La Restauración y la Constitución de 1876
Tras el golpe de Estado, Cánovas del Castillo fue quien tomó las medidas necesarias para asentar el régimen de la Restauración, cuyo objetivo principal era garantizar la estabilidad de la monarquía borbónica. Para ello, se promovió un liberalismo doctrinario, representado por Cánovas, que defendía un liberalismo moderado basado en la tradición y el orden.
Uno de los primeros pasos fue la creación del Partido Liberal por Sagasta, líder de los progresistas, lo que permitió la integración del liberalismo progresista dentro del sistema del turno de partidos. Además, Cánovas logró la pacificación del país, poniendo fin a la guerra de Cuba (Paz de Zanjón, 1878) y a la tercera guerra carlista, consolidando así la estabilidad del régimen. Como consecuencia, se abolió definitivamente el régimen foral, lo que significó la subordinación del Ejército al poder político y la supremacía del rey sobre el Ejército.
La Constitución de 1876
La primera medida de Cánovas fue convocar elecciones para Cortes constituyentes mediante sufragio universal, aunque estableciendo como principio fundamental la monarquía y la superioridad de las Cortes.
El texto constitucional de 1876 contenía 89 artículos y establecía una soberanía compartida entre el rey y las Cortes, donde el monarca actuaba como moderador político, con el poder de nombrar y destituir gobiernos, disolver las Cortes y sancionar leyes. Se instauró un sistema parlamentario bicameral, con el Senado (de designación real y electiva) y el Congreso, elegido por sufragio censitario (restringido al 5% de la población). Sin embargo, en 1890, con Sagasta, se aprobó el sufragio universal masculino.
En cuanto a derechos y libertades, se reconocieron derechos individuales, aunque con limitaciones. En religión, el Estado era confesional, aunque se toleraban otras religiones en el ámbito privado. En términos administrativos, se consolidó el centralismo, donde los alcaldes de los municipios con más de 6.000 habitantes y los gobernadores civiles eran designados por el Gobierno.
El Turno de Partidos
El sistema político de la Restauración se basó en el turno pacífico, un pacto entre los dos grandes partidos:
- Partido Liberal Conservador, dirigido por Cánovas, apoyado por grandes propietarios y la alta burguesía.
- Partido Liberal, liderado por Sagasta, con apoyo de medianos propietarios y la burguesía industrial.
El turnismo garantizaba la alternancia en el poder mediante la manipulación y falseamiento electoral. Los gobiernos negociaban el momento de la alternancia y utilizaban el pucherazo (coacción de votantes, compra de votos y falsificación de resultados).
El sistema funcionó hasta 1890, cuando se permitió la entrada de nuevas fuerzas políticas, como los republicanos. Entre 1880 y 1897, gobernaron Cánovas y Sagasta, este último suavizando el autoritarismo.
Evolución del Sistema: La Regencia de M.ª Cristina
Con la muerte de Alfonso XII en 1885, sin descendencia, su esposa M.ª Cristina asumió la regencia hasta 1902. Para evitar la inestabilidad, se firmó el Pacto del Pardo, garantizando el mantenimiento de la monarquía y el turno de partidos.
Durante la regencia, se mantuvo la alternancia entre conservadores y liberales, consolidando el sistema. Sagasta tuvo un papel clave, gobernando en cinco ocasiones y promoviendo importantes reformas:
- Ley de libertad de reunión y expresión.
- Ley de prensa, libertad sindical, libertad de cátedra y asociación.
- Abolición de la esclavitud.
- Reformas judiciales y nuevo código civil.
- Sufragio universal masculino para mayores de 25 años (1890).
Sagasta también propuso autonomía para Cuba, pero los conservadores lo rechazaron, lo que llevó al desastre del 98 y la pérdida de las colonias.
Oposición al Régimen
El sistema del turno de partidos marginó a otros movimientos, lo que generó oposición:
- Los carlistas, debilitados tras la tercera guerra carlista, evolucionaron hacia el parlamentarismo con partidos tradicionalistas, aunque su impacto quedó reducido a Navarra y algunas zonas del País Vasco.
- Los republicanos, fragmentados en varias corrientes:
- Históricos, cercanos al liberalismo conservador.
- Federales, más próximos a los obreros.
- Progresistas-demócratas, dirigidos por Ruiz Zorrilla, partidarios de la lucha revolucionaria.
- El socialismo, organizado en torno al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), fundado por Pablo Iglesias en 1879, y al sindicato Unión General de Trabajadores (UGT), creado en 1888. Su implantación fue lenta, pero en 1910 logró su primer diputado.
- Regionalismo y nacionalismo, que surgieron a finales del siglo XIX como oposición al centralismo:
- Nacionalismo catalán, impulsado por el movimiento cultural de la Renaixença y plasmado en la Unió Catalanista (Bases de Manresa, 1892). En 1901 se fundó la Lliga Regionalista.
- Nacionalismo vasco, liderado por Sabino Arana, fundador del PNV en 1895, basado en una visión étnica del pueblo vasco y en oposición al mestizaje con los maketos (inmigrantes españoles).
- El nacionalismo gallego fue un movimiento regionalista que defendía la identidad cultural gallega sin cuestionar su españolidad. Movimientos similares surgieron en otras regiones como Valencia, Aragón y Andalucía.
- El anarquismo, influenciado por Bakunin, creció tras el Sexenio Democrático, dando lugar a la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) en 1881. Rechazaban la política oficial y algunos sectores recurrieron a la violencia con atentados. En Andalucía, apareció La Mano Negra, un grupo clandestino acusado de asesinatos y usado por el gobierno para justificar la represión.