La Poesía Española del Siglo XX: Del Modernismo a la Guerra Civil

1. La evolución poética de Juan Ramón Jiménez

1.1. Época sensitiva (1898-1915)

En esta primera etapa, la poesía de Juan Ramón Jiménez está marcada por la influencia del Modernismo y el Simbolismo francés, con temas como la melancolía, la naturaleza y la música. Destacan obras como:

  • Tristes (1903)
  • La soledad sonora (1911)
  • Platero y yo (prosa poética, 1914)
  • Estío (1916)

1.2. Época intelectual o “pura” (1916-1936)

En esta etapa, Juan Ramón Jiménez busca la expresión de la experiencia sin adornos retóricos, despojando sus poemas de imágenes y anécdotas. Esta etapa viene marcada por la publicación en 1916 de Diario de un poeta recién casado que rompe definitivamente con el Modernismo y abre la poesía española a las innovaciones vanguardistas.

1.3. Etapa última o “verdadera” (1937-1958)

Esta etapa comprende todo lo escrito durante su exilio americano. Juan Ramón continúa replegado en sí mismo en busca de la pureza y la perfección. Aspira a lo absoluto y lo metafísico en obras como En el otro costado (1936-42) y Dios deseado y deseante (1948-49). En 1956 obtendrá el Premio Nobel de Literatura.

2. La poesía novecentista y vanguardista

2.1. El Novecentismo

En torno a 1914 surge en España una nueva generación de intelectuales comprometidos con el liberalismo democrático, convencidos de la importancia de la educación para el progreso. Estos autores, conocidos como novecentistas o Generación de 1914, proponen un nuevo concepto de poesía: una poesía intelectual, “deshumanizada”, basada en el lenguaje. Los novecentistas serán decisivos, más que por su obra poética, por la divulgación que harán de los movimientos de vanguardia europeos en sus revistas y ensayos. Destaca poderosamente como defensor de este nuevo rumbo estético el filósofo José Ortega y Gasset, autor del influyente ensayo La deshumanización del arte (1925) y queda ejemplificado en la “poesía pura” de Juan Ramón Jiménez.

2.2. Ultraísmo y Creacionismo

En torno a 1920 se desarrollan en el ámbito hispánico el ultraísmo y el creacionismo, dos movimientos de vanguardia caracterizados por romper plenamente con los excesos del Modernismo y por una concepción formalista de la poesía.

2.3. Surrealismo

De 1925 a 1930 el movimiento de vanguardia más influyente y visible en la obra de los poetas del 27 fue el surrealismo. Su principal consecuencia fue la “rehumanización” de la literatura de vanguardia al convertir la experimentación formal en un medio para transformar la percepción de la realidad y, con ello, la realidad misma, liberando al hombre de su conciencia. El surrealismo exalta todo lo que está más allá de la razón: los sueños, los deseos, la imaginación, etc.

2.4. Poesía social

En los primeros años 30, las circunstancias político-sociales llevarán a la práctica decidida de una poesía de denuncia, centrada en los conflictos sociales del momento histórico, desde la que se toma partido: era la hora de una “poesía sin pureza” que no es ajena a la herencia vanguardista.

3. La Generación del 27

Con este término se designa a un grupo de diez poetas (Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, García Lorca, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre) de gran relevancia en la poesía española del siglo XX que compartieron unas mismas vivencias e influencias y unos mismos intereses poéticos e ideológicos de 1920 a 1936. Su admiración por Góngora y otros poetas y su afán vanguardista de renovación ponen de manifiesto la gran característica común de su poesía, más allá de las lógicas diferencias entre sus trayectorias poéticas: la tendencia al equilibrio y a la síntesis entre rasgos extremos y opuestos. Se aprecia en estos poetas un equilibrio:

a. Entre lo intelectual y lo sentimental.

b. Entre la pureza estética y el compromiso social.

c. Entre lo minoritario y la inmensa mayoría.

d. Entre lo universal y lo español, que desemboca en la oposición entre tradición y renovación.

Casi todos ellos tienen poemarios escritos con anterioridad a 1930, en los que combinan magistralmente lo culto con lo popular y la tradición con la vanguardia. Así, hay que destacar la poesía neopopular de Lorca (Poema del cante jondo y Romancero gitano) y de Alberti (Marinero en tierra), la poesía pura de Dámaso Alonso (Poemas puros y El viento y el verso), de Guillén (Cántico), de Salinas (Presagios y Seguro azar) y los poemarios creacionistas de Gerardo Diego (Imagen y Manual de espumas).

En torno a 1930 el grupo experimenta la influencia del surrealismo francés y de la poesía social y comprometida de Pablo Neruda, quien en Madrid lanzará su manifiesto Sobre una poesía sin pureza.

Será el estallido de la Guerra Civil lo que trunque la evolución poética de esta generación posicionada al lado del bando republicano. García Lorca será asesinado ese mismo año (1936) y la mayoría de los poetas de este grupo se verán obligados al exilio, circunstancia que hará dominante en su poesía posterior la nostalgia por lo perdido. Aleixandre, Gerardo Diego y Dámaso Alonso se quedarán en el llamado “exilio interior” y serán los encargados de apadrinar a los poetas de las siguientes generaciones, que se habían quedado huérfanos de modelos en el panorama de devastación cultural que la guerra dejó. Otro gran poeta anterior a la Guerra Civil fue Miguel Hernández (1910-1942). En sentido estricto, no formó parte del grupo del 27, pero en su poesía se perciben unos rasgos y preocupaciones similares.