La Novela Española de Posguerra (1939-1960): De la Existencia al Experimento

La Novela Española de Posguerra (1939-1960)

Características Generales

Cronológicamente, la posguerra literaria española abarcó desde 1939 hasta finales de los años 60, cuando surgieron numerosos escritores jóvenes con otras inquietudes. La Guerra Civil Española, al igual que la Segunda Guerra Mundial, generó una grave desconfianza en la razón positivista de las ciencias modernas, resquebrajando la noción moderna de progreso indefinido e irreversible.

La Novela en los Años Cuarenta

Las dos corrientes principales de esta década son la novela existencial y la novela tremendista:

La Novela Existencial

Durante los años 40, los autores más jóvenes apostaron por una narrativa de exploración existencial, que buscaba un sentido para la vida individual. La novela más importante fue Nada (1945), de Carmen Laforet, sobre el desengaño de una universitaria que, pese a todo, tratará de salvar su felicidad en el futuro.

La Novela Tremendista

Se cultivó en los años 40 y se caracterizó por trazar una imagen animalesca y monstruosa de la existencia humana. La novela más representativa es La familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela, en torno a un joven condenado a muerte que, antes de ser ejecutado, escribe la memoria de toda su vida. Esta obra inauguró en España el llamado tremendismo.

La Novela en los Años Cincuenta

En los años 50, la novela se centró en la miseria social de la época, con su falta de libertad y las grandes diferencias sociales. Una novela pionera de esta tendencia es La Colmena, de Camilo José Cela, publicada en Buenos Aires en 1951, después de graves problemas con la censura española. La obra es como un gran mosaico de infinidad de personas que viven en Madrid durante tres días de 1942, lastradas por el hambre, la humillación, el aburrimiento y la hipocresía. Se caracteriza por el pesimismo de Cela, fotografiado a través de infinitas escenas que transcurren simultáneamente, como en el cine. La Colmena inició el objetivismo novelesco, en el que el narrador solo da cuenta de los hechos que ve y tal como los ve, al modo de la cámara imparcial del cine neorrealista. Ejemplos de esta técnica los tenemos en:

  • El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio.
  • El fulgor y la sangre, de Ignacio Aldecoa, quien es también un autor ejemplar del relato breve.
  • Entre visillos, de Carmen Martín Gaite.

Junto al objetivismo, surge otra técnica narrativa conocida como realismo crítico (aunque a veces convive con el objetivismo dentro de la misma obra). Por medio de esta técnica, el narrador valora críticamente la situación social, sin descuidar la representación del espacio y de los muchos personajes que forman esa sociedad injusta. Así sucede en:

  • Las ratas, de Miguel Delibes.
  • La piqueta, de Antonio Ferres.
  • La zanja, de Alfonso Grosso.

La Novela Experimental

A principios de los años sesenta se produce un movimiento de renovación, asentado en tres principios:

  • El arte no debe estar supeditado a la política.
  • La pretensión de objetividad debe superarse para reflejar la conciencia del sujeto.
  • Es preciso conferir un rasgo artístico a la prosa narrativa.

En la novela experimental encontramos las siguientes características:

  • Subjetivismo: La indagación en la realidad española se realiza a través de personajes fuertemente individualizados, sumidos en una crisis de identidad; esto se traduce en el uso del monólogo interior.
  • Creación de espacios simbólicos o míticos.
  • Inclusión de materiales diversos (informes, rótulos, anuncios…).
  • Incorporación de recursos narrativos como:
    • Ruptura del relato lineal.
    • Mezcla de diversos planos temporales.
    • Cambio continuo del punto de vista e incluso de las personas gramaticales.
    • Monólogo interior.
    • Diferentes tipografías.
    • Transgresión de las normas de puntuación ortográfica.

La novela que inició el cambio de rumbo es Tiempo de silencio (1962), de Luis Martín Santos. La obra despliega casi todas las técnicas experimentales citadas para hacer una indignada denuncia de toda la sociedad española, incluyendo a pobres y ricos, a intelectuales y a obreros. A esta novelística experimental se sumaron muchos narradores mayores, como Camilo José Cela, Gonzalo Torrente Ballester y Miguel Delibes (Cinco horas con Mario, 1966). Esta obra nos ofrece una alternancia de puntos de vista entre Carmen Sotillo y su esposo difunto. Es el largo monólogo de Carmen, quien nos deja ver, casi sin quererlo, el alma de su marido. Su expresivo lenguaje coloquial y los saltos en el tiempo presentan de forma obsesiva los prejuicios de Carmen y los males de esa sociedad. Entre los narradores de esta década sobresalen Juan Benet con Volverás a Región, Juan Marsé con Últimas tardes con Teresa y Juan Goytisolo con Señas de identidad.

La Narrativa en el Exilio

Los ejes temáticos de estos autores (Rosa Chacel, Ramón J. Sender y Max Aub) son las causas, el desarrollo y las secuelas de la Guerra Civil, así como la reflexión autobiográfica.