La Novela de los Años Cuarenta: Novela Nacionalista, Existencial y Tremendista
La Guerra Civil (1936-39) supuso un corte drástico en el desarrollo de la vida cultural española. Durante la Dictadura del general Franco (1939-75), diversos factores dificultaron la escritura y la publicación de las nuevas novelas, entre otros, la censura, el aislamiento de Europa y el exilio de buena parte de nuestros narradores. Como consecuencia de esta situación, los autores y sus obras se alejaron de los caminos por los que discurría la narrativa occidental europea, anomalía que se mantuvo hasta la década de los años sesenta, en la que se inicia un proceso de normalización que culminará, décadas después, con el advenimiento de la democracia. La novela en la dictadura puede organizarse en tres etapas: años cuarenta (novela existencial y tremendista), años cincuenta (novela social) y años sesenta y principios de los setenta (novela experimental). Vamos a ocuparnos en este epígrafe de la novela en los años cuarenta. El ambiente de desorientación cultural de los años cuarenta es muy acusado en el campo de la novela. Se ha roto con la tradición inmediata por la censura y el exilio. Esto hace que sea una época de búsqueda, de tanteos de qué camino seguir. Dos fechas serán sumamente importantes como indicios de arranque del nuevo género: 1942 con La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela y 1945 con Nada de Carmen Laforet, de las que nos ocuparemos más adelante.
a. Novela Triunfalista
A la desazón general escapan los llamados autores “triunfalistas” o, al menos, “conformistas” o adictos al Régimen. Durante los primeros años del franquismo se publican novelas propagandísticas que exaltan la guerra, el régimen surgido de ella y sus valores ideológicos. Así, García Serrano canta la victoria militar en novelas de ciertas cualidades en La fiel infantería; Agustín de Foxá, en Madrid, de corte a checa. Con alguna excepción, se trata de relatos partidistas, maniqueos, marcados por la inmediatez de la guerra y por la ideología de su autor.
b. Novela Idealista
Se puede apreciar, incluso, cierto malestar entre los autores conformistas que incluyen elementos disonantes en sus novelas, adoptan una estética realista y toman como modelos a Baroja y a Galdós, como Juan Antonio de Zunzunegui con ¡Ay…, estos hijos!, Ignacio Agustí con La ceniza fue árbol, conjunto de cinco novelas donde nos habla de la saga de una familia de la burguesía catalana (del conjunto, destaca la novela Mariona Rebull).
c. Novela Existencial
Describe la realidad destacando el malestar y la angustia vital de la sociedad y de los individuos como respuesta al triunfalismo de los vencedores en la primera posguerra. Algunas obras reflejan una realidad asfixiante en la que se impone la sensación de fracaso.
No hay en ellas crítica política ni social, sino más bien una desesperanza antropológica, una angustia individual marcada por la experiencia de la muerte.
- Reflejan la amargura de la vida cotidiana con un enfoque existencial. De ahí que los grandes temas sean la soledad, la inadaptación, la frustración y la muerte. Es sintomática la abundancia de personajes marginados y desarraigados o desorientados y angustiados, que, utilizando la primera persona en muchos casos, cuentan su vida evocando el pasado. Todo ello revela el malestar del momento. Malestar que, en último término, es social y que se traduce en pinturas grises y sombrías. Pero la censura hace imposible cualquier tipo de denuncia y limita el alcance de los testimonios de los autores. Por tanto, lo que resulta característico de estas novelas es la trasposición del malestar social a la esfera de lo personal, de lo existencial.
Autores y obras
Nada de Carmen Laforet, ganadora de la primera edición del premio Nadal en 1944, es la novela más importante dentro de esta temática. Cuenta en primera persona la vida de Andrea, que debe instalarse con sus tíos en Barcelona para estudiar en la universidad. Allí, la joven experimenta un proceso de progresivo desencanto que culmina, tras el suicidio de su tío Román, con su marcha a Madrid. La sombra del ciprés es alargada de Miguel Delibes (Premio Nadal, 1947) recoge la prosaica vida en Ávila y su hipócrita moral con el símbolo de las murallas que encierran a su población.
d. Novela Tremendista
Se trata, en realidad, de una manifestación extrema de la novela existencial. Refleja la misma angustia y la misma desolación, pero supone una vuelta de tuerca porque acentúa la atrocidad y la violencia. Son frecuentes los episodios brutales y truculentos que nos remiten a la novela picaresca o al esperpento de Valle-Inclán. La obra más representativa es La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela. En ella, el autor plasma con toda crudeza la inhumanidad y la violencia de la España rural. Pascual, condenado a muerte, narra su vida en primera persona tratando de justificar sus crímenes (asesina a su propia madre haciéndola responsable de todas sus desgracias). La extrema miseria, la violencia y la falta de instrucción en los que se ha criado hacen que estos sucesos se hagan inevitables. En la obra se denuncia el primitivismo de la sociedad, aunque lo esencial es la manifestación de la desazón existencial, así como la visión fatalista y determinista de la existencia.