La Guerra Hispano-Americana de 1898: Fin del Imperio Español y Ascenso de Estados Unidos

La Guerra Chiquita y el Preludio de la Intervención Estadounidense

Tras la Paz de Zanjón en 1878, que no cumplió con las aspiraciones cubanas de independencia, surgió la “guerra chiquita” en 1879, evidenciando el persistente deseo de libertad. Esta rebelión, aunque breve y sofocada por España, mantuvo viva la lucha independentista. Paralelamente, en Filipinas crecía un movimiento similar. La intervención de Estados Unidos, motivada por intereses en el Caribe y el Pacífico, apoyó estas aspiraciones independentistas. La tardía concesión de autonomía a Cuba en 1898 por parte de España no logró calmar el ánimo independentista, llevando a la Guerra Hispano-Americana que concluyó con la derrota de España y el fin de su imperio colonial.

El Grito de Baire y la Respuesta Española

En 1895, la lucha por la independencia de Cuba se intensificó con el “grito de Baire”, liderado por Máximo Gómez, Antonio Maceo y José Martí, este último autor del “Manifiesto del Monte-Christi”. Frente a los esfuerzos independentistas, España ofreció una Constitución Autonómica, rechazada por los rebeldes, quienes solo aceptarían la independencia total. España, decidida a retener Cuba, intensificó su respuesta militar, reemplazando al general Martínez Campos por Valeriano Weyler, quien implementó tácticas severas y la división territorial para aislar a los rebeldes, aunque sin éxito decisivo debido a enfermedades y limitaciones logísticas. La dura represión de Weyler generó críticas internacionales, especialmente desde EE. UU., donde el presidente McKinley presionó a España hacia la pacificación y amenazó con la intervención. En respuesta, el gobierno de Sagasta, sucediendo a Cánovas, reemplazó a Weyler y concedió autonomía a Cuba en un intento fallido de evitar el conflicto. Mientras tanto, el sentimiento independentista también crecía en Puerto Rico y Filipinas, con este último viendo el liderazgo de José Rizal y Emilio Aguinaldo contra el dominio español, marcando un periodo de agitación colonial que culminaría en la intervención estadounidense.

Consecuencias de la Guerra y el Auge del Regeneracionismo

La guerra de 1898 trajo graves consecuencias para Cuba, EE. UU. y España. Cuba, tras un coste económico significativo, logró su independencia en 1902 pero quedó bajo influencia estadounidense. EE. UU. expandió su imperialismo y se consolidó como potencia mundial. España enfrentó una crisis profunda, perdiendo sus últimas colonias y sumiéndose en debates sobre su futuro político y moral. Surgió el regeneracionismo, buscando superar la decadencia a través de reformas educativas, políticas y económicas, destacando figuras como Joaquín Costa. El desastre también alimentó movimientos nacionalistas en regiones periféricas. Se intentaron reformas bajo Alfonso XIII, pero la inestabilidad política persistió, marcando el inicio de una era de transformación y descontento en España.

Propuestas del Regeneracionismo

El regeneracionismo propuso una profunda reforma en todas las estructuras del país:

  • Políticas: Buscaba acabar con el caciquismo y el poder de la oligarquía, promoviendo la participación ciudadana en la política.
  • Económicas: Planteaba llevar a cabo una política hidrográfica para mejorar la actividad agraria mediante la extensión de los regadíos.
  • Sociales: Se proponía utilizar la educación para combatir el atraso y la incultura, con el objetivo de crear una gran clase media instruida.

Impacto en los Nacionalismos Periféricos

Los nacionalismos periféricos, como el vasco liderado por Sabino Arana, aprovecharon este momento para plantear sus demandas, como la independencia en el caso vasco y la regeneración desde Cataluña. Algunas ideas regeneracionistas influyeron en los partidos gobernantes durante la monarquía de Alfonso XIII. Los conservadores, bajo líderes como Silvela y Maura, intentaron reformas desde “arriba”, como una nueva Ley Electoral y la descentralización administrativa.

El Incidente del Maine y el Estallido de la Guerra

En 1898, la explosión del acorazado Maine en el puerto de La Habana desató una intensa campaña de prensa en EE. UU., acusando a España y llevando al gobierno estadounidense a exigir la renuncia de la soberanía española sobre Cuba. Ante el rechazo español, Estados Unidos declaró la guerra.

Desarrollo del Conflicto y Derrota Española

La guerra se desarrolló en dos escenarios: en el Pacífico, la escuadra española de Filipinas fue destruida por la flota estadounidense, facilitando la caída de Manila en agosto; en el Caribe, la escuadra española del almirante Cervera fue aniquilada en la batalla naval de Santiago de Cuba. Ante la derrota, España capituló en agosto, firmando el Tratado de París en diciembre de 1898.

El Tratado de París y el Fin del Imperio Español

España renunció a Cuba, que se convirtió en un país independiente bajo fuerte influencia estadounidense, y cedió Puerto Rico, Filipinas y Guam a Estados Unidos. Esta pérdida marcó el fin del imperio colonial español, mientras otras potencias continuaban expandiéndose por el mundo.