La Guerra Civil Española: Sublevación, Fases y Evolución

La Guerra Civil Española: Causas, Desarrollo y Consecuencias

La Guerra Civil Española constituye, sin duda, el acontecimiento más dramático de nuestra historia reciente y acaba con el proceso de apertura y modernización comenzado en España en 1931. A nivel internacional, fue un acontecimiento que polarizó la opinión pública mundial y la actitud de las potencias. En un contexto de consolidación de las dictaduras fascistas en Alemania e Italia, así como del régimen estalinista en la URSS, la guerra de España se convirtió en un pulso internacional entre los dos grandes modelos que estaban en juego: el democrático y el autoritario.

La Sublevación

En la tarde del 17 de julio, se inicia la sublevación en la guarnición de Melilla, Ceuta y Tetuán. Mientras, Franco llega a Tetuán desde Canarias en el Dragón Rapide para ponerse al frente del Ejército de África (19 de julio). El Jefe de Gobierno, Casares Quiroga, no reacciona adecuadamente y, en la mañana del día 18, Queipo de Llano se incorpora al golpe en Sevilla y consigue dominar los centros neurálgicos de la ciudad. El golpe triunfó en casi todas las capitales de Castilla, incluidas Valladolid y Burgos, en algunas ciudades gallegas, y en Andalucía occidental y Extremadura, donde Huelva, Jerez, Cádiz y Cáceres quedaron bajo la autoridad de los insurrectos. También Baleares y Canarias estaban en sus manos.

En la tarde del día 18, Azaña, tras la dimisión de Casares Quiroga y la formación del nuevo gobierno de Martínez Barrio, intentó que este pactara un gobierno de concentración con Mola. Pero Mola rehusó y el enfrentamiento, desde entonces, era imparable. Esa noche, el PSOE y el PCE convocaban a la movilización de toda su militancia. En Pamplona, Mola se pronunció en la mañana del día 19. Ese mismo día, quedaron bajo el dominio del bando sublevado: La Coruña, Oviedo y, en Andalucía, tras el desembarco de algunas unidades del ejército de África, se inició una marcha hacia el norte con el objetivo de enlazar las dos zonas en las que había triunfado el golpe. Este triunfa también en Zaragoza y en Granada.

El pronunciamiento fracasó en la mayor parte de Aragón, Asturias, toda Cantabria, Cataluña y Levante, y buena parte de Andalucía oriental, bien por el escaso número de golpistas, o por la rápida reacción de los partidos y sindicatos de izquierdas. En la mayoría de los buques de la armada pasó lo mismo y se mantuvieron leales al gobierno republicano. En Vizcaya y Guipúzcoa, la actitud del PNV, que declaró su lealtad al gobierno republicano, inclinó la balanza contra la sublevación. Pero el fracaso más grave se produjo en Madrid y Barcelona. En esta, la acción de la CNT, junto con la de los Guardias de Asalto y la Guardia Civil, impidió el triunfo de los insurrectos.

En Madrid, los golpistas, dirigidos por el general Fanjul, se atrincheraron en el Cuartel de la Montaña. El recién formado gobierno de Giral entregó armas a las milicias obreras, formadas por comunistas y socialistas, y con la ayuda de algunos oficiales lograron dominar la situación. Los demás cuarteles sublevados, en Getafe y Campamento, fueron rápidamente reducidos.

En general, el golpe triunfó en función de dos condiciones fundamentales: la rapidez y coordinación de sus protagonistas, y la capacidad de reacción de las fuerzas populares.

Las Fuerzas en Presencia y las Primeras Semanas de la Guerra

El día 21, el golpe había triunfado en 29 capitales de provincia, mientras que 21 permanecían leales al gobierno. La relación de fuerzas era bastante equilibrada, en términos generales. La República superaba a la zona rebelde en el dominio de las regiones industriales (siderurgia, industria mecánica, textil y buena parte del hierro y del carbón). Además, contaba con trigo (La Mancha) y el arroz y cítricos levantinos. El bando nacional contaba con las reservas de cereal y ganado de la meseta norte y Galicia, además del carbón leonés y las minas de Riotinto. La República también contó con las reservas de oro del Banco de España.

En cuanto a efectivos militares, en teoría, la mitad de las unidades del ejército de tierra permanecía fiel a la República, pero la mayoría de los oficiales se habían sublevado, y las unidades del ejército estaban prácticamente desarticuladas. El bando republicano contó, sin embargo, con la mayor parte de la flota y de la aviación.

En los primeros días de la guerra, se consolidaron los frentes. En la sierra madrileña, los nacionalistas, cuyo objetivo era tomar Madrid, fueron contenidos por las milicias obreras en Somosierra, Navacerrada y Guadarrama. Los milicianos conseguían también recuperar Guadalajara y Alcalá de Henares. En Andalucía, Queipo conseguía enlazar con Córdoba y Granada, abriendo una cuña en la Andalucía republicana. En Aragón, las columnas dirigidas por los líderes anarquistas, comunistas y socialistas consiguieron recuperar terreno, pero no pudieron conquistar ninguna de las tres capitales.

El 5 de agosto, con la ayuda alemana, se trasladó el ejército de África a la Península. Con el objetivo inicial de marchar sobre Madrid, las tropas dirigidas por Yagüe se desviaron para atacar Badajoz, tomando la ciudad el 14 de agosto y llevando a cabo una durísima represión (de 2.000 a 4.000 ejecuciones). Esta conquista permitió enlazar las dos zonas del bando sublevado, y el suministro de ayudas al ejército de Mola.

La Batalla de Madrid

Durante septiembre y octubre, el avance de las tropas nacionalistas fue continuo. Pretendían aislar a las provincias vascas de la frontera francesa. En el norte, el objetivo de Mola fue la conquista de Irún, que caerá el 4 de septiembre. Días después, se rendía San Sebastián.