La Restauración Borbónica (1874-1931)

El Sistema Político de la Restauración

El pronunciamiento de Martínez Campos en diciembre de 1874, acogido favorablemente por el ejército y las fuerzas políticas conservadoras, significó la restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII. Cánovas no pretendía un regreso a los tiempos de Isabel II, sino la vertebración de un nuevo modelo político que superase algunos de los problemas endémicos del liberalismo precedente:

  • El carácter partidista y excluyente de los moderados durante el reinado isabelino.
  • El intervencionismo de los militares en la política.
  • La proliferación de enfrentamientos civiles.

Para conseguir su propósito, se propuso dos objetivos:

  • Elaborar una constitución que vertebrase un sistema político basado en el bipartidismo.
  • Pacificar el país poniendo fin a la guerra de Cuba y al conflicto carlista.

La primera medida política de importancia fue la convocatoria de elecciones para unas Cortes constituyentes.

La Constitución de 1876

La Constitución elaborada en 1876 es una clara muestra del liberalismo doctrinario, caracterizado por el sufragio censitario y la soberanía compartida entre las Cortes y el rey. La Constitución consideraba a la monarquía como una institución superior, incuestionable, permanente y al margen de cualquier decisión política. Constituía un poder moderador. Por ello, se establecía la soberanía compartida y se concedían amplios poderes al monarca:

  • Derecho de veto.
  • Nombramiento de ministros.
  • Potestad de convocar las Cortes, suspenderlas o disolverlas.

Las Cortes eran bicamerales y estaban formadas por el Senado y el Congreso de los Diputados. Una ley de 1878 estableció el voto censitario, limitado a los mayores contribuyentes. Sin embargo, en 1890, cuando estaba en el poder el partido liberal, se aprobó el sufragio universal masculino. La Constitución también proclamaba la confesionalidad católica del Estado, aunque toleraba otras creencias siempre que no se hiciese manifestación pública de ellas. En consecuencia, se restableció el presupuesto del culto y clero para financiar a la Iglesia. Asimismo, el nuevo texto constitucional contaba con una prolija declaración de derechos pero su concreción se remitía a las leyes ordinarias posteriores que, en general, tendieron a restringirlos.

Bipartidismo y Turno Pacífico

Antonio Cánovas del Castillo introdujo un sistema de gobierno basado en el bipartidismo y en la alternancia en el poder de los dos grandes partidos dinásticos, el conservador y el liberal, que renunciaban a los pronunciamientos como mecanismo para acceder al gobierno. Se aceptaba, por tanto, que habría un turno pacífico de partidos que aseguraría la estabilidad institucional. El ejército, que constituía uno de los grandes pilares del régimen, quedaba subordinado al poder civil.

Los Partidos Dinásticos

Cánovas había sido el principal dirigente del Partido Alfonsino, que acabó llamándose simplemente Partido Conservador. El proyecto bipartidista de Cánovas requería otro partido de carácter más progresista, la llamada izquierda dinástica, y él mismo propuso a Sagasta su formación como Partido Liberal. A ambos partidos les correspondía la tarea de aunar a los diferentes grupos y facciones, con el único requisito de aceptar la monarquía Alfonsina y la alternancia en el poder. Por este motivo, se les conocía como partidos dinásticos.

Ambos defendían la monarquía, la Constitución, la propiedad privada y la consolidación del Estado liberal, unitario y centralista. Su extracción social era bastante homogénea y se nutrían principalmente de las élites económicas y de la clase media acomodada. Eran partidos de minorías.

La actuación de ambos partidos en el poder no difería en lo esencial, al existir un acuerdo tácito: el de no promulgar nunca una ley que forzase al otro partido a derogarla cuando regresase al gobierno. La alternancia regular en el poder entre estas dos grandes opciones dinásticas (turno pacífico) tenía como objetivo asegurar la estabilidad institucional. Cuando el partido en el gobierno sufría un proceso de desgaste político y perdía la confianza de las Cortes, el monarca llamaba al jefe del partido de la oposición a formar gobierno. Entonces, el nuevo jefe de gabinete convocaba elecciones con el objetivo de conseguir el número de diputados suficiente para formar una mayoría parlamentaria que le permitiese gobernar.

Falseamiento Electoral y Caciquismo

El sistema del turno pacífico pudo mantenerse durante más de veinte años gracias a la corrupción electoral y a la influencia y poder económico de determinados individuos sobre la sociedad (caciques). El caciquismo fue un fenómeno que se dio en toda España, aunque alcanzó su máximo desarrollo en Andalucía, Galicia y Castilla. La adulteración del voto constituyó una práctica habitual en todas las elecciones, que se logró mediante:

  • El restablecimiento del sufragio censitario.
  • Un trato más favorable a los distritos rurales frente a los urbanos.
  • Sobre todo, por la manipulación y las trampas electorales.

De este modo, el triunfo electoral permitía la creación de una amplia mayoría parlamentaria al partido gobernante.

Los caciques eran personas notables, sobre todo del medio rural, a menudo ricos propietarios que daban trabajo a jornaleros y que tenían una gran influencia en la vida local. Los caciques orientaban la dirección del voto, agradeciendo con sus “favores” la fidelidad electoral y discriminando a los que no respetaban sus intereses. Los caciques manipularon las elecciones continuamente de acuerdo con las autoridades, especialmente los gobernadores civiles de las provincias. El conjunto de trampas electorales que ayudaban a conseguir la sistemática adulteración de los resultados electorales se conoce como pucherazo.

Para conseguir la elección del candidato gubernamental, no se dudaba en falsificar el censo incluyendo a personas muertas o impidiendo votar a las vivas, manipular las actas electorales, ejercer la compra de votos, amenazar al electorado con coacciones de todo tipo e incluso emplear la violencia para atemorizar a los contrarios.

El Desarrollo del Turno de Partidos

A lo largo del período que transcurrió entre 1876 y 1898, el turno funcionó con regularidad: de todas las elecciones realizadas, seis fueron ganadas por los conservadores y cuatro por los liberales. Tras la muerte del rey Alfonso XII (1885), se impulsó un acuerdo entre conservadores y liberales, el Pacto del Pardo. Su finalidad era dar apoyo a la regencia de María Cristina. Bajo la regencia, el Partido Liberal gobernó más tiempo que el Conservador.

Durante el llamado gobierno largo de Sagasta, que se extendió entre 1885 y 1890, los liberales impulsaron la reforma de mayor trascendencia: la implantación del sufragio universal masculino en las elecciones generales (1890). Sin embargo, la universalización del sufragio quedó desvirtuada por la continuidad de los viejos mecanismos de fraude y corrupción electoral, que imposibilitaron una verdadera democratización del sistema. El personalismo deterioró a los partidos, que dependían excesivamente de la personalidad de sus líderes, provocando disidencias internas y la descomposición de ambos partidos.

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

En la noche del 12 al 13 de septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, declaró el estado de guerra (que se mantuvo hasta 1925) y repartió el manifiesto titulado Al país y al ejército españoles, donde, con un tono regeneracionista, prometía acabar con:

  • El terrorismo (anarquista).
  • La agitación separatista.
  • El desorden.
  • La utilización política de la Guerra de Marruecos.

El rey accedió al golpe y nombró a Primo de Rivera presidente de un Gobierno militar o Directorio. La Dictadura instaurada por Primo de Rivera se divide en dos etapas:

  • El Directorio militar (1923-1925).
  • El Directorio civil (1925-1930).

El Directorio Militar

Era sólo una solución temporal: Primo de Rivera ejercía como ministro único y el resto de los militares que lo formaban eran vocales. Aunque la constitución no fue derogada, fueron suspendidas ciertas garantías constitucionales: se disolvieron, asimismo, las Cortes. Los gobernadores civiles fueron sustituidos por militares, y se nombraron delegados gubernativos (también militares) en los ayuntamientos. De esta manera, se desplazaba a todos los políticos liberales y se militarizaba la Administración. A partir de 1924, los cargos comenzaron a ser ocupados por civiles, la mayoría funcionarios, y políticos de la derecha.

El Directorio Civil

Se creó en diciembre de 1925; con él, el dictador demostraba su voluntad de permanecer en el poder e instituir un régimen estable. Fue un gobierno (1925-1930) formado por una mayoría de civiles de extrema derecha, como S. Martínez Anido, J. Calvo Sotelo o E. Aunós. Para afianzar su Gobierno, Primo de Rivera convocó también una Asamblea Nacional Consultiva (1927) que debería aprobar un nuevo texto legal que legitimase el nuevo régimen. En la misma no estaban representados los partidos políticos, sino intereses corporativos (de la Administración, de las actividades profesionales y de la Unión Patriótica). Este último fue creado en 1924 y canalizó el movimiento político oficial de apoyo a la Dictadura. En la práctica constituyó un partido único, aunque el resto de los existentes no fueron ilegalizados.

Se llegó a elaborar un proyecto de Constitución que instituía un Estado corporativo y conservador; sin embargo, esta norma nunca se aprobó. Las medidas más destacadas que se llevaron a cabo durante la Dictadura fueron las siguientes:

a) La Formación del Somatén

Era una milicia cívica constituida en Barcelona por propietarios y promovida desde hacía años por la derecha y la patronal para combatir el sindicalismo. El dictador la hizo extensiva a toda España: Somatén Nacional (1923).

b) La Finalización de la Guerra de Marruecos

El dictador rectificó su postura de abandonar Marruecos y pasó a la ofensiva gracias a una operación militar conjunta franco-española que se inició con el desembarco de Alhucemas (1925), en el que se cercó a Abd el-Krim por la retaguardia. El final de este conflicto fue su mayor éxito.

c) El Diseño de una Política Social

Uno de los retos principales del régimen fue solucionar la conflictividad social. E. Aunós creó la Organización Corporativa Nacional (1926), un nuevo marco de las relaciones laborales constituido por los comités paritarios. Estos eran órganos arbitrales existentes en las empresas cuyo fin era resolver los conflictos laborales, y que estaban formados por diez vocales: cinco en representación de los obreros y cinco en representación de las organizaciones patronales, además de dos miembros del Ministerio de Trabajo. Para que este sistema funcionara, el Gobierno logró la colaboración de los socialistas y de los sindicatos libres. Por el contrario, la CNT y el PCE fueron marginados e ilegalizados.

d) La Política Económica de Calvo Sotelo

La Dictadura se benefició de un periodo de crecimiento económico que duró hasta 1929. Fue impulsado por el incremento de los gastos estatales, sobre todo los dedicados a obras públicas.

La Oposición a la Dictadura

La Dictadura apenas prohibió las formaciones políticas ni reprimió con dureza la oposición, aunque sí recurrió a la censura, a los procesos judiciales, al aislamiento de algunos líderes y, a veces, al enfrentamiento directo con políticos e intelectuales. Poco a poco se perfilaron importantes grupos de oposición que después fueron claves para la llegada de la República:

  • Los antiguos partidarios de la Restauración.
  • Los republicanos históricos (como Lerroux) o los nuevos (como Manuel Azaña).
  • Determinados sectores del Ejército que organizaron conspiraciones como la Sanjuanada (1926).
  • La mayoría de los intelectuales, destacando Miguel de Unamuno.
  • Una novedad fue la agitación estudiantil, liderada por la Federación Universitaria Escolar (FUE, 1927).
  • Los perseguidos directamente por la Dictadura, como el nacionalismo catalán, la CNT y el PCE.

Final del Régimen Primorriverista

A partir de 1928, se hizo patente la decadencia política del régimen, y en enero de 1930, tras cerciorarse de que la mayoría de la cúpula militar ya no le apoyaba, el dictador dimitió. Tras la dimisión de Primo de Rivera, Alfonso XIII confió el poder al general Dámaso Berenguer, dando paso a un periodo de gobierno conocido como dictablanda (calificativo que resultó de su comparación con el régimen anterior, de Primo de Rivera). Berenguer intentó retornar a la normalidad constitucional de 1876. En enero de 1931 fue reemplazado por el almirante Juan Bautista Aznar, que formó un Gobierno monárquico de concentración, anunciando éste la convocatoria de elecciones municipales para el 12 de abril. Estas elecciones significaron, a la postre, el principio de la II República española.