La Novela Española Tras la Guerra Civil: Evolución y Tendencias

La novela española posterior a la guerra civil

La Guerra Civil dejó en la literatura posterior una profunda huella. Supuso el exilio para muchos novelistas (Sénder, Rosa Chacel,…) y la ruptura con la tradición inmediatamente anterior.

La década de los 40

Rasgo esencial de esta novelística es la desorientación, por falta de unidad generacional, que hace que las novelas se orienten en varias direcciones de forma vacilante. Hasta 1945 hay una serie de narradores que cultivan una novela histórica, de exaltación, que evolucionó posteriormente hacia una justificación ideológica y moral del conservadurismo. Al mismo tiempo, dieron un primer paso hacia el realismo crítico autores como Carmen Laforet, Miguel Delibes,… Se puede decir que la historia de la novela española de posguerra se inicia en 1942 a partir de las novelas de dos escritores:

  • Camilo José Cela con La familia de Pascual Duarte, que inaugura una nueva corriente, el tremendismo, tendencia al humor negro como medio de escape de una realidad triste y desolada.
  • Carmen Laforet con Nada (1945), dentro de lo que se considera el Neorrealismo.

Las características principales de esta corriente son:

  • Reflejo amargo de la realidad del hombre, en situaciones que ponen a prueba su condición humana.
  • Enfoque limitado en cuanto a la intención social, falta de afán crítico.
  • Traspaso del malestar social a la esfera individual.

El Realismo Social

Con la publicación de La colmena de Cela en 1951, se abrió un nuevo rumbo; esta obra se convierte en el precedente de las formas narrativas que le siguen. Se ha dado, así, el nombre de Realismo social al movimiento literario que se extiende desde 1954 a 1962. El año clave fue 1954, en el cual se editaron las novelas iniciales de este nuevo sentir:

  • El fulgor y la sangre de Ignacio Aldecoa
  • Los bravos de Jesús Fernández Santos
  • Juegos de manos de Juan Goytisolo
  • Pequeño teatro de Ana María Matute

En 1956, con la aparición de El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio, esta corriente está consolidada. Dentro de este grupo es posible distinguir dos tendencias:

  1. El objetivismo: la crítica se limita a testimoniar, a registrar la conducta externa de los individuos, sin comentario e interpretaciones (Aldecoa, Matute, Fernández Santos…)
  2. El realismo crítico: busca una concreta eficacia político-social de denuncia (García Hortelano, Goytisolo…)

Entre las características del realismo social hay que mencionar las siguientes:

  • Estructura aparentemente sencilla.
  • Preferencia por la narración lineal.
  • Relato objetivista basado en técnicas cinematográficas.
  • Preferencia por los protagonistas colectivos.
  • Concentración espacio-temporal.
  • Predominio del diálogo.
  • Fidelidad a la hora de recoger el habla viva de las distintas clases sociales que aparecen en la novela.
  • Lenguaje natural, fluido, en ocasiones pobre.
  • En cuanto a la temática, se desplaza el interés individual a la esfera social para testimoniar la situación por la que atraviesa el pueblo, seleccionando los asuntos más significativos de las diversas capas sociales.

La evolución a partir de 1960

A partir de 1960 comienzan a manifestarse síntomas de cansancio en el realismo dominante de la novela española. Cada vez se tienen más en cuenta las aportaciones de los grandes novelistas extranjeros, sobre todo del Boom de la narrativa hispanoamericana. En 1962 se publica Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos, considerada como obra inaugural de la nueva etapa. A partir de ahí se abren nuevos rumbos para la novela y los autores se preocuparán por los aspectos formales.

Contribuyen a esta renovación autores surgidos en los 40 como:

  • Camilo José Cela, San Camilo, 1936, publicada en 1969
  • Miguel Delibes, Cinco horas con Mario (1966)
  • Torrente Ballester, La saga/fuga de JB (1972)

Autores de la generación del medio siglo:

  • Goytisolo, Señas de identidad (1966)

Autores que se revelan en los 60:

  • Juan Marsé, Últimas tardes con Teresa (1966)
  • Joan Benet, Volverás a Región

Algunas de las innovaciones más importantes son:

  • Se combinan con la máxima libertad las tres modalidades narrativas: 1ª, 2ª y 3ª: perspectivismo.
  • Se buscan anécdotas propias de géneros menores: novela folletinesca, novela policíaca, generalmente en tono paródico: pastiche.
  • Se incorporan elementos extraños a la narración: informes, expedientes, anuncios, textos periodísticos,…
  • Ruptura de la secuencia cronológica; el desorden cronológico se ha convertido en uno de los rasgos estructurales más característicos de la novela actual.
  • Se disminuye el uso del diálogo a favor de otros procedimientos más novedosos: estilo indirecto libre y monólogo interior,…

Narrativa después de 1975

A partir de los setenta, la fiebre experimental entra en crisis; las novedades formales, ya asimiladas, se emplean moderadamente, cuando parecen eficaces, pero se pierde el afán de acumular innovaciones y de centrar el interés de una novela en la escritura. En general, se vuelve a una novela más tradicional, el estilo vuelve a ponerse al servicio de la historia y los argumentos recuperan su protagonismo. Una de las novelas que inicia este nuevo rumbo es La verdad sobre el caso Savolta (1975) de Eduardo Mendoza.

Lo que caracteriza a la novela de estas décadas es la variedad de tendencias en temas y en técnicas. Algunas se muestran especialmente fructíferas:

  • La novela histórica: recreación más o menos realista o imaginativa de hechos históricos: La isla de los jacintos cortados (1980), de Torrente Ballester; La ciudad de los prodigios (1986), de Eduardo Mendoza; El oro de los sueños (1986), de José Mª Merino; El jinete polaco (1991), de Muñoz Molina…
  • La novela policíaca: combina la tendencia a narrar una historia que resulte interesante y que atraiga al lector con los aspectos sociales y de denuncia. Este modelo nació con La verdad sobre el caso Savolta; su autor ha continuado este camino, añadiendo cierta carga humorística e ironía, en El misterio de la cripta embrujada (1979) y El laberinto de las aceitunas (1982). Destaca también en esta tendencia Manuel Vázquez Montalbán, con su serie sobre el detective Carvalho.
  • La novela intimista: a veces en forma de novela autobiográfica o memorias, sean estas reales o ficticias: Javier Marías, Todas las almas; Corazón tan blanco; Soledad Puértolas, Queda la noche,…
  • La metanovela: literatura dentro de la literatura. La creación literaria se convierte en tema con un personaje escritor que muestra o habla de su novela. Algún ejemplo de esta tendencia: El hijo adoptivo (1984), de Álvaro Pombo; Beatus ille (1986), de Antonio Muñoz Molina; El desorden de tu nombre (1988), de Juan José Millás,…