La Eutaxia y la Evolución de la Sociedad Política

Conducta normada: Las normas son formas de conducta característica del ser humano que surgen de rutinas exitosas e implican un lenguaje articulado y operaciones artificiosas o prudenciales guiadas por programas a través de los cuales se organiza la vida humana como tal. Ceremonia: Secuencia de operaciones humanas con un principio y un final delimitados.

Eutaxia: Término utilizado por Aristóteles que procede del griego y significa buen orden. Supone una buena constitución política, un programa de articulación del conjunto de una sociedad orientada al bien general basado en el ejercicio del poder, que tiene la potencia de ser globalizador pero no totalizador, integrador pero no integral. Este buen orden se confunde con la justicia social, aunque entra en dialéctica con ella. La eutaxia degenera en distaxia cuando el gobierno se orienta a los intereses particulares.

Civilización: Indica una mera suma de culturas o el conjunto de determinaciones que se extienden transitivamente y que tienden a una cultura universal.

Estado: Forma de sociedad política que ha desbordado la organización convergente propia de las sociedades naturales.


1. El ser humano: animal social. Las características específicas del animal social humano son el lenguaje articulado, la conducta normada, la realización de ceremonias, la tradición como transmisión cultural y, al pasar de la sociedad natural a la sociedad política, la articulación de su vida social en la historia.

1.1 Al animal político: El poder político es trascendental al ser humano en cuanto vive en sociedades de una determinada complejidad y no hay que confundirlo con el poder etológico del que evolutivamente nace. Las relaciones del poder político propias de las sociedades humanas tampoco cabe reducirlas a modelos de poder de las sociedades animales. La estructura jerarquizada y los comportamientos de dominación comparten genéricamente el Homo sapiens con los animales sociales; en cambio, el poder político humano no se constituye desde rasgos compartidos con los animales (rasgos congénéricos). Aunque el poder político utiliza la fuerza física que actúa por contacto y poco tiempo, no puede basarse en ella como elemento fundamental y debe ser sustituido por la autoridad a distancia y de larga duración. Para ello, el poder político actúa a través de planes y programas que consiguen una estabilidad. Este poder brota de lo zoológico al recibir los viejos elementos otra naturaleza en el seno de una nueva estructura y se transforman en los nuevos por anamorfosis. Aunque haya elementos compartidos, el poder político es específicamente humano (transgenérico) y por ello trascendental a la especie humana e histórico.


2. La sociedad natural. Esta es previa a la sociedad política y se caracteriza porque su estructura interna (intraestructura) es convergente o con capacidad de neutralizar las divergencias externas. El materialismo filosófico entiende que una sociedad natural humana es un conjunto formado por sujetos cuya organización interna no ha alcanzado todavía las características de una sociedad política. No se debe idealizar un individuo convertido en buen salvaje (Rousseau); El individuo no vive más independiente ni más libre, sino integrado de otra manera. El ser humano se comporta siguiendo unos patrones rutinarios adquiridos por aprendizaje. El sistema de regulación social viene establecido por el funcionamiento de los grupos de parentesco y las reglas de filiación, las determinaciones de las familias y las normas de casamiento. Hay enfrentamientos violentos, pero quedan neutralizados por el ordenamiento convergente global del grupo. Esta sociedad no está compuesta solo por individuos, ya que su seno lo encontramos en subgrupos unidos por el cumplimiento de las normas que están sustentadas por uno o varios de esos grupos dentro de una estructura global que permite la convergencia entre todos. La estabilidad de un grupo en el estadio histórico de sociedad natural viene dada por la capacidad de utilizar el entorno natural de forma exitosa dentro de su sistema cultural. Estos grupos también son capaces de desarrollar patrones de conducta característicos con los númenes que resultan globalmente integradores. Lo característico de la sociedad natural es que su estructura interna se organiza de manera convergente.

2.1 De la sociedad natural a la sociedad política: Con la revolución neolítica aparecen las primeras ciudades, gobernadas por jefes que llegan a convertirse en reinos independientes. Algunas dan lugar a imperios al asimilar territorios colindantes con organización más primitiva y fue siempre el desarrollo de formas de poder y organización social capaces de abarcar varias aldeas y un número creciente de habitantes.

2.1.1 Cabecillas, jefes y reyes. El materialismo cultural analiza cómo pudo constituirse el actual poder político de nuestras sociedades modernas desde las sociedades naturales hasta la aparición de los estados. Las sociedades preestatales: son las sociedades de bandas y de aldeas que basan su economía cazadora y recolectora en el intercambio recíproco, con una organización de mando muy poco jerarquizada guiada por cabecillas, a los que se consulta y respeta, pero no es obligatorio obedecerles. Los chamanes introducen funciones mediadoras en el grupo que solo son constrictivas en la medida que ejercen de eco en la opinión pública. Las sociedades nexo: tienen un progreso técnico, demográfico y territorial en el que llevan a reservas alimentarias. Las aldeas son gobernadas por los jefes igualitarios y luego se convierten en reyes. Son jefes hereditarios cuando hay más de 10,000 habitantes.

El tránsito entre los protoestados y los estados discurre en el mismo proceso en que algunas jefaturas van convirtiéndose en reinados, a la vez que se transforma el modo de poblacionamiento característico: de la vida en un territorio distribuido en una diversidad de aldeas que reúnen linajes y clanes diferentes surgirán núcleos de población muy numerosos que conoceremos como ciudades.


Tres enfoques materialistas. El materialismo histórico y el materialismo cultural plantean interpretaciones de la evolución de las sociedades asumibles en su sentido general, pero deberán ser completadas con las aportaciones del materialismo filosófico que introduce una reorganización de estas interpretaciones.

El materialismo histórico de Karl Marx: Interpretó que las sociedades guiadas por un proceso evolutivo basado en los distintos modos de producción, que iba desde la sociedad primitiva comunista hasta el socialismo del futuro, pasando por los modos de producción asiático, esclavista, feudal y burgués-capitalista. Esta correspondería a la estructura convergente de la sociedad natural.

El materialismo cultural de M. Harris: No pone la clave tanto en las relaciones de producción en sí, en el equilibrio que resulta de la presión demográfica y los recursos disponibles en la relación que se establece entre el hombre y su entorno natural; la ruptura de este equilibrio ha de ser controlada por las prácticas de control de la natalidad o mediante la intensificación de las técnicas que permitan extraer mayores recursos del trabajo.

El materialismo filosófico: Propone que la transición de unas sociedades en otras, desde la sociedad natural a la política, desde las sociedades preestatales a las estatales, se entienda no solo apelando a los ejes circular y radial, sino también al eje angular de las relaciones de los hombres con los númenes y con las sociedades extrañas. La evolución de la sociedad no puede explicarse por un proceso de maduración interna, ya que son muy importantes las relaciones con sociedades distintas, extrañas o rivales.

3. La sociedad política, sociedad política frente a sociedad natural: Surge por transformación interna de la estructura de la sociedad natural. De la intraestructura convergente de esta se transita a una intraestructura divergente. La sociedad política se constituye cuando ya no es posible mantener la unidad propia de la sociedad natural. Las divergencias que había entre individuos o subgrupos en la sociedad natural que eran neutralizadas por el orden global se vuelven irreductibles como consecuencia de la constitución de una nueva estructura social surgida del propio desarrollo interno de las relaciones que han de establecerse con otras sociedades extrañas. La sociedad política contará siempre con divergencias irreductibles. El poder ha de contar con ellas y no puede ejercerse consiguiendo la convergencia en la sociedad política, sino logrando una estabilidad duradera (supervivencia), lo que lleva a la eutaxia. Los enfrentamientos no cobran importancia porque proceden de individuos aislados, sino porque vienen de fuerzas enfrentadas de los distintos intereses de la disparidad de grupos. El orden global deja de ser convergente. Los elementos naturales anteriores se transforman por anamorfosis en las nuevas circunstancias políticas y esto pide la mediación de un eje estructurador.

Las sociedades políticas pueden ser: preestatales o con Estado. Se debe considerar tres niveles operativos (ramas de poder) y en tres ámbitos de aplicación (capa del poder) dentro de un cuerpo social. El estado surge por evolución de las sociedades preestatales al añadirse una tercera capa de poder, la cortical, encargada de la defensa y la basal, económica. El desorden del poder en un estado se llama distaxia, y es una inestabilidad que tiende a desestructurar la sociedad con riesgo de sustitución del poder político de la sociedad en cuestión.



3.2 De la cultura bárbara a la civilizada: Culturas bárbaras: Son múltiples y diversas; sin embargo, la civilización, aunque irradiada desde distintos focos, irá tendiendo a una cultura universal. Ciertas culturas sometidas a aislamiento prolongado no han madurado solas, estancándose en fases naturales o preestatales. Sin aislamiento, o evolucionan o son absorbidas por las que lo hacen. Las culturas bárbaras están llamadas a entrar en el cauce de la civilización. La identidad de toda especie humana (civilización) se ha abierto paso mediante procesos transitivos provenientes de relaciones simétricas fraguadas en medio de toda clase de dominaciones, explotaciones y abusos asimétricos. La civilización procede de la fuerza transmisora irrefrenable que, por un lado, frena la pluralidad de culturas y, por otro, impone relaciones de radio humano tendente a la cultura universal. En este proceso concentrador juega un papel clave la ciudad, que separa barbarie de civilización. Ninguna ciudad surgió de la evolución interna de una pequeña aldea, sino que hace falta un proceso plural de núcleos interdependientes constituyéndose en ciudades. La ciudad es el lugar de la transitividad por antonomasia y el vehículo que le da consistencia histórica es la escritura.


3.3 Historicidad de la sociedad política: El curso del desarrollo histórico de las sociedades políticas se diferencia en tres fases: 1. Sociedad política protoestatal: No pueden ser Estado, pero su organización conduce a él. 2. Sociedad política estatal: Se hace posible cuando, en el contexto de varias sociedades protoestatales, se desborda la mera subordinación, asimilación expansionista o integración en sus relaciones mutuas y la relación esencial entre las distintas sociedades pasa a ser la codeterminación, que se rige por la dialéctica del enfrentamiento que marcan los momentos de guerra y paz. Un Estado, además de relacionarse con otros estados con los que se mide, se halla en contacto con sociedades preestatales o estados más débiles a los que puede asimilar; se dan condiciones idóneas para el colonialismo y para la constitución de los imperios. 3. Sociedad política postestatal: Los estados se van viendo desbordados por relaciones interestatales y por estructuras supraestatales cada vez más decisivas en las relaciones de poder interno al Estado. Esto no significa un futuro sin estados, sino que las relaciones de poder interno se irán encuadrando en un marco cada vez más internacional: globalización.



3.4 El poder en la sociedad política: No puede haber una sociedad política sin dinámicas y estructuras de poder. El poder político va de arriba abajo, pero a su vez recoge las energías que van de abajo arriba del poder civil. Una sociedad política se compone de una parte que ejerce el poder y de otra que halla sometida a esa dominación, para bien como para mal. La imposición de una parte sobre las demás es posible porque los planes y programas que promueven tienen la capacidad de ordenar el conjunto dentro de un equilibrio que exige un mínimo de estabilidad global, pero que no asegura el buen gobierno para todos y cada uno. El poder puede ser 1. acatado o 2. resistido y contrarrestado, y desde aquí cabe hablar del poder civil, concepto abstracto que reúne las fuerzas sociales obedientes y canalizadas o aquellas otras que permanecen irreductibles para el poder político. La determinación del poder político es global e integradora, no total e integral, lo que significa que el poder político no puede ser absoluto, pues la energía con la que opera sobre el conjunto de la sociedad la extrae tanto de las clases obedientes y satisfechas como de las corrientes de la sociedad civil enfrentadas, sometidas a los mismos planes y programas eutáxicos o distáxicos.


3.5 Partes de la sociedad política: El cuerpo de una sociedad política está configurado por tres capas en la medida de sus funciones que ordenan relaciones impersonales: el gobierno, las relaciones con la naturaleza (economía) y las relaciones con extraños (defensa). Estas partes de la sociedad donde actúan estas funciones se definen como capa conjuntiva, basal y cortical. La capa conjuntiva: Se refiere al poder que se establece en las relaciones circulares. La basal: Al poder relativo de las relaciones radiales y la cortical: Al poder de las relaciones con extraños. En la capa conjuntiva se localiza el núcleo del cuerpo de la sociedad política, sin el cual no podemos hablar de política. Además, este poder nace para proyectar sus planes eutáxicos sobre las otras capas: el proceso de producir riqueza y de la defensa frente a otros estados. La intraestructura de la sociedad política está en nueve especies de poder: 3 capas con 3 ramas. Estas 3 ramas hacen 3 funciones: 1. De mando que hace y deshace (rama operativa: poder ejecutivo, poder gestor y poder militar); 2. De organización de estructuras estables (rama estructurativa: poder legislativo, planificador y federativo); y 3. Del mantenimiento del equilibrio definiendo los términos de lo que se cumple o incumple (rama determinativa: poder judicial, redistributivo y diplomático). Si esto lo ordenamos según las relaciones del espacio antropológico, tenemos: 1. Capa conjuntiva de las relaciones circulares (el núcleo del cuerpo del poder: poder ejecutivo, legislativo y judicial); 2. En la capa basal de las relaciones radiales: gestor, planificador y redistribuidor; y 3. En la capa cortical de las relaciones angulares: poder militar, federativo y diplomático.


3.6 Dinámica interna del poder en la sociedad política: Encontramos una dinámica y dialéctica entre los nueve tipos de poder y, de manera fundamental, la relación entre los poderes del núcleo y el resto del cuerpo. Del núcleo no surge necesariamente el poder determinante, pero de él depende la eutaxia o distaxia. El cuerpo de la sociedad política aparece cuando en la sociedad natural cuaja un núcleo de poder (conjuntivo) capaz de reorganizar las divergencias instituyendo leyes (legislativo), juzgando su cumplimiento (judicial) y, sobre todo, capaz de ejecutar sus planes y programas (ejecutivo). Luego, la acción de esta primera capa de poder dilatará su radio a otras (cortical y basal).

La capa conjuntiva organiza en la eutaxia las relaciones circulares de los seres humanos, como la obediencia o el desacato de las normas políticas. A pesar de muchas y variadas relaciones circulares, solo se instituye una trama de poder regulador de todas esas relaciones, aplicada a toda la sociedad: la trama de los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial.

Pero las relaciones de los hombres con la naturaleza, las relaciones económicas, no quedan organizadas en la capa conjuntiva, sino en la basal. En la capa basal encontramos el poder gestor, que se ocupa de que funcionen de determinada manera las fuerzas productivas de una sociedad concreta. En segundo lugar, el poder planificador: regula y selecciona los programas de producción de riqueza. Y el poder redistributivo o poder fiscal, encargado de los impuestos.

La capa cortical del poder le corresponde la organización de las relaciones de la sociedad política con otras sociedades políticas diferentes, a través del poder militar, que actúa en contra de las fuerzas externas que comprometen la estabilidad del poder político interno; también del poder federativo: encargado de establecer acuerdos con sociedades extrañas al Estado y el poder diplomático: que se mueve en el campo del derecho internacional y tiene como función definir y diferenciar a los aliados de los enemigos.


4. La eutaxia en la sociedad política: La eutaxia significa el buen orden con el que funciona una sociedad política, que la hace perdurar. La eutaxia no se confunde con la justicia social. El buen orden supone una buena constitución, una cohesión del conjunto de los ciudadanos y un ejercicio del poder capaz de globalizar. Lo propio de una sociedad eutáxica es que dure en el tiempo, ya que su cohesión y unidad tenderán a la estabilidad en mayor medida que la distaxia, si bien la duración es una consecuencia, pero no la esencia del orden, porque no puede no durar por causas externas a su estructura o puede subsistir degenerándose enfrentada a distaxias mayores.

El poder de la eutaxia despliega planes o programas como normas que funcionan objetivamente al margen de los sujetos psicológicos reconozcan o no el sometimiento a esas normas. Si estas normas son arbitrarias, serán distáxicas, pero si necesitan algún tipo de necesidad en la subsistencia global del grupo, son eutáxicas. Un gobierno eutáxico estará orientado al bien general, ya que el gobierno orientado al interés particular es distáxico.

El bien común, cuando se interpreta en sentido político y no moral, se podrá hacer corresponder con la eutaxia; el bien común no se puede traducir por libertad, solidaridad, etc., ya que no son estos objetivos ético-morales los inmediatos en la política y porque la lógica material de la política comporta el ejercicio del poder con el fin de mantener el conjunto, mientras que la lógica de la moral implica las relaciones de igualdad entre partes heterogéneas y entre los distintos intereses de los ciudadanos, lo que es justicia social.