La Duda Metódica y la Existencia de Dios en Descartes

DUDA METÓDICA Y PRIMERA VERDAD

Hay un acto mental del que no puedo dudar: que estoy dudando. Si dudo de que dudo, estoy dudando. Por lo tanto, puedo dudar de todo menos de que yo dudo, puesto que al dudar que yo dudo, no hago sino reafirmarme en la duda. Esto se puede expresar diciendo que la duda es un acto negativo por su alcance universal, pero positivo por su propia generación. En consecuencia, mi existencia como sujeto que piensa (que duda, que se equivoca, etc.) está libre de todo error y toda duda posibles. Esto es lo que expresa Descartes con su célebre “COGITO, ERGO SUM”. Esta primera verdad y primera certeza es también el prototipo de toda verdad y de toda certeza, es decir, el criterio de todo lo que hayamos de considerar como verdadero. Una grave consecuencia del planteamiento cartesiano es el encierro del sujeto dentro de sí mismo, lo que se resume con el término solipsismo. La única verdad que se ha salvado de la duda es la existencia de la propia actividad intelectual, la autoconciencia; pero la existencia indubitable del yo no parece implicar la existencia de ninguna otra realidad.

DIOS

¿Cómo demostrar la existencia de la realidad extramental, exterior al pensamiento? Descartes debe deducir la existencia de la realidad externa a partir de la existencia del pensamiento. Concluye que el pensamiento recae directamente sobre ideas, es decir, que el pensamiento siempre piensa ideas. Aquí se ha producido un cambio respecto de la filosofía anterior, en la cual el pensamiento recaía sobre las cosas directamente, no sobre las ideas de tales cosas. Descartes distingue dos aspectos en las ideas: las ideas en cuanto que son actos mentales o “modos del pensamiento”, y las ideas en cuanto que poseen un contenido objetivo. Descartes distingue tres tipos de ideas:

  • Ideas adventicias: Las que parecen provenir de nuestra experiencia externa (no nos consta aún la existencia de un mundo externo), por ejemplo, las ideas de hombre, de árbol, de los colores, etc.
  • Ideas facticias: Las que construye la mente a partir de otras ideas, por ejemplo, la idea de un caballo alado, de un centauro, de un unicornio, etc.
  • Ideas innatas: Las más importantes, aunque menos numerosas, no son ni adventicias ni facticias. Su origen no puede ser otro sino que el pensamiento las posee en sí mismo.

Descartes va a demostrar la existencia de Dios a partir de la idea de Dios. El primer argumento está basado en la causalidad aplicada a la idea de Dios: para Descartes debe haber tanta realidad en la causa como en el efecto. ¿De dónde puede el efecto sacar su realidad si no es de la causa? La idea de Dios es innata y es la idea de “una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente y omnipotente”. ¿Cómo puedo yo, que soy un ser finito, haber producido la idea (su contenido objetivo) de un ser infinito, si lo más no puede derivarse de lo menos? Por lo tanto, es necesario concluir que Dios existe, pues sólo una sustancia infinita puede ser la causa del contenido objetivo de la idea de un ser infinito. Otro argumento es el ontológico. San Anselmo de Canterbury fue el primero en formular una prueba de la existencia de Dios a partir de la idea misma de Dios. El argumento es: Dios es, por definición, un ser que posee todas las perfecciones en grado sumo; existir es una perfección, y por lo tanto la existencia forma parte de las perfecciones divinas, luego Dios existe realmente.

SUSTANCIA

Descartes distingue tres esferas de la realidad: Dios o Sustancia infinita (res infinita); el yo o sustancia pensante (res cogitans) y los cuerpos o sustancia extensa (res extensa). Para Descartes, la esencia de los cuerpos es la extensión, y niega la realidad de las cualidades secundarias. El concepto de sustancia es fundamental en Descartes y en los filósofos racionalistas. Una definición de sustancia es: una cosa que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para existir. Según esta definición, sólo podría existir una sustancia: Dios, ya que los seres finitos, pensantes o extensos, son creados y conservados por Dios. Descartes reconoció que esta definición sólo puede ser aplicada de modo absoluto a Dios, si bien vale en cuanto que las otras sustancias, la extensa y la cogitans, son independientes entre sí, es decir, no se necesitan la una a la otra para existir.