Tras el fracaso de la I República, tiene lugar la Restauración Borbónica en la persona de Alfonso XII. Antonio Cánovas del Castillo redactó el Manifiesto de Sandhurst en 1874 y el general Martínez Campos, a través del pronunciamiento de Sagunto, proclamó rey de España a Alfonso XII.
El sistema canovista
Cánovas va a ser el creador del nuevo sistema político de la Restauración, llamado sistema canovista que se caracterizará por:
Su carácter netamente conservador.
Restrictivo en el terreno de las libertades y en lo social.
Recibió el apoyo de los grupos conservadores
Se asentaba sobre un sistema parlamentario liberal, pero escasamente democrático, que pretendía el restablecimiento de la Corona, el orden social y la autoridad del Estado.
Su objetivo final era acabar con la inestabilidad social, política y bélica del Sexenio.
Los pilares básicos en los que se apoyaba el sistema canovista eran tres; la Corona (monarquía), el partido conservador (Cánovas y Silvela) y el liberal (Sagasta) y el tercero, el ejército, garantes del orden público.
Quedaban excluidos del sistema: el partido carlista, los republicanos, muy divididos en posibilistas, progresistas y unitarios, y más tarde los nacionalistas y socialistas.
La Constitución de 1876
Las bases del sistema canovista quedaron fijadas en la Constitución de 1876:
Era de carácter moderado e inspirada en la de 1845, con algunos derechos de la de 1869.
En ella se establece una monarquía constitucional, la soberanía y la Corona compartida entre las Cortes.
El poder ejecutivo lo posee el rey y sus ministros, éste tiene derecho a veto y sanciona las leyes.
Las Cortes se organizan en dos cámaras: el Congreso y el Senado
Establece la colaboración y equilibrio entre los tres poderes.
En cuanto a la religión se establece la confesionalidad católica del Estado y por lo tanto se restablece el presupuesto del culto y el clero.
Recoge también una abundante declaración de derechos pero que serían regulados por leyes posteriores que tendieron a limitarlos.
La Constitución estuvo en vigor 47 años (la más larga).
Para el ejercicio del gobierno se estableció el turno pacífico o alternancia regular, pactado por ambos partidos y que aseguraba la estabilidad. El proceso electoral era controlado por el Ministerio de la Gobernación y los caciques. Esto conseguía un sistema electoral corrupto y manipulador.
La Regencia de María Cristina de Habsburgo y el turno de partidos
Tras el fallecimiento de Alfonso XII en 1885, asumió la regencia su segunda esposa María Cristina de Habsburgo hasta 1902, cuando Alfonso XIII alcanzó la mayoría de edad.
Cánovas y Sagasta apoyaron a la regente y para facilitar el turno y dar estabilidad al régimen firmaron el Pacto de El Pardo. Canóvas aconsejó a la regente para que los liberales tomaran el poder, así comenzó el conocido Parlamento Largo (1885-1890) presidido por Sagasta que aplicó un programa liberal, e introdujo leyes importantes que recogían aspiraciones del Sexenio:
Reforma militar que instauraba el servicio militar obligatorio
La ley de Asociaciones
La ley de Sufragio universal masculino
El Código Civil
La ley de juicios por jurados para algunos delitos.
Pero Sagasta fue destituido por la regente y acusado de corrupción en el gobierno y se inicia con un gobierno conservador (1890-1892) con Cánovas pero se produce una crisis de gobierno y le sucede un gobierno liberal (1892-1895) con Sagasta. Debido al desgaste político por la derrota en Cuba, Sagasta fue sustituido por el conservador Francisco Silvela pero posteriormente, en 1901, Sagasta será llamado de nuevo.
La pérdida del imperio ultramarino (crisis del 98) y la ineficacia del sistema canovista, hicieron surgir una corriente de opinión a favor de la regeneración de España. Con la mayoría de edad de Alfonso XIII (1902), se inicia la segunda etapa de la Restauración y un intento de modernizar el sistema político desde dentro o desde los partidos dinásticos, marcado por un espíritu también regeneracionista.