La Desamortización en España y el Sexenio Democrático (1868-1874)

La Desamortización en España

Etapas de la Desamortización

a) Primer proceso desamortizador

La desamortización en España se desarrolló en varias etapas:

  1. Reinado de Carlos IV (1798-1808): Conocida como “desamortización de Godoy”, aunque impulsada por Mariano Luis de Urquijo y Miguel Cayetano Soler. Afectó a bienes de los Colegios Mayores, la Compañía de Jesús e instituciones benéficas de la Iglesia. Solo los grandes propietarios pudieron comprar.
  2. Reinado de José I: Suprimió las órdenes religiosas e incorporó sus bienes al Estado. Realizó una “pequeña desamortización”, anulada tras la Guerra de la Independencia (1808-1814).
  3. Cortes de Cádiz (1811-1813): Decretos que abolieron los señoríos, desamortizaron terrenos baldíos y propios de los municipios, y consideraron “bienes nacionales” los de “traidores”, afrancesados, órdenes religiosas y conventos suprimidos o destruidos durante la guerra.
  4. Trienio Liberal (1820-1823): Se restablecieron los decretos anteriores y se añadieron los bienes de la Inquisición y del clero regular. Estas dos últimas desamortizaciones fueron anuladas por Fernando VII al restaurar el absolutismo.

b) Proceso de desamortización general

  1. Desamortización de Mendizábal (1836): Afectó a los bienes del clero regular. Su objetivo era sanear la Hacienda, crear propietarios adictos al liberalismo y desarrollar la agricultura e industria. La guerra carlista y la gestión municipal propiciaron que solo las oligarquías y autoridades locales pudieran adquirir las tierras.
  2. Desamortización de Espartero (1841): El regente Espartero aplicó el proyecto de desamortización de bienes del clero secular de Surra Rull. Fue derogada tres años después.
  3. Desamortización de Madoz (1855): Conocida como la desamortización civil, afectó a propiedades del Estado, municipios, órdenes militares y bienes restantes de comunidades religiosas y clero secular. Suspendida en 1856, se reanudó en 1858. Su importancia superó a las anteriores.

En total, la Iglesia poseía entre el 30-35% de lo desamortizado, la beneficencia un 15-20% y las propiedades municipales un 50%. El Estatuto Municipal de 1924 derogó definitivamente las leyes de desamortización de bienes municipales.

Consecuencias de la Desamortización

  • Sociales: Acentuó la división latifundista (sur) y minifundista (norte). No logró convertir a la mayoría de campesinos en propietarios, muchos emigraron.
  • Económicas: No solucionó el déficit público. Aumentó la superficie cultivada, pero se centró en el cereal. Incrementó la deforestación y la centralización.
  • Urbanísticas y culturales: Provocó cambios urbanísticos, pero también la pérdida de patrimonio cultural.
  • Políticas e ideológicas: No logró crear una clase media propietaria afín al liberalismo. Generó rechazo social hacia la élite liberal del siglo XIX.

El Sexenio Democrático (1868-1874)

Los preparativos

La crisis político-económica provocó sublevaciones, como la de los sargentos de San Gil (1866). La dictadura de González Bravo y la conspiración de progresistas, demócratas y la Unión Liberal culminaron en la Revolución de 1868.

Revolución de 1868 (La Gloriosa)

Iniciada con la sublevación del almirante Topete en Cádiz, se extendió con levantamientos populares. La victoria de Serrano en Alcolea forzó la huida de Isabel II. La Junta revolucionaria asumió el poder.

Gobierno provisional (1868-1871)

Formado por progresistas y unionistas, contó con el apoyo del Partido Republicano Federal. Se convocaron elecciones mediante sufragio universal directo, que ganó la mayoría gubernamental.

Constitución de 1869

España se configuró como una monarquía parlamentaria con principios liberales:

  • Soberanía en las Cortes bicamerales.
  • División de poderes.
  • Derechos individuales.
  • Descentralización administrativa y judicial.
  • Libertad de culto.

Se designó a Serrano como regente y Prim buscó un nuevo rey: Amadeo de Saboya.

El reinado de Amadeo I (1871-1873)

La muerte de Prim, la insurrección cubana, la impopularidad del rey, la oposición de alfonsinos y republicanos, y la tercera guerra carlista marcaron su reinado. Amadeo I abdicó en 1873.

La Primera República (1873-1874)

El republicanismo no tenía suficiente apoyo popular y estaba dividido. La insurrección cantonal, la insurgencia cubana y el carlismo debilitaron la República. El golpe de Estado del general Pavía en 1874 dio paso a la Restauración borbónica.

Evolución política de la Restauración hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII

Antonio Cánovas del Castillo lideró el movimiento alfonsino. El Manifiesto de Sandhurst (1874) expresaba el deseo de Alfonso de implantar una monarquía constitucional, conservadora y católica.

Etapas:

  • 1874-1885: Cánovas afianzó el sistema mediante censura, restricción de libertades y éxitos militares. El turnismo entre conservadores y liberales limitó el pluralismo político.
  • 1885-1902: Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena. Los liberales impulsaron derechos individuales y el sufragio universal masculino (1890). Surgieron el catalanismo y el nacionalismo vasco. La derrota de 1898 supuso la pérdida de las últimas colonias.

Sistema canovista

. Cánovas, verdadero artífice de la Restauración, pretendía continuar la época moderada a través de: – Una base social compuesta por alfonsinos, hombres de negocios, mandos militares y la Iglesia, que defendían el orden, la propiedad, la monarquía, el catolicismo y la unidad de la patria con el mantenimiento de las colonias, e identificaban la república con la anarquía. Su propósito: asentar la monarquía y crear un marco de conciliación lo más conservador posible. – Unos fundamentos ideológicos basados en lo que Cánovas llamó “verdades madre”, unos principios indiscutibles (la Constitución interna del sistema: nación, libertad, propiedad, monarquía, dinastía hereditaria y soberanía conjunta de rey y Cortes), que eran entendidos de manera distinta por los diferentes grupos sociales, naciendo de esa confrontación y oposición el equilibrio necesario para la perdurabilidad y la aceptación social del régimen (a la soberanía del rey se oponía la de las Cortes; a un partido, otro contrario; etc.). Este sistema tenía tres pilares: Alfonso XII, rey-soldado respetuoso con el liberalismo, defensor del orden y el catolicismo, y vencedor del carlismo y el independentismo cubano. Constitución de 1876. Texto moderado, pero flexible y consensuado, con elementos de la del 69 y caracterizado por: – La soberanía residía en las Cortes y el rey. – El rey, jefe del Ejército, estaba por encima del Gobierno y de las Cámaras legislativas, pues nombraba al Consejo de Ministros y a su presidente, tenía derecho a veto y podía disolver las Cortes. – Cortes bicamerales: Congreso (diputados elegidos por sufragio censitario; más tarde universal masculino) y Senado (senadores vitalicios -nombrados por la Corona a propuesta del Gobierno-, por derecho propio, y electivos). – El catolicismo, religión oficial; se toleraba al resto en privado. Cada gobierno (conservador o liberal) podía modificar los repertorios de derechos y la forma del sufragio sin necesidad de promulgar una nueva constitución. Turnismo. Caracterizado por: – El acuerdo entre dos partidos dinásticos, el Partido Liberal-Conservador (dirigido por Cánovas y heredero del moderantismo isabelino; confesional y garante del orden) y el Partido Liberal Fusionista (por Sagasta y heredero del progresismo; más laico y partidario de reformas sociales), en el fondo muy similares (vinculados a la burguesía y deseosos de evitar enfrentamientos y pronunciamientos). – Un sistema electoral cuyo sufragio admitía circunscripciones uninominales. – El control de la oligarquía sobre la política (mediante el sistema electoral diseñado por Posada Herrera), la sociedad (a través del control del empleo público y del caciquismo en el medio rural) y la economía (con una política proteccionista). El mecanismo: ante una crisis, el rey disolvía las Cortes y convocaba elecciones que “cocinaba” el Ministro de la Gobernación, en base al reparto de escaños previamente acordado por Cánovas y Sagasta, dejando siempre un porcentaje a republicanos y carlistas. Seguidamente los jefes provinciales de conservadores y liberales reproducían el encasillado y los caciques condicionaban el voto para ayudar al Gobernador Civil correspondiente a que se diese el resultado acordado. Si esto no era suficiente, se recurría al pucherazo, a la coacción moral, al uso de matones o a la manipulación de los censos, con los “cuneros” y haciendo votar a muertos (“lazaros”).