Miguel Hernández
Miguel Hernández participó como soldado en el ejército republicano durante la Guerra Civil. Fue encarcelado en diversas ciudades españolas y condenado a muerte, aunque la sentencia fue conmutada por 30 años de reclusión. Su vida se vería truncada definitivamente en la cárcel de Alicante, a consecuencia de la tuberculosis.
En su producción poética se han establecido cuatro etapas:
A) Etapa de poesía de tono barroco
Se refleja en Perito en lunas. Sobresalen las metáforas y los símbolos como medios poéticos para enriquecer la realidad.
B) Publicación de El rayo que no cesa
El centro vital de la obra es la pasión amorosa hacia la que sería su mujer, pero una pasión impedida por los convencionalismos de una moral provinciana. En cuanto al estilo, Miguel Hernández abandona el barroquismo de su obra anterior y presenta una poesía más desarraigada, instalada en la corriente abierta por su amigo Pablo Neruda de la “Poesía impura” y en la concepción del amor como fuerza telúrica, propia de Aleixandre. La obra se compone sobre todo de sonetos, aunque en ella incluye en tercetos encadenados su célebre Elegía a Ramón Sijé.
C) Poesía de guerra en Viento del pueblo y El hombre acecha
Durante la guerra, Miguel Hernández emplea su poesía para luchar por la causa republicana y escribe Viento del pueblo. Como el viento, la voz del poeta alienta a los soldados en las trincheras, arenga a la lucha, mantiene viva la esperanza. Son poemas que lloran la muerte de Lorca, de los hombres en la frente de batalla, que cantan al niño yuntero, al sudor de los campesinos, etc. En esta tercera etapa también escribe Miguel Hernández El hombre acecha.
D) Poesía desnuda y profunda en Cancionero y Romancero de ausencias
Son los poemas, escritos la mayoría en la cárcel, que se recogen en Cancionero y Romancero de ausencias: el poeta se duele de la ausencia de los suyos y escribe intensos poemas de amor a su mujer. Uno de los poemas es Nanas de la cebolla, dedicada a su segundo hijo.
La Poesía de los Años 40
La poesía se desarrolló en torno a tres revistas:
Escorial
Reunió a los poetas de la generación del 36, que se decantaron por una poesía intimista de temas líricos tradicionales: el amor, la muerte, la tierra, el paisaje.
Garcilaso
Se fundó con apoyo oficial del régimen franquista para consolidar una poesía que sirviera a los fines de la dictadura. Los temas fundamentales son Dios y la patria, el paisaje castellano, etc. Tienen un admirable dominio de la técnica. Poesía esteticista y de evasión que Dámaso Alonso denominó “poesía arraigada”. Ofrecen una visión positiva del mundo obviando la dura realidad española del momento.
Espadaña
Contra esta visión esteticista y de evasión, reaccionan una serie de escritores que reclaman una poesía con mayor contenido humano y existencial, que refleje la desgarradora realidad española de la época. Renace la idea de poesía como comunicación. Temas: la angustia histórica y la angustia existencial.
Fecha clave es el año 1944 en que se publica Hijos de la ira de Dámaso Alonso y Sombra del paraíso de Vicente Aleixandre, así como la aparición de la citada revista Espadaña.
En este grupo destacan: Gabriel Celaya, Blas de Otero, Carlos Bousoño, José Hierro.
Vanguardismo y Postismo
Hay escritores que intentan enlazar con la generación del 27 y con el surrealismo: la revista “Postismo” (abreviatura de “post-surrealismo”) de Carlos Edmundo de Ory. En la poesía surrealista el deseo se constituye en el motor del mundo. Los principales recursos estilísticos son metáforas encadenadas que tienen su base en el sueño, la alucinación y el subconsciente.
La Poesía Social de los Años 50
Se consolida el llamado “realismo social”. De esa fecha eran dos libros de poemas que marcan un hito: Pido la paz y la palabra de Blas de Otero y Cantos iberos de Gabriel Celaya. Ambos poetas superan su anterior etapa de angustia existencial. Su estela será seguida por muchos de los que antes se inscribían en la poesía desarraigada.
En cuanto a la temática, hay que destacar la gran proporción que alcanza el tema de España, más obsesivo aún que en los noventayochistas y con un enfoque distinto. Dentro de la preocupación general por España y del propósito de un “realismo crítico”, se sitúan temas concretos: la injusticia social, la alienación, el mundo del trabajo, el anhelo de libertad y de un mundo mejor, etc.
Estilísticamente se trata de una poesía que emplea un lenguaje claro de tono coloquial, pues va dirigida a la mayoría.
Las tres figuras relevantes de este periodo son: José Hierro, Gabriel Celaya y Blas de Otero.