Tras el pronunciamiento de Martínez Campos, a finales del Sexenio, se proclamó a Alfonso XII como rey en España. La rápida adhesión al pronunciamiento obligó a Serrano a exiliarse y Cánovas constituyó el “ministerio-regencia” que inauguraba una nueva etapa. El gran protagonista durante esta etapa fue Cánovas del Castillo.
Aprovechó el contexto internacional de la era bismarckiana y creó el Partido Alfonsino, formado por diputados de Cortes. Su programa se basaba en el liberalismo, ideas moderadas y fidelidad al príncipe Alfonso. Por otro lado, quería que el ejército estuviera subordinado al poder civil, por lo que el pronunciamiento de Martínez Campos no fue bien visto, ya que querían instalar la Restauración por vía civil. Contaba con el apoyo del lobby esclavista que defendía la revolución democrática, independencia y emancipación de hijos esclavos, es decir, querían acabar con las reformas liberales del Sexenio.
Las ideas básicas del proyecto restaurador se recogen en el Manifiesto de Sandhurst, donde destacaba el carácter abierto e integrador de la monarquía, la importancia de la religión católica y la superación de las Constituciones precedentes (la de 1845 y la de 1869). El proyecto de Cánovas defendía la monarquía como base y la creación de nuevos partidos que evitaran los radicalismos.
Partidos Políticos y Bases del Sistema Canovista
Por un lado, se encontraba el Partido Conservador al mando de Cánovas e integrado por moderados, unionistas y parte de los progresistas. Defendían un orden social cuyas bases sociales fueran la burguesía latifundista y financiera, aristocracia y jerarquía católica. El otro partido era el Partido Liberal Fusionista al mando de Sagasta y formado por progresistas de derecha y ex republicanos moderados. Defendían la Constitución de 1869 y su programa se basaba en una regeneración del sistema representativo, monarquía liberal y una puesta en práctica de reformas liberales. Pretendían una burguesía industrial y comercial, es decir, más clases medias.
Las bases del sistema canovista pueden resumirse en tres:
- La Constitución de 1876.
- La monarquía.
- El caciquismo.
La Constitución de 1876
La Constitución de 1876 fue instaurada y destacó por ser la de mayor vigencia en la historia contemporánea, debido a su gran estabilidad. Contaba con 89 artículos y era un punto intermedio entre las dos Constituciones anteriores. Fue aprobada por las Cortes mediante sufragio universal masculino. Los rasgos esenciales eran: la soberanía compartida rey-cortes, un derecho de sufragio el cual primero fue de carácter censitario y más tarde universal, además confesional que suscitó un gran debate.
El Papel de la Monarquía
La característica básica de esta Constitución y del sistema canovista fue el gran papel de la monarquía. Ésta era el Estado y no su representación, por ello era expresión de la continuidad histórica, garantizaba el orden social y el monarca contaba con educación militar además de ser cabeza del ejército. El poder lo constituía la burguesía y la aristocracia, mientras que las clases populares estaban excluidas. La Restauración era un modelo de relaciones de patronazgo.
El Caciquismo
La vida política se plasmaba por clientelismo con ejes en los altos cargos, gobernadores en provincias y los caciques en el pueblo. Cada uno en su ámbito concedía favores a cambio de votos y fidelidad. El caciquismo derivaba de la riqueza como instrumento de dominación y fenómeno social propio de la época.
Mecanismos del Sistema de la Restauración
El sistema de la Restauración se basó en tres mecanismos:
- El turnismo.
- Los partidos políticos.
- El falseamiento del proceso electoral.
El Turnismo y el Sistema de Partidos
Se impuso un sistema bipartidista dominado por el Partido Conservador y Liberal. Al sistema canovista se opusieron diversos grupos políticos que estaban totalmente excluidos de la política.
Oposición al Sistema
Entre los grupos opositores se encontraban:
- Carlistas: Tras la derrota militar, optaron por la vía política, aunque sufrieron una escisión integrista.
- Nacionalismos: Destacaron el catalán (con la Renaixença) y el vasco (con el PNV de Sabino Arana). También hubo otros nacionalismos menos importantes como el andaluz y el valenciano.
- Republicanos: Divididos en varias corrientes, como el Partido Posibilista, el sector de Zorrilla y Salmerón, y el Partido Federal.
- Movimiento Obrero: Con el PSOE de Pablo Iglesias y el anarquismo como ideología obrera más influyente.
El Turnismo en la Práctica
Se instauró un relevo pacífico en el poder que alejaba el riesgo de pronunciamientos y motines. Para el relevo debería existir cierto desgaste del gobierno unido a la presión de la oposición, pero en la práctica se llegaba a un acuerdo entre los partidos dinásticos para turnarse por medio de la manipulación del proceso electoral. Primero se contaba con el apoyo de la corona: el rey disolvía las cortes, se convocaban nuevas elecciones y se manipulaban para que ganara el partido que debía formar gobierno. Este sistema se consolidó en la etapa de la regencia de María Cristina debido a la firma de “El pacto del Pardo”.
El Proceso Electoral y el Fraude
Se elaboraba un encasillado con los nombres de los futuros parlamentarios y los gobernadores civiles se encargaban de asignar los candidatos a cada provincia, por lo que daban órdenes a los alcaldes para que se votara al candidato designado. Los alcaldes contaban con la ayuda de los caciques, que se encargaban de dirigir el voto de las personas de los pueblos. Si este mecanismo fallaba, se procedía a la manipulación directa de los votos, que recibe el nombre de Pucherazo. Por lo tanto, el proceso electoral estaba en manos del gobierno. Más tarde, al introducir el sufragio universal masculino, España alcanzó el nivel de países tales como Francia, Suiza y Grecia. Se supone que introducía la democracia, pero en la práctica nada cambió. Turnismo y fraude electoral estuvieron vigentes hasta mediados del Siglo XX.
El Reinado de Alfonso XII y la Regencia de María Cristina
El reinado de Alfonso XII comenzó a cargo del Partido Conservador (1876-1881). Este periodo se conoce como dictadura canovista por el carácter autoritario de la política canovista. Quería garantizar la consolidación de la monarquía instaurada y constituir un sistema político centralizado. Destaca la política educativa del ministro Orovio que exigió a los profesores que enseñaran según lo establecido. Además, se realizó un recorte de la libertad de expresión y de imprenta. Se marcó el carácter selectivo y autoritario del sufragio ya que privaba el derecho a voto a cinco de cada seis ciudadanos.
Durante la etapa de Cánovas se concluyeron varios conflictos: el carlista tras la derrota de Carlos VII, y la guerra cubana, que acaba tras la firma de la Paz de Zanjón. Más tarde, una petición al monarca por parte de Sagasta, dio la idea del cambio de gobierno, por lo que éste se instauró en el poder dando lugar así a una serie de libertades y derechos. El gobierno de Sagasta finalizó en 1883 a causa de un enfrentamiento diplomático y militar, por lo que se dio el gobierno a Cánovas. El rey moría en 1885 comenzando así un nuevo periodo con la regencia de su viuda María Cristina.
Esta etapa destaca por la ebullición social, problemas económicos, inestabilidad política y la pérdida de las últimas colonias en 1898. La regencia comienza con el “gobierno largo” liberal de Sagasta (1885-1890), que fue el de mayor duración en toda la Restauración. Las reformas del partido fueron las siguientes: ley de asociaciones, ley del jurado, ley de sufragio universal masculina y el código civil de 1889 y la legislación de procedimiento administrativo. También se hizo una reforma en el ejército para mantener el orden público. Sagasta tuvo que abandonar gobierno a causa de la división interna en su partido en 1890. Este abandono, además de la situación de las colonias, la cuestión social y el auge de los nacionalismos dio lugar a la crisis de fin de siglo. Esta crisis fue el detonante que hizo resquebrajar las bases del sistema y planteó la necesidad de tomar medidas orientadas a la regeneración de la vida política y social del país.