La Narrativa Española Anterior a 1936: Modernismo y Generación del 98

Contexto y Tendencias

La narrativa española anterior a 1936 se caracteriza por su variedad y preocupación por los problemas culturales y políticos del país. A finales del siglo XIX y principios del XX, se continúa con el Realismo y el Naturalismo, pero la objetividad se ve reemplazada por una perplejidad moral debido a la crisis de valores de fin de siglo. Se observa una creciente importancia de la psicología de los personajes, la exploración de nuevos ambientes y la representación de pasiones exacerbadas en las relaciones humanas (e.g., Blasco Ibáñez y Felipe Trigo).

Los cambios más sustanciales en la novela se inician con los escritores del Grupo del 98, quienes, desde el regeneracionismo, ofrecen una respuesta personal a la crisis española. Su narrativa se caracteriza por el subjetivismo y la voluntad artística (e.g., Unamuno, Azorín, Baroja, Valle-Inclán).

La Generación del 14, influenciada por las vanguardias y Ortega y Gasset, se orienta hacia la expresión selecta, el lirismo y la ironía. Huyendo del sentimentalismo, busca la elegancia expresiva, dando lugar a la novela intelectual (con escasa aceptación popular). Su máximo representante es Ramón Pérez de Ayala, mientras que en la ironía destaca Wenceslao Fernández Flórez. En esta época, se observa un auge de la novela experimental.

También surge un grupo de escritores de novela popular que tratan temas que van desde lo galante hasta el erotismo, ligados a la colección “El cuento semanal”: Zamacois, Belda, Insúa, Carretero.

Al final de la dictadura de Primo de Rivera, cobra importancia la novela de temática social y política con formas tradicionales, cuyos protagonistas son proletarios. Destacan Francisco Ayala y Ramón J. Sender, ambos procedentes de las vanguardias.

Generación del 98

Características

A comienzos del siglo XX, aparecen jóvenes narradores que escriben con un carácter novedoso. En 1902, cuatro de ellos publican sus novelas: Azorín (La voluntad), Unamuno (Amor y pedagogía), Baroja (Camino de perfección) y Valle-Inclán (Sonata de Otoño). Reaccionan contra las tendencias del siglo anterior e innovan introduciendo subjetividad y renovando el estilo, los temas y la forma narrativa.

  • Las novelas de Unamuno, llamadas nivolas, se centran en el interior del personaje.
  • Las novelas de Baroja son abiertas.
  • Azorín presta más atención a las descripciones que a la acción.

Todos ellos emplean un estilo sencillo y sobrio. La crisis española de esos años alimenta la reflexión, desde lo estético hasta lo existencial, religioso y social. Esto se observa en la narración de Unamuno y Baroja, en las revistas donde publicaban Baroja, Valle-Inclán y Azorín, o en el carácter ensayístico de Unamuno y Azorín. Se califica de ensayo la obra de Antonio Machado (Juan de Mairena), de pensamiento filosófico y crítico.

Miguel de Unamuno (1864-1936)

Unamuno, nacido en Bilbao, estudió Filosofía y Letras en Madrid y fue catedrático de griego en la Universidad de Salamanca, donde llegó a ser rector. Murió en Salamanca en 1936.

Su espíritu crítico e inquieto lo llevó a acercarse al socialismo en su juventud. Sufrió una crisis espiritual y religiosa en 1897, con dudas sobre la existencia de Dios y la inmortalidad del alma, y una obsesión por la muerte. Fue desterrado a Fuerteventura y Francia por oponerse a la dictadura de Primo de Rivera. Su producción literaria es un reflejo de su agonía personal y su preocupación por el tema de España.

En su estilo, busca que la lengua exprese con exactitud sus ideas, utilizando paradojas, antítesis y recuperando el sentido etimológico de las palabras. También usa la expresión popular.

En sus ensayos, trata sobre España y el ser humano. El paisaje, la literatura, la historia, la cultura y la esencia de España aparecen en Por tierras de Portugal y España y Entorno al casticismo. Aboga por abrirse a Europa y acudir a la intrahistoria. En Vida de don Quijote y Sancho, presenta una versión de la novela cervantina como expresión del alma española. El sentido religioso, existencial, la muerte y la inmortalidad se manifiestan en La agonía del cristianismo y Del sentimiento trágico de la vida. Su lenguaje es reflexivo, vigoroso, subjetivo, apasionado y antirretórico.

En la novela también proyecta sus inquietudes, con una fuerte carga intelectual y una búsqueda de la renovación de las técnicas narrativas a partir de Niebla, que él llamó “nivola” para callar a quienes criticaban su alejamiento de la novela tradicional. Además, escribió Amor y pedagogía, Abel Sánchez, La tía Tula y San Manuel Bueno, mártir.

José Martínez Ruiz, “Azorín” (1873-1967)

Azorín, nacido en Monóvar (Alicante), estudió Derecho en Valencia, Granada y Madrid. Se dedicó al periodismo y perteneció al “grupo de los tres” con Baroja y Maeztu. Evolucionó del anarquismo a una postura conservadora. Su obsesión era el tiempo y la fugacidad de la vida, lo que lo llevaba a evocar el pasado.

Su lenguaje es cuidado, pulcro y remansado, con frases breves y sencillas. Utiliza términos en desuso y su estilo se caracteriza por la subjetividad (lirismo) y las descripciones minuciosas, sugerentes, impresionistas y matizadas.

La voluntad y Antonio Azorín son novelas autobiográficas alejadas del realismo, que se sitúan entre la novela y el ensayo. El argumento es leve, dando espacio a la digresión, el pensamiento y la descripción detallista y subjetiva. En Don Juan y doña Inés, con un argumento y descripciones sencillos, entreteje dos historias de amor.

Azorín contempla gentes, paisajes y pueblos para proyectar su espíritu y sensibilidad. Recrea y evoca la historia, la cultura, los personajes, el alma y la realidad de la vida cotidiana de las tierras españolas en obras como Los pueblos, La ruta de don Quijote y Castilla.