La prosa renacentista
Los principales subgéneros de la prosa renacentista se pueden agrupar en dos grandes categorías: la prosa didáctica o de ideas y la prosa de ficción.
Ambos géneros ya se habían dado en otros momentos de la historia (Siglo XV, Edad Media). Sin embargo, el elemento distintivo del Renacimiento frente a otras épocas historias es que la prosa de ficción es la protagonista, y no la didáctica, que anteriormente era considerada el modelo prosístico por excelencia.
Prosa didáctica, prosa “de ideas”
La evolución de la prosa didáctica se vio influida por dos factores: el erasmismo y la contrarreforma, que supusieron para muchos una nueva visión de la Iglesia. Así, pueden distinguirse tres distintos subgéneros:
Diálogo
Consiste en transcripciones de supuestas conversaciones entre los personajes de la obra, en las que se plantean debates de intención didáctica sobre diferentes cuestiones; asuntos filosóficos, históricos, lingüísticos…
Está inspirado en el método de filosofar de Platón, quien consideraba al diálogo como la herramienta más importante del filósofo. Esto obedece al principio renacentista de mostrar interés por la Antigüedad Clásica.
La obra Diálogo de la lengua, escrita por Juan de Valdés, es una de las más destacables. Se trata de una reivindicación de la lengua romance frente al latín a través de la reflexión del autor sobre los orígenes del castellano. Está muy presente el “escribo como hablo”, guardando así una estrecha relación con el pensamiento platónico.
Prosa religiosa: el tratado doctrinal
Los autores más destacados son Fray Luis de León, que escribíó De los nombres de Cristo, pero que anteriormente ya había escrito lírica religiosa ascética, y Santa Teresa de Jesús, que escribíó Las moradas o Castillo Interior, que consiste en un tratado doctrinal. Este subgénero comprende las obras escritas por los propios miembros del clero, en las que manifestaban sus ansias de reformas a través de sus vivencias religiosas.
El equivalente de Santa Teresa de Jesús que cultivó el tratado doctrinal en poesía fue San Juan de la Cruz, con obras como Cántico Espiritual.
Crónica histórica
La crónica histórica alcanza en el Siglo XVI su punto culminante al coincidir con los descubrimientos de América. De este modo, surgíó un subgénero llamado crónica de Indias, en que se narraban hechos acaecidos durante la conquista y colonización del continente americano.
El autor más destacado es fray Bartolomé de las Casas, debido al contenido crítico de sus obras, como podemos ver en Historia general de las Indias o Brevísima relación de la destrucción de las Indias, en que describe y condena los abusos de los conquistadores.
Prosa de ficción
En el Renacimiento, conviven subgéneros ficticios surgidos anteriormente como nuevas formas narrativas. Son:
Novela de caballerías
A pesar de que la novela de caballerías ya había surgido en la segunda mitad del Siglo XV, alcanza su mayor esplendor en la primera mitad del Siglo XVI. El Amadís de Gaula, publicado en 1508 y escrito por Garci Rodríguez de Montalvo, es la obra más representativa. Narra las aventuras de Amadís, el hijo secreto de un monarca, y su historia de amor con una princesa.
En la segunda mitad del Siglo XVI entró en un período de declive, no por su éxito, puesto que continuaba siendo leído y disfrutado, pero sí por su producción; en los últimos años del Siglo XVI apenas encontramos novelas de caballerías.
Novela pastoril
Narran historias de amor protagonizadas por jóvenes pastores en un ambiente idílico. Presentan las siguientes carácterísticas:
Empleo del tópico locus amoenus (entorno y personajes idealizados).
Un mismo argumento trata varias historias de amor; los personajes se lamentan de sus penas amorosas.
El estilo es culto. Esto se debe a que los autores cultos presentaron un especial interés por este género, al considerar la novela de caballerías dedicada al pueblo llano.
La novela pastoril más importante e iniciadora de la tendencia es Diana, de Jorge de Montemayor, publicada en el 1559. Su apogeo se da en la segunda mitad del Siglo XVI, siendo tal su trascendencia que autores como Cervantes y Lope de Vega escribirían un ejemplar; La Galatea (1585)y La Arcadia (1598), respectivamente.
Novela bizantina
Son relatos en los que se cuentan las desventuras de dos amantes que, separados por una serie de obstáculos, luchan por reencontrarse.
El subgénero se desarrolla sobre todo a principios del s. XVII, cuando Cervantes y Lope de Vega escriben Los trabajos de Persiles y Sigismunday El peregrino en su patria, respectivamente.
Novela morisca
Plantea una historia de amor en la época de la Reconquista que simboliza la posibilidad de convivencia entre las culturas musulmana y cristiana. Sus rasgos fundamentales son los siguientes:
Se idealizan todos los personajes; tanto los moros como los cristianos.
La acción transcurre en un entorno exótico y fasto.
El conflicto principal es una historia de amor entre personas de culturas diferentes.
La primera novela morisca es El abencerraje, de autor anónimo.
Novela picaresca
Sus carácterísticas son:
Son novelas realistas compuestas en primera persona, como si se tratase de una autobiografía.
El tiempo en que se cuentan los hechos es posterior a los hechos, y su narración corresponde a un motivo en concreto.
La acción transcurre en diversos lugares y situaciones en que el pícaro debe servir al amo. Son así narraciones dinámicas e itinerantes.
El narrador retrata con sentido crítico e irónico la realidad que lo rodea.
El mundo social en que se dibujan las novelas es urbano.
El pícaro actúa en función de su interés por ascender en la pirámide social.
Este subgénero se inicia con la publicación de Lazarillo de Tormes en 1554. Después, se publicó la primera parte del Guzmán de Alfarache en 1599 por Mateo Alemán. En el siglo posterior gozará de gran éxito.
Lazarillo de Tormes
Las tres primeras ediciones conservadas son del mismo año; del 1554. La primera de ellas es la llamada edición prínceps. Su año es complicado de determinar, puesto que no sabemos si hubo ediciones anteriores.
En cuanto a su autoría, existen varias hipótesis. Algunos autores atribuyen la obra a Juan o Alfonso Valdés por las ideas erasmistas presentes en el texto implícitamente. Otros, se la atribuyen a un fraile, Fray Juan de Ortega, al poseer un borrador manuscrito del Lazarillo de Tormes, cosa que no prueba nada. Además, atendiendo a las connotaciones anticlericales, es algo contradictorio que un clérigo escribiese algo así. Con todo, la autoría continúa siendo anónima. Este anonimato se explica por las anteriormente mencionadas críticas a las autoridades eclesiásticas.
Interpretación y sentido
Lázaro es un antihéroe, un personaje de origen muy bajo que habrá de luchar contra las adversidades con métodos de cuestionable moralidad en un mundo regido por violencia y apariencias. En el transcurso de su vida (hasta llegar a ser pregonero y esposo de la amante del arcipreste) retrata con dureza la realidad de la sociedad de su época, haciendo hincapié en las críticas al clero.
El teatro renacentista
Comedia renacentista
Estaba destinada a un público cortesano y culto, y estaba inspirado en los modelos italianos y clásicos latinos de Plauto y Terencio. Las obras, en verso, suelen plantear un conflicto amoroso protagonizado por personajes idealizados. Los autores más destacados son Bartolomé de Torres Naharro y Gil Vicente.
Lope de Rueda
Los pasos son piezas breves de gran expresividad y comicidad, concebidas para ser representadas en el curso de una comedia. Son la base de los entremeses, que surgirán en el siguiente siglo. Estaban destinadas a un público popular.
Poesía barroca
Conceptismo
Los rasgos de la poesía conceptista son los siguientes:
Su punto de partida es el concepto; por tanto, el contenido de la composición predomina sobre su forma.
Se emplean recursos para comunicar una idea habitualmente compleja y con frecuencia paradójica o contradictoria.
Predominan figuras y recursos como la metáfora, la paradoja, la antítesis y los juegos de palabras.
Francisco de Quevedo
Es el mayor representante de la poesía conceptista. Alterna un tono grave y solemne con uno jocoso y desenfadado. Su amplia obra lírica se suele clasificar según un criterio temático:
Poemas metafísicos y morales
Sus poemas son de tono grave y elevado, en los que se expresan ideas que corresponden al pesimismo Barroco. El autor reflexiona sobre cuestiones como la vida, la muerte o el paso del tiempo. A veces, critica vicios de la sociedad. Utiliza el tópico tempus fugit; la vida es un camino inexorable hacia la muerte.
Poemas amorosos
El desengaño es un tema muy presente. No obstante, el amor aparece como el único tema capaz de mover el mundo y sobrevivir a la muerte. De ahí que el tono desengañado se combine con uno apasionado.
Poemas políticos
En estas composiciones se reflexiona sobre la situación nacional. Quevedo establece una relación entre la decadencia del país y su situación personal.
Poemas satíricos
El autor se burla de costumbres de su época, de determinados personajes, o incluso parodia episodios mitológicos
Poemas religiosos
Se percibe en ellos las ideas contrarreformistas
Poemas de circunstancias
Son textos para conmemorar un hecho especial o un personaje elevado
Culteranismo
También llamado gongorismo, sus rasgos son los siguientes:
Se preocupa por la forma, que es a menudo tan complicada que deriva en una poesía minoritaria e inaccesible.
La expresión es rebuscada y se caracteriza por la presencia de latinismos, alteraciones del orden habitual de la frase (hipérbaton), acumulación de epítetos, referencias culturales herméticas y empleo de abundantes recursos que intensifican la sensorialidad del poema.
Luis de Góngora
El mayor representante de la poesía culterana es Luis de Góngora, y sus obras se caracterizan por:
Hermetismo: la poesía de Góngora es compleja, pero no por la densidad de sus ideas, como sucede en el conceptismo, sino por la expresión de estas. El poeta hace uso de continuas alusiones culturales y superpone numerosos recursos retóricos.
Belleza y sensorialidad: el objetivo de la poesía gongorina es conseguir un texto bello y lleno de elementos sensitivos. Son fundamentales en su obra el cromatismo y la musicalidad.
Complejidad sintáctica: Góngora distorsiona el orden sintáctico habitual.
Diversidad de registros: combina solemnidad con tonos jocosos y críticos.
La prosa barroca
Prosa didáctica
Prosa satírica:
Se lleva a cabo una sátira despiadada de todos los grupos sociales. Los Sueños de Quevedo.
Prosa política:
Se plantean medidas para resolver los problemas del país, como en Empresas y Políticas.
Prosa moral y didáctica:
Se reflexiona sobre temas universales. Un autor destacado es Baltasar Garcián, conEl héroe.
Prosa de ficción
La novela picaresca
Es el subgénero de prosa más destacado del Barroco. Aunque mantiene muchas carácterísticas del siglo anterior, desarrolla otras propias:
El lenguaje es más retórico y complejo.
A veces, el relato es inmotivado.
Presentan un gusto por la caricatura y la deformación grotesca de los grupos sociales.
Las obras tienen un tonomoralista, los episodios narrativos se combinan con digresiones de carácter moral.
Destacan dos obras:
El Guzmán de Alfarache: escrito por Mateo Alemán, fue publicado en dos partes (1599 y 1604) y supuso la consolidación de la picaresca como género. El autor combina la narración de la vida del pícaro con episodios de corte moral y presenta dos grandes temas; la honra (Guzmán intenta ascender socialmente pero acaba una y otra vez arrastrado al delito y la marginación) y el dinero (la sociedad que mueve al protagonista se mueve por la codicia).
El Buscón: escrito por Quevedo hacia 1605, no se publicó hasta 1626. La obra presenta un estilo conceptista; Quevedo se interesa más por el contenido que por plasmar con verosimilitud el lenguaje de su tiempo.
Otras novelas picarescas destacables fueron La pícara Justina, de Francisco López de Úbeda, y La garduña de Sevilla, de Alonso de Castillo Solórzano.
La novela alegórica
En este subgénero, el argumento es un pretexto para incluir reflexiones sociales, políticas y morales. Así, los personajes y los hechos tienen un valor simbólico. Obras que destacan son El criticón, de Baltasar Garcián, y El diablo cojuelo, de Luis Vélez de Guevara.
La novela corta
De inspiración italiana, supuso la incorporación de la mujer a la literatura española, gracias a las obras de María de Zayas (Novelas amorosas y ejemplares). También destacan las Novelas Ejemplares de Cervantes, que posteriormente serán explicadas.
Miguel de Cervantes
Cultivó todos los géneros posibles; lírica, teatro y prosa. Aunque destaca más en la prosa, en sus obras teatrales diferenciamos entre:
Textos dramáticos de inspiración clásica y renacentista: a este grupo pertenecen El trato de Argel, una comedia, y la tragedia Numancia.
Comedias y entremeses: publicadas en 1625 bajo el título de Ocho comedias y ocho entremeses, son especialmente interesantes estos últimos. El engaño suele ser el eje central de la trama.
El
QuijoteCon la publicación del Quijote (1605 primera parte y 1615 la segunda), nacíó la novela como la conocemos hoy en día por la profundidad de los personajes y su complejidad. Es también la única novela realista de Cervantes.
El juego de narradores
Hay un total de tres narradores a lo largo de toda la historia:
Cide Hamete Benengeli, sabio árabe a quien se atribuye la composición de la historia.
El traductor, que adapta el texto original al castellano.
El propio Cervantes, que actúa como comentarista y editor, e incluso llega a presentarse como personaje.
Este juego de voces constituye una parodia a las novelas de caballerías puesto que estas, para estar dotadas de mayor verosimilitud, estaban narradas por un “historiador”. Además, refuerza la ambigüedad de la novela; no sabemos si Don Quijote está loco de verdad o si se hace el loco para afrontar la realidad que lo rodea.
La comedia nueva
En su Arte nuevo de hacer comedias, un poema leído en 1609 ante la Academia de Madrid, Lope de Vega fijó los rasgos básicos de la llamada comedia nueva, que gozaría de un gran éxito popular y fue imitada por los grandes dramaturgos de su tiempo.
Carácterísticas de la comedia nueva
Los rasgos esenciales del teatro defendido por Lope de Vega se pueden resumir en los siguientes puntos:
Mezcla de lo trágico y lo cómico. Lope considera esencial que la obra resulte amena, de modo que propone la mezcla de géneros y considera aconsejable incluir elementos humorísticos que agraden al público.
Transgresión de las tres unidades. Frente a la unidad de tiempo (los hechos han de suceder en un solo día), de lugar (los hechos se desarrollan en un único espacio) y de acción (se presenta un solo conflicto), los argumentos de la comedia nueva abarcan plazos temporales más extensos, se desarrollan en varios espacios y dan lugar a diferentes tramas.
Variedad métrica. Las obras no se ajustan a un tipo de verso o estrofa, sino que se recurre a la polimetría para cada personaje o situación.
Reducción de la obra a tres actos. Según los cánones clásicos, la obra debía constar de cinco actos. Lope propugna su reducción a tres actos con el fin de acentuar la tensión dramática.
Decoro expresivo. Se busca la verosimilitud; el lenguaje de los personajes se adecúa a su categoría social, edad y condición.