja calidad y cara, se acostumbró al proteccionismo estatal. No resultaba competitiva en los mercados internacionales. Deficiente red de comunicaciones y atraso tecnológico, falta de capitales nacionales y dependencia técnica y financiera del exterior. El desarrollo industrial fue: Textil del algodón: en Barcelona. Utilizó capitales autóctonos y mano de obra emigrada de otras regiones. Importó maquinaria textil británica. Su desarrollo se vio favorecido por la política proteccionista practicada durante la mayor parte del siglo XIX Industria siderúrgica en Asturias (abundancia de carbón y facilidad de transporte por mar) y País
Vasco: se importaba carbón galés y se exportaba hierro vasco. En 1885 los Altos Hornos de Vizcaya instalaron el primer convertidor Bessemer en España y comenzaron a fabricar acero. Su crecimiento fue menor que la textil por la baja mecanización, la mala calidad del carbón. 

La Ley de Ferrocarriles que se aprobó permitía la libre importación, sin aranceles, de materiales del extranjero, mucho más baratos que los españoles, Su desarrollo fue espectacular entre 1855 y 1864. Se creó una red radial en torno a Madrid, con un ancho de vía mayor que el europeo. Se aprobó la Ley de Minas liberalizó el sector y supuso en la práctica la entrada de grupos financieros extranjeros. Durante el s. XIX se intentó mejorar el transporte. Destacan los puertos (Barcelona y Bilbao) y, el desarrollo del ferrocarril. A mediados de este siglo sólo existían tres tramos: Barcelona-Mataró (1848) Madrid-Aranjuez (1851) Gijón- Langreo (1853) La expansión del ferrocarril contribuyó a la consolidación de un mercado nacional, al permitir el traslado de alimentos, materias primas y productos industriales de unos. También, podríamos señalar algunos fracasos: El capital que el Estado invirtió en el ferrocarril se desvió de otros sectores. Las concesiones dadas por la Ley de Ferrocarriles a extranjeros no estimularon el desarrollo
siderúrgico interior, como había ocurrido en otros países. C. Comercio: Hubo gobiernos proteccionistas, imponían aranceles a los productos extranjeros importados y prohibían importar productos. (Buscaban fortalecer la industria nacional, modernizar la agricultura y los transportes). Fue apoyada por los fabricantes de algodón catalanes, los productores castellanos de cereales y los industriales siderúrgicos vascos. En Frente tenían a los defensores del librecambismo. Esta opción era defendida por los comerciantes y transportistas. 1. Primera mitad de siglo: Proteccionismo inicial muy fuerte. 2. Una política de librecambio (Bienio Progresista de lsabel II y Sexenio Democrático), reducción progresiva de los aranceles hasta su desaparición y se permitía la importación de cualquier producto (Arancel Figuerola, 1869) 3. El regreso al proteccionismo en la Restauración, ante las presiones de los partidos nacionalistas vasco y catalán y de la oligarquía agraria. Un elemento que favoreció el comercio fue la creación de la peseta. Apareció en 1868 y sustituyó a las monedas de distintas épocas y regiones que todavía circulaban y dificultaban el cálculo de equivalencias.