Poesía a partir de 1939.Poesía del exilio
Poesía a partir de 1939.Poesía del exilio. Con el final de la guerra civil y la instauración de la dictadura de Franco, se produce una quiebra de la evolución seguidas durante las primeras décadas del siglo. La posguerra se va a caracterizar por la pobreza, la falta de libertades, la censura asfixiante y la imposición de la ideología del bando vencedor. En la poesía hay que contar con J.R. Jiménez y autores del 27 como Salinas, Guillén, Cernuda o Alberti. Todos contaban con una obra considerable en el momento de abandonar España, aunque la temática del destierro se dejara sentir en sus libros posteriores. Otros poetas escribirán la parte más importante de su producción fuera de España, como León Felipe y Juan Gil-Albert.
Poesía de los años 40
En los primeros años de posguerra, abundan las publicaciones marcadas por la ideología de los vencedores, como las revistas “Escorial” y “Garcilaso”, en las que colaboran el grupo de poetas falangistas integrado por Ridruejo, Panero, Rosales y Vivanco; tendencia llamada “poesía arraigada” que se caracteriza por expresar una visión del mundo optimista y esperanzada, y por una preferencia por los temas religiosos y patrióticos y las formas métricas tradicionales. También puede incluirse Rafael Morales y José Mª Valverde, orientados hacia una poesía religiosa existencialista. También surge la “poesía desarraigada” en la que se manifiesta una visión angustiada de la realidad sobre la guerra civil y la 2ª guerra mundial. También es importante, la revista leonesa “espadaña” que apuesta por una poesía alejada del formalismo oficial. “Ángel fieramente humano” de Blas de Otero, “tierra de nosotros” de José Hierro o el poemario “Los muertos” de José Luis Hidalgo son algunos ejemplos. Junto a estas tendencias se desarrollan otras líneas de carácter más minoritario y escasa repercusión: el grupo cordobés Cantico, con poetas como Ricardo Molina y Pablo García Baena; el postismo retoma el espíritu de las vanguardias con Ory como principal autor; y una prolongación del surrealismo con Labordeta, Crespo y Cirlot.
Poesía de los años 50: poesía social
En la década de los 50, la estética dominante en la poesía será el realismo social. Se caracteriza por un lenguaje sencillo, coloquial, una preocupación por los contenidos antes que por lo estético, carácter narrativo y una tendencia al prosaísmo. Se concibe como herramienta que debe contribuir a la transformación de la realidad. Se reivindica una poesía dirigida a la inmensa mayoría. A veces, las dificultades con la censura obligaban a refinamientos elusivos que hacían difícil la comprensión de los textos. Celaya encuentra su voz personal a partir de 1951 con “las cartas boca arriba” y alcanza su momento culminante con “cantos iberos”, donde se desarrolla su poesía de carácter didáctico. José Hierro destaca con su libro “Quinta del 42”, donde plasma la experiencia histórica de su generación y encuentra causas sociales a los problemas individuales. Posteriormente evoluciona por registros diversos. Blas de Otero se inicia dentro de la “poesía desarraigada”. En 1955 se incorpora a la tendencia social. En estos libros Otero se esfuerza por conciliar lo ético y lo estético.
El grupo poético de los 50
En los años 50 comenzaron a publicarse las primeras obras de autores más jóvenes cuyo concepto de poesía era como forma peculiar de conocimiento, inseparable de un uso específico del lenguaje, y una mayor preocupación por lo íntimo y subjetivo. Además, los autores de este grupo manifestaron una nueva preocupación por el estilo. Se trata de poetas que incorporan a sus obras la influencia de autores muy diversos dentro de los que destaca la revalorización de la obra de Cernuda. Los más importantes son: Claudio Rodríguez, Gil de Biedma, Valente, Brines, José Agustín Goytisolo y Caballero Bonald. Claudio Rodríguez se dio a conocer en 1953 con “Don ebriedad”, obra en la que aparecían los rasgos fundamentales de su lírica. Jaime Gil de Biedma es el autor más influyente de su generación. Su obra se caracteriza por una voluntad de convertir su experiencia personal en materia poética. Este acercamiento a lo íntimo se produce de una forma irónica y distanciada, a través de la cual se transmite una visión crítica y desengañada del propio yo poético y de su entorno social. Algunas obras son “Moralidades” y “Poemas postumos”. José Ángel Valente evoluciona desde una inicial identificación con la poesía social hasta la profunda meditación sobre el lenguaje y el silencio, sobre el ser y la nada… Obras como “El fulgor” o “fragmentos de un libro futuro”. Ángel González pasa de la poesía social a un estilo más personal, caracterizado por el uso del humor y la ironía, la visión desmitificadora de la realidad y el empleo de estructuras narrativas y un lenguaje cercano a lo coloquial, como “Tratado de urbanismo”
Poesía de los años 70: los “novísimos”
A finales de los años 60 surge un grupo de jóvenes poetas que cambia el rumbo de la poesía española. Se trata de autores nacidos entre 1939 y 1948, a los que unía una voluntad de ruptura con la literatura de las promociones anteriores. Entre ellos destacan Gimferrer, Guillermo Carnero, Martínez Sarrión y Leopoldo María Panero. La poesía de estos autores enlaza con las tendencias renovadoras de la 1ª mitad del s.XX y con las vanguardias. Influyen poetas del 27, autores europeos e hispanoamericanos como Pound, Cavafis, Borges u Octavio Paz. El culturanismo es que la inspiración de estos autores parte de referentes literarios o artísticos de lo más variado que pasan a integrarse en el universo poético de sus respectivos autores. Los autores de este grupo tienen un concepto de la poesía como actividad autosuficiente. Pere Gimferrer ejemplifica el carácter innovador. Sus primeros libros (“Arde el mar” y “La muerte en Bervely Hills”) muestran una gran riqueza expresiva dentro de una poética irracionalista. Guillermo Carnero tiene obras como “Dibujo de la muerte” y Leopoldo Mª Panero expresa el tema de las drogas y la fragmentación de la subjetividad.
Poesía a partir de 1980
En las 2 últimas décadas del s.XX se va a profundizar en una serie de tendencias que ya habían sido cultivadas con brillantez en decenios anteriores. Época que impera la variedad temática y de estilos y un cierto eclecticismo. Se pueden distinguir algunas tendencias poéticas: – La ”poesía de la experiencia” parte de los logros de los autores de la generación de los 50 en su indagación cotidiana como territorio poético. Poesía clara y comunicativa, irónica, sentimental y temas como el mundo íntimo con la denuncia política o social. Los autores más destacados son: García Montero, Benítez Reyes, Marzal y Luis Alberto de Cuenca. – En el extremo opuesto, encontramos a los poetas que prolongan la línea de experimentación lingüística y densidad conceptual representada por Valente y el grupo de los “novísimos”. Los autores destacados son Jaime Siles, Blanca Andreu (surrealismo), Sánchez Roybana (minimalista) y Antonio Colinas.