La Guerra Civil Española como Preludio de la Segunda Guerra Mundial y sus Consecuencias
En España, un grupo de militares que conspiraba contra la Segunda República desde 1932 pretendió realizar un pronunciamiento militar contundente, similar al de Miguel Primo de Rivera en 1923. Sin embargo, se encontraron con la resistencia de grupos militares y civiles leales en las principales ciudades, lo que desató la Guerra Civil (1936-1939). El gobierno republicano resistió el ataque de los golpistas. El conflicto concluyó el 1 de abril de 1939, dejando un panorama desolador de hambre, destrucción y miseria.
Tras la Revolución Rusa de 1917, las clases altas privilegiadas y las oligarquías políticas y socioeconómicas de Europa temían perder su estatus. La crisis económica de los años 30 intensificó los desequilibrios y el malestar de la población. Militares y dirigentes políticos aprovecharon esta situación para instaurar regímenes fascistas autoritarios en Italia, Portugal y Alemania. Los países democráticos adoptaron una política de no intervención en la Guerra de España, aunque en la práctica, las potencias fascistas apoyaron activamente al bando sublevado, mientras que la República recibió ayuda limitada de la Unión Soviética y las Brigadas Internacionales. Por ello, el conflicto español se consideró un campo de pruebas y un enfrentamiento ideológico que anticipaba la Segunda Guerra Mundial.
El 1 de septiembre de 1939, Hitler invadió Polonia, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial. España, centrada en su “cruzada antibolchevique”, se declaró inicialmente neutral, luego “no beligerante”, pero colaboró con el Eje y participó enviando la División Azul para luchar junto al ejército nazi contra la Unión Soviética.
a) Consecuencias demográficas: pérdidas humanas, emigración y exilio
La guerra dejó una alta mortalidad, estimada en unas 500.000 muertes directas e indirectas, una disminución significativa de la natalidad y de la población joven. Además, provocó el exilio de alrededor de 450.000 personas.
Los republicanos se exiliaron a otros países para evitar la persecución del nuevo régimen. Muchos niños fueron enviados a hospicios en el extranjero tras la encarcelación o asesinato de sus padres. Ser descendiente de republicanos o “rojos” marcaba a las personas de por vida bajo la dictadura. Los principales destinos de los exiliados fueron la Unión Soviética, México, Francia y Argentina.
b) Consecuencias económicas: infraestructuras, producción, renta nacional y per cápita, deuda externa, racionamiento
En la posguerra, la prioridad fue reconstruir infraestructuras básicas destruidas durante el conflicto. Sin embargo, los costes de reconstrucción no podían cubrirse con la producción agrícola ni industrial, ya que ambas habían disminuido drásticamente. La renta per cápita cayó un 28,3% respecto a los niveles previos a la guerra. La mayoría de la población sufría una aguda escasez de alimentos y productos esenciales, lo que llevó a la implantación del racionamiento mediante cartillas. Esta situación propició el auge del mercado negro (estraperlo), donde dichos productos alcanzaban precios desorbitados.
El sistema económico del Franquismo en sus primeros años fue la autarquía, buscando la autosuficiencia económica y con un retorno al sector primario (agricultura y ganadería) como base. España permaneció aislada internacionalmente, especialmente de los países democráticos europeos, lo que agravó el hambre y la escasez. La Cartilla de Racionamiento obligaba a las familias a hacer largas colas diarias para obtener alimentos básicos. La Deuda Pública aumentó considerablemente y la Hacienda quedó mermada, en parte debido al traslado del oro del Banco de España a Moscú por parte del gobierno republicano durante la guerra para comprar armamento.
c) Consecuencias culturales: destrucción de la regeneración cultural y educativa de la Edad de Plata, “Desertificación cultural”
La llamada “Edad de Plata” de la cultura española (primer tercio del siglo XX) supuso una notable regeneración cultural y científica, marcada por la influencia de las vanguardias internacionales. En este contexto, surgió la Generación del 27, un grupo destacado de escritores y artistas, incluyendo a figuras femeninas conocidas como Las Sinsombrero: Rafael Alberti, Pedro Salinas, Federico García Lorca, Miguel Hernández, Maruja Mallo, Josefina de la Torre y muchas más.
En la posguerra, muchos intelectuales y artistas sufrieron el exilio, la cárcel o la muerte, mientras que otros se vieron obligados al silencio o a adaptarse a la censura del régimen. Esto provocó lo que se ha denominado una “Desertificación Cultural”, truncando el florecimiento cultural anterior.
d) Consecuencias sociales: represión, hegemonía de las oligarquías, pérdida de derechos
La Dictadura Militar del Franquismo ejerció una dura represión política y social, persiguiendo y eliminando sistemáticamente a sus oponentes. Hubo numerosas víctimas represaliadas y asesinadas, muchas enterradas en fosas comunes. Excavaciones arqueológicas recientes han permitido identificar algunos cuerpos y entregarlos a sus familias. Los supervivientes relatan encarcelamientos en campos de concentración, torturas y trabajos forzosos en lugares como Gando (Gran Canaria), Fyffes (Tenerife) y Teifía (Fuerteventura). A las mujeres republicanas se les rapaba la cabeza como método de humillación pública, además de sufrir violaciones y otras vejaciones que las marcaron de por vida.
El régimen ignoró los acuerdos internacionales sobre Derechos Humanos y reprimió a civiles por sus ideas políticas. Se restauró la hegemonía de las oligarquías tradicionales (terratenientes, financieros, industriales) y sus privilegios. Se suprimieron derechos fundamentales como la libertad de asociación, reunión, expresión y el derecho a huelga, así como los derechos laborales adquiridos durante la República.
e) Consecuencias morales: fractura moral del país
Las guerras siempre dejan profundas cicatrices morales: numerosas víctimas, tanto directas como represaliadas, muchas ejecutadas sumariamente sin juicio. También se produjeron traiciones vecinales y denuncias entre familias, con acusaciones que evidencian las peores miserias humanas. Tras la muerte de Franco y la transición a la democracia, los gobiernos evitaron reabrir heridas, lo que, según algunos sectores, derivó en una falta de Memoria Democrática y justicia reparadora. A día de hoy, muchas personas asesinadas durante la guerra y la posguerra permanecen desaparecidas, sin identificar ni recibir sepultura digna por sus familias. Ejemplos impactantes de esta represión son las tapias de cementerios con agujeros de bala, las cunetas y los llamados “Pozos del Olvido”.
La Ley de Memoria Democrática (y sus precedentes) busca ofrecer verdad, justicia y reparación a las víctimas del Franquismo. Sin embargo, durante décadas se realizaron homenajes exclusivamente a “los caídos por Dios y por España” del bando nacional en lugares como el Valle de los Caídos, y en monumentos y nombres de calles públicas. Incluso casi 50 años después de la muerte del dictador, grupos como la Fundación Francisco Franco, formada por familiares y nostálgicos del fascismo, continúan ensalzando el régimen.
Evolución Política, Económica y de Relaciones Exteriores de España (1939-1959)
Primera Parte: Análisis del Texto (Resolución ONU 1946)
El documento presentado es una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), adoptada el 12 de diciembre de 1946, en la que se condena el régimen franquista y se recomienda su aislamiento diplomático. Se trata de una fuente primaria, de carácter jurídico-político, que refleja la postura oficial de la ONU y sus Estados miembros sobre el gobierno de Franco en la inmediata posguerra mundial. El texto califica al régimen franquista de fascista, lo vincula con la Alemania nazi y la Italia de Mussolini, y denuncia su apoyo a estas potencias durante la Segunda Guerra Mundial. Se dirige a la comunidad internacional, instándole a romper relaciones diplomáticas con España, y al propio régimen franquista, al que exhorta implícitamente a democratizar el país.
La resolución se sitúa en un contexto de posguerra mundial en el que las Naciones Unidas, dominadas por los países aliados vencedores, buscaban establecer un nuevo orden internacional basado en la democracia y los Derechos Humanos. En este contexto, España fue excluida del sistema internacional y del Plan Marshall (ayuda económica estadounidense para la reconstrucción europea), lo que agravó su difícil situación económica y reforzó la política de autarquía del régimen. A pesar del aislamiento, Franco logró mantener su poder gracias a su férreo control del país y al apoyo de algunos regímenes afines, como la Argentina de Perón, que brindó ayuda económica y alimentaria.
El texto recoge varias ideas clave: la ONU declara que el régimen franquista es de carácter fascista y que no representa la voluntad del pueblo español; se señala que Franco colaboró con las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial; finalmente, la resolución recomienda la retirada de embajadores y excluye a España de organismos internacionales hasta que se establezca un gobierno democrático.
Segunda Parte: Evolución 1939-1959
Durante los primeros años del Franquismo, España quedó excluida de la ONU (hasta 1955), del Plan Marshall y de otras organizaciones internacionales emergentes. En 1949 se fundó la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), de carácter militar y liderada por EE.UU., con el propósito de defensa colectiva procapitalista y anticomunista en el contexto de la incipiente Guerra Fría. En 1957, el Tratado de Roma dio lugar a la Comunidad Económica Europea (CEE) (actual Unión Europea desde 1993). España solicitó su ingreso en 1962, pero no lo logró hasta 1986, ya en democracia. Bajo Franco, España sí se integró progresivamente en organismos técnicos o especializados como la UNESCO, y más tarde en la ONU (1955), el FMI, el Banco Mundial y la OCDE (ya en la etapa del Desarrollismo). El ingreso en la OTAN no ocurrió hasta 1982, con Felipe González como presidente del Gobierno.
La Guerra Civil dejó un país sumido en el hambre y la miseria, lo que llevó a la implantación de las cartillas de racionamiento, sistema que a menudo favorecía a los adictos al régimen (miembros de Falange). Surgió un extendido mercado negro (estraperlo) con precios exorbitantes para productos básicos. Se aplicó una política económica autárquica, basada en la pretensión de autosuficiencia. En el sector agrario, las reformas republicanas fueron anuladas, y las tierras, concentradas de nuevo en manos de grandes terratenientes, carecían de modernización e inversión. A menudo estas tierras se alquilaban para generar rentas pasivas. En la industria, la guerra había dañado gravemente la capacidad productiva, especialmente en Cataluña, Levante y País Vasco. Todo ello, sumado al aislamiento internacional y al bloqueo económico tácito, dificultó enormemente la recuperación. Francia y Gran Bretaña mantuvieron una actitud distante, y Estados Unidos interrumpió suministros de empresas que habían colaborado con el régimen, como TEXACO.
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, aunque la condena internacional inicial fue dura (como refleja la resolución de la ONU de 1946), el inicio de la Guerra Fría cambió el panorama geopolítico. La creciente tensión entre Estados Unidos (liderando el bloque occidental) y la Unión Soviética (liderando el bloque oriental, que consolidaría su alianza militar con el Pacto de Varsovia en 1955) hizo que el marcado anticomunismo de Franco se volviera estratégicamente valioso para EE.UU. Ambos bloques compitieron por la supremacía económica, ideológica y militar, desatando una carrera armamentística (incluyendo armas nucleares), aeronaval y aeroespacial. Los efectos de este enfrentamiento bipolar trascendieron Europa, alcanzando antiguas colonias y reconfigurando las alianzas globales.
En este nuevo contexto, Franco supo maniobrar para romper el aislamiento. En 1953, firmó los Pactos de Madrid con Estados Unidos, permitiendo la instalación de bases militares estadounidenses en territorio español (Rota, Morón, Zaragoza y Torrejón de Ardoz). A cambio, España recibió ayuda económica y militar estadounidense y el apoyo diplomático necesario para ingresar en la ONU en 1955.
Hacia el final de la década, la autarquía se mostraba insostenible. En 1957, entraron en el gobierno los llamados tecnócratas (muchos vinculados al Opus Dei), que impulsaron un cambio en la política económica. En 1959, promovieron el Plan de Estabilización, diseñado para liberalizar parcialmente la economía, controlar la inflación, abrirse al exterior y atraer capital internacional, sentando las bases para la etapa del Desarrollismo de los años 60. Las reformas requerían mayor apertura a inversiones extranjeras y el saneamiento de la balanza comercial. Ese mismo año, el simbólico encuentro entre el presidente estadounidense Eisenhower y Franco en Madrid destacó el interés de Estados Unidos en España dentro de su estrategia geopolítica global, aunque también presionó para la modernización económica del país.
Fundamentos Ideológicos y Organización Política del Régimen Franquista
Francisco Franco Bahamonde instauró una dictadura militar que duró casi 37 años (1939-1975). Fue el resultado de un Golpe de Estado fallido contra la Segunda República que derivó en una cruenta Guerra Civil (1936-1939), la cual terminó con la derrota del bando republicano y el derrocamiento del gobierno democrático del Frente Popular. Esta coalición de fuerzas republicanas y de izquierdas buscaba consolidar las reformas sociales y políticas iniciadas en 1931, interrumpidas durante el bienio radical-cedista (1933-1935), cuando la CEDA y otras facciones conservadoras en el gobierno las habían paralizado o revertido.
El régimen franquista, vigente desde el final de la guerra hasta la muerte de Franco en 1975, se suele dividir en etapas: la primera, de posguerra y autarquía (1939-1959), caracterizada por una fuerte represión y aislamiento internacional; la segunda, el Desarrollismo económico (1959-1973), con cierta apertura y mejora de las relaciones internacionales; y la tercera, la crisis final del régimen (1973-1975), marcada por la crisis económica mundial, el aumento de la oposición y la presión internacional.
Fundamentos Ideológicos del Franquismo
Los pilares ideológicos de la Dictadura Franquista fueron:
- Nacionalismo español exacerbado: De tipo centralista y unitario, bajo el lema “España: Una, Grande y Libre”. Rechazaba cualquier diversidad territorial o cultural (prohibición o marginación de lenguas cooficiales, concentración administrativa en Madrid).
- Nacionalcatolicismo: La religión católica fue impuesta como fundamento ideológico y moral del Estado (Estado confesional). La Iglesia Católica tuvo un papel preponderante en la vida social, educativa y política, legitimando al régimen.
- Anticomunismo y Antiliberalismo: Oposición frontal al comunismo, al socialismo, al anarquismo y a la democracia liberal, considerados enemigos de España y de la civilización cristiana occidental.
- Autoritarismo y Caudillismo: Concentración de todos los poderes en la figura de Franco, proclamado Caudillo de España por la Gracia de Dios y Generalísimo de los Ejércitos. Culto a la personalidad del líder, inspirado en modelos fascistas.
- Militarismo: El Ejército fue la columna vertebral del régimen y ocupó puestos clave en la administración y el gobierno. La sociedad estuvo fuertemente militarizada.
- Tradicionalismo: Defensa de valores tradicionales, la familia patriarcal y un orden social jerárquico.
- Sindicalismo Vertical: Inspirado en el fascismo italiano, se creó una única organización sindical (Organización Sindical Española o Sindicato Vertical) que agrupaba obligatoriamente a patronos y obreros bajo el control del Estado, prohibiendo los sindicatos de clase.
Inicialmente, el régimen se identificó estrechamente con el fascismo italiano y el nazismo alemán, adoptando parte de su simbología y retórica. Tras la derrota del Eje en 1945, el régimen intentó distanciarse de estos modelos, enfatizando su carácter católico y anticomunista.
Organización Política
El régimen se apoyó en varias “familias” o grupos de poder que Franco supo equilibrar:
- El Ejército: Garantizaba el orden público y la represión. Ocupó ministerios clave y proporcionó la estructura jerárquica.
- Falange Española Tradicionalista y de las JONS (FET y de las JONS): Creado en 1937 por decreto de Franco, fue el partido único del régimen (conocido como el Movimiento Nacional). Controlaba la propaganda, la organización juvenil (Frente de Juventudes), la femenina (Sección Femenina) y el Sindicato Vertical. Aunque su influencia política disminuyó con el tiempo, proporcionó la base ideológica y los cuadros del régimen en sus inicios.
- La Iglesia Católica: Legitimó el régimen (considerado una “Cruzada”) y controló la educación y la moral pública a cambio de recuperar sus privilegios perdidos durante la República. Grupos católicos como la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP) y, más tarde, el Opus Dei (con los tecnócratas) tuvieron gran influencia.
- Monárquicos: Apoyaron el golpe con la esperanza de restaurar la monarquía. Se dividían entre carlistas y juanistas (partidarios de Juan de Borbón). Franco mantuvo la cuestión sucesoria abierta durante décadas.
- Oligarquías económicas y terratenientes: Apoyaron el golpe para defender sus intereses y recuperaron su hegemonía económica y social.
El nuevo Estado se caracterizó por ser una dictadura personalista, autoritaria, militarista y centralista, con un fuerte control ideológico a través de la represión, la censura y la propaganda (a través de medios como prensa, radio, cine –con el noticiario obligatorio NO-DO desde 1943– y cartelería).
El proceso de institucionalización del régimen se basó en:
- La supresión de la Constitución de 1931 y de todas las libertades políticas, individuales y colectivas.
- La eliminación de los Estatutos de Autonomía (Cataluña, País Vasco y Galicia, aunque este último no llegó a entrar en vigor).
- La confiscación de bienes a los exiliados y a las organizaciones políticas y sindicales republicanas.
- La anulación de las reformas de la República (como la reforma agraria, devolviendo las tierras expropiadas a los terratenientes).
- La creación del Partido Único (Movimiento Nacional) y el Sindicato Único (Sindicato Vertical).
En lugar de una Constitución, el régimen promulgó una serie de Leyes Fundamentales que pretendían darle una fachada de legalidad:
- Fuero del Trabajo (1938): Inspirada en la Carta del Lavoro italiana, establecía los principios del nacionalsindicalismo y el Sindicato Vertical.
- Ley Constitutiva de las Cortes (1942): Creaba unas Cortes Españolas de carácter consultivo y corporativo, no elegidas democráticamente.
- Fuero de los Españoles (1945): Una declaración de derechos y deberes supeditados a los principios del régimen.
- Ley del Referéndum Nacional (1945): Permitía someter a referéndum cuestiones consideradas fundamentales por Franco.
- Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947): Definía a España como un Reino (aunque sin rey designado) y establecía que Franco sería Jefe de Estado vitalicio con derecho a nombrar sucesor. Culminó en 1969 con el nombramiento de Juan Carlos de Borbón como sucesor a título de Rey.
- Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958): Sistematizaba los principios ideológicos del régimen (nacionalcatolicismo, unidad de España, etc.) como permanentes e inalterables.
- Ley Orgánica del Estado (1967): Elaborada en el periodo desarrollista, reformaba algunas leyes anteriores, separaba formalmente la Jefatura del Estado de la Presidencia del Gobierno (aunque Franco siguió ocupando ambos cargos hasta 1973) y pretendía culminar la institucionalización del régimen. Fue aprobada en referéndum.
El Desarrollismo Franquista: Medidas Económicas y Transformaciones (1959-1973)
La etapa del Desarrollismo en España se enmarca aproximadamente entre 1959 y 1973, coincidiendo con la segunda fase de la dictadura franquista. Fue un período de crecimiento económico acelerado y profundas transformaciones sociales, impulsado por un cambio en la política económica que puso fin al modelo autárquico de la posguerra. Este cambio se produjo en un contexto internacional favorable, con Europa Occidental experimentando un fuerte desarrollo económico (los “Treinta Gloriosos”) y el inicio de la integración económica europea.
Hacia 1957, la economía española basada en la autarquía estaba al borde del colapso. El nivel de vida era muy bajo en comparación con Europa, la inflación era elevada, las reservas de divisas estaban agotadas y la balanza de pagos era crónicamente deficitaria. La agricultura y la industria eran poco productivas y competitivas. Ante esta situación, en 1957 entraron en el gobierno los llamados tecnócratas (economistas y juristas, muchos vinculados al Opus Dei), que impulsaron una reorientación económica.
Medidas Económicas Principales
La nueva política económica se plasmó fundamentalmente en dos instrumentos:
- El Plan de Estabilización (1959): Fue la medida clave que marcó el inicio del cambio. Sus objetivos eran:
- Estabilización interna: Controlar la inflación mediante la reducción del gasto público, la restricción del crédito y la congelación salarial.
- Liberalización económica: Reducir el intervencionismo estatal, eliminar controles de precios y facilitar la iniciativa privada.
- Apertura al exterior: Devaluar la peseta para hacer las exportaciones más competitivas y atraer turismo e inversión extranjera. Se liberalizaron las importaciones y se facilitó la inversión de capital extranjero.
- Los Planes de Desarrollo Económico y Social (1964-1975): Fueron planes cuatrienales (se aplicaron tres completos: 1964-67, 1968-71, 1972-75) de carácter indicativo para el sector privado y obligatorio para el público. Pretendían impulsar el crecimiento industrial mediante:
- Polos de Desarrollo: Creación de focos industriales en zonas consideradas atrasadas (ej. Vigo, Huelva, Burgos) mediante incentivos fiscales y financieros para atraer empresas.
- Inversiones públicas: En infraestructuras (carreteras, regadíos, energía) para apoyar el crecimiento.
- Modernización sectorial: Programas para mejorar la productividad en agricultura e industria.
Transformaciones Económicas
Estas medidas, junto con factores externos favorables, provocaron un rápido crecimiento económico (“el milagro español”) basado en:
- Industrialización acelerada: La industria creció a tasas muy elevadas, especialmente en sectores como el metalúrgico, químico, automovilístico y de bienes de consumo. Se importó tecnología y maquinaria.
- Modernización agrícola: Aunque más lenta, la agricultura se mecanizó, aumentó el uso de fertilizantes y se introdujeron nuevos cultivos. Esto liberó mano de obra hacia otros sectores.
- Auge del sector servicios: Impulsado fundamentalmente por el Boom del Turismo de los años 60. La llegada masiva de turistas europeos (atraídos por el sol, las playas y los bajos precios tras la devaluación) se convirtió en una fuente crucial de divisas. Comenzó la construcción masiva de hoteles y apartamentos en las zonas costeras (Mediterráneo y Canarias).
- Inversión extranjera: La apertura económica atrajo capital extranjero, que invirtió en la industria y otros sectores.
- Remesas de emigrantes: Cientos de miles de españoles emigraron a países europeos más desarrollados (Francia, Alemania, Suiza) en busca de trabajo. El dinero que enviaban a sus familias en España (remesas) fue otra fuente fundamental de divisas que ayudó a equilibrar la balanza de pagos.
Transformaciones Sociales
El crecimiento económico trajo consigo cambios sociales profundos:
- Éxodo rural masivo: La modernización agrícola y las oportunidades de empleo en la industria y los servicios provocaron una migración masiva del campo a las ciudades y a las zonas industriales y turísticas. Esto llevó al despoblamiento de muchas áreas rurales (“La España vaciada”) y al crecimiento desordenado de las periferias urbanas, a menudo con falta de planificación y servicios básicos (chabolismo).
- Aumento del nivel de vida: La renta per cápita se incrementó notablemente. Mejoró la alimentación, la salud y el acceso a bienes de consumo (electrodomésticos, automóviles como el SEAT 600). Creció una nueva clase media urbana.
- Cambios demográficos: Se produjo un “Baby Boom” en los años 60 y principios de los 70, apoyado por políticas natalistas del régimen (premios a familias numerosas).
- Cambio de mentalidad y modernización cultural: La sociedad se volvió más urbana y secularizada. El contacto con los turistas europeos y las influencias culturales extranjeras (música, cine, moda) contribuyeron a una cierta “europeización” de las costumbres, chocando con la moral oficial del régimen. Aumentó el nivel educativo.
- Nuevos conflictos sociales: A pesar de la represión, resurgió el movimiento obrero (Comisiones Obreras), el movimiento estudiantil y los nacionalismos periféricos, que protagonizaron protestas y huelgas demandando mejoras laborales y libertades democráticas.
Desigualdades y Contradicciones
A pesar del crecimiento general, persistieron y se crearon nuevas desigualdades:
- Desequilibrios territoriales: El desarrollo se concentró en ciertas regiones (Cataluña, País Vasco, Madrid, Levante, Baleares, Canarias), mientras otras zonas, especialmente del interior, quedaron rezagadas, acentuando los desequilibrios históricos. Los Polos de Desarrollo tuvieron un éxito limitado.
- Desigualdades sociales: Aunque mejoró el nivel de vida general, la distribución de la renta siguió siendo muy desigual. Las oligarquías económicas y financieras vinculadas al régimen (las “familias” del franquismo: militares, falangistas, católicos, tecnócratas) acumularon grandes fortunas, a menudo mediante prácticas corruptas y contratos con el Estado. Franco y sus familiares cercanos también se enriquecieron de forma opaca.
- Explotación laboral: El crecimiento se basó en parte en bajos salarios y la ausencia de derechos sindicales y laborales efectivos. Empresas nacionales (como Dragados y Construcciones, OHL, Renfe) y extranjeras se beneficiaron de esta situación y del uso de mano de obra barata, incluyendo en ocasiones trabajos forzosos de presos políticos en la reconstrucción de infraestructuras.
En los años 60, la creciente oposición interna (obrera, estudiantil, política), a pesar de actuar en la clandestinidad, y la presión externa (como la condena moral del llamado “Contubernio de Múnich” en 1962, una reunión de políticos demócratas españoles en el exilio y del interior) evidenciaron las contradicciones de un régimen que se modernizaba económicamente pero mantenía intacta su estructura política dictatorial. Como respuesta a las críticas internacionales y para intentar mejorar su imagen, el régimen creó el Tribunal de Orden Público (TOP) en 1963, que sustituyó a los tribunales militares en el enjuiciamiento de delitos políticos, aunque la represión continuó.