La guerra civil supuso una ruptura total con la literatura inmediatamente anterior y fue un hecho determinante en la vida cultural posterior. Las consecuencias políticas, económicas, sociales e ideológicas condicionarán la creación novelesca./ LOS NOVELISTAS DEL EXILIO La Guerra Civil provocó el exilio de un gran número de escritores. Podemos decir que hay tres aspectos comunes a casi todos: la rememoración del conflicto bélico y de la España que abandonaron, la presencia de los nuevos lugares en los que tienen que vivir y la reflexión sobre temas que afectan a la propia naturaleza y existencia del hombre. El más conocido y, a la vez, más prolijo de todos es Ramón José Sender, cuyas obras podemos encuadrar dentro de una tendencia realista y social.
Su novela más lograda es Réquiem por un campesino español (1953). En las obras de Max Aub el tema principal es el hombre, como ser social, político y moral. Su obra más importante es la serie Campos, en la cual relata con una perspectiva histórica y épica la Guerra Civil./LA NOVELA DE POSGUERRA: AÑOS CUARENTA En la década de los cuarenta coexisten varias tendencias caracterizadas por la búsqueda de formas expresivas: la novela nacionalista, que plasmó la visión ideológica de los falangistas y la reivindicación de valores que consideraban fundamentales: el belicismo, la familia y la religión (Gonzalo Torrente Ballester, Javier Mariño, 1943); la novela fantástica y humorística, que sirvió para rechazar una realidad que resultaba demasiado terrible (Wenceslao Fernández Flórez, El bosque animado, 1944); la novela realista, cuyo tema fundamental es la vida de la burguésía y sus valores (Ignacio Agustí, Mariona Rebull). La publicación de Nada (1945) de Carmen Laforet y de La familia de Pascual Duarte (1942) de Cela viene a superar la baja calidad general de las novelas de este periodo. Su importancia viene determinada por lo que suponen de ruptura con la literatura oficial y de testimonio de una existencia desoladora y conflictiva. – Nada de Carmen Laforet obtuvo el premio Nadal en 1944. La importancia de la novela reside en la aproximación que ofrece a la realidad de posguerra y en la visión que ofrece. Con tintes autobiográficos, la novela narra la llegada a Barcelona de una joven que desea estudiar y el profundo desencanto que la invade en el ambiente insolidario y opresivo de su familia. – Si hay un autor que merece especial atención, no sólo en la literatura de posguerra, sino en todo el panorama novelístico del Siglo XX, ése es sin duda Camilo José Cela (1916-2002). Con La familia de Pascual Duarte (1942) inicia una corriente denominada tremendista, por esa tendencia a presentar los aspectos más desagradables y sórdidos de la condición humana. Sin embargo, será La colmena (1951) la obra más sobresaliente y de más éxito de Cela. En el Madrid de posguerra, más de trescientos personajes nos muestran a través de múltiples y pequeños fragmentos su vivir cotidiano, lleno de miseria y de penurias, presentando así la degradación de la España de la inmediata posguerra. Su estructura, el protagonismo colectivo y la perspectiva narrativa adelantan algunas innovaciones habituales en las novelas de fechas posteriores./LA NOVELA SOCIAL EN LOS AÑOS 50 Los años cincuenta van a suponer el renacer de la novela española. Se desarrollará un nuevo tipo de novela tanto en su concepción temática como formal: la literatura se convierte en un instrumento de denuncia, predominando la intención política sobre la estética. Este propósito común oscilará entre un simple compromiso moral y una función política explícita, lo cual da lugar a dos movimientos conexos pero diferenciados:
la narrativa neorrealista y la propiamente social. Las carácterísticas principales comunes de estas dos tendencias son: las novelas reflejan la realidad española y sirven como testimonio o como instrumento de denuncia de las injusticias sociales; presentan ambientes polarizados en dos núcleos temáticos: el mundo obrero y la vida burguesa; el tratamiento formal se caracteriza por: el objetivismo, el predominio del diálogo, un protagonista colectivo, la reducción del espacio y del tiempo, y un lenguaje deliberadamente poco elaborado, con oraciones cortas y léxico sencillo.
Cuatro obras muestran con claridad los nuevos rumbos de la narrativa española: Tiempo de silencio (1962), de Luis Martín Santos; y tres obras publicadas en la misma fecha, 1966: Señas de identidad, de Juan Goytisolo; Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé; y Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes. Si bien los contenidos de estas narraciones mantienen la línea de las historias sociales, la preocupación por la forma adquiere mayor dimensión y obliga al lector a una lectura más activa. Los autores de los sesenta introdujeron progresivamente novedades en el discurso narrativo retomando los hallazgos de la novela europea y americana de las primeras décadas del siglo. Las novelas se caracterizan por la pérdida de importancia de la historia, que, en algunos casos, prácticamente desaparece. Otros rasgos destacados de estas novelas son: el perspectivismo (se incluyen también diferentes puntos de vista sobre un mismo hecho); el monólogo interior o flujo de conciencia y desestructuración de la sintaxis (técnica utilizada para expresar la interioridad de unos personajes conflictivos que no constituyen meras representaciones de posturas ideológicas, sino que reflejan los problemas en los que se debate un ser concreto); la ruptura de la linealidad temporal (en el relato, se mezclan el tiempo subjetivo y el objetivo, se alternan historias y se producen saltos temporales); la riqueza lingüística (se presta especial atención a la elaboración del lenguaje) y la importancia de los códigos visuales (tipografía, organización de la página, dibujos…).Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos va a ser la novela que cambie el rumbo de la narrativa española. Aunque partiendo de una concepción noventayochista del héroe novelesco y de un contenido social, introdujo grandes novedades a travésde una revisión intelectual de la realidad y de una profunda renovación de las técnicas narrativas. Destaca su riqueza lingüística, el uso del monólogo interior, la mezcla de registros y tipologías textuales, el uso del humor y la ironía, la presencia de digresiones…
Su novela más lograda es Réquiem por un campesino español (1953). En las obras de Max Aub el tema principal es el hombre, como ser social, político y moral. Su obra más importante es la serie Campos, en la cual relata con una perspectiva histórica y épica la Guerra Civil./LA NOVELA DE POSGUERRA: AÑOS CUARENTA En la década de los cuarenta coexisten varias tendencias caracterizadas por la búsqueda de formas expresivas: la novela nacionalista, que plasmó la visión ideológica de los falangistas y la reivindicación de valores que consideraban fundamentales: el belicismo, la familia y la religión (Gonzalo Torrente Ballester, Javier Mariño, 1943); la novela fantástica y humorística, que sirvió para rechazar una realidad que resultaba demasiado terrible (Wenceslao Fernández Flórez, El bosque animado, 1944); la novela realista, cuyo tema fundamental es la vida de la burguésía y sus valores (Ignacio Agustí, Mariona Rebull). La publicación de Nada (1945) de Carmen Laforet y de La familia de Pascual Duarte (1942) de Cela viene a superar la baja calidad general de las novelas de este periodo. Su importancia viene determinada por lo que suponen de ruptura con la literatura oficial y de testimonio de una existencia desoladora y conflictiva. – Nada de Carmen Laforet obtuvo el premio Nadal en 1944. La importancia de la novela reside en la aproximación que ofrece a la realidad de posguerra y en la visión que ofrece. Con tintes autobiográficos, la novela narra la llegada a Barcelona de una joven que desea estudiar y el profundo desencanto que la invade en el ambiente insolidario y opresivo de su familia. – Si hay un autor que merece especial atención, no sólo en la literatura de posguerra, sino en todo el panorama novelístico del Siglo XX, ése es sin duda Camilo José Cela (1916-2002). Con La familia de Pascual Duarte (1942) inicia una corriente denominada tremendista, por esa tendencia a presentar los aspectos más desagradables y sórdidos de la condición humana. Sin embargo, será La colmena (1951) la obra más sobresaliente y de más éxito de Cela. En el Madrid de posguerra, más de trescientos personajes nos muestran a través de múltiples y pequeños fragmentos su vivir cotidiano, lleno de miseria y de penurias, presentando así la degradación de la España de la inmediata posguerra. Su estructura, el protagonismo colectivo y la perspectiva narrativa adelantan algunas innovaciones habituales en las novelas de fechas posteriores./LA NOVELA SOCIAL EN LOS AÑOS 50 Los años cincuenta van a suponer el renacer de la novela española. Se desarrollará un nuevo tipo de novela tanto en su concepción temática como formal: la literatura se convierte en un instrumento de denuncia, predominando la intención política sobre la estética. Este propósito común oscilará entre un simple compromiso moral y una función política explícita, lo cual da lugar a dos movimientos conexos pero diferenciados:
la narrativa neorrealista y la propiamente social. Las carácterísticas principales comunes de estas dos tendencias son: las novelas reflejan la realidad española y sirven como testimonio o como instrumento de denuncia de las injusticias sociales; presentan ambientes polarizados en dos núcleos temáticos: el mundo obrero y la vida burguesa; el tratamiento formal se caracteriza por: el objetivismo, el predominio del diálogo, un protagonista colectivo, la reducción del espacio y del tiempo, y un lenguaje deliberadamente poco elaborado, con oraciones cortas y léxico sencillo.
La narrativa neorrealista
El testimonio de estos escritores es solidario con el sufrimiento humano y se realiza desde concepciones más humanitarias que políticas. En ellos coinciden un enfoque crítico de la realidad y una técnica objetivista. Destacan en esta tendencia la novela El Jarama (1955), Rafael Sánchez Ferlosio y Primera memoria de Ana María Matute.La novela social
El testimonio humanitario de los neorrealistas se transforma poco a poco en una literatura social, que en algunas ocasiones podría calificarse de socialista, pues en ella se llegan a postular muy concretas soluciones de partido. Mencionaremos como obras representativas de esta tendencia: La piqueta (1959) de Antonio Ferres y Dos días de setiembre (1962) de José Manuel Caballero Bonald./LA NOVELA EN LOS AÑOS 60 En la década de los sesenta, empezaron a aparecer signos de cansancio de la novela social.Cuatro obras muestran con claridad los nuevos rumbos de la narrativa española: Tiempo de silencio (1962), de Luis Martín Santos; y tres obras publicadas en la misma fecha, 1966: Señas de identidad, de Juan Goytisolo; Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé; y Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes. Si bien los contenidos de estas narraciones mantienen la línea de las historias sociales, la preocupación por la forma adquiere mayor dimensión y obliga al lector a una lectura más activa. Los autores de los sesenta introdujeron progresivamente novedades en el discurso narrativo retomando los hallazgos de la novela europea y americana de las primeras décadas del siglo. Las novelas se caracterizan por la pérdida de importancia de la historia, que, en algunos casos, prácticamente desaparece. Otros rasgos destacados de estas novelas son: el perspectivismo (se incluyen también diferentes puntos de vista sobre un mismo hecho); el monólogo interior o flujo de conciencia y desestructuración de la sintaxis (técnica utilizada para expresar la interioridad de unos personajes conflictivos que no constituyen meras representaciones de posturas ideológicas, sino que reflejan los problemas en los que se debate un ser concreto); la ruptura de la linealidad temporal (en el relato, se mezclan el tiempo subjetivo y el objetivo, se alternan historias y se producen saltos temporales); la riqueza lingüística (se presta especial atención a la elaboración del lenguaje) y la importancia de los códigos visuales (tipografía, organización de la página, dibujos…).Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos va a ser la novela que cambie el rumbo de la narrativa española. Aunque partiendo de una concepción noventayochista del héroe novelesco y de un contenido social, introdujo grandes novedades a travésde una revisión intelectual de la realidad y de una profunda renovación de las técnicas narrativas. Destaca su riqueza lingüística, el uso del monólogo interior, la mezcla de registros y tipologías textuales, el uso del humor y la ironía, la presencia de digresiones…