La Regencia de María Cristina de Habsburgo y la Crisis del 98: Un Análisis Histórico

La Regencia de María Cristina de Habsburgo y el Turno de Partidos

La Oposición al Sistema. Regionalismo y Nacionalismo.

En noviembre de 1885 muere Alfonso XII. Ante la nueva regencia de su mujer María Cristina, Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo para evitar lo que ocurrió en la regencia de 1833 con otra María Cristina. Acordaron respetar la regencia con un gobierno progresista no obstaculizado por los conservadores. En 1886, coincidiendo con el nacimiento de Alfonso XIII, empieza el gobierno de Sagasta, conocido por el parlamento largo. En este parlamento, los progresistas pudieron introducir leyes acordes con su pensamiento:

  • Sufragio universal masculino (a partir de la mayoría de edad)
  • Ley de Asociaciones, por la que se legalizan o se permite la creación de partidos políticos y sindicatos antisistema.
  • Código Civil de 1889, en este código se contempla el matrimonio civil.
  • Leyes de libertad de prensa, opinión y religión (hasta cierto punto).
  • Ley del Jurado, por la que todos los juicios deberían ser sentenciados por un jurado elegido por sorteo.

En 1890 vuelve el gobierno conservador con Francisco Silvela. En esta época, los conservadores aplican una política económica proteccionista y tienen que hacer frente a una gran conflictividad social. Vuelven los liberales (progresistas) en 1895, cuando vuelven los conservadores con la crisis de Cuba. La oposición al sistema estaba fuera de los dos partidos dinásticos. Son un conjunto de partidos permitidos pero sin ninguna posibilidad de llegar al poder, pero sí ir ganando influencia social. Por la derecha están los carlistas, que ya están en declive, pero todavía quedan los integristas, que rechazan el sistema en bloque. La mayor parte de estos carlistas acaban emigrando al partido liberal conservador. Por la izquierda, se mantienen partidos republicanos. Surgen unas nuevas políticas que son los nacionalismos y regionalismos, autonomistas que pretenden la separación de diferentes regiones de España:

Nacionalismo Vasco:

Creado por Sabino Arana, era un antiguo carlista resentido por la derrota que defendía la identidad. Su proyecto político pasaba por la independencia para potenciar rasgos culturales, la lengua y evitar la decadencia. Se hizo famoso por enviarle un telegrama de felicitación al presidente de EEUU, que fundó el PNV en 1895 para difundir ideas.

Nacionalismo Catalán:

En principio surgió como defensa de la lengua catalana, este movimiento se llama Renaixença. A partir de este movimiento cultural surge otro político formado por ideólogos como Almirall y Prat de la Riba. Surgió un partido catalanista, de signo conservador, que intentó a lo largo del siglo XX conseguir un estatuto de autonomía para Cataluña hasta 1932, en la Segunda República.

Nacionalismo Gallego:

Centrado en recuperar la lengua gallega y en denunciar el atraso económico y social de la región, con figuras como Alfredo Brañas y Rosalía de Castro.

Nacionalismo Andaluz:

Creado por Blas Infante y se centra en valorar la huella árabe en la nación andaluza.

Regionalismo Valenciano:

Potenciar la lengua propia como distinta del catalán. El regionalismo también se extiende en Asturias, Baleares, Canarias y Murcia.

Movimiento Obrero:

En estos años en España se produce una división en el movimiento obrero: la rama anarquista (Bakunin) y la rama marxista (Marx y Engels). Los anarquistas tuvieron mucho éxito en España a través de dos organizaciones: la CNT y la FAI. El anarquismo pretendía la destrucción del orden social mediante dos instrumentos: la acción directa (atentados) y la educación. Predominó en Andalucía, Cataluña y Madrid. La otra corriente es el marxismo, que pretende llegar al poder participando en el Estado para cambiarlo gradualmente. El PSOE se creó por Pablo Iglesias en 1879 y la UGT en 1888. Toda esta oposición tiene poco peso social pero va aumentando en el siglo XX hasta desembocar en huelgas revolucionarias.

Guerra Colonial y Crisis del 98

En 1895 estalla de nuevo la guerra de Cuba. Los gobiernos de Cánovas y Sagasta habían intentado conservar los restos del imperio español, que básicamente eran las islas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas (Asia). Para conservar estas colonias, especialmente Cuba, se impulsó la inmigración española a estos territorios como si fueran territorio metropolitano, y también se intentó conceder cierta autonomía. Sin embargo, estas medidas no fueron suficientes, ya que los independentistas cubanos contaban con el apoyo de EEUU, que seguía la doctrina Monroe, que se resume en “América para los americanos”, es decir, nada de potencias europeas. Los intereses de EEUU estaban en el Pacífico. Los jefes más destacados fueron Antonio Maceo y, sobre todo, José Martí. Estos organizan una guerrilla que domina en zonas rurales de toda la isla gracias al apoyo de lo que se llamaban los mambises (nombre que recibían los campesinos mestizos o afrocubanos). El gobierno español envió un ejército con Martínez Campos a la cabeza con la intención de dialogar, partiendo del predominio de los españolistas en zonas urbanas. Martí y Maceo mueren en las escaramuzas. A pesar de todo, el fracaso de Martínez Campos obligó al gobierno a enviar al general Weyler, que intentó vencer a las guerrillas con una represión muy dura basada en concentrar a las poblaciones mambises para impedir que apoyaran a las guerrillas. Es una represión muy dura que produjo una campaña de prensa internacional muy crítica con España, especialmente en EEUU. Así están las cosas cuando el 15 de febrero de 1898 un barco norteamericano, el Maine, atraca en el puerto de La Habana para proteger a los ciudadanos norteamericanos. Ese día, el barco estalla y mueren 266 marineros. Nunca se supo la razón, pero sirvió como excusa para declarar la guerra a España. En España, la opinión pública pensaba que esa guerra se iba a ganar a EEUU, aunque el gobierno pensó que políticamente era mejor perder por derrota que por rendición anticipada. La guerra duró poco, ya que la inferioridad naval de España era manifiesta. Entonces fue rápida, se luchó en Cuba y Filipinas y al final se llegó a un Tratado de Paz firmado en 1898 por el cual España aceptaba la independencia de Cuba y el protectorado estadounidense sobre Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam. A cambio, España recibió 20 millones de dólares. Luego hubo otro tratado con Alemania por el cual se le vendieron unas islas llamadas Carolinas, Marianas y Palaos.

Consecuencias:

Este episodio del año 98 causó traumas que produjeron consecuencias:

  • Se calcula que hubo unos 120.000 muertos, más por enfermedades que por la guerra.
  • Resentimiento social contra el estamento militar, ya que la peor parte de la guerra se la llevaron los reclutas, los quintos, que eran obligados a luchar en esas guerras.
  • Pérdida del mercado colonial y recursos ultramarinos.
  • España pierde su estatus de potencia colonial y entonces, para recuperarlo, se plantea una política exterior de intervención en África: la ocupación colonial se potencia en la Guinea Ecuatorial e isla de Fernando Poo. Entonces comienza un protectorado en el norte de Marruecos.
  • Surge el Regeneracionismo (voluntad intelectual de modernizar España). Esto se percibe en los escritores del 98 como Pío Baroja y Unamuno.