La Narrativa Española de Posguerra: Exilio, Nacionalismo y Existencialismo

La narrativa del exilio (Ramón J. Sender, Francisco Ayala…) y la novela en los años cuarenta: novela nacionalista, novela fantástica, tremendismo (Camilo José Cela) y novela existencial (Carmen Laforet).

Narrativa en el exilio

Los tres años de la Guerra Civil dejaron tras de sí un reguero de dolor, odio, destrucción y muerte. Sus efectos se dejaron sentir, durante muchos años, en todos los ámbitos de la vida española (y, por supuesto, también en la cultural). El clima de pobreza cultural de la inmediata posguerra se vio agravado por el aislamiento internacional y por el papel de la censura, que imposibilita la libre creación. En el aspecto estrictamente narrativo, la Guerra Civil supuso un corte brusco y radical de la tradición inmediatamente anterior. Unamuno y Valle-Inclán han muerto. Fuera de España son muchos los narradores vinculados a los poetas de la Generación del 27 que parten al exilio (Rosa Chacel, Sender, Ayala…). Estos desarrollaron una interesante obra novelística en el exilio. Componen estos exiliados obras de temática diversa pero que suelen girar alrededor del tema de España (el recuerdo de la infancia y la juventud, la guerra, la tragedia del exilio…), si bien algunos de ellos se integraron en su nueva realidad e incorporaron otros temas del presente, o eligieron enfoques simbólicos o alegóricos. En general, cultivaron un Realismo renovado que incluye distintas aportaciones. Entre los más importantes cabe citar a Ramón J. Sender (Réquiem por un campesino español, obra que narra la historia de un pueblo español durante los años de la República y la preguerra Civil, haciendo una exposición ideológica de los dos bandos a través de los hechos narrados y también de los personajes, su carácter, actitud y símbolos que representan. Destaca por el uso de técnicas novedosas en aquel momento como el “flash back” o la estructura en secuencias), Max Aub (con la serie el Laberinto mágico, que comprende seis novelas que se inician todas con la palabra Campo, y es un recorrido por las distintas etapas de la España bélica, prebélica y posbélica), Francisco Ayala (con La cabeza del cordero, conjunto de relatos sobre la Guerra Civil y Muertes de perro, implacable denuncia de la situación del pueblo español bajo la dictadura) y Rosa Chacel (Memorias de Leticia Valle).

Novela de los años 40

De la narrativa de los años 40 cultivada en la España franquista destacan las siguientes corrientes:

  • Novela nacionalista: la novela de los vencedores plasmó sobre todo la visión ideológica falangista y la reivindicación de ciertos valores considerados fundamentales como la familia y la religión; todo ello narrado de forma maniquea (y, por ello, sobresalen sus intenciones propagandísticas por encima de su calidad literaria. Las obras más características de esta tendencia son La fiel infantería de García Serrano y Javier Mariño de Torrente Ballester.
  • Novela realista de línea tradicional: se ajusta a las técnicas de la novela realista decimonónica. Muy destacadas en esta línea son la cinco novelas conocidas como La saga de los Ríus de Ignacio Agustí, la obra de Juan Ignacio Zunzunegui y las primeras piezas narrativas de Miguel Delibes (La sombra del ciprés es alargada), autor que ocupará el panorama de posguerra posteriormente inclinándose por el Realismo rural con El camino y Las ratas.
  • Novela fantástica: obras que mezclan fantasía y humor para evadirse de la realidad. Sobresale en este capítulo el gallego Álvaro Cunqueiro con Merlín y familia.

Novela tremendista y existencialista. Surge con La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela y se confirma con la novela más propiamente existencialista, Nada (1944), de Carmen Laforet, novelas que ofrecen una visión descarnada de la realidad española, y unos personajes que viven situaciones de violencia, rutina sin salida, sufrimiento y aislamiento. Ambas obras constituyen un acontecimiento en el apagado panorama literario de aquellos tiempos e inauguran una novela centrada en temas referidos a la sordidez y miseria cotidianas, la frustración y la angustia personal, con personajes desarraigados o marginados (perdedores de la guerra, campesinos incultos y violentos, asesinos…). Por su parte, La familia de Pascual Duarte se caracteriza por presentar realidades muy duras, incluso crueles; y por recoger algunos de los elementos propios del Naturalismo del siglo XIX: muchos de los personajes se guían por el instinto, los protagonistas están condenados a repetir y prolongar la situación marginal en la que han nacido (determinismo) y lo hacen en una ambientación sórdida, mísera. Muy interesante resulta el lenguaje utilizado, de corte realista (los personajes hablan conforme a la clase social a la que pertenecen, de ahí que se recojan vulgarismos, acumulación de refranes y frases hechas, comparaciones muy simples y diálogos en estilo directo breves y cortantes).