La Narrativa Española del Siglo XX: Un Recorrido Literario hasta 1939

La Narrativa del Siglo XX hasta 1939

Los autores de este periodo se sienten profundamente afectados por la crisis que sufre España a finales del siglo XIX. Creen que la guerra de 1898 y la desaparición de lo que quedaba del imperio español, es un momento adecuado para la regeneración moral, social y cultural del país. Por tanto, en sus obras, se observa un subjetivismo que busca la expresión de la realidad interior, además de un intento por concebir la novela como un género en el que se da cabida también a la reflexión filosófica, el ensayo o el lirismo, junto con la incorporación de innovaciones técnicas con las que la historia pierde importancia a favor del discurso.

Los temas principales de los que se preocuparon los componentes de la Generación del 98 fueron el tema existencial, marcado por la corriente de pensamiento de filósofos como Nietzsche o Schopenhauer, el religioso, muy vinculado al anterior, pues supone una respuesta al problema de darle sentido a la vida humana, y la preocupación por la situación social española.

Los autores más representativos serían los de la llamada Generación del 98: Miguel de Unamuno, Azorín, Pío Baroja y Valle-Inclán, y otros del Novecentismo, Vanguardias, y de 1927.

Miguel de Unamuno

Las novelas de Unamuno son una proyección de sus problemas vitales. En ellas profundiza en el drama de la existencia humana, mientras que prescinde de lugares concretos y evita las descripciones. La temática de su obra gira en torno a España, el ser humano, la muerte y Dios. Unamuno defiende que, debido a que no es posible asegurar mediante la razón la existencia de Dios, se genera una oposición entre esta y la fe que provoca un sentimiento trágico de la vida junto con una angustia existencial. Su estilo utiliza un lenguaje sencillo, sin figuras retóricas, en el que además introduce dichos y palabras populares. También hace juegos con el idioma, inventando nuevos términos, como es el caso de la palabra “nivola”. Sus novelas se pueden clasificar en históricas, como Paz en la guerra, ideológicas y existenciales, como Amor y pedagogía o San Manuel Bueno, mártir y trágicas, por ejemplo Abel Sánchez o La tía Tula. En San Manuel Bueno, mártir, Unamuno desarrolla temas de aspecto teológico y filosófico como la inmortalidad del alma, tema central de la obra en la que se reflexiona sobre su veracidad y la consecuente aparición de la angustia existencial al plantearse el dilema. De aquí, surge también el tema secundario, que presenta un enfrentamiento entre la verdad dolorosa fruto de la razón, y la paz ilusoria que proporciona la fe. Así, aparecen dos grupos bien definidos de personajes: el pueblo, como personaje colectivo en el que destaca Blasillo el bobo, que presenta una fe ciega que le permite tener el contento de vivir, frente a Don Manuel y Lázaro, conscientes de su existencia finita por la que sufren. Estos últimos se esfuerzan en preservar la inocencia del resto de los habitantes para protegerlos del problema existencial. Entre ambos grupos se encuentra Ángela quien, partiendo de una fe sólida, desarrolla una posición de confusión y duda por el contacto con la opinión de su hermano (Lázaro) y la verdad de Don Manuel.

Azorín

Es un excepcional prosista y sus descripciones son minuciosas. En sus obras destaca la subjetividad y el tema de la nostalgia y de la melancolía por el paso del tiempo. Entre sus novelas más importantes se encuentra La voluntad, que está entre la novela y el ensayo, y Doña Inés, enmarcada en la época romántica pero de desarrollo antirromántico. Además de novelas escribió libros de viajes como La ruta de Don Quijote.

Pío Baroja

Es un autor que escribió gran cantidad de novelas, entre ellas Zalacaín el aventurero y Las inquietudes de Shanti Andía, ambas situadas en el ambiente vasco, las guerras carlistas y el mundo del mar, Memorias de un hombre de acción, en la que relata la vida de un antepasado suyo, y El árbol de la ciencia, de carácter filosófico y existencial y una de sus mejores obras en la que presenta una visión desolada y crítica de la España de la época.

Valle-Inclán

Escribió novelas de carácter modernista, como las 4 Sonatas, y también históricas, entre las que se incluye la trilogía La guerra carlista, aunque su mayor aporte a la literatura española es el esperpento. Así es como él mismo denomina a un conjunto de sus obras creadas con una estética personal y renovadora, entre ellas Tirano Banderas, con las que intenta una “superación del dolor y de la risa”, mostrando su disconformidad con la vida española de su tiempo, como en el caso de Luces de Bohemia. Las características principales del esperpento son la deformación de las situaciones y la realidad, llevándola a lo absurdo mediante la exageración de los elementos que la conforman, en la que los personajes son degradados en animales u objetos. Además aparecen simultáneamente aspectos trágicos y paródicos y, a veces, se lleva a cabo una distorsión del lenguaje, dándole un carácter vulgar, aunque siempre rico y elaborado.

Novecentismo y Vanguardias

Los autores encuadrados en este grupo se caracterizan por continuar tratando el problema de España, pero con mayor serenidad y menos dramatismo que la Generación del 98. Estos se preocupan por la estética de sus textos y algunos denotan cierto deseo de escribir para las minorías cultas. Son, entre otros, José Ortega y Gasset, Eugenio d’Ors, Wenceslao Fernández Flórez, Ramón Gómez de la Serna y Ramón Pérez de Ayala. Este último puede considerarse el más representativo, con su novela Tigre Juan y su continuación El curandero de su honra.

La novela hacia 1927

Por último cabe destacar que durante la generación poética del 27 también se cultivó la novela con autores como Max Aub y Ramón J. Sender.