La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
Causas del Golpe de Estado
Durante la primavera de 1923 ya se estaba conspirando desde dos movimientos distintos:
- El primero: Vinculado a las desaparecidas Juntas de Defensa de Barcelona que buscaban mediante un golpe de fuerza “disolver las Cortes” y quitar el papel político a la oligarquía para dárselo a las clases medias.
- El segundo: Vinculado a Madrid. Pretendía la “instauración de un gobierno fuerte” y dispuesto a resolver los problemas generales del Ejército y del orden público manteniendo la Constitución y la monarquía.
Los factores del Golpe de Estado
Primo de Rivera dio su golpe de Estado en Barcelona el 13 de septiembre de 1923. El gobierno no fue capaz de reaccionar y Alfonso XIII apoyó abiertamente al general sublevado. España dejó de ser una monarquía parlamentaria y se convirtió en un régimen autoritario.
Los apoyos sociales
El golpe de Estado fue posible, sobre todo, por la actitud de dos fuerzas: la burguesía y el movimiento obrero. La dictadura pudo establecerse porque, al carecer el movimiento obrero de unidad, no hubo lugar a protestas. Anarcosindicalistas y comunistas consideraron la dictadura como un movimiento de profunda reacción social que amenazaba a los grupos de vanguardia del proletariado y a la propia vida de los sindicatos. El Partido Socialista y la UGT pasaron a la aceptación y colaboración a lo largo de los casi siete años del gobierno de Primo de Rivera.
El Directorio Militar (1923-1925)
El Real Decreto del 15 de septiembre fijaba la organización de un Directorio, presidido por Primo de Rivera, que reunía en su persona todas las facultades, iniciativas y responsabilidades de gobierno. Sometían al rey, o mejor a su firma, todas las resoluciones adoptadas. El funcionamiento de toda la Administración quedó en manos del Ejército. A la vez, tomó otras medidas urgentes:
- Suspendió las garantías constitucionales.
- Destituyó a los gobernantes civiles de las provincias.
- Disolvió las Cortes.
- Suspendió la Constitución de 1876.
- Decretó que los ayuntamientos y las diputaciones provinciales fuesen intervenidos.
Y en un deseo de retar a las antiguas castas políticas y para separar el poder político del económico, publicó el Decreto de Incompatibilidades, por el cual nadie que hubiese sido ministro o alto funcionario podía intervenir en los consejos de administración de las compañías que contrataban con el Estado.
La solución del problema marroquí: El desembarco de Alhucemas de 1925
Primo de Rivera decidió organizar el ejército de nuevo y, con Franco y Sanjurjo, dotarlo de los medios necesarios. Tras varias semanas de duras batallas, Abd-el-Krim se entregó a las autoridades francesas para no ser prisionero del ejército español. El gran éxito conseguido por Primo de Rivera fue político y popular, le reconcilió con los ciudadanos cansados de guerras, con todo el ejército, porque había salvado su honor.
El Directorio Civil (1925-1930)
Tiempos en los que el país gozó de una economía en alza porque la de Europa lo estaba. El régimen se limitó a proceder con las políticas económicas tradicionales y a propiciar la industrialización desde un intervencionismo estatal, a mejorar la agricultura participando en la introducción de nuevas técnicas y a incrementar el comercio exterior. La base práctica de estas políticas fue un gran desarrollo de las obras y los servicios públicos, y con el apoyo del Partido Socialista (UGT), pudo crear un montaje de estructura corporativa para las relaciones capital-trabajo e intentó aplicar una importante reforma fiscal que, por primera vez, introducía el impuesto sobre la renta.
La Oposición y la caída de la Dictadura
Hubo dos fuerzas que contribuyeron directamente a la caída de Primo de Rivera:
- Los intelectuales: Que no habían aceptado el régimen se vieron atacados con la destitución de Unamuno como rector de la Universidad de Salamanca y con su posterior destierro.
- Los militares: Se encontraron con un Primo de Rivera favorable a los militares de Marruecos. Además, el ataque frontal contra el cerrado cuerpo de artillería fue el que rompió la armonía de la familia militar y precipitó la caída del régimen.
El 30 de enero de 1930, Alfonso XIII aceptó la dimisión de Primo de Rivera, encargando al militar Dámaso Berenguer la formación de un nuevo gobierno.
El colapso de la Monarquía (1930-1931)
El pacto de San Sebastián (1930), reunió a tres fuerzas:
- Los constitucionalistas.
- Los republicanos históricos.
- El Partido Socialista.
De este pacto se derivaron dos líneas de acción:
- Revolucionaria: Llevó al fracasado pronunciamiento militar de Jaca de 1930.
- Política: Con una gran campaña de prensa y mítines, lograría arruinar el prestigio de la monarquía. En 1930 se difundió masivamente un manifiesto firmado por los principales dirigentes en el que se llamaba a la población a derribar la monarquía.
Mientras, para los gobiernos del general Berenguer y luego del almirante Aznar, el objetivo prioritario era organizar un proceso electoral. Según el procedimiento, había que empezar por las elecciones municipales que sustituyeran a los ayuntamientos de la dictadura, para luego llegar a las elecciones a Cortes. Las primeras se celebraron el 12 de abril de 1931. Aunque salieron elegidos más concejales monárquicos que republicanos, la suerte estaba echada para Alfonso XIII. El día 13, tras conocerse los resultados electorales, miles de personas salieron a la calle para manifestarse a favor de la república.