La monarquía hispánica de Felipe II. La unidad ibérica
Las intenciones de este reinado se dirigen a la centralización administrativa con una dirección exhaustiva del rey y la decisiva elección de Madrid para una corte fija o capital de la monarquía. Felipe II hispaniza su política, emplea asesores españoles y continúa la tradicional defensa del catolicismo.
La victoria sobre ellos, les llevó a una dispersión por toda la península a fin de facilitar su integración con el resto y solventar su peligrosidad.Antonio Pérez, tras ser secretario real, es procesado por sus manipulaciones y engaños (1591). Ejecutado el rebelde Justicia de Aragón, el rey cambia el estatus aragonés hasta entonces vigente, pudiendo el monarca nombrar los cargos superiores ( Justicia y virrey) antes en manos de las instituciones aragonesas. Había vencido la monarquía sobre los fueros.
En la política exterior hay una primera etapa muy obvia, la de acabar con los conflictos iniciados por su padre, a la que sigue una segunda etapa dedicada a los problemas del Mediterráneo y una tercera etapa de conflictos Atlánticos con grandes contrariedades.
España unida a Venecia y el apoyo de Roma constituyen la Liga Santa que derrota a la flota enemiga en Lepanto (1571).A la postre mejor resultado da la anexión de Portugal en 1581 aprovechando los derechos hereditarios de Felipe II defendidos victoriosamente.
El balance es desigual, alternando éxitos y fracasos y donde la hegemonía en Europa fue a costa de grandes esfuerzos
La España del siglo XVI. La capitalidad madrileña establecida por Felipe II intenta dar estabilidad a la corte.
El sistema de gobierno es polisinodial o de Consejos, que fueron creciendo desde principios de siglo. Sus funciones eran las de elevar informes o consultas y resolver asuntos de su jurisdicción. En este engranaje resultaba básico el papel de los secretarios que hacían de enlace entre el monarca y los Consejos.
Este último llegó a tener 16 consejeros pero sólo al final del reinado filipino pudo tener eficacia al dividirlo en departamentos separados según fuera su función ejecutiva, administrativa o judicial. Felipe II reduce los fueros aragoneses y añade Portugal a las posesiones heredadas de Carlos I.Las de Navarra y Aragón eran las más reivindicativas.
La administración de justicia se realizaba en las Audiencias o tribunales superiores, que aumentan en número al añadirse Cerdeña y Canarias
La administración local lo formaban municipios donde se asientan las oligarquías y un cierto control de los corregidores realistas.
Felipe II decidió al final formar juntas para temas específicos y una comisión de asesores para ocuparse de los doc. con mas diligencia y eficaciaEconomía y sociedad en la España del siglo XVI
Este siglo presenta un crecimiento demográfico en la España peninsular que pasa de 6 a 8 millones con predominio castellano ( más de seis millones) respecto a la periferia.
La mayoría de la población se dedica a la agricultura, que ve crecer su producción debido a las nuevas roturaciones de campos. La agricultura se muestra en servidumbre de pasto y paso hacia los privilegios de una ganadería trashumante dominada por de la Mesta.
Esto se complementa con el trabajo de las ferrerías vascas.Con precios altos se produce la pérdida de competividad de la artesanía y manufactura hispanas en beneficio de las flamencas, italianas, etc.
Una mentalidad conservadora, rentista y antiburguesa de la aristocracia contribuye a este mal resultado , aprovechándose de ello la iniciativa industrial de los Países Bajos e Inglaterra que se llevan nuestras materias primas como la lana.
Se generaliza el requisito de limpieza de sangre para el acceso a determinados cargos. Por necesidades económicas se ponen a la venta cargos y títulos, mientras tanto, el estado llano ve aumentar sus impuestos como el de “servicio” y el de “millones”.
Los Austrias del siglo XVII. Gobierno de validos y conflictos internos
A diferencia del siglo anterior los monarcas muestran un desinterés por la dirección política delegando las tareas de gobierno en manos de validos, elegidos por la confianza personal entre el grupo aristocrático en los que se pretende apoyar. Estos gobiernan por delegación del rey-informalmente- como primeros ministros. A su vez los validos. Esto significó modificar el sistema polisidonial que es sustituido por las juntas de nobles fieles a sus superiores.
Felipe III (1598-1621) otorgó privanza al duque de Lerma. Da cargos a parientes y amigos creando una tradición de red clientelar, que actuaban en su mayoría en beneficio propio en un contexto de recuperación política de la alta nobleza. Traslada la capital a Valladolid, cerca de la ciudad de Lerma, aunque será por breves años (1601 a 1606). El escándalo de las corruptelas llevará a la caída de Lerma y al ascenso del duque de Uceda.
Entre las medidas de este reinado hay que destacar la expulsión de los moriscos en 1609 por rechazo y temor a la posibilidad de una invasión turca. Significa también una demostración coyuntural de fuerza de la monarquía que afecta 300.000 personas expulsadas sobre todo de Valencia y Aragón a las que deja demográfica, cultural y económicamente empobrecidas.
Felipe IV (1621-1665) elige al Conde-Duque de Olivares como valido entre 1621 y 1643. Era inteligente y con grandes proyectos de reformas que iban desde recuperar la reputación exterior hasta una “Reformación” interior, entendida como una recuperación de la Monarquía, un desarrollo económico y la mejora de las costumbres. Proyecta una red nacional de erarios, pero que acaba convertida en un aumento de impuestos, concretamente en el servicio de millones. Su intención se extiende a la unificación jurídica e institucional de todos los territorios y la Unión de Armas con el deseo de conseguir un ejército amplio reclutado y costeado entre todos los territorios. Fracasa por la oposición de las Cortes de Aragón y el declive del Conde-Duque que cae en desgracia por las distintas rebeliones internas y las graves derrotas externas. Es remplazado por Luis de Haro.
Carlos II (1665-1700) tiene varios validos. El jesuita Nithard ejerce brevemente durante la regencia, para dejar paso al hermanastro del rey Juan José de Austria, gobernante hasta su fallecimiento en que es sustituido sucesivamente por el Duque de Medinaceli y el conde de Oropesa.
En un clima de creciente inestabilidad política, se aprecia la debilidad ante la Francia de Luis XIV. Sin embargo hay que atribuirle tres éxitos en su reinado: sujetar la inflación, no crear impuestos nuevos, y cambiar la forma y el volumen de la recaudación.
La ausencia de un heredero al trono desemboca en la Guerra de Sucesión que traerá el cambio de dinastía.
La crisis de 1640
La enorme crisis de 1640 convulsiona la integración de los territorios pertenecientes a la monarquía y podía haber supuesto el desmembramiento de una gran parte de los peninsulares que finalmente afecta solamente a Portugal. Crisis relacionada con las crecientes necesidades financieras de la Guerra de los Treinta Años, y la oposición a las reformas de Olivares. Para atender a la guerra se crean nuevos impuestos, se recurre a la venta de cargos, y se forman nuevos señoríos. La oposición a la Unión de Armas Olivares y a su proyecto de contribución igualitaria para los distintos territorios de hombres y recursos, trae la oposición de la periferia peninsular, de la alta nobleza, y de las clases populares, que se traducen en rebeliones generales e independentistas. Los reveses internacionales, amén de la impopularidad, llevan a la caída de Olivares en 1643.
La rebelión de Cataluña (1640-1652) tiene como causa inmediata los desmanes del ejército castellano-italiano a su paso por Cataluña. Se reacciona con el asesinato del virrey y con revuelta anti centralista aprovechando la estancia de los campesinos o Segadors por la ciudad de Barcelona. Se nombra conde a Luis XIII de Francia. La crisis económica, la peste y falta de tacto – en muchos casos opresión- de los franceses, hará más fácil la rendición ante Juan José de Austria, que a pesar de su triunfo se compromete respetar los fueros. La guerra con Francia continuará y termina con la Paz de los Pirineos (1659) donde España cede el Rosellón y la Cerdaña.
La rebelión e independencia de Portugal (1640-1668) contiene causas profundas como el malestar ocasionado en las colonias portuguesas sucesivamente atacadas y ocupadas sin que le contrarrestare una defensa y respuesta adecuadas.
La rebelión toma un carácter nobiliario, anti castellano, y proclaman rey al Duque de Braganza. Olivares no puede con los dos frentes a la vez y se concentra en Cataluña pensando que Portugal puede recuperarla más adelante. La Paz de Westfalia (1648) hace entrar en juego a las potencias europeas que reconocen a Portugal como nación.
Las intenciones españolas pretenden retornar a la antigua situación, imposibilitada por la alineación de Francia e Inglaterra con Portugal. Sin más salida España tiene que reconocer oficialmente la independencia de ese país en 1668.
La España del siglo XVII. El ocaso del imperio español en Europa
Felipe III (1598-1621) emprende una política pacifista tras el siglo convulso anterior. Firma la paz con Inglaterra e igualmente la Tregua de los Doce Años con Holanda. Las incursiones en el Magreb se deben a la presencia de los piratas turcos y moriscos. Casó a sus hijos con la casa de Borbón, pero malogra este periodo de tranquilidad y crecimiento por la corrupción y la incorporación a la Guerra de los Treinta Años (1618) condicionado por sus relaciones familiares con los Habsburgo austriacos.
Felipe IV(1621-1665) se ve inmerso en multitud de conflictos durante todo su reinado, especialmente la Guerra de los Treinta Años. Las causas iniciales de tintes religiosos se sobrepasan con las intenciones políticas de las distintas potencias para alcanzar la hegemonía en Europa y derrocar la supremacía hispana.
Se establecieron dos bandos, por un lado los Habsburgo tanto en su rama española y austriaca; y por otro lado Francia, con los apoyos de Inglaterra, Suecia, Dinamarca y Holanda.
El desarrollo del conflicto evoluciona desde los éxitos iniciales de los tercios españoles, como la batalla de Nordlingen y la representada rendición de Breda, hasta sufrir después claras derrotas en Rocroi (1643) y Las Dunas. La paz de Westfalia (1648) puso fin a la guerra afirmándose la independencia de las Provincias Unidas del Norte (Holanda) respecto de España y la pérdida de la hegemonía europea a favor de Francia. La continuidad de la guerra con Francia, que cuenta con el poderoso aliado inglés, no acaba hasta la Paz de los Pirineos (1659) . España cede el Rosellón, la Cerdaña y el Artois, pero sobre todo confirma el cambio de fuerzas: Francia es suprema en el continente mientras Inglaterra domina en los mares. Deja tras de si para España una caída demográfica, la ruina económica y el paso a un segundo plano.
Carlos II (1665-1700) termina por reconocer la independencia de Portugal que ya era efectiva, pero se ve envuelto en cuatro guerras con la belicosa Francia. La Paz de Aquisgrán y la Paz de Nimega no hacen sino agrandar las pérdidas territoriales de Lille y sobre todo la pérdida del Franco Condado y de Luxemburgo.
Al final se produce un acercamiento a Francia por no poder contar con hijos herederos. Carlos nombra sucesor a Felipe de Anjou, perteneciente a la dinastía de los Borbones. Al no ser aceptado por otros países comenzará la Guerra de Sucesión.
La España del siglo XVII. Evolución económica y social
Este siglo presenta una crisis demográfica que reduce la población a siete millones. Las causas hay que referirlas a las tres oleadas de epidemias ( principios, mediados, finales de siglo) a la expulsión de los moriscos, a las dificultades económicas, las reiteradas guerras y las emigraciones fundamentalmente hacia América.
En lo económico, la Hacienda está endeudada de una manera continua, a lo que contribuye la progresiva disminución de la entrada de metales preciosos de América, filtrada por los piratas y barcos ingleses y holandeses. El balance llega a ser tan negativo que se declaran seis bancarrotas y eso a pesar de acudir a los prestamistas italianos o portugueses, mayoritarios en este siglo. Para adquirir nuevas fuentes de ingresos se recurre a las alteraciones monetarias reduciendo la cantidad de metal ( moneda de vellón) y a los nuevos impuestos. Como no era suficiente han de procurarse donativos de la nobleza, la venta de cargos públicos, la venta de terrenos y de poblaciones realengas y la venta de títulos nobiliarios.
A pesar de las medidas gubernamentales, la recesión económica es una realidad que se manifiesta en la caída de la producción agrícola, donde el reducido número de campesinos, en muchos casos, vende sus tierras y reorienta sus producciones. Disminuye la ganadería bovina, Hay una crisis de la industria textil castellana porque se exporta la lana, porque los costes han subido en la península y no compite con la septentrional.
El comercio está acaparado por los extranjeros y en el interior las comunicaciones se ralentizaban a causa de las malas vías de transporte, los obstáculos aduaneros y la diversidad monetaria peninsular.
Sin embargo hubo un esfuerzo y unas medidas decisivas para una recuperación de finales de siglo. Hay que atribuirle al periodo de Carlos II tres éxitos: sujeta la inflación, no crea impuestos, y cambia la forma y el volumen de la recaudación. Ahora sí que aumenta la producción y el comercio.
Las repercusiones sociales de esta situación en los tres estamentos son diversas. La nobleza crece en número y se endeuda con su lujosa vida. Aumenta el número de religiosos como salida humana y espiritual ante la crisis. La burguesía se refugia en señoríos y rentas fijas –juros- en vez de lanzarse a las aventuras empresariales. Y el grupo mayoritario, el campesinado, afectado por la crisis, la fiscalidad y el bandolerismo, además de su condición de pechero, adquiere los peores tintes posibles. El aumento en los grupos marginados de pícaros y mendigos tendrá su proyección en las descripciones pictóricas y literarias.
La España del siglo XVII, esplendor cultural. El siglo de oro
La cultura barroca se dirige a las masas, hace propaganda de sus valores , es una cultura teatral y emocional donde el honor y la honra son exaltados por los escritores. Lo religioso tiene una gran aceptación y difusión.
En el ámbito de la Literatura cabe mencionar el género novelesco de Cervantes y su obra cumbre del “Quijote” (1605 y 1614) y la picaresca de Mateo Alemán. La poesía cuenta con los insignes Góngora y Quevedo, mientras en los corrales de comedias se representaban tragedias o comedias de Lope de Vega y Pedro Calderón de la Barca. Se produce una interrelación de las Artes, cuyo mejor ejemplo es el urbanismo de plazas mayores). La arquitectura emplea materiales sencillos(ladrillo) que compensa con la decoración Se suceden las distintas tendencias, comenzando por estilo posherreriano representado por Juan Gómez de Mora y sus obras madrileñas de la Plaza Mayor , el Ayuntamiento… Un barroco decorativo y de plantas ovales se realiza en el Panteón del Escorial, las Bernardas de Alcalá de Henares. Por último el estilo churrigueresco ejemplifica José Benito Churriguera en el retablo del convento San Esteban de Salamanca.
La escultura caracteriza un predominio de la imagen religiosa de carácter realista. Se trabaja en madera policromada donde abundan los pasos de Semana Santa. Los contrastes son claros entre una escuela castellana con Gregorio Fernández y sus obras de Cristo Yacente, Piedad y en el otro extremo la escuela andaluza de belleza amable y serena con autores como Martínez Montañés y Alonso Cano.
La pintura llega a las cima europea con temas religiosos, bodegones y retratos, impulsada por las numerosas solicitudes de órdenes religiosas. Se pinta de manera realista y luz focal (tenebrismo o claroscuro) en las manos de sus pintores principales José de Ribera y el pintor de series monacales Francisco Zurbarán. La pintura de Velázquez sobresale por su variedad y calidad. Después de unos inicios naturalistas consigue puesto en la corte y aumenta la solicitud de retratos, tales como Felipe IV y Papa Inocencio X. Trata temas mitológicos como en La fragua de Vulcano, históricos en La Rendición de Breda y religiosos , Cristo crucificado. Pero Velázquez pasa por ser el maestro de la perspectiva aérea tal como lo plasma en Las Hilanderas y en Las Meninas. El barroco más decorativo lo representa Bartolomé E. Murillo con un sentimental y rico colorido que plasma en sus Inmaculadas o en escenas callejeras de pilluelos.
La España del siglo XVIII. La Guerra de Sucesión y el sistema de Utrecht
En 1700 Carlos II designa a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, heredero de la Corona española, varios países apoyan al otro pretendiente el archiduque Carlos de Habsburgo por lo que se inicia la Guerra de Sucesión. Toma un doble ámbito de desarrollo, guerra europea y guerra civil interna.
Como guerra europea el bloque franco-español se enfrenta contra Inglaterra, Austria, Holanda y Portugal, estos opuestos al aumento de poder de Francia con una misma dinastía a uno y otro lado de los Pirineos. La guerra civil peninsular se polariza entre los de la antigua Corona de Aragón decidida por el austriaco y en contra del centralismo castellano y enfrente los que apoyan a Felipe V, fundamentalmente castellanos.
El ejército borbónico es derrotado en Italia y en los Países Bajos, pero cuando el Archiduque Carlos es nombrado emperador de Alemania a Inglaterra no le interesa la posibilidad del retorno al antiguo imperio austriaco. Inglaterra detiene su participación y orienta sus intenciones hacia la paz.
En España la guerra continuó tras la paz de Utrech hasta la victoria sobre los austriacos en Almansa.
La Paz de Utrecht (1713) estableció unas consecuencias militares como la demolición de la base naval francesa de Dunquerque. Mercantilmente, supuso el derecho de asiento de esclavos hacia América en favor de los ingleses durante 30 años, que también se vieron favorecidos por el navío de permiso comercial hacia América , hasta las 500 toneladas. En la práctica aprovecharán este permiso para un tráfico americano más amplio.
Las modificaciones territoriales suponen la pérdida española de los territorios europeos. Se entrega a Inglaterra Menorca, Gibraltar y la isla de Terranova que pertenecía a Francia.
En el tratado de Rastadt con Austria se entrega a este país a cambio del reconocimiento borbónico Flandes, Milán, Nápoles y Cerdeña y al duque de Saboya Sicilia.
Este conflicto resulta en el ascenso de Austria y Prusia que equilibran el poder de Francia en el continente, mientras Inglaterra comienza su hegemonía económica, política y comercial en Europa sustituyendo a Francia como primera potencia
La España del siglo XVIII. Cambio dinástico. Los primeros borbones
En 1700 Carlos II designa a Felipe de Anjou heredero, El archiduque Carlos de Austria inicia una guerra de Sucesión, que finalmente es vencida por el borbón en España.
Felipe V (1700-1746) nieto de Luis XIV, se propuso impulsar el desarrollo de la industria con la creación de manufacturas reales. Producto de lo cual se estableció una fábrica de tejidos en Guadalajara y las fábricas de paños de San Fernando y Brihuega, aunque todas ellas fueron poco rentables. Estas iniciativas fueron posibles gracias a la estabilidad monetaria alcanzada durante este reinado y la buena situación de la hacienda real. Más éxito tuvieron las iniciativas privadas, sobre todo en la industria sedera de Valencia y muy especialmente en la industria algodonera catalana. También las industrias metalúrgicas despegaron en Santander ( Liérganes y La Cavada) gracias al apoyo estatal . Iniciativa para el desarrollo intelectual fue la apertura de la Biblioteca Real (se transformará en Biblioteca Nacional) y la creación de academias ( Real Academia de la Lengua)
La política religiosa de Felipe V tendió, como en otros aspectos, a un reforzamiento de la autoridad monárquica, acentuándose el regalismo (nombramiento de obispos católicos…). Felipe V quiso reducir el dinero que el Estado aportaba a Roma, a la vez que la Iglesia intentaba disminuir el dinero que tradicionalmente entregaba a la monarquía española ( bula de la cruzada, el subsidio eclesiástico y el excusado). Esta tensión se desvaneció con la firma del Concordato con la Iglesia.
Fernando VI (1746-1759) mantuvo una actitud pacifista en las relaciones exteriores que permitió dedicarse intensamente a la política interior. El programa reformista del ministro Ensenada incluye un ambicioso proyecto de reforma de la Hacienda, que inicia con elCatastro de Ensenada. Se propuso introducir un impuesto único que gravara todas las posesiones sin excepción, haciendo pagar a los contribuyentes de acuerdo al nivel de su riqueza. La actitud de los estamentos más poderosos impidió que se pudiera aplicar totalmente su programa, pero, aun así, el catastro permitió aumentar los ingresos . Estas medidas, junto a la creación del Real Giro, intento de crear un banco nacional en España, permitieron sanear la Hacienda real, de tal forma que, a la muerte del rey, las arcas reales registraban un superávit, caso insólito en la edad Moderna. Dinero hubo para reorganizar el arsenal de la Carraca en Cádiz o la creación de los de Ferrol y Cartagena
El Concordato de 1753 redujo cuantiosas cantidades de dinero que se enviaba a Roma, pero sobre todo reforzaba el poder del rey sobre la Iglesia al proveer las sedes vacantes de obispados, canonicatos, etc.
También es época de desarrollo de la ciencia, dando dinero en enviar a jóvenes a estudiar al extranjero, y por la creación de centros de estudios de ámbito extrauniversitario como la Academia de Bellas Artes de San Fernando, el observatorio astronómico de Cádiz o la Academia de Buenas Letras de Sevilla. Se desarrolló el estudio de las Ciencias de Naturaleza, con el apoyo de un observatorio en Cádiz y establecimiento en Madrid el primer museo de Ciencias de Naturales.
La España del siglo XVIII. Reformas en la organización del Estado. La Monarquía centralista
La llegada de la nueva dinastía borbónica propició importantes cambios en la estructura del Estado, introducidos esencialmente durante el reinado de Felipe V (1700-1746),
Las medidas centralizadoras tenían el objetivo de hacer un estado más eficaz, al estilo francés. Mediante los Decretos de Nueva Planta (1707 Aragón y Valencia, 1715 Mallorca, 1716 Cataluña) se abolieron los fueros e instituciones propias de los reinos de la Corona de Aragón. Los fueros de las provincias vascas y Navarra se mantuvieron ya que apoyaron a Felipe V durante la Guerra de Sucesión.
El nuevo modelo de administración territorial está basado en estructurar una división territorial en provincias; la sustitución de los Virreyes por los Capitanes Generales como gobernadores políticos de las provincias. Las Reales Audiencias se mantienen para las cuestiones judiciales. Según el modelo francés se creó la figura de los Intendentes, funcionarios encargados de las cuestiones económicas. Finalmente, en los Ayuntamientos se mantuvieron los cargos de Corregidor, Alcalde Mayor y Síndicos personeros del común (elegidos por el pueblo )
Los Borbones también reformaron la administración central consolidando el establecimiento de una plena monarquía absoluta. Se suprimieron todos los Consejos, exceptuando el Consejo de Castilla que se convirtió en el gran órgano asesor del rey. Se crearon las Secretarías de Despacho (Estado, Guerra, Marina, Hacienda, Justicia e Indias) antecedentes de los ministerios. En 1787 se establece la Junta Suprema de Estado, futuro Consejo de Ministros.
La nueva dinastía intensificó la política regalista, buscando la supremacía de la Corona, poder civil, sobre la Iglesia. En este sentido, además de los nombramientos de los altos cargos eclesiásticos, las dos medidas principales fueron el establecimiento de un mayor control sobre la Inquisición y, sobre todo, la expulsión de la Compañía de Jesús durante Carlos III en 1767.
Hubo intentos, no demasiado eficaces, de reformar el sistema de Hacienda. Se trató de unificar y racionalizar el sistema de impuestos y, para ello, se llevó a cabo el Catastro de Ensenada en 1749 en la Corona de Castilla. Este Catastro es un censo de todas las propiedades del reino. Se buscó también la unificación monetaria: el Real de a dos.
La práctica del despotismo ilustrado: Carlos III
Carlos III (1759-1788), hijo de Felipe V; reinó en Nápoles hasta 1759 antes de hacerlo en España con la idea de asumir los presupuestos ilustrados dentro de la monarquía absoluta: todo para el pueblo pero sin el pueblo.
Entre los ilustrados se extendió la idea de emprender reformas en un contexto de crecimiento económico. Con el Conde de Aranda (1769) y Floridablanca (1787) se llevaron a cabo los primeros censos con la finalidad de conocer las potencialidades económicas y fiscales. Se fijan, como los fisiócratas, en la agricultura atrasada pero que ocupaba a la mayoría de la población. Para corregirlo se crearon asociaciones como las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País y los ministros de Carlos III prepararon planes de reforma como el Memorial Ajustado de Campomanes y el Informe sobre la Ley Agraria de Jovellanos. Denunciaban las enormes propiedades amortizadas (nobleza e Iglesia) y afirmaban que el acceso del campesinado a la propiedad de la tierra progresaría al país. Por primera vez, se empezaba a hablar de la desamortización.
Las medidas que si se llevaron a cabo fueron el reparto de tierras comunales en Extremadura, la repoblación de Sierra Morena bajo el gobierno de Olavide, la reducción de los derechos de la Mesta y algunas obras de regadío (Canal Imperial de Aragón, Canal de Castilla…). Para fomentar el desarrollo de la Industria se rompió el monopolio de los gremios en 1772 y se establecieron las Reales Fábricas con apoyo estatal (armas, astilleros, vidrio, tapices).
Con respecto al comercio se adoptaron medidas librecambistas. Consecuencia de ello se liberaliza el precio de los cereales acabando con la tasación y se decreta la liberalización del comercio para los españoles con América (1778) que termina con el monopolio de la Casa de Contratación. Se integra el comercio nacional, como la mejora de las vías o la supresión de las aduanas interiores. En el terreno financiero, se estableció el Banco de San Carlos, antecedente del futuro Banco de España. Aparece la peseta, aunque no será la moneda oficial hasta 1868.
La España del siglo XVIII. Evolución de la política exterior en Europa
Las grandes líneas de la política exterior española se pueden sintetizar en revertir las consecuencias creadas tras el Tratado de Utrecht, la conservación del imperio americano y unas nuevas relaciones internacionales con refuerzo en la alianza con Francia. Esto último se concreta en varios Pactos de Familia y el enfrentamiento con Inglaterra en el Atlántico ante la amenaza británica a las posesiones españolas en las Indias.
La política exterior de Felipe V (1700-1756) se dirigió a la recuperación de los territorios italianos perdidos en 1713, presionado en gran parte por su esposa Isabel de Farnesio. Ante el fracaso de los primeros intentos en solitario se optó por la alianza con Francia. Esta alianza se afirmó en el Primer Pacto de Familia (1734) y el Segundo Pacto en 1743. Fruto de estos pactos España participó apoyando los intereses franceses en la Guerra de Polonia (1733-1738) y en la Guerra de Sucesión Austriaca (1743-1748). Concluye esta intervención consiguiendo Felipe V que el infante Carlos (futuro Carlos III) fuera coronado Rey de Nápoles y Sicilia y que el infante Felipe fuera nombrado Duque de Parma.
Con Fernando VI (1746-1759), el gobierno español adoptó una política exterior de neutralidad, equidistante entre Londres y París. Con la Santa Sede firma un Concordato.
Carlos III (1759-1788) volvió a la alianza con Francia y firmó el Tercer Pacto de Familia(1761) que le obligó a participar con enormes costes en diversas guerras contra Gran Bretaña, entre ellas la de Independencia de EEUU. Fruto de ello, la Paz de Versalles en 1783 permitía recuperar Menorca y Florida. Cierra el siglo el reinado de Carlos lV (1788-1808) con política cambiante ante los sucesos de la Revolución Francesa. Unas veces supone pérdidas territoriales (Haití) y otras veces incorporaciones (Olivenza frente a Portugal en la Guerra de las Naranjas)