La Poesía y Narrativa Hispanoamericana del Siglo XX: De la Experimentación al Postboom

Lírica Española del Siglo XX

Los Novísimos (Generación del 68)

En 1970, José María Castellet publicaba una antología poética clave en la evolución de la lírica española: Nueve novísimos poetas españoles. Esta obra, que recogía nombres como Leopoldo María Panero, Guillermo Carnero, Antonio Martínez Sarrión, entre otros, presentaba a una generación que llegaba con una nueva forma de hacer poesía, rompiendo con la tradición anterior e insertándose en la línea de la literatura experimental.

Estos poetas, también conocidos como la Generación del 68:

  • Abandonaron el tono intimista y autobiográfico, llevando a cabo una renovación total del género.
  • Nacidos tras la Guerra Civil, con educación católica, sentían fascinación por los medios de comunicación: cómics, cine, televisión, etc.
  • Fueron la primera generación en viajar al extranjero, simpatizando con los movimientos hippies y el Mayo del 68.
  • Reivindicaron la cultura pop: rock and roll y la democratización de la cultura.

Los temas de su poesía eran variados, algunos más frívolos y de influencia norteamericana, otros más sociales, sin olvidar el erotismo o el amor.

La ambientación de sus textos era variada: una noche en Venecia, un día en Hollywood o incluso decorados virtuales procedentes del cine, del teatro o del cómic, todos ellos alejados de la realidad cotidiana del lector. También recurrieron a la música clásica, la mitología, el arte y la propia literatura.

Para engarzar materiales de procedencia tan diversa, utilizaron el collage, mezclando tipografías o palabras de varios idiomas con una libertad formal total, lo que afectó al verso.

Se pueden señalar dos tendencias:

  • La cultura popular, que rechazaba los valores sociales establecidos y reivindicaba el uso de materiales “no poéticos”.
  • Una vertiente más culturalista, de lenguaje más artificioso y preciosista.

La Poesía Postnovísima

Poco a poco, el excesivo formalismo de la poesía experimental de los años 70 fue dejando paso a una poesía más interiorizada y de temas cotidianos. Se comienza a hablar de poesía postnovísima, cuyas características son:

  • La recuperación del realismo.
  • El alejamiento de la experimentación.
  • La vuelta al concepto de poesía como comunicación.

En sus poemas se hacen presentes el humor, la ironía y los temas íntimos. Hay variedad de tendencias:

  • Neosurrealismo: entronca con la poesía surrealista de la Generación del 27. Composiciones apasionadas, con imágenes innovadoras, que destacan el yo poético y la irracionalidad del lenguaje.
  • Neorromanticismo: poesía de temas recurrentes como la noche, la muerte… Representada por Antonio Colinas.
  • Poesía épica: (Julio Llamazares). Su poesía es una reflexión sobre el paso del tiempo, la soledad, la muerte.
  • Poesía erótica: erotismo visto desde el punto de vista de la mujer, con motivos como el mar, la noche…
  • Decadentismo y culturalismo: poesía refinada, culta y decadente.
  • Poesía conceptual: poesía abstracta y libre de artificios. Sus precursores son autores asociados con el grupo de los 50 (Antonio Gamoneda) que evolucionaron hacia una poesía menos directa y más sugerente. Los principales autores son: Andrés Sánchez Robayna y Miguel Casado.
  • Poesía de la experiencia: lírica de temas cotidianos y urbanos, con cierta narratividad y una visión desencantada de la vida. El tono es coloquial y el lenguaje sencillo y conversacional. Sus principales autores: Carlos Marzal, Luis García Montero, Andrés Trapiello, etc.

Para completar esta década hay que mencionar el auge de la poesía femenina: Las diosas blancas (1985).

A finales de los 90, surge la “poesía de la diferencia”, representada por Antonio Rodríguez Jiménez. Otras alternativas las ofrecen poetas agrupados en torno al colectivo valenciano “Alicia bajo cero” y las llamadas “Voces del extremo”, quienes se reúnen anualmente en Moguer desde 1999. Estos poetas reivindican una poesía comprometida, crítica y política, con un lenguaje muy diferente al del realismo social.

Como característica de la época, cabe destacar la irrupción de Internet y un nuevo género: la micropoesía, pequeños “pildorazos” poéticos de consumo rápido.

Narrativa Hispanoamericana del Siglo XX

La Nueva Novela

En los años 40 y 50, la literatura hispanoamericana da las primeras muestras de superación de los modelos narrativos que habían dominado el panorama literario en las décadas anteriores. El Regionalismo de los años 20 y 30, más preocupado por la utilidad del mensaje literario que por cuestiones estéticas, se agotaba. Surge una nueva concepción de la realidad que ponía en duda la capacidad del hombre para entender el mundo por medio de la observación y la razón. Las transformaciones en la vida social y la influencia que ejercieron los renovadores de la literatura europea y norteamericana favorecieron el nacimiento de la llamada “nueva novela”.

Esta “nueva novela” supondrá la aparición del nuevo mundo urbano y la atención a los problemas humanos, junto a los sociales. Lo local irá dejando paso poco a poco a los temas y símbolos de alcance universal. Aunque la característica que se ha señalado es la incorporación de elementos fantásticos o maravillosos: lo mítico, lo legendario, lo irracional y lo mágico irrumpirán en las historias a través de dos técnicas principales: la poetización de la realidad y la naturalidad narrativa de lo maravilloso.

La temática de estas novelas es muy variada, pero destacan los compromisos: con el ser humano y sus problemas y con la historia del continente americano. Del primero se derivan las novelas existenciales: predomina la soledad, la incomunicación, la pérdida del sentido de la vida, la muerte y los personajes en conflicto con su entorno. Del segundo compromiso, derivan las novelas sociales, como por ejemplo: El otoño del patriarca (Gabriel García Márquez). Otros autores reflexionan sobre la historia del continente: La guerra del fin del mundo, de Mario Vargas Llosa. La metaficción, la reflexión sobre el proceso creativo de la obra, también tiene su espacio: Rayuela de Julio Cortázar. Por último, hay que señalar el humor y el erotismo como elementos recurrentes.

Las innovaciones afectarán al discurso y a las técnicas narrativas. La más evidente es la ruptura de la estructura tradicional de la novela, lo que obliga a prestar una mayor atención en la lectura. Otro contraste es la importancia que adquiere el lenguaje.

En esta nueva novela pueden señalarse tres autores que abrieron el camino a esta nueva narrativa:

  • Miguel Ángel Asturias, con El señor presidente (denuncia las injusticias sociales de su país con un dictador).
  • Alejo Carpentier, con El reino de este mundo.
  • Jorge Luis Borges, con Ficciones y El Aleph, en las que indagaron a través de lo extraordinario y lo ilógico.

La obra de estos primeros autores revelaba la existencia de dos tendencias principales en la nueva novela: el realismo mágico de Asturias, Carpentier o Rulfo; y el realismo fantástico de Borges. Se distinguirían ambas corrientes que integran elementos fantásticos y reales en la narración.

El Boom Latinoamericano

En los años 60 se produce el boom de la novela hispanoamericana, el máximo esplendor de esta narrativa. En pocos años coinciden muchas novelas magistrales, algunas como: La ciudad y los perros, El siglo de las luces, El astillero, Cien años de soledad, etc. Esta última ha alcanzado mayor visibilidad internacional, escrita por Gabriel García Márquez y la más leída en castellano después del Quijote.

El Postboom

o “novisima narrativa”. se vincula a la epoca de desilusion en el fracaso de los proyectos democratizadores. se observa una mayor confianza en la capacidad del hombre para percibir la realidad. en cuanto a la tematica, destaca la denuncia social, ideologica o politica. destaca el aumento de las novelas de tema historico: noticias del imperio de fernando del paso. en la novela de cultura popular; las drogas y el sexo. la recuperacion del amor y el erotismo es representativo tanto en autores nuevos (isabel allende), como de otros (garcia marquez). tambien hay que señalar la presencia del humor.