La Restauración
Alfonso XII ratificaba a Cánovas en la presidencia del Consejo de Ministros. El régimen político que se puso en funcionamiento ha sido uno de los sistemas políticos más estables de la España contemporánea, que dio satisfacción a los anhelos de paz. Fue también un periodo de consolidación institucional, de regulación del sistema jurídico y un periodo de gran brillantez en la vida cultural. Pudo dar fin a la guerra carlista y conseguiría una paz estable para el conflicto cubano que se había prolongado durante 10 años.
La figura de Cánovas
Cánovas nació en Málaga y tuvo como jefe de filas al general O’Donnell. Participó en la revolución de 1854 y en la redacción del Manifiesto de Manzanares. También por entonces empezó a publicarse sus estudios de historia de España. Se mantuvo al margen de la revolución de 1868.
En 1873 se hizo cargo de la dirección de la causa del príncipe Alfonso, que había abdicado en él. La gestión política de Cánovas consistió en sumar voluntades, unir y contentar a liberales y demócratas.
– Las ideas políticas de Cánovas:
La Restauración es la obra de Cánovas. Las ideas que se pusieron en práctica respondían a una tradición política que se remontaba a la opción de moderantismo español. Ideas conciliadoras animaban la Unión Liberal de O’Donnell. Por otro lado, Cánovas conocía las doctrinas de los liberales franceses con sus planteamientos de liberalismo atenuado y de búsqueda del compromiso, pero también estuvo influido por el respeto a la continuidad histórica que encontraba en el liberalismo inglés, respeto a la tradición.
Con todas esas ideas, Cánovas puso en pie un régimen político empeñado en asegurar la estabilidad de gobierno en la vida política española. Se correspondía con la voluntad de pacificación que imperaba en el país después del agitado periodo del Sexenio. Cánovas puso en juego unas ideas básicas que, por otra parte, se habían fortalecido con sus estudios de historia, en los que había prestado una especial atención a las causas de la decadencia de la monarquía española desde el siglo XVII. A ello se unía su experiencia política. Estaba convencido de que el fracaso de la vida política durante el reinado de Isabel II se había debido a los exclusivismos de los partidos, que habían hecho imposible la alternancia del poder y habían empujado a los sectores políticos marginados a recurrir al pronunciamiento. Además, produjo el efecto de una excesiva injerencia del ejército en los asuntos políticos y, por la misma razón, una excesiva politización del ejército.
- Conciliar a los grupos políticos.
- Que se comprometan a gobernar los dos (alternancia).
- Liberalismo moderado al estilo europeo.
- Respeto a la tradición, pero al mismo tiempo al progreso (consenso).
- Lo civil por encima de lo militar.
- Restauración borbónica con Alfonso XII y papel moderador del rey.
- Flexibilidad en las opiniones y decisiones.
- Bipartidismo.
El sistema político
Cánovas ideó un sistema que parecía el más acorde con la historia del país, en la idea de que había existido siempre una constitución interna que se expresaba en el buen entendimiento entre la monarquía y las Cortes. Esa idea de continuar la historia de España era la que, en su opinión, venía a representar la restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII.
Para asegurar ese sistema era conveniente la aprobación de una nueva constitución que fuera aceptada por todos y la seguridad de que se respetaría la alternancia entre los partidos políticos, que deberían estar articulados en dos grandes opciones, como ocurría en el sistema político británico.
Ese sistema haría innecesaria la intervención de los militares y aseguraría el predominio de los valores civiles. Al rey le correspondería interpretar el estado de la opinión pública y facilitar esos mecanismos de alternancia de los partidos. El rey tenía una tarea muy delicada y el éxito del sistema dependería de la prudencia y acierto de sus actos. El sistema respondía al sentido pragmático que Cánovas tenía de la vida política y procuró ponerlo en práctica con toda decisión, pero sin dejar de ser flexible.
– Los indicios del bipartidismo:
Cánovas trató de articular su sistema por medio de unos partidos que compartieran un respeto hacia las libertades políticas individuales y al mantenimiento del orden social.
Fuera de su proyecto solo quedarían, por la derecha: los elementos más conservadores y los carlistas; y por la izquierda: los radicales y los republicanos.
La primera batalla que tuvo que librar Cánovas fue la de hacer aceptar una nueva constitución frente a quienes, desde los ámbitos conservadores, intentaron restablecer la constitución moderada de 1845 o frente a quienes habían participado en la vida política del Sexenio Democrático y entendían que se debía mantener la constitución democrática de 1869.
Cánovas entendía que era necesario preparar una nueva constitución que tuviera carácter integrador y reunió una asamblea de políticos notables para que prepararan la nueva constitución. Se hablaba de partidos legales.
– La tarea de pacificación:
Se intensificó entonces la campaña contra los carlistas. El mismo Alfonso XII intervino en el frente vasco-navarro y fortaleció la imagen del rey soldado que Cánovas intentaba asentar en la opinión. El pretendiente carlista Carlos VII abandonaba España y se refugiaba en Francia. Era el final de la tercera guerra carlista. El afán pacificador se trasladó a Cuba, especialmente con el nombramiento de Martínez Campos como general. Sus medidas políticas de carácter conciliador facilitaron la capitulación de los independentistas. Los acuerdos de la Paz de Zanjón no fueron aceptados por todos los independentistas. Las hostilidades se reanudaron por poco tiempo, pero la isla se mantendría en paz durante más de quince años.