La Restauración Borbónica en España (1876-1923): Política, Sociedad y Economía

El Sistema Político de la Restauración: Cánovas del Castillo y la Constitución de 1876

Antonio Cánovas del Castillo diseñó el sistema político que predominó en España durante el último cuarto del siglo XIX y que, a pesar de entrar en crisis, perduró hasta 1923 con el golpe de Estado de Primo de Rivera. Cánovas, conocedor de los sistemas políticos europeos, se inspiró en tres elementos del sistema liberal británico: la monarquía, el parlamento y la alternancia de dos partidos que se respetasen mutuamente. Su objetivo era aplicar esta doctrina en España y elaborar una constitución moderada.

En primer lugar, rescató el concepto de soberanía compartida, característico del liberalismo moderado español, donde las Cortes y la Corona debían ejercer el poder conjuntamente. En segundo lugar, promovió la creación de dos partidos principales, siguiendo el modelo bipartidista británico.

La primera medida política relevante fue la convocatoria de elecciones, dado que la Constitución de 1869 era defendida por las fuerzas políticas más democráticas. El Partido Conservador, surgido durante el Sexenio Democrático, integraba a los moderados isabelinos. La solución para la creación del partido liberal vino de la mano de Práxedes Mateo Sagasta. Fuera del sistema quedaban los republicanos y carlistas. El sistema de turno pacífico consistía en la alternancia de los dos partidos; la formación del gobierno no dependía de las elecciones, sino de la decisión del rey en función de una crisis o desgaste del partido en el poder.

La Constitución de 1876 fue aprobada el 24 de mayo de 1876, tras las elecciones, y se mantuvo vigente hasta 1923, cuando quedó suspendida por el golpe de Estado de Primo de Rivera. Este texto constitucional constaba de 13 títulos y 89 artículos, y se basaba en una ideología liberal doctrinaria. Establecía dos fuentes de soberanía: el Rey y las Cortes. El sistema de representación se dividía en:

  • Congreso de los Diputados: compuesto por mayores de 25 años.
  • Senado: compuesto por dos tipos de senadores: vitalicios y de derecho propio (como los hijos del rey).

Ambas cámaras compartían el poder legislativo. El rey mantenía el poder ejecutivo. Se promovía la unidad de códigos y una actitud centralista, impulsada por Cánovas. La administración local quedó reglamentada desde 1876. En cuanto a las relaciones Iglesia-Estado, se estableció la religión católica como la oficial del Estado.

Evolución de la Industria Textil, Siderurgia y Minería en España

En Cataluña, a partir de 1770, se inició una manufactura textil con fábricas que, a finales de siglo, aumentaron su producción. Sin embargo, en 1808, la Guerra de la Independencia afectó a los mercados y detuvo su expansión. Posteriormente, la producción se reanudó, orientándose principalmente al mercado interior español.

A mediados del siglo XIX, la industria catalana dominaba el panorama español, llegando a ser considerada, junto a Gran Bretaña, “la fábrica del mundo”.

El proceso de mecanización textil catalán comenzó a partir de 1830, con la instalación de las primeras máquinas de vapor. Entre las causas de esta rápida mecanización destacan la escasez de mano de obra, debido a la incorporación al mercado laboral de las generaciones menos numerosas nacidas durante la Guerra de la Independencia, y el consiguiente aumento de los salarios. La mecanización permitió una disminución de los costes.

La siderurgia fue el sector que, en la segunda mitad del siglo XIX, acompañó al textil en el desarrollo de la industria moderna, junto con la minería y el carbón. Las primeras siderurgias se desarrollaron en Andalucía en 1826, lo que la convirtió en la región hegemónica en España durante los primeros 30 años. Posteriormente, Asturias se convirtió en un importante centro siderúrgico gracias a los yacimientos de hulla, y la producción de hierro creció rápidamente.

En cuanto a la minería, la Ley de Minas de 1868 supuso el fin de las concesiones mineras restrictivas y la liberalización del sector. La expansión minera se debió a tres factores principales: el aumento de la demanda internacional, los avances en las técnicas de explotación y el endeudamiento de la Hacienda española.

Entre 1870 y 1913, destacaron los yacimientos de plomo en el sur, de cobre en Riotinto (Huelva) y de cinc en Cantabria. Sin embargo, este auge minero tuvo escasos efectos en la economía española, ya que la explotación y exportación estaban en manos de empresas extranjeras.

Comparación de la Revolución Industrial Española con la de Otros Países Europeos

La economía de algunos países de Europa se transformó radicalmente en el siglo XIX. La industria, que antes tenía a la agricultura como principal actividad económica, experimentó un cambio profundo debido a la mecanización y el uso de nuevas fuentes de energía. Esto modificó las formas de producción, influyó en la estructura económica y la organización de la sociedad, inaugurando la era del capitalismo.

El lento proceso de industrialización en España a lo largo del siglo XIX se puede resumir en los siguientes factores:

  • Bajo nivel de vida de la población.
  • Inexistencia de un mercado nacional integrado.
  • Orientación de la inversión hacia empresas no industriales.
  • Ausencia de una política que fomentase la industria.

El desarrollo minero y el avance industrial crecieron con rapidez entre 1875 y 1900. La fachada cantábrica experimentó un considerable desarrollo económico. La alta capacidad de explotación generó un flujo de capital que constituyó la base del capitalismo financiero vasco, con Bilbao como ejemplo destacado. Cataluña fue foco de una importante actividad textil, aunque sufrió dificultades debido a la competencia extranjera. En los últimos años del siglo XIX, alcanzó altos niveles de producción algodonera y modernizó su maquinaria textil.

En el primer tercio del siglo XX, la industria española experimentó una importante transformación, con la aparición de nuevas industrias y la evolución de las existentes. El sector textil comenzó a perder peso. La industria química, uno de los pilares de la Segunda Revolución Industrial, se localizó principalmente en Cataluña y Santander. La industria de la construcción experimentó un auge gracias al sector del cemento, impulsado por un invento inglés. La industria automovilística se inició en Barcelona con la fundación de la fábrica Hispano-Suiza, que produjo los primeros motores para barcos y aviones. La industria eléctrica, que requería una gran inversión de capital, fue una novedad en el panorama español. El crecimiento del parque automovilístico favoreció la creación de empresas petroleras.

El ferrocarril, inaugurado por compañías francesas y belgas, fue la alternativa a la deficiente red española de caminos y canales. Durante el primer tercio del siglo XX, la explotación del tráfico ferroviario se ralentizó debido a las bajas inversiones. Sin embargo, fue decisivo para la constitución de un mercado interior unificado, y la aparición de nuevas empresas estimuló la compra de acciones en la bolsa.

A través de este proceso, una serie de bancos lograron acumular reservas monetarias y obtener beneficios, lo que les permitió adquirir una posición hegemónica. En definitiva, en la España del siglo XIX, el proceso de industrialización experimentó un importante retraso con respecto a los países que lideraron la Revolución Industrial.

Origen y Evolución del Catalanismo, Nacionalismo Vasco y Gallego

El nacionalismo catalán tiene como referencia el movimiento cultural de la *Renaixença*, que reivindicaba la lengua catalana. Con la Restauración, el catalanismo se constituyó en un movimiento político de la mano de Valentí Almirall, propietario de un periódico. Prat de la Riba formuló la doctrina nacionalista que abogaba por la autonomía de Cataluña. En 1892, colaboró en la redacción de las *Bases de Manresa*, que establecían las competencias del Estado, incluyendo: competencias plenas en materia de orden público y justicia, y un parlamento de carácter corporativo. En 1901, se organizó la *Lliga Regionalista*, que se convirtió en el vehículo político para reivindicar la identidad catalana, siendo Francesc Cambó su líder más importante.

El nacionalismo vasco adquirió carta de naturaleza política en 1895 con la fundación del PNV (Partido Nacionalista Vasco) por Sabino Arana. El ideario de Arana se basaba en la defensa de la integridad cultural vasca, que consideraba amenazada tras la abolición de los fueros. A diferencia del nacionalismo catalán, el nacionalismo sabiniano carecía de una base literaria previa. Arana definía los rasgos del nacionalismo vasco como: la raza, las costumbres, el antiespañolismo y un profundo catolicismo. Con el tiempo, evolucionó hacia posturas más moderadas.

El nacionalismo gallego se desarrolló en el último decenio del siglo XIX gracias a Alfredo Brañas. A finales de siglo, Manuel Murguía expuso el nacionalismo gallego, que se basaba en estrechar los lazos político-jurídicos a través de la descentralización, combatir el caciquismo y conseguir un modelo de representación parlamentaria propio para Galicia.

El Movimiento Obrero en el Siglo XIX: Anarquismo y Socialismo

El movimiento obrero se opuso al sistema y adquirió madurez y extensión a partir del Sexenio Democrático. La corriente anarquista encontró eco en España a través de Giuseppe Fanelli, quien creó en Madrid y Barcelona secciones de la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores) en 1870. La mayoría de los congresistas optaron por el anarquismo, que implicaba la separación del mundo obrero de la política oficial, ya que el obrerismo sentía un profundo odio y desconfianza hacia el Estado y el reformismo. El anarquismo se extendió desde los Pirineos hasta el Guadalquivir.

Los conflictos sociales fueron constantes en el siglo XIX. El aumento de la población agraria asalariada creó un grave problema social, especialmente en Andalucía. Los anarquistas andaluces se agruparon en sociedades secretas, de donde surgió la organización conocida como “La Mano Negra”. En esta situación crítica, se produjo un cambio doctrinal y práctico hacia el anarcosindicalismo.

El marxismo o socialismo fue otra tendencia importante del movimiento obrero. Los socialistas se limitaban inicialmente a pequeños núcleos de seguidores de las ideas de Karl Marx. Pablo Iglesias presidió la Asociación General del Arte de Imprimir, de carácter marxista y con unos 250 miembros, que abogaba por la formación de un partido obrero capaz de enfrentarse al régimen político. El PSOE (Partido Socialista Obrero Español) se fundó sobre tres bases para el triunfo del proletariado: la toma del poder político por la clase trabajadora, la abolición de las clases sociales y la lucha por los derechos de asociación, la jornada laboral de 8 horas y la igualdad salarial entre hombres y mujeres.

La publicación de *El Socialista* en 1886, como periódico oficial del partido, tuvo gran importancia, ya que fue el único instrumento de interrelación entre los diversos grupos socialistas. La crisis de 1887, que provocó el cierre de fábricas y el aumento del paro, llevó a la fundación, en agosto de 1888 en Barcelona, de la Unión General de Trabajadores (UGT). A partir de 1891, el PSOE centró sus esfuerzos en la política electoral, evitando alianzas con partidos burgueses. En 1910, se formó la Conjunción Republicano-Socialista.

Consecuencias de la Crisis del 98 para España

La crisis del 98 marcó profundamente la historia de España. En 1898, terminaba una época en la que España dejaba de ser reconocida como un gran imperio. La pérdida del imperio ultramarino fue considerada un desastre, tanto militar como diplomático. Una de las primeras consecuencias fue la formación de una amplia corriente de opinión a favor de la regeneración de España, abarcando desde el ámbito político y social hasta el económico e intelectual.

Las consecuencias del desastre a medio plazo fueron:

  • La vieja presencia militar de ultramar se intentó sustituir por una presencia en el norte de África: el *africanismo* sustituyó al colonialismo ultramarino.
  • España pasó de ser una potencia a una simple región.
  • Se abrió un gran debate sobre los defectos de España y las medidas para remediarlos: este fue el mensaje del *Regeneracionismo*, que rechazaba el sistema político y social de la Restauración, considerándolo un lastre para el progreso de España.
  • La coyuntura favoreció el viraje hacia el proteccionismo económico.
  • Resentimiento de los militares hacia los políticos.
  • Crecimiento de un antimilitarismo popular.
  • Emergencia de los nacionalismos tras la pérdida del imperio.
  • Surgimiento del obrerismo organizado y deterioro del orden público.