La Primera República Española: Triunfos, Conflictos y el Surgimiento del Movimiento Obrero

La Primera República: La proclamación de la República Española fue la salida más fácil después de la renuncia a la corona de Amadeo de Saboya. Las Cortes decidieron someter a votación la proclamación de la República, que fue aprobada en febrero de 1873. Fue elegido presidente del gobierno Estanislao Figueras.

La mayoría de la cámara era monárquica y su voto republicano fue una farsa con el fin de conseguir más tiempo para preparar el retorno de los Borbones. La República nació con escasas posibilidades de éxito; salvo Estados Unidos y Suiza, ninguna potencia reconoció la República Española.

Fue recibida con alegría por las clases populares. En las ciudades se produjeron también amplias movilizaciones populares entre el movimiento obrero. Se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, en las que ganaron los republicanos. La victoria era engañosa, ya que el 60% del electorado se abstuvo.

Las Cortes se abrieron en junio del 73 y proclamaron la República democrática federal. Querían emprender grandes reformas:

  • Elaboración de una Constitución.
  • Separación de Iglesia y Estado.
  • Elaboración de leyes sociales (abolición de la esclavitud, supresión de las quintas, reforma de los impuestos y leyes de protección laboral).

La Constitución federal de 1873 seguía el modelo de la de 1869. Lo más destacado era la estructura del Estado, que establecía que la nación española se componía de 17 estados (Cuba entre ellos) y el poder emanaba de los municipios, estados regionales y el Estado federal. La Constitución promulgaba un Estado no centralista.

La Primera República se enfrentó a graves problemas como la insurrección carlista, que produjo la articulación de embriones de estado, y los ayuntamientos impulsaron una lengua propia. A esto se unió la Guerra de Cuba, la obstrucción de los partidos monárquicos y la división entre los propios republicanos.

La sublevación cantonal fue el conflicto más grave de la Primera República y era la mezcla de aspiraciones autonomistas, propiciadas por los republicanos federales intransigentes, con las aspiraciones de revolución social de los internacionalistas. En las zonas de implantación republicana se alzaron cantones independientes. Los levantamientos se producían por artesanos, pequeños comerciantes y asalariados, y fueron dirigidos por los intransigentes.

Pi y Margall y Salmerón dimitieron y la presidencia recayó en Emilio Castelar. La República, a partir de ese momento, se desvió hacia la derecha. Castelar respaldó a los más conservadores y concedió atribuciones a los jefes militares a cambio de mantener el orden público. Poco después, un grupo de diputados plantearon una moción de censura contra Castelar para que dimitiese. El gobierno de Castelar fue derrotado.

Pavía, con fuerzas de la Guardia Civil, exigió la disolución de las Cortes republicanas y abandonaron la Cámara. El poder pasó a Serrano. En diciembre de 1874, el pronunciamiento de Arsenio Martínez Campos proclamó rey de España a Alfonso XII, quien había firmado antes el Manifiesto de Sandhurst, que garantizaba el funcionamiento del sistema político liberal y restablecía el orden social.

Nacimiento del Movimiento Obrero

La legislación liberal no contemplaba ningún tipo de normativa que regulase las relaciones laborales. Las primeras manifestaciones obreras contra el nuevo sistema industrial tuvieron un carácter violento. En 1820, el ludismo fue la primera rebeldía obrera: los trabajadores de la industria de Alcoy asaltaron la ciudad y quemaron telares mecánicos. También se incendió la fábrica Bonaplata de Barcelona.

La protesta obrera se fue centrando en las relaciones laborales y la lucha se orientó hacia el derecho de asociación y la mejora de las condiciones de vida y trabajo. Se crearon sociedades de socorros mutuos y la primera asociación de estas fue la Sociedad de Protección Mutua de los Tejedores de Algodón en Barcelona. El hecho más relevante fue la primera huelga general declarada en España, en 1855, como reacción a la introducción de nuevas máquinas hiladoras.

El aumento de población asalariada sin crecimiento paralelo de trabajo provocó un grave problema social, sobre todo en Andalucía. El problema se agravó en 1855 con la desamortización de los bienes comunales de los municipios. Se produjeron alzamientos de campesinos que fueron duramente reprimidos por la Guardia Civil y el Ejército. En los años 60 y 70, el bandolerismo se extendió por Andalucía.

La llegada del internacionalismo

Tras el triunfo de la Revolución de 1868, llegó a España un enviado de la AIT, el italiano Fanelli, que viajó a Madrid y Barcelona. Fue el fenómeno que ayudó a la expansión de las ideas anarquistas entre el proletariado catalán y el campesinado andaluz. A partir de 1869, las asociaciones obreras se expandieron por toda España. El primer congreso de la Federación Regional Española de la AIT se celebró en 1870 en Barcelona y se adoptaron acuerdos concordantes con la línea anarquista del obrerismo. En 1871, llegó a Madrid Paul Lafargue e impulsó el grupo de internacionalistas madrileños favorables a las posiciones marxistas. El internacionalismo tuvo su momento álgido durante la Primera República.

Anarquismo y socialismo

El anarquismo tenía su implantación entre los jornaleros de Andalucía y los obreros de Cataluña, y optará por la acción directa y organizará grupos autónomos revolucionarios cuyo objetivo era atentar contra el capitalismo. Se produjeron los actos más destacados de violencia social (bombas en el Liceo de Barcelona). El anarquismo fue acusado de estar detrás de la “mano negra”. Atentados y revueltas anarquistas fueron seguidos de una gran represión. Se procesaron en Montjuïc a 5 anarquistas, quienes fueron ejecutados.

La nueva Federación Madrileña de la AIT, de tendencia marxista, tuvo una vida efímera. Un grupo de obreros madrileños, entre los que estaba Pablo Iglesias, fundaron el Partido Socialista Obrero Español, que se definía como marxista y partidario de la revolución social. Presentaba también un programa de reformas que incluían el derecho de asociación, reunión y manifestación, sufragio universal y reducción de las horas de trabajo.