La Restauración en España (1874-1931)
Restauración: Es la recuperación del trono de España por Alfonso XII tras el exilio de Isabel II, el reinado de Amadeo I y el paréntesis de la 1ª República Española. Su inicio es el 29 de diciembre de 1874 con el pronunciamiento de Martínez Campos. Se extiende hasta la 2ª República Española en 1931. Los dos primeros periodos se consideran de formación y consolidación y el último de descomposición del sistema político. El artífice de la Restauración fue Antonio Cánovas del Castillo, que logró la abdicación de sus derechos por parte de Isabel II, promovió una educación moderna para el príncipe Alfonso en Inglaterra e inspiró el Manifiesto de Sandhurst.
El sistema político que sustentó esta restauración se basaba en el modelo británico: una monarquía parlamentaria con dos partidos que darían estabilidad a la vida política nacional. El sistema tiene su representación en la Constitución de 1876, elaborada por Cánovas y aprobada por unas Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal.
El Bipartidismo y el Caciquismo
El bipartidismo era otra de las bases del sistema. Dos partidos dinásticos, el Partido Conservador dirigido por Cánovas y el Partido Liberal liderado por Sagasta, llevarían a cabo una alternancia pacífica en el poder. Junto a ellos, algunos grupos políticos marginales que serían la oposición extraparlamentaria.
El rey nombraba un nuevo jefe de gobierno y le otorgaba el decreto de disolución de Cortes. El nuevo gobierno convocaba las elecciones preparando los resultados mediante el “encasillado”, la asignación previa de escaños en los que se dejaba un número suficiente a la oposición.
La clave de la adulteración electoral estaba en los “caciques” que eran los encargados de llevar a la práctica los resultados pactados. Eran personajes ricos e influyentes que amañaban las elecciones. Los métodos desplegados por los caciques durante las elecciones fueron variados: violencia y amenazas, cambio de votos por favores o simplemente trampas.
Logros y Crisis del Régimen
El final de la 3ª guerra carlista y la pacificación de Cuba fueron logros del nuevo régimen. Pero lo más notable fue el progreso económico y el orden social que pareció reinar en el país durante muchos años. Pero desde los últimos años del siglo XIX el sistema político de la Restauración entró en crisis y la oposición creció con rapidez.
Un aspecto de la crisis del sistema canovista proviene de la descomposición de los partidos turnistas. Los sucesivos asesinatos de Cánovas, la muerte de Sagasta y el asesinato de Canalejas dejaron a los partidos dinásticos sin líderes carismáticos y con disputas por la jefatura. Ambos partidos se deshacían en familias y tendencias internas.
La limitación de las reformas del sistema intentadas desde el mismo y la aproximación de algunos líderes del Partido Liberal a partidos no dinásticos, junto con la dificultad de llevar a cabo la manipulación electoral desde la implantación del sufragio universal en 1890, permitieron el desarrollo cada vez mayor de los elementos opositores al sistema.
Debe tenerse en cuenta la creciente importancia del ejército que en 1906 veían como se aprobaba la Ley de Jurisdicciones y que intervendría en la resolución de las crisis de 1909 y 1917 para restablecer el orden. E igualmente el intervencionismo político de Alfonso XIII, alejado del papel jugado por sus antecesores.
Oposición a la Restauración
Existieron cuestiones externas al sistema canovista que contribuyeron a su desgaste. En primer lugar, el desastre de 1898: en el contexto del nuevo colonialismo mundial de la segunda mitad del siglo XIX, el expansionismo norteamericano chocó con los restos del caduco imperio español. La sublevación iniciada en 1895 contó con la ayuda norteamericana. Tras el hundimiento del acorazado Maine, la guerra hispano-norteamericana fue inevitable y la paz de París selló la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Movimientos de Oposición
- Regeneracionismo: En España, la idea de una necesaria renovación cundió entre los elementos del sistema, pero especialmente en quienes se oponían al canovismo. En primer lugar, los regeneracionistas. Su principal representante fue Joaquín Costa, que fue capaz de denunciar las lacras del régimen de la Restauración y de proponer vías de mejora de la situación, entre ellas la necesidad de reformar la educación pública y de realizar una amplia política hidráulica.
- Regionalismos Periféricos: No es ajena al desastre del 98 la eclosión de los regionalismos periféricos. En Cataluña, Prat de la Riba y Cambó representan a la burguesía local, alcanzando en 1914 la formación de la Mancomunidad de Cataluña que unificaba las cuatro diputaciones generales y gozaban de autonomía.
- Nacionalismo Vasco: En el País Vasco, una parte del ideario carlista-foralista evolucionó hacia el nacionalismo: Sabino Arana creó el Partido Nacionalista Vasco en 1895 y desarrolló una ideología donde las bases tradicionalista y católica se unen a elementos de contenido racista.
- Regionalismo Gallego: En Galicia, las ideas regionalistas se desarrollaron, pero la ausencia de una fuerte burguesía industrial y comercial dificultó el paso a la formación de grupos políticos activos.
- Republicanismo: Otro elemento de oposición al sistema político de la Restauración fue el republicanismo. A los líderes presentes en el sexenio democrático se une el nuevo republicanismo de Lerroux y Melquiades Álvarez y la aproximación de los intelectuales al republicanismo.
- Movimiento Obrero: El otro foco de oposición al sistema canovista es el movimiento obrero. La apertura democratizadora del sexenio supuso la llegada a España de las nuevas ideologías: socialismo marxista y anarquismo. En 1879, Pablo Iglesias fundó el PSOE y en 1888 el sindicato UGT.
- Anarquismo: El anarquismo se organizó en torno a la Federación de Trabajadores de la Región Española (1881). Rechazando cualquier colaboración con el capitalismo burgués, no participaban en el sistema electoral sino que propugnaban la acción directa. En 1910 se creó la CNT.
Aumento de las Tensiones y Fin del Sistema
La espiral de acciones del movimiento obrero y la acción represiva del régimen llegó a su máxima expresión en la segunda y tercera décadas del siglo XX, cuando las huelgas obreras eran contestadas por el pistolerismo de la patronal y con el terrorismo anarquista.
El año 1898 había marcado un punto de inflexión en la vida política española, impulsando la oposición al sistema canovista.
En 1909 se produjo la llamada Semana Trágica de Barcelona. La concentración de reservistas en Barcelona motivó la convocatoria de una huelga. Durante varios días, la ciudad vivió el enfrentamiento de los huelguistas con las fuerzas del orden primero y con las tropas enviadas por el gobierno, declarándose el estado de guerra y llevándose a cabo más tarde una dura represión.
Aun se mantendría el sistema atravesando situaciones que lo comprometieron sucesivamente: la crisis de 1917 y los sucesivos fracasos en la guerra de Marruecos lanzaron a Alfonso XIII a aceptar el golpe de estado de Miguel Primo de Rivera (1923) como forma de apuntalar el trono.
Solamente la Constitución de 1876 y la presencia de un miembro de la dinastía Borbón quedaban ya del edificio político creado por Cánovas 50 años antes.